Conferencia

El Sol: la estrella de
la vida y de la muerte

—Junio 29 de 2017—

El Sol, fotografiado el 15 de marzo de 2011

El Sol – Foto del 15 de marzo de 2011

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Juan David Ramírez López es ingeniero civil del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid con estudios en Ciencias de la Tierra y el Espacio, entre otros. Es miembro de la Organización Scalibur para el Estudio de la Astronomía y la Divulgación Científica de la Unión Astronómica Internacional y miembro correspondiente para Colombia del Instituto de Astrofísica de Canarias y su programa “Odisea en el espacio-tiempo”. Ha sido asesor externo del Planetario de Medellín y actualmente forma parte de los proyectos Red Mónica de la Universidad de Antioquia y el Observatorio de Alta Montaña del Aburrá Sur.

Unión Astronómica Internacional

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Juan David Ramírez López

Juan David Ramírez López

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Al llegar la noche, la única estrella visible durante todo el día está del otro lado de la Tierra. Gracias a ello se producen el día y la noche, y su luz y calor benefician al planeta entero.

También en el ámbito estelar la realidad cercana es la más importante. El Sol, ese astro venerado incluso como un dios por algunas civilizaciones antiguas, es una estrella más. Pero su proximidad a la Tierra hace que sea vital para unos seres cuya existencia no habría sido factible en un planeta que, de no ser solar, hubiera sido inhóspito. Además, su proximidad nos permite estudiar fenómenos físicos no reproducibles en un laboratorio con el fin de conocer la estructura y la evolución de las estrellas en el universo.

Pese a estar constituido en un 98% por los dos elementos químicos más livianos de la tabla periódica, hidrógeno (H) y helio (He), el Sol representa casi el cien por ciento de la masa del Sistema Solar, cuyo centro ocupa por obra de la gravitación, que es también la responsable de que todos los planetas y otros cuerpos giren a su alrededor. Actualmente se encuentra en la mitad de su vida: se formó a partir de una nube de polvo y gas hace unos cinco mil millones de años y dentro de otros cinco mil millones de años se expandirá formando una gigante roja. En ese intervalo, convierte en su interior, por fusión termonuclear, elementos ligeros en elementos pesados (fundamentalmente hidrógeno en helio), lo que genera una gran cantidad de energía que le permite soportar su propia gravedad y evitar su colapso.

Juan David Ramírez López

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¿Quién es Lucas de Ochoa en los días en que saca en limpio sus aventuras italianas? Cada rato sale a la ventana del consulado, donde trabaja, mira para el cielo y llama a Dios. También cuando sale de paseo con los hijos mira para el cielo, como las aves de presa cuando se asolean en los tejados. Tiene una gran seguridad de que somos hechura y de que podemos recibir energía. La cuestión es ponerse en relación con ella. Casi todos cortan la corriente y se arrugan como pasas. Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. “Hasta allá —dice—, hasta el sol más lejano está unido a mí”. Muchas veces despierta durante la noche y siente la solidaridad con las estrellas, siente que el Sol está calentando el otro hemisferio y ve a la Tierra que va por su camino, tan bella.

Fernando González

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Here Comes the Sun

Por Zumbakamera

Entre agosto y septiembre de 1977, la Nasa lanzó al espacio las sondas Voyager 1 y 2. A la fecha, son los dos únicos artefactos creados por el ser humano que han conseguido recorrer la mayor distancia desde nuestro inquieto planeta. La Voyager 1 es la sonda con más kilometraje. Se encuentra aproximadamente a 17.000 millones de kilómetros de la Tierra [a marzo 17 de 2011] y viajando a una velocidad de unos 13 kilómetros por segundo sin pausa ni fricción que (de momento) la detenga. Una de las principales misiones de las Voyager consistía en investigar nuestro sistema solar, visitar y fotografiar nuestros vecinos Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Entre disparo y disparo, la sonda consiguió esta imagen.

La famosa y conmovedora foto de un pálido punto azul (sí, ese pálido puntito es lo que imaginas: nuestra casa). Luego de concluir sus visitas, las Voyager debían continuar su viaje con billete de ida para luego perderse en los confines del espacio, y es así como han pasado sus últimos años viajando sin pausa. Actualmente, falta poco tiempo para que la Voyager 1 abandone los límites comprensibles de nuestro sistema solar y continúe en un viaje a quién sabe dónde, muy lejos de nuestro vecindario. Además del increíble itinerario de estas sondas, una de las características más destacadas es un circular y dorado presente terrestre para el que se cruce en su camino.

Acoplado a la nave y protegido contra las inclemencias de tan exigente viaje, se encuentra un disco de oro con una selección de treinta y tantos temas musicales, saludos en decenas de idiomas, sonidos terrestres y una muestra de 116 fotografías con el fin de intentar explicar, a quien las encuentre, quiénes somos y de dónde venimos. Una vieja botella que guarda un mensaje, para nosotros comprensible, y que navega perdida por la inmensidad del océano espacial. Carl Sagan, junto a un equipo de destacados científicos, se encargó de la selección del disco que nos representaría como especie. Como suele suceder en este mundo, el equipo tenía el tiempo en su contra y contaban con muy pocas semanas para llevar a cabo tan importante misión. Los temas que incluirían en el disco pasaban por clásicos de Beethoven, Stravinsky, Mozart o Bach, música del folclore peruano, mexicano, balinés, europeo, japonés e indio, sin olvidar joyas de Louis Armstrong o un tema de Chuck Berry, entre otros.

Mientras trabajaban contra reloj intentando reunir los temas e imágenes que grabarían en el disco, un miembro del equipo advirtió que estaban olvidando algo importante en la selección musical: un tema de Los Beatles. Enviar un disco de tales características al espacio y no incluir un tema de los chicos de Liverpool sería imperdonable. Rápidamente, llegaron a la conclusión de que el mejor tema para enviar al espacio era Here Comes the Sun, y sin dudarlo se pusieron en contacto con el cuarteto, que al comprender la importancia de semejante misión no vacilaron un instante en dar su aprobación para incluir la canción en esta botella galáctica.

Por desgracia, la historia no tiene un final feliz, ya que los iluminados ejecutivos discográficos del sello EMI de aquellos años (similares a los de estos años) consideraron arriesgado liberar los derechos del tema en cuestión como para soltarlo a lo tonto y a lo loco por las profundidades del cosmos, en tan romántico pero poco beneficioso negocio. Basta una sola inteligencia extraterrestre pirata para joderles el potencial negocio musical intergaláctico, quizás pensaban para sus necios adentros…

En escarmiento por semejante falta de cordura ejecutiva, acá les dejo ese tema que no consiguió viajar por el espacio en aquella mágica botella y en la ruta de ese Magical Mistery Tour, además de una imagen del protagonista de aquella perdurable canción, nuestro verdadero y más seguro reactor nuclear fotografiado hace tres días [15 de marzo de 2011]. Feliz Venus para todos.

Fuente:

Zumbakamera.com