Presentación

El viaje es
hacia adentro

Una travesía de tres claves

Vivir-Sentir-Conocer

—Julio 25 de 2019—

Portada del libro «El viaje es hacia adentro» de Juan Diego Tobón Lotero

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Juan Diego Tobón Lotero (Medellín, 1970) es psicólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana (2000), magíster en Educación y Desarrollo Humano CINDE – Universidad de Manizales (2007) y magíster en Administración UPB (2012). Se ha desempeñado como profesor universitario y psicólogo clínico desde 2000, además de conferencista y tallerista en temas relacionados con desarrollo humano, bienestar y salud mental. Es columnista del periódico Gente desde 2016 y ha publicado artículos especializados en diversas revistas del país. Fue decano de Psicología de la Universidad CES Medellín y ha integrado consejos directivos a escala nacional.

Presentación del autor y su obra
por Alejandro Morales Cardona.

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Comprendió Juan Diego, a partir de sus múltiples experiencias en el quehacer diario, de sus diferentes caminos en búsqueda de una disciplina que le ayudara a sacar adelante un proyecto de vida de calidad y de su participación en proyectos académicos y sociales, que el mundo es «ancho y ajeno». Identificó que todo lo que sabemos lo debemos a nuestros padres, amigos, profesores y escritores a través de sus libros, y que por ende una vida reflexionada debe ser compartida para ayudar a muchas personas a desarrollar lo específicamente humano que es pensar y sentir. Desde allí nos propone encontrar el camino hacia una vida con sentido, que nos acerque a la felicidad como legítima aspiración de nuestra especie.

José M. Maya M. MD

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Juan Diego Tobón Lotero

Juan Diego Tobón Lotero

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El viaje es hacia adentro

Un abre mentes

Este libro está escrito en clave de tres elementos, cada uno de ellos con forma de verbo. Los componentes del texto pueden ser revisados de varias maneras: alfabéticamente, intuitivamente, aleatoriamente, ordenadamente y caóticamente; el orden de los factores no altera el resultado. Esta propuesta de lectura se enlaza con la vida cotidiana en donde, aunque hay secuencias prefiguradas y elementos que se desarrollan de manera progresiva y ordenada, es el caos el que impera, es lo aleatorio lo que aparece y es lo intuitivo lo que toma un lugar importante en la comprensión de la vida diaria.

Parto de mi historia vital, la única que realmente conozco y desde allí propongo algunas reflexiones en torno a vivir, a sentir y a conocer. Este no es un texto autobiográfico; mis pretensiones en torno a mi existencia no me dan para mostrar mi realidad vital como un referente ni como un espejo. Sin embargo, mi experiencia como ser humano es la que puedo utilizar como escenario y como punto de partida para escribir.

He recopilado algunas ideas que en los últimos años se han convertido en frases y en textos cortos y que dan cuenta de lo que vivo, de lo que siento y de lo que conozco. Como toda experiencia individual, lo que aquí escribo siempre será incompleto y podrá tener múltiples interpretaciones. Sin embargo, a través de esos escritos aparecen muchas de las formas en la cuales he observado la realidad a lo largo de mi vida, las cuales constituyen un fragmento de mi identidad y a la vez de mi devenir. Por ello no es fácil que este texto se convierta en una guía, ni en un recetario ni en un manual para una buena vida.

Tampoco es un texto académico ni un libro de referenciación conceptual desde la psicología, y aunque aparecen algunos elementos relacionados con mi actividad clínica, no es un ejercicio sistemático de construcción teórica ni busca ser un referente conceptual para esta actividad. Es una invitación, a modo de pretexto, para pensar y repensar la vida y para hacer de la misma, algo más posible y más favorable para cada quien. A veces leer las reflexiones de otros puede ayudar a hacer consciente algo que ya se había pensado pero que no había tomado una forma particular en palabras; esa es otra vía para escucharse, para observarse y para moverse.

A lo largo de mi existencia, la cual ya acumula varias décadas a cuestas, he pasado como todos por múltiples experiencias. He ocupado diversos roles, he desempeñado tareas distintas y me he ubicado desde diferentes lugares para asumir la realidad. Como todos he sido hijo, como casi todos he sido estudiante, como muchos he sido esposo y padre, como algunos he sido profesional y como pocos, siento yo, he sido un afortunado.

Desde que tengo memoria he tenido la fortuna de estudiar y de estar vinculado con la vida académica. En un jardín infantil a mediados de la década de los setenta, en un colegio privado durante más de diez años, en un par de universidades finalizando el siglo pasado e incluso en el noviciado de una comunidad religiosa, he podido dedicar mi vida a construir saberes y a aprehender conocimientos múltiples, amplios y diversos. Estudié cinco semestres de comunicación social, un par de semestres de literatura e historia, un semestre de filosofía, cinco años de formación profesional en psicología y cuatro años repartidos en dos maestrías, una en educación y la otra en administración. De otro lado, en un tiempo que no puedo calcular, he participado como asistente en cursos, seminarios y espacios de formación en donde he podido nutrirme de múltiples saberes, todos ellos pertinentes y útiles. Además, he dedicado mi tiempo, casi en su totalidad, a la formación universitaria tanto en pregrado como en posgrado en varias instituciones universitarias y he sido conferencista y tallerista en múltiples lugares.

He sido un afortunado y eso me compromete más con mi propia realidad y con el acompañamiento a las realidades de los otros. Tal vez por eso he querido participar desde que tengo memoria, en cuanta actividad fuera posible: campamentos misión, grupos de apoyo a comunidades, grupo scout, procesos comunitarios y otros tantos que sería agotador nombrarlos. Creo que también por eso llegué a ser psicólogo y aunque no tenía mucha claridad cuando tomé la decisión, dentro de este ejercicio profesional cada vez con mayor fuerza y claridad me he dedicado a la actividad de la clínica individual. Por el consultorio han pasado cientos de personas, hombres y mujeres, algunos jóvenes y otros mayores, que buscan respuestas a sus preguntas y que intentan resolver algo que los aqueja. Soy un afortunado porque han depositado en mí la confianza y han puesto en mi escucha y en su palabra, algo de su esperanza.

También he sido un afortunado porque he estado rodeado de personas amorosas y cercanas a lo largo de toda mi historia, porque he tenido unos amigos cálidos y presentes, porque he tenido una familia que me ama por encima de mis grandes e innumerables defectos y porque cada uno de ellos me ha enseñado más de lo que he podido aprender en las décadas anteriores. He tenido la fortuna de estar siempre rodeado de grandes seres humanos que han tomado nombres múltiples: estudiantes, colegas, vecinos, comunidad, consejeros, entre muchos otros y de los cuales me he nutrido y gracias a los cuales he podido construirme de manera permanente. Soy un afortunado en últimas, porque estoy vivo, porque estoy entero, porque aún estoy en uso de mis facultades, porque puedo trabajar, porque me siento saludable y fundamentalmente porque tengo muchas ganas de vivir y de recorrer la existencia que aún me queda.

Este texto es el resultado de mi vida y es el producto de mi actividad profesional como psicólogo. Muchas de las palabras y frases que aquí aparecen, han surgido directamente en el discurso de algunos de los consultantes y aunque no son textuales, reflejan parte del sentido de sus palabras. Otras más han aparecido como parte de la reflexión posterior que hago en torno a las conversaciones con ellos, así como de la interacción que realizo con los estudiantes en mi actividad docente. Pero fundamentalmente las palabras que aquí aparecen consignadas son producto de mi realidad cotidiana como ser humano y de la elaboración que hago de la vida conmigo y con otros.

Me gusta escuchar y me he formado para ello. Escucho no solamente como terapeuta sino como ser humano y me precio de tener más que dos oídos, una disposición para conectarme con los otros y prestarles genuina atención. Posiblemente ello tenga que ver con que más allá de mi profesión como psicólogo, he sido también paciente de mis colegas psicólogos y he pasado una buena parte de mi vida dejándome acompañar de estos para poder activar la escucha en torno a mi propia realidad. Escuchar me ha permitido conectarme con mi historia y con la historia de los otros y aunque a veces mi memoria no retiene todos los datos e informaciones precisas de aquello que escucho, sí quedan muchas ideas resonando. Son estas las que aquí aparecen en formas de palabras y las que, como un tejido, construyen este texto.

No soy escritor, ni me precio de serlo. Me gusta escribir y ello tal vez ocurre porque me gusta leer. Cada palabra que escribo en un periódico, en una revista o incluso en una red social, se convierte en una cierta transparencia de lo que sé, de lo que hago, de lo que he aprendido y de lo que soy. Escribo para que alguien, uno o muchos, me lean. La escritura como acto exclusivamente íntimo tiene sentido, pero a mí me gusta la escritura como acto que implica otro acto: el de la lectura.

Aunque leer no es un acto psicoterapéutico en sí mismo, sí estoy seguro que tiene efectos provocadores y estimulantes. De mis padres aprendí la importancia de la lectura y he sido, aunque no un lector empedernido, sí un explorador de textos. Cuando un libro me atrapa me sumerjo en sus profundidades y cuando emerjo, nuevos mundos, nuevos horizontes, nuevos personajes y nuevas emociones he traído conmigo. En muchas ocasiones sugiero a los consultantes y a los estudiantes revisar algún texto no académico, leerlo con detenimiento y permitirse que las palabras y los contenidos se expresen y les comuniquen sentidos. Algo de lo que allí aparece puede ser pertinente y potente para sus vidas e incluso, puede tener efectos terapéuticos insospechados.

Este es un libro que porta algo de mi historia, de mi experiencia y fundamentalmente de mi sentir y es algo en lo cual he puesto mi empeño, mi deseo y mi energía. Espero que quien lea este texto pueda disfrutar las palabras que en él aparecen. Que la lectura de estas muchas frases hilvanadas una tras otras como un tejido, sirvan como alternativa para construir y reconstruir sus propias palabras y sus propios sentidos. Que sea un texto que convoque a VIVIR, a SENTIR y a CONOCER y que favorezca la interacción, la conversación y la reflexión. Además, y como punto central, que sea un libro que convoque a viajar hacia adentro, hacia lo más íntimo, hacia la realidad personal más profunda y desde allí optar por aquello que haga que la existencia sea más significativa y posiblemente, más clara y coherente.

Fuente:

Tobón Lotero, Juan Diego. El viaje es hacia adentro – Una travesía de tres claves – Vivir-Sentir-Conocer. Extrategia Ecoprint S.A.S, Medellín, julio de 2019, pp: 9 – 13.