Presentación

Luna imaginaria

Colección de
autores ecuatorianos
resistentes al tiempo

—9 de noviembre de 2023—

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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La colección Luna imaginaria de autores ecuatorianos resistentes al tiempo es un proyecto de Ediciones de la Línea Imaginaria de Quito, Ecuador, que cuenta con el apoyo del Centro Editorial La Castalia de Mérida, Venezuela, el Ministerio de Cultura y Patrimonio y el Instituto a la Creatividad y la Innovación. El título de la colección es un homenaje a los versos de Nicanor Parra: «… en las noches de luna imaginaria/ sueña con la mujer imaginaria/ que le brindó su amor imaginario…».

Presentación de los autores y sus
obras a cargo de Aleyda Quevedo.

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Logo Editorial Línea Imaginaria

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Apoyan:

La Castalia, Ministerio de Cultura y Patrimonio, Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación

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Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.

Nicanor Parra

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Cuatro poemas de
Luna imaginaria

~ Lydia Dávila ~

Yo, Lydia

Yo, Lydia: soy la flor migratoria de unas cuantas romerías en camino.

Yo, Lydia: soy el claro de luna que prendió inquietudes en tu sangre de gitanos amores…

Yo, Lydia: soy la casta visión de Sandor. Por él soy infinita, con tibiezas de tarde y desgarramiento de nieve.

¿Sabes? Hay enervaduras de carne en mis poemas de hembra: hembra mala… hembra buena. Me tienta la nostalgia de sus ojos enfermos y es un pecado la encarnación más perfecta de mi deseo…

Yo, Lydia: asesino a los minutos en locas sensaciones…

Y, como Santa Teresa, Kempis o Smiles, me apago en una insatisfacción del sagrario: desvanecimientos eternos, vagidos en floración, vértigos en mi sangre…

Yo, Lydia: soy la mujer más bella. ¡Si tú me vieras…!

En el vaso consagrado de mi cuerpo se derramó una greguería de tentaciones.

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En el Ecuador fragmentado de los años 30, aparece en 1935 Labios en llamas firmado por Lydia Dávila y publicado por la Imprenta Ecuador, en Quito. Se trata de un libro transgresor e iconoclasta, marcado por lo sagrado y lo profano, por lo erótico amoroso como un solo cuerpo irreverente que explora el mar de deseos, las drogas, los celos y el éxtasis, desde el lenguaje más descarnado que una escritora inventara para la época, donde predominaban textos de indigenismo, geografía natural, marxismo y crisis social. Este libro, influido por los modernistas, rompe con ese país plagado de inestabilidad económica, social, política y cultural, que enfrenta a liberales y conservadores, al poder costeño de la burguesía cacaotera con el serrano terrateniente respaldado por la iglesia católica, un país de conflictos y profundas desigualdades. Lydia Dávila, de la que no hay datos de fuentes bibliográficas fiables, nace en el Ecuador del siglo xx en Quito, contemporánea de César Dávila Andrade. Su único libro publicado, contiene 51 poemas en verso libre, y sale a la luz cuando tenía entre 19 y 20 años aproximadamente, con una voz poética que canta sin miedos a su amante: Sandor, desde la sabiduría de los instintos, la sangre y el cuerpo escrito con letras de fuego. No importa si Lydia Dávila existió, si fue un hombre el que escribió bajo este nombre de mujer o si fue Márgara Sáenz la que concibió Labios en llamas, no importa porque este libro ya superó al tiempo, resistió al olvido, y emergió para influenciar a nuevas generaciones de escritoras y escritores que aprecian cómo la poesía es capaz de cuestionar al poder religioso y moral y a las estructuras caducas de la sociedad.

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~ Miguel Donoso Pareja ~

I

Lleno de G,
debilitado y solo,
abierto en dos sobre la arena,
el hombre escucha sus mentiras,
oye
Gudrum, Gudrum,
busca su invento,
el olor amarillo de ese templo,
sus piernas desafiantes,
la cintura celeste,
su deslumbrante ojo de dios
burlándose,
el cielorraso azul
de sus caderas,
su mirada burlona,
su impúdica alegría,
la huella ahí,
el testimonio
de su paso.

Todo perecerá,
después de todo,
siente
la desgarradura,
se promete que nunca
pronunciará esa letra desolada.

Se duerme entonces
con suavidad y sueña
en G,
ve que regresa,
habla sin rodeos,
le dice
que despierte,
que no deje de cantar.

Gudrum, Gudrum
dice la sal
en la Chocolatera,
en los revolcaderos de Mar Bravo,
en el celeste intenso
que lo ahoga.

Calla por eso el hombre y sigue atento
a cada señal de su esplendor,
las huellas lejanas de su olvido,
la conciencia infeliz de que se inventan.

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Miguel Donoso Pareja, maestro de las letras ecuatorianas, nació en Guayaquil el 13 de julio de 1931 y falleció el 16 de marzo de 2015. Poeta, narrador y ensayista. Publicó siete libros de poesía: La mutación del hombre (1957), Las raíces del hombre (1958), Los invencibles (1963), Primera canción del exiliado (1966, edición bilingüe: castellano-inglés), Cantos para celebrar una muerte (1977), Última canción del exiliado (1994, traducida parcialmente al francés por Dominique Meens. Este extraits de poemas fue editado como el número 4 de la colección Hi.e.ms 5 del Centre Nacional du Livre), y Adagio en G mayor para una Letra Difunta (2002, Ediciones de la Línea Imaginaria), libro que mereció el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade. En narrativa se destacan las novelas: Henry Black (1969), Día tras día (1976), Nunca más el mar (1981), Hoy empiezo a acordarme (1994), La Muerte de Tyrone Power en el monumental del Barcelona (1997) y Leonor (2006). Así como los libros de cuentos: Krelko y otros cuentos (1962), El hombre que mataba a sus hijos (1968), Lo mismo que el olvido (1986), Todo lo que inventamos es cierto (1990), El otro lado del espejo: antología 64 personal (1996), La cabeza del náufrago (2009), Cuentos completos (2014). Prolijo ensayista donde se destacan libros esenciales: La narrativa española actual (1987), La literatura de protesta en el Ecuador (1988), Narrativa peruana de hoy (1989), Sin ánimo de ofender (1990), Ecuador: identidad o esquizofrenia (1998), Nuevo realismo ecuatoriano (2002), El taller Literario como Aprendizaje Compartido: El banco central y la formación de nuevos escritores (2004), El texto como prueba: amorfinos del fútbol y la literatura (2007), Novelas breves del Ecuador (2008). Vivió durante dieciocho años en México, donde fue codirector —con Rulfo, Cortázar, José Revueltas, Pedro Orgambide y Eraclio Zepeda— de la revista Cambio. En 1986 obtuvo una Beca Guggenheim para escribir su novela Hoy empiezo a acordarme. Fue invitado en dos ocasiones al Festival Internacional de Poesía de Medellín y al encuentro Poetas del Mundo Latino, en Morelia, México. En 2006 recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo. Sus últimos años los vivió sufriendo Parkinson. Falleció el 16 de marzo de 2015. Fue cremado y sus cenizas fueron lanzadas al mar como su último deseo.

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~ Paco Benavides ~

II

Tengo chismes para ti, los
acabo de escuchar en el mercado.
Tiene un amigo brillante un tipo
serio rico y responsable (sensible
además: toca la lira). Un verdadero
buen partido se diría. Y ella lo sabe.

Ocúpate en otra cosa, cuelga
la pluma, tira la tinta,
lávate la cara, muda de almohada.

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Paco Benavides (1964-2003) nació en San Gabriel, provincia del Carchi, Ecuador, y murió en Berna, Suiza. Durante su vida publicó varios libros de poesía, incluyendo Historia natural del fuego (1990), Viento Sur (1995) y Tierra adentro (1997). Además, dejó preparado para su publicación el libro X, (vidas y milagros), el cual fue publicado en el catálogo literario digital de descarga gratuita Alfabeto del Mundo de las editoriales independientes Ediciones de la Línea Imaginaria y Centro Editorial La Castalia. En los últimos años, Paco también se dedicó intensamente a la pintura, dejando más de cien obras.

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~ Violeta Luna ~

El pulso

No sé qué puedo hacer
con este corazón atolondrado.
Da saltos de repente
y trata de escaparse cada noche.
Este viejo jamelgo
asustadizo y torpe
no puede regresar a sus praderas
ni a su crujiente trébol.
Por eso en su nostalgia
patea los establos de mi pecho
y amenaza con irse
brincando tras la luna.
No sé qué puedo hacer
con su relincho diario
con sus violentos golpes.
Mi voz quiere aplacarlo
con una melodía incoherente,
y ni siquiera el aire
que huele a ríos tiernos
lo puede contener.

Este viejo jamelgo
se ha dado a la tristeza,
al empeño imposible de la fuga,
y al no poder huir
mi viejo corazón se ha declarado
en huelga indefinida de latidos.

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Violeta Luna (Guayaquil, 24 de febrero de 1943) es poeta, narradora, crítica literaria, ensayista, periodista, activista por los derechos humanos de la mujer y catedrática ecuatoriana. Sus libros de poesía son: Poesía universitaria (Quito, 1964), El ventanal del agua (Quito, 1965), Y con el sol me cubro (Quito, 1967), Posiblemente el aire (Quito, 1970), Ayer me llamaba primavera (Quito, 1973), La sortija de la lluvia (Guayaquil, 1980), Corazón acróbata (Quito, 1983), Memoria del humo (Quito, 1987), Por culpa de los números, Las puertas de la hierba (Quito, 1994), Una sola vez la vida (Quito, 2000), La oculta candela (Quito, 2005), Poesía Junta (Quito, 2010), Ráfaga menguante y otros poemas (Quito, 2019). Autora del libro de cuentos Los pasos amarillos, publicado en 1970, y del ensayo La lírica ecuatoriana actual de 1973. Licenciada en Castellano y Literatura y doctora en Ciencias de la Educación. Ejerció la cátedra de Lengua y Literatura durante veinte y cinco años en varios colegios y universidades del país. Desde 1990 a 2001 residió en Estados Unidos y México. En junio del 2003 representó al Ecuador en el XIII Festival Internacional de Poesía de Medellín y en la I Cumbre Mundial de la Poesía por la Paz, de Colombia. Ha sido miembro de importantes organizaciones e instituciones como: Círculo de Prensa del Ecuador; Sociedad de Escritores Ecuatorianos; Asociación de Artistas e Intelectuales del País. Ha ejercido el periodismo y colaborado con diarios, revistas y radiodifusión en el área de la crónica y el guion cultural. Fue jurado del Premio de Poesía Casa de las Américas de Cuba. Recibió el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade en 1994; en marzo de 2023 recibió la distinción «Rosa de Plata» por su trayectoria literaria y labor en la literatura y la educación por parte de la revista Hogar. Está jubilada, vive en uno de los valles de Quito junto a sus hijas y disfruta de la compañía de los libros y sus nietos que la visitan con frecuencia; algunas veces escribe, cuando los dioses le soplan poemas y el frío y el glaucoma se lo permiten.