Presentación

Emboscadas del pensar

París, literatura y Hegel

—11 de octubre de 2023—

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John Jaime Estrada González (Medellín) es licenciado en Filosofía con estudios en Literatura de la Universidad Javeriana en Bogotá, magíster en Literatura Española de The City University of New York – CUNY y doctor en Literatura Medieval Castellana de la misma institución. Es autor de la tetralogía «De la antigüedad a la Edad Media», entre otros libros, y columnista de la revista virtual «Cronopio». Fue nombrado miembro honorario del Centro de Estudios Clásicos y Medievales – CESCLAM-GSP y actualmente es profesor del departamento de Lenguas Romances del Hunter College y miembro editor de la revista cultural «Hybrido» en la ciudad de Nueva York.

Conversación del autor con
David Guillermo Correa y
María Isabel Quiñones A.

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Sobre la escritura, tal vez, se ha escrito demasiado. En medio de los elogios, las descripciones, las anécdotas de cómo brota, nace, se suscita, se provoca o, simplemente, surge entre ambientes bohemios, literarios, pastoriles, académicos, reveladores e, incluso, extáticos; pocas veces se confiesa que es ineludible, que es la respuesta a la pregunta que Rilke le plantea al joven Kappus que se haga a sí mismo: «¿Debo escribir?». Sí, debo. Sin embargo, más allá de las licencias poéticas, la escritura es una emboscada, a veces tan imperiosa que la única alternativa para escapar de ella es a través suyo. En esta obra de John Estrada se compilan y se sincronizan distintas épocas, tiempos y lugares, zanjando las fronteras entre la filosofía y la literatura para brindarle al lector una experiencia de aprendizaje y goce desde el deleite de las narraciones y las anécdotas que se entretejen. El rigor de los temas acerca de crítica literaria, la profundidad de sus comentarios sobre Don Quijote de la Mancha, las reflexiones filosóficas sobre la guerra y el arte según Hegel, las referencias históricas del arte pictórico de Monet y Picasso, las elucidaciones sobre el paganismo, los musulmanes, los cristianos y las elucubraciones de una crónica política de la infancia, entre otros temas, seducen por su erudición y su espontaneidad. Emboscadas del pensamiento es el testimonio de ese «Sí, debo» al que el autor responde en cada acecho.

Los Editores

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John Jaime Estrada González

John Jaime Estrada González

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Introducción

Por John Jaime Estrada González

Hay quienes vivimos con el impulso continuo de escribir y con la tortura de sopesar si lo que escribimos es bueno o malo, incluso, en el curso gramatical es un motivo de desasosiego cualquier texto que se va componiendo. Esto llega a ser peor una vez que está finalizado; porque es una constante sentir que el texto está siempre incompleto y, si a esa incompletez se aunó la autocrítica, lo escrito en nuestra experiencia ha terminado en la basura. Los textos aquí recogidos se salvaron de las llamas o las bolsas de basura sin que hubiera una razón, simplemente, escritos en un solo bloque de papel se salvaron por refundirse con materiales de la vida laboral como profesor de español y literatura. Al encontrarlos por azar decidí entregarlos a la editorial con la esperanza de que en medio de su desorden «perplejo de relaciones inconexas…» pudieran recogerse en un libro, algo de lo que dudaba y para lo cual la terquedad de mi editora los salvó. Algunos escritos tienen un tono académico como resultado de lecturas realizadas de tarde en tarde y animadas por el consejo de un viejo amigo que me decía: «Hermano, siempre que uno lee un libro debe producir un texto sobre él, sino la lectura se pierde». He tratado de seguirlo y, por eso, tanto material que he escrito ha terminado en los camiones recolectores de basura, siempre convencido de que no valían la pena o estaban muy mal escritos. En estas páginas creo que he revelado algo de lo vivido y de lo que soy. Algunas memorias de una infancia como la puedo recordar; en otros, un recorrido que me propuse al comienzo del nuevo milenio: pasear por los museos de París con calma y sin afán. También, recorrer la ciudad en busca de alguna novedad que suele ser común siempre que se camina por París. En esos pasos sucedieron muchas cosas y de ellas sólo escribí lo que consideraba al final del día, fatigado, en el escritorio de mi habitación de hotel, y lo salvé a la manera de diario. Otros textos recogen reflexiones en torno a la fe cristiana en la cual todos en Occidente hemos sido educados. No dejo de pensar en la figura de Jesús que se resiste a través de todos los siglos y continúa sin que podamos decir que lo comprendemos cabalmente o al menos lo entendemos; de él todo se ha dicho y como el teólogo solo puedo repetir que «todo lo que yo diga sobre Jesús es un hombre quien lo dice». Estudio a Hegel, pero casi no hablo de él, tampoco lo menciono en cualquier circunstancia, excepto en el círculo de los estudiosos de su obra… No sé por qué despierta tanta agresión hacer referencia a este filósofo, sobre todo, de quienes nunca lo han leído y no saben nada de él; pero, entre los intelectuales que algo han de saber, he sido agredido por mencionarlo. Suena petulante de mi parte decir que eso ocurre porque no han leído ni una página de él, pero cada vez estoy más seguro de que es cierto; por ello, mientras más lo estudio más callo esta dedicación de mis estudios. Finalmente, hay lugares que nos hacen lo que somos y nosotros nos dejamos hacer de ellos para ser con ellos, y eso sucede con la ciudad en la que he vivido durante más de tres décadas; el tener todos los días en las aulas estudiantes de variadas religiones y diferentes nacionalidades, no deja de ser una ganancia diaria y eso me lo ha permitido a borbotones Nueva York.