Conversación

Editorial Java

Diálogo de autores

—30 de mayo de 2024—

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YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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La Editorial Java fue creada en 2004 por la familia Jaramillo Valdés, que hasta ese momento se dedicaba a la impresión de artes gráficas. Sin embargo, las dificultades que en este entonces presentaba el mercado litográfico los llevó a pensar en nuevas líneas de negocio y optaron por dedicar sus esfuerzos y experiencia a la cadena del libro, a la publicación de obras literarias y a la asesoría de escritores en lengua materna. Hasta la fecha han editado alrededor de cuarenta títulos, muchos de ellos presentados en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín. Están comprometidos con el idioma, con el mundo del libro, con los escritores, con la lectura y con la ética en todo lo que los rodea.

Conversan los autores Alejandro Maya Arango, Everardo Rendón Colorado y Fernando Serna Escobar con el editor René Jaramillo Valdés.

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René Jaramillo Valdés

René Jaramillo Valdés

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Eterna lucha

Por René Jaramillo Valdés

Los dioses del bien y del mal, al no poder dirimir la disputa por el dominio universal, decidieron buscar un aliado y crearon al hombre. Pusieron en él lo mejor de cada uno de ellos. Le entregaron la tierra como albergue y por siglos se olvidaron de él y su descendencia; entendieron que era demasiado el trabajo que debería realizar si quería hacerla vivible y sacarle el mayor provecho.

Creado el hombre la lucha cruel y decidida no se detenía. El cielo parecía ser el sitio perfecto para lo que los dioses pretendían: no perder el trono. Pero allí no iba a haber un ganador absoluto. Pensaron que la disputa sólo podría resolverla un actor externo y se acordaron que en la tierra tenían unos aliados; los hombres, y fueron en su busca. Los encontraron labrando la tierra, cuidando los rebaños y rindiendo culto a los astros celestes, y a la lluvia, porque estos le ayudaban a subsistir. Los dioses se olvidaron de su disputa, los recriminaron y exigieron obediencia. Los hombres reunidos se miraban asombrados. Observaban el sol invariable en las alturas y recordaron que éste, la luna y las estrellas, nada habían exigido a cambio de los beneficios que les daban. En medio del asombro dieron la espalda a los dioses, volvieron a las actividades del campo y por muchos años se olvidaron de sus creadores, pensaban que con la mente y las manos habían transformado el planeta, habían construido sus viviendas; mientras que aquellos nunca hicieron presencia en sus labores diarias ni ante sus calamidades. Decían que un dios no podía estar alejado de lo que había creado y que, en cambio, el sol y los demás astros los protegían y les brindaban sustento. Estos comentarios indignaron a los dioses y una tarde, después de un eclipse total de sol, regresaron. De nuevo reclamaron obediencia, dijeron a los hombres que todo cuanto estaba en el universo les pertenecía y que eran capaces de apagar la luz del astro rey, y de la luna, como ya lo habían demostrado. «Somos capaces de desatar tormentas, diluvios y hacer incontrolable la furia de las aguas», gritaron a los hombres reunidos a campo abierto. Estos se miraban como temiendo perder la luz de sus ojos para siempre. Luego de un largo silencio pidieron una tregua, un tiempo para reflexionar. Los dioses contestaron que entre ellos había pactada una tregua y justo ésta comenzó la tarde del eclipse. Los hombres dieron de nuevo la espalda y regresaron a sus casas como lo indicaba el paso vigilante de la luna. Los dioses respetaron su pacto de no beligerancia entre ellos y acordaron castigar la desobediencia de los mortales. Los rayos solares se hicieron más insoportables, se extinguieron las nieves perpetuas y el mundo se anegó. En las tierras fértiles ecuatoriales la lluvia no cesó y los hombres murieron en el fango.

El día en que los dioses, ya en la tierra, volvieron a medir fuerzas, comprobaron que su lucha siempre sería estéril. Para no darse por vencidos crearon de nuevo al hombre, esta vez con mayores limitaciones para tener en quien esconder las desgracias y ver en los labios, y en los ojos, otros lados desconocidos de la tristeza.

Fuente:

Comunicación personal.