Seminario

La función del testigo

En el arte, en la historia,
en el psicoanálisis

Abril 23 de 2008

"Witness"

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Susana Bercovich Hartman (México), Magíster en Teoría Psicoanalítica de la Universidad de París VII – Francia (tesis dirigida por Catherine Millot), desde 1990 se desempeña como maestra en la Licenciatura de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México – UNAM. Entre sus últimas publicaciones se cuentan “Intimidades Transformadoras” (Revista Página Literal N° 7, Costa Rica, octubre de 2007), “¿Qué clase de experiencia es un análisis?” (Revista Me cayó el veinte N° 14, agosto de 2007, México) y “La dicha en la esclavitud” (Revista Andamiajes Lacanianos N° 6, noviembre de 2007, Buenos Aires). Es miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

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En el marco de la pregunta por el tipo de experiencia que es un análisis, surge la función del testigo como un tejido de costado. La atención libremente flotante indicada por Freud requiere una suspensión de todo juicio y prejuicio. El analista comparte su posición con la del secretario: uno que toma nota.

La función del testigo concierne a un tipo de vacuidad, un movimiento singular de pérdida de sí, una des-subjetivación. Aquel que está en posición de declarar: “Esto que ocurre, efectivamente ocurre”; no está enteramente inmerso en lo que ocurre. Hay una salida de la escena y una toma de distancia.

Se tratará de precisar el lugar del testigo en las artes, en la historia y en el psicoanálisis.

Susana Bercovich

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¿Qué clase de experiencia
es un análisis?

Por Susana Bercovich Hartman

I – El valor del saber

La historia de la construcción de conceptos y verdades tiene necesariamente un efecto de desbaratamiento sobre esos saberes y sobre esas verdades.

El gesto de haber recibido a Foucault parece que ha trastocado al psicoanálisis. Una estela molotovs bombardea suavemente por aquí y por allá hasta por momentos sacudir el edificio entero.

Las críticas que Foucault habría vertido sobre el psicoanálisis junto a una mirada hacia la historia de la erótica (1), han puesto en jaque más de cien años de saber sobre la sexualidad. Bloques conceptuales erosionan a partir del momento en que la historia revela lo arbitrario de su construcción. A la vez, la arqueología de verdades y conceptos muestra que el saber realiza lo que describe. Por ejemplo, la palabra “homosexualidad”, introducida en el contexto adecuado, ha creado la homosexualidad como instancia psiquiátrica y también policial. Por el poder realizador de la palabra y otros ingredientes, el saber produce lo que nombra, y más…

Al respecto, en el libro El sexo y la eutanasia de la razón (2) Joan Copjec nos participa del siguiente hallazgo:

The Arab Mind, publicado en 1973 y reeditado apenas unos meses antes de la invasión de Irak, llegó a manos de los conservadores probélicos de Washington y se convirtió para los neoconservadores, según las palabras de un académico, en “la Biblia del comportamiento árabe”. De especial interés para estos conservadores fue un capítulo sobre los árabes y el sexo que afirmaba que “la segregación de los sexos, el velo con el que se cubre a las mujeres […] y todas las otras pequeñas reglas que gobiernan y restringen el contacto entre los hombres y las mujeres tienen el efecto de hacer del sexo una preocupación mental primordial en el mundo árabe”. Este tipo de especulación fue responsable de la consolidación de la idea de que la vergüenza sería el mejor mecanismo para doblegar psicológicamente a los prisioneros iraquíes. Según un informe de The New Yorker, dos tópicos emergieron como “temas centrales” en las discusiones de los estrategas: “uno, que los árabes sólo comprenden la fuerza, y dos, que la mayor debilidad de los árabes es la vergüenza y la humillación” (Seymour Hersh, 5/24). Es decir, la vergüenza fue elegida como un método de tortura porque los torturadores creían que la cultura árabe volvía a los prisioneros especialmente vulnerables a ella.

Uno está tentado a pensar la cuestión en los términos del Lacan del seminario El Reverso del Psicoanálisis (3), cuando en 1970 una de las versiones del saber —para un Lacan antifilósofo— era: el esclavo que trabaja para el amo. The arab mind es sólo un ejemplo, en cuyo título se anuncia para quién trabaja ese saber (4).

Entonces, ¿cuál es el valor del saber? (5) Inseparable del orden establecido, incluso el saber más contestatario parece nutrirlo. Al extremo, encontramos la imagen del yuppie (6) en el metro de París buscando en un libro de Deleuze el soporte teórico de sus operaciones publicitarias, por ejemplo (7). Tal vez próximamente los sistemas penitenciarios buscarán perfeccionarse a través de Vigilar y catigar (8). ¿Todo saber es recuperable? (9)

Y, ¿qué vale el saber del psicoanálisis? Por un lado parece haber contruibuido a ponerle muchas palabras al sexo, y entonces a forjar un saber que cobra existencia en la cultura a veces bajo la forma normativa de modos de “deber ser”. De suerte que —en lo que concierne al psicoanálisis— los ladrillos de saber, por ejemplo el dispositivo edipo – castración, el horror a la feminización, la psicopatología, y un gran etcétera, no son invenciones inocuas. El lenguaje crea la ilusión de un más allá que entonces produce argumentos, demostraciones, palabras sobre palabras que construyen paredones (de los que estas líneas no quedarían fuera). Por su lógica intrínseca, el saber racional busca y encuentra razones, cobra consistencia, se solidifica y se expande como epidemia (10).

Es fácil intuir, por ejemplo, que tomará mucho tiempo al psicoanálisis desechar la fórmula “identificación-edípica-a-la-madre-fálica” (casi como una libre asociación del analista), ante alguien que se dice gay.

Conceptos y teorías cuidadosamente construídos a lo largo de más de cien años de literatura psicoanalítica pretendiendo precisar la especificidad de una práctica, parecen tambalear.

II – La paradoja
“pensar el sexo”

El psicoanálisis parece situarse en los límites de la razón al poner sobre el tapete la paradójica relación sexo-pensamiento ¿Cómo pensar el sexo, si el sexo mina la actividad misma del pensamiento? (11) El de Freud sería el intento extremo de pensar racionalmente el sexo. Precisando la paradoja: por un lado el pensamiento es erógeno, está sexualizado y por otro lado, hay un agujero en lo sexual que requiere y produce pensamiento. También entonces requiere nominación: horror a la castración, horror a la feminización, y más formalizado (y desheteroxesualizado) en Lacan: objeto pequeño a, deseo, deseo del Otro, sin Verdad de la Verdad, etc. Al declarar el pensamiento como erógeno, el psicoanálisis no habría cesado de construir y a la vez de minar un saber sobre el sexo haciendo del agujero en lo sexual su impreciso soporte.

Pero por la política de las palabras y por el “más allá” que necesariamente crea el lenguaje (12), basta interrogarnos por el agujero en el sexo para que ese agujero adquiera una consistencia, una pregunta que requiere un saber, un saber articulado, consistente, contante y sonante, instaurado y transmisible.

La lectura de Leo Bersani resulta reveladora para el psicoanálisis. The freudian body (13) sigue los tumbos por donde Freud piensa y despiensa el cuerpo y el sexo. En las líneas de fractura de los textos freudianos, en el movimiento incesante de una teoría no establecida de la sexualidad, en su movilidad, inestabilidad y titubeos Bersani encuentra, como un hallazgo, el carácter novedoso y estético que portan. El psicoanálisis se apega más a lo que es el psicoanálisis en los puntos de derrumbe de la teoría. Mismo derrumbe que requiere la atención libremente flotante: desapego al saber.

III – Notas de un debate

Foucault obliga a la pregunta: ¿Cómo aborda el psicoanálisis el sexo? ¿Acaso desde el racionalismo? ¡Pero el sexo socava el pensamiento! Dar cabida a estas cuestiones reenvía al psicoanálisis a una especie de punto cero: ¿Qué clase de experiencia es un análisis?

La transferencia, el amor, aleja al psicoanálisis de lo “psi” y entonces de la ciencia sexual y lo pone en un umbral impreciso (14).

El texto Spichanalyse (15) de Jean Allouch lleva en su título la propuesta y la piedra del escándalo. La sustitución del “psi” por el “spi” (de espiritual) es justamente lo que está en juego. La propuesta deslinda el psicoanálisis de lo “psi” (el psicoanálisis no es una experiencia psíquica) (16), y lo acerca a lo que llama, una experiencia espiritual (“espiritual” según Pierre Hadot (17) y según el Foucault de La Hermenéutica del sujeto) (18).

El título del coloquio en el que este texto fue presentado por primera vez revela la dimensión del debate y el punto de extrañamiento del psicoanálisis “¿Dónde está (¿o es?) entonces el psicoanálisis?” (19). Se trata de un debate enorme que una vez planteado, no es posible desconocer.

El texto de Guy Le Gaufey publicado en el número 14 de Me cayó el veinte (20) fue la contestación a la presentación de Allouch. A la propuesta de Spichanalyse, Le Gaufey dice: No (21).

La experiencia espiritual (como es presentada por Pierre Hadot y entonces por Foucault), supone un ejercicio de transformación de sí. Ese “sí” supone a la vez el “ser del sujeto”. La dificultad para situar el “ser del sujeto” será un punto pivote del debate. ¿Encontramos tal ser en Lacan? Si bien el término “ser del sujeto” no está ausente, el sujeto lacaniano es evanescente, sin consistencia, la barra es su soporte, efecto de significante. “Yo plantearía una sola cuestión: ¿quién está dispuesto a conferir al sujeto el ser que necesita la operación foucaultiana para que se articulen así sujeto y verdad al filo de los milenios, a través del calidoscopio de las innombrables figuras del cuidado de sí?” (22).

En la experiencia de transformación de sí la verdad alcanzaría al “ser del sujeto”. Es ante el lazo entre “verdad” y “ser” que parece surgir la gran complicación.

Guy Le Gaufey sintetizaba el nudo de la cuestión: “¿Cuál sujeto elegir para sostener la cosa freudiana? ¿El sujeto cartesiano? ¿Cuál sujeto es el sujeto del cuidado de sí? ¿Cuál sí?”.

En el debate del coloquio en cuestión se trataba de situar el sujeto en Lacan y de qué modo se aproxima —o no— al sujeto de Foucault (23). Para Lacan el sujeto es sin sustancia, para Foucault el ser del sujeto es factible de ser alcanzado por la verdad (24).

El tema es enorme, por lo cual el término “espiritual” requeriría ser precisado y puesto en todas sus contradicciones. Por ejemplo, para los griegos, la “transformación de sí” y el “ejercicio espiritual” portan un ideal (hacia donde el ser se transforma) y entonces, una conducción hacia él (la pedagogía). ¿Qué es la transformación de sí en un análisis? El análisis no es una pedagogía, de modo que se tendrá que precisar de qué tipo de ascesis se trata en el spichanalyse, o si justamente hay una ausencia de ascesis, o acaso una ascesis a modo de descenso: (25) renuncia al falo, destitución subjetiva, caída y olvido de sí (como un modo de cuidado de sí fuera de la vanidad) (26).

El lazo entre lo “psi” y el análisis era ya muy dudoso. Junto al gesto de explicitar la ruptura con lo “psi”, viene la propuesta. Ciertamente después de ella, hay una elección posible: o “spi” o “psi” (coanálisis). Se trata de una elección que tiene efectos, pues la idea que tiene el analista acerca de lo que es un análisis incide —se realiza— en los análisis. En el modo de recibir se imprime una dirección a lo que vendrá. Situar la cuestión en la realidad llamada psíquica conduce al psicológico “algo no funciona” (27).

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El análisis se requiere racionalmente transmisible, para permanecer al resguardo de la secta o de la religión. Pero, si el sexo agujerea el pensamiento, ¿cómo transmitir una experiencia erótica, transferencial? Es la propuesta de “Spichanalyse”, hacer una sola cuerda: “Nada impide pensar que el spichanalyse, a partir de esto pensado y puesto en acción como lo que es: un ejercicio espiritual, pueda, como el platonicismo, tejer unidas la cuerda de la preocupación de sí y la de la racionalidad” (28).

¿Qué experiencia es un análisis? En cualquier caso, cierto apego a la pregunta, abstención de saber, permanencia en la inestabilidad, parecen corresponderle.

Notas:

1 Cfr. Jean Allouch, “Para introducir el sexo del amo”, Litoral, N°: 27, Edelp, Córdoba, Argentina, 1999. Siguiendo a historiadores como Winkler, Calame, Dover, Quignard y otros, el texto cuestiona, desde la historia, ciertos conceptos psicoanalíticos que se habían tomado como verdades eternas.
2 Joan Copjec, El sexo y la eutanasia de la razón, Ed. Paidós, Argentina, 2006. Cap. 4: “El descenso a la vergüenza”, p . 136.
3 Jacques Lacan, El reverso del psicoanálisis, (1969/1970), trad. Enric Berenguer y Miguel Bassols, Paidós, Argentina, 1992.
4 El título supone la existencia de algo que sería una “mentalidad árabe” o una “psicología del árabe”. Ese “tipo de especulaciones” no puede producir más que un saber maître, un saber psicológico-tipológico de etnias, razas, religiones, nacionalidades, etc.
5 Mais où est donc la psychanalyse? Coloquio de la école lacanienne de psychanalyse, 24 y 25 de junio 2006, París. Notas del coloquio. Pregunta formulada por Jean Allouch a viva voz.
6 Por sus siglas en inglés, acrónimo de Young Urban and Profesional (joven, urbano y profesional).
7 Slavoj Zizek, La revolución blanda, Ed. Parusia, Argentina, 2004. Zizek se inspira en el texto de Pedagogía de la Filosofía, de Jean-Jacques Lecercle. [Jean-Jacques Lecercle, “The Pedagogy of Philosophy”, en Radical Philosophy N°: 75, enero-febrero 1996, p. 44. Sin embargo, por mi parte no acuerdo en absoluto con Slavoj Zizek en responsabilizar a Deleuze del hecho de que su pensamiento resulte recuperable por el “sistema”. Como sucede en ocasiones, el ensañamiento injustificado con Deleuze refuerza lo que el texto parece denunciar. Gracias a Carlos Gómez Camarena por la indicación del texto de Zizek.
8 Hay quienes afirman que ya ocurre. Cfr. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Ed. Siglo XXI, México, 1976.
9 Formulada esta pregunta de manera informal a Mayette Viltard su respuesta fue: “.”… ¿Y entonces? Respuesta: “Servirse para desechar enseguida”. Formulada esta pregunta a Alain Badiou. ¿Todo saber es recuperable? Respuesta: “”… ¿También su sistema filosófico? Respuesta: “No en este siglo”.
10 ¿De qué depende el éxito de una teoría? Sin duda no sólo (¡o para nada!) de su “veracidad”, también hay un éxito político. El caso ejemplar en la historia del psicoanálisis ha sido la Ego Psychology en los Estados Unidos de los cincuentas.
11 Cfr. Leo Bersani, The freudian body: psichoanalysis and art. Columbia Universsity Press, USA, 1986. [Théorie et violence. Freud et l´art, Ed. Seuil, París, septiembre de 1984]. Que el sexo mina la actividad del pensamiento, resuena en la afirmación reciente de Jean Allouch en su seminario L´amour Lacan: “El amor forcluye el pensamiento”, México, octubre 2006. Apuntes del seminario.
12 Cfr. Philippe Sollers, “Sade dans le texte”, Tel quel, N°: 28 invierno, 1967, p. 39. “Sade en el Texto”, en “La escritura y la experiencia de los límites”. Ed. Pre-textos. Valencia, 1978. Trad. Manuel Arranza Lázaro. Pp. 49-68. El autor resalta el hecho de que la obra de Sade -y será un rasgo que la vuelve intolerable- ataca el lenguaje mismo, el sentido, y con él, toda idea de “más allá”: la familia, la república, la monarquía, dios, etc.
13 Bersani, op. cit.
14 Jean Allouch, El psicoanálisis, una erotología de pasaje, Seminario de octubre 1997, trad. Silvio Mattoni, Ediciones Literales, Córdoba, Argentina. [Jean Allouch, La psychanalyse, une érotologie de passage, Cahiers de l´Unebévue, París, 1998]. “El análisis como una práctica erótica” aleja al psicoanálisis del rango que le fuera asignado por Foucault como una ciencia sexual, y en cambio lo acerca al arte erótico. Jean Allouch responde a Foucault treinta años después, y será su recepción. Igualmente, la trama actual de su trabajo “L´amour Lacan”, se enmarca también en la recepción de Foucault y de post foucaultianos
15 Jean Allouch, “Spichanalyse”, me cayó el veinte, revista de psicoanálisis, N° 13: Alles Gute sum Geburtstag! Herr Professor Sigmund Freud… Primavera 2006, México, D.F., pp. 9-26.
16 Se constata en el consultorio: “Me digo todo el tiempo “eres una inútil”, decía una joven. El modo de recibir la cosa marca la dirección de la cura. Si recibimos esta declaración como una perturbación psíquica, se le imprime un carácter distinto al que se le daría si la recibimos como un desorden espiritual (la “inutilidad” sin duda tiñe su modo de estar en el mundo, en el amor, con los otros, en fin, su existencia toda).
17 Pierre Hadot, Exercices spirituels et philosophie antique, Editions Albin Michel, París, 2002. [Primera edición: Institut d´Études augustiniennes, París, 1993. ¿será necesario poner esta otra referencia de edición? [En español: Pierre Hadot, Ejercicios Espirituales y filosfía antigua, Ed Siruela, Madrid, 2006].
18 Michel Foucault, L’herméneutique du sujet (1981-1982), Gallimard Seuil, París, 2001. [Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, Fondo de Cultura Económica, México, 2002].
19 Mais où est donc la psychanalyse?, op. cit. Señalo la ambigüedad del verbo “être” que en francés es “ser” o “estar”. Aunque menos convencional, creo que se ajusta más al psicoanálisis y al debate en cuestión, la traducción del nombre del coloquio como: “¿Dónde es, entonces el psicoanálisis?”
20 Guy Le Gaufey, “Un cuidado que me tiene sin cuidado”, me cayó el veinte, revista de psicoanálisis, N° 14: Prácticas de la ironía, Otoño 2006, México, D.F., pp. 175-184.
21 A mi modo de ver, el sesgo deportivo en que el debate fue presentado ya forma parte de él. Las palabras de la presentadora: “A mi derecha, Jean Allouch, a mi izquierda Guy Le Gaufey”. Risas y rumores en la sala. Casi inmediatamente Jean Allouch toma el micrófono: “El box no es mi deporte, lo mío es el tenis. Y en el tenis, el problema para el jugador es saber dónde viene la pelota para pegarle bien. El público la ve perfectamente, pero el que juega, no la ve”. Inmediatamente, Guy Le Gaufey: “Por mi parte, no juego al tenis. Yo nado, nado, nado”.
22 Ibid.
23 Mais où est donc la psychanalyse? op. cit. Notas del coloquio.
24 Al respecto, el mismo Allouch intervino así: “Lacan desontologiza al sujeto. Rechazo de la ontología no quiere decir alejar el ser del sujeto. A lo que él se rehúsa es a que este ser del sujeto sea capturable por un logos, y este es mi comienzo de respuesta a Guy. “L´amour Lacan” me condujo al spichanalyse. El ser del sujeto es modificable por el amor. El amor no está tomado por un logos. ¿Hay otros modos diferentes de pensar, fuera de la lógica? ¿Encontrar un sesgo que no sería del orden de la ontología ni de un cierto logos? ¿Existen diferentes órdenes de racionalidad? Un saber no teórico, es lo que trato de poner en acto, no veo que se lo pueda aprehender. ¿Qué vale saber? ¿Cuál es el valor del saber?”. Por su parte, Mayette Viltard en su prácticamente única intervención en este debate: “El psicoanálisis, ¿toca al ser del sujeto? ¿O es un atletismo de la subjetivación? Digo, para no tomar una vía que luego tengamos dificultad en soltar.” Por su parte, Guy Le Gaufey, luego de explicitar “Soy ateísta, pero sé perfectamente que no puedo demostrar la inexistencia de Dios, y tampoco la inexistencia del ser del sujeto”, declara que no quiere la espiritualidad. Ante la presión de alguien del público en el sentido de que debía dar razones, y de que no bastaba simplemente declarar que no quiere, Guy cierra el debate con una interpretación: “I just say no”. Da la espalda a la argumentación racional (primera parte de su respuesta) y escoge la vía de la interpretación: Just say no era el slogan contra las drogas en los Estados Unidos de Reagan.
25 La cogida sería una práctica netamente espiritual. Definida por Lacan como la “realización de la castración”, el orgasmo es retomado luego por Allouch como el paradigma del “olvido de sí”: “Una pérdida sin Otro y sin sacrificios”, detumescencia y pérdida del control saludables. Hay en ese sentido una homología entre el coger y la sesión: detumescencia del Otro, deserección, desfalicización, olvido de sí y olvido del olvido, olvido olvidado.
26 Cfr. Guy Casadamont, “Sobre la disparidad Lacan/Foucault. A partir de una observacion de Jean Alllouch”, Pagina literal, 2006, N°: 5-6, pp. 19-25. Problema señalado por Guy Casadamont: ¿qué habría de vanidad en el cuidado de sí? ¿cuál sí?
27 Cfr. Jacques Lacan, seminario La relación de objeto y las estructuras freudianas (1956/1957), trad. Enric Berenguer, Paidós, Argentina, 1994. Un recorrido rápido por este seminario muestra el abordaje de los casos por parte de Lacan (la joven homosexual, Dora, casos breves de fobias y “perversiones reactivas”), en términos de desbarajustes a los que el sujeto “responde como puede”.
28 J. Allouch, “Spichanalyse” , op. cit., p. 36.