En trance de agonía

Por Ernesto Ochoa Moreno

El próximo miércoles, 16 de febrero, se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Fernando González. Y se me ocurre que puede ser interesante hacer aquí una breve antología de textos suyos sobre la muerte. Para ello echo mano, con autorización del autor, de un capítulo que al tema dedica el padre Daniel Restrepo González en un libro bello y denso, que ya tiene prácticamente listo, sobre su tío, el maestro de Otraparte, cuyo manuscrito ha tenido la bondad de permitirme leer, en el que aborda la temática religiosa y mística del pensador envigadeño. El libro se titula San Fernando González, doctor de la Iglesia y maestro de escuela y está escrito con inteligencia y, al mismo tiempo, con socarronería crítica y un vasto y detallado conocimiento de la literatura espiritual y de las obras de quien es, según el autor, el «doctor putíssimus» y «gran místico paisa». Ya habrá ocasión de analizar más despacio y con mayor espacio este novísimo y fundamental aporte para el conocimiento de nuestro gran escritor, a quien todavía muchos niegan su condición de filósofo y en quien muchos se resisten también a reconocer una trayectoria espiritual y mística.

Fernando González vivió siempre en trance de agonía. No sólo atisbando agonizantes y entierros y olfateando la cadaverina de los moribundos, sino ahondando él mismo sobre un misterio que es oscuridad y luz y que a todos nos perturba y acicatea, nos asusta o nos consuela, desde la fe o desde la no-fe. Ahí van unos pocos textos de los que trae el libro de Daniel Restrepo.

«Yo agonizo desde que mi madre me parió cabezón e infiel…» (LVP 11).

«Vivir es ir dando a luz, dando a luz continuamente, y luego, al morir, resulta que uno se parió a sí mismo» (RA 14, 543).

«Soy muy feliz, muy feliz. Estoy enamorado, pero muy enamorado de la muerte» (ARP 97).

«Soy un sucederse que sospecha o presiente que va a terminar, y que grita llamando a la Intimidad y no la halla… Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?» (LVP 200).

«Amamos la tierra, es de nuestro natural amarla, y es amable como obra que es de Dios. Pero decía Miguel Ángel que la muerte también era buena, como obra del mismo artífice que hizo esta vida. A mí se me ha disminuido algo el miedo, pero me tengo miedo a mí mismo» (ARP 55).

«No me lleves todavía, que todavía sé cuándo estoy desnudo y cuándo vestido; todavía me da pena estar desnudo o ser nada; no me lleves aún, porque sería aborto, y el feto lo tendrían que poner en incubadora, que es lo que la gente llama purgatorio o infierno; déjame nacer a tiempo, cuando el cadáver casi no se distinga de mí; cuando haya glorificado contigo mi cadáver, y ya no sea puto cadáver. ¡Acércate poco a poco, porque aún te tengo miedo, como Pedro, el cabezón temeroso de la cocinera! ¡Acuérdate que mi patrono es Pedro, patrono de los cobardes! Soy cobarde hasta el tuétano» (CR 66).

«¿Y en la tumba, en el hoyo? Ahí Dios es presencia también» (LVP 142).

«¿Quieres, me pregunto a mí mismo, que Ramiro vuelva? No, mil veces no. Está dormido en el Señor; ya vivió, ya pagó y fue liberado y vive en mí y es mi fortaleza. Todos los muertos, Daniel, Graciela, Alfonso, Pastora, Ramiro, están liberados ya, vivos, y somos tú y yo los que estamos muriendo. ¿La prueba? Pues que ahora irás a comer o a defecar, a verte otra cana o decir que te duele por allí» (FRM).

«Vivo feliz, feliz, pues no creo ya, no creo en nada sino en la Vida. Y cuando las arterias se cierran se abre la Vida, como le sucedió a Graciela. ¡Qué bueno! Duele mucho, pero ya, ya se acabó» (FRM).

«El tiempo pasa y nos lleva con él, y ese último día está uno solo, solo, solo, solo, aunque haya allí mucha gente. Todo es abandono y angustia» (ARP 101).

«La plenitud de la felicidad se acerca. Está al final de la vida» (MS 105).

«Sólo en la muerte tiene justificación la vida» (CE 69).

«El fin del hombre es dormirse en el silencio. No se dirá “murió”, sino “lo recogió el Silencio”. Y no habrá duelos, sino la fiesta silenciosa, que es Silencio» (CR 9).

(Nota: Siglas: CR: Las cartas de Ripol; CE: Cartas a Estanislao; MS: Mi Simón Bolívar; LVP: Libro de los viajes o de las presencias; ARP: Mis cartas de Fernando González (al padre Antonio Restrepo); RA: Revista Antioquia; FRM: Carta al doctor Francisco Restrepo Molina).

Fuente:

El Colombiano, columna de opinión «Bajo las ceibas», sábado 12 de febrero de 2005.