Presentación

1815

Bolívar le escribe
a Suramérica

Noviembre 11 de 2006

"1815 - Bolívar le escribe a Suramérica" - Por Frank David Bedoya M.

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Conferencia de Frank David Bedoya M., historiador de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín y fundador de la Escuela Zaratustra de formación filosófica, histórica y política, que tuvo su primera etapa en la Casa Museo Otraparte en 2004. Se presentará su libro “1815 – Bolívar le escribe a Suramérica”, publicado en febrero de 2006 por el Gimnasio Internacional de Medellín, entidad donde actualmente se desempeña como docente.

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Proemio

No he logrado otro bien que la Independencia. Esa fue mi misión. Las naciones que he fundado, luego de prolongada y amarga agonía, sufrirán un eclipse, pero después surgirán como estados de una gran república: América.

Simón Bolívar

Aún estamos en la prolongada y amarga agonía. Nuestros pueblos siguen llenos de injusticia y miseria. Seguimos subordinados a un sistema capitalista que desde hace ya más de 500 años nos dispuso como colonia y otros negocios más para explotar. Nuestra historia ha sido más de vergüenza, sumisión, corrupción, exclusión y entrega, que de orgullo y auténtico desarrollo nacional. Quizá con un solo momento digno: la guerra de Independencia, nuestro nacimiento; el resto, más o menos el mismo drama con diferentes actores.

Por eso, en medio de la desesperanza y la incertidumbre, una invocación a la memoria de quien fundó con mayor brío nuestra identidad suramericana. Un trozo de su historia, que es la nuestra. Un momento fundamental en la gesta de Simón Bolívar: su exilio en Jamaica en el año de 1815 y las cartas que allí escribió.

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Simón Bolívar (1783 - 1830)

Pintura por Frank David Bedoya

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La dificultad de
la investigación

Por Ernesto García Posada

Por mi condición de rector del Gimnasio Internacional de Medellín he sido testigo de excepción del esfuerzo investigativo que nuestro profesor Frank David Bedoya ha tenido que empeñar para lograr la producción de este trabajo de grado que, como es natural, significa un comienzo, y no un cierre, del proceso.

Multitud de obstáculos de índole subjetiva y objetiva ha tenido que superar el profesor Bedoya para llevar a cabo su proyecto en buenas condiciones de rigor académico y validez ideológica. En primer lugar, ha sido necesario un intenso esfuerzo de concentración teórica para convertir el apasionado entusiasmo que habita en el investigador por su tema y por el personaje en “objeto” de estudio, debidamente separado y deslindado de la pasión. Tarea especialmente dificultosa y ardua cuando se trata de la investigación social puesto que en este campo el proceso de objetivación se confunde casi siempre con un proceso de esterilización de la imaginación, reduciendo el trabajo del investigador al de simple ratón de biblioteca que acumula fríos datos para “argumentar” tesis que, a fuerza de “distancia académica”, no se comprometen con nada ni con nadie. Afortunadamente para Frank y para sus discípulos de ahora y del futuro, este trabajo inaugural se ha logrado sin caer en el falaz positivismo academicista que campea en los ambientes universitarios de la época, como timbre distintivo de eficiencia, de imparcialidad y de mentalidad científica. No obstante, quienes hemos seguido de cerca este doloroso proceso de objetivación sabemos que en el futuro el trabajo de investigación debe rendir frutos más abarcadores y revolucionarios en la medida en que el autor aprenda a traducir la pasión subjetiva en fuerza argumentativa, es decir, en la medida en que, permaneciendo fiel a las intuiciones y compromisos fundacionales, aprenda a confiar de manera más natural en la validez y viabilidad de las estrategias investigativas propias de la academia.

Más grave que los obstáculos subjetivos, el tema y el proyecto del profesor Bedoya han chocado con una colosal barrera objetiva que debe ser denunciada por los medios idóneos para que la comunidad académica reaccione. Ocurre que los episodios y los protagonistas de la gesta de Independencia han desaparecido de las tradiciones colombianas de investigación. Para un maestro, como el que esto escribe, resulta no sólo asombroso, sino directamente escandaloso verificar semejante ausencia investigativa; y no vale invocar la falaz disculpa de la eventual pérdida de interés por el tema entre los escasos investigadores colombianos especializados en historia. De hecho, detrás de semejante situación aparentemente “subjetiva” puede descubrirse una raíz más profunda: hace varias generaciones las facultades y las comunidades académicas han dejado de enseñar la gesta de Independencia como un momento histórico lleno de enigmas y problemas de investigación que la historia oficial, es decir, la propaganda de los vencedores de siempre, no sólo no ha resuelto sino que prefiere mantener ocultos y fuera de circulación.

En realidad, los maestros de escuela padecemos de una severa orfandad respecto de la investigación histórica y, en general, de las ciencias sociales. Nuestros historiadores y científicos sociales parecen estar muy al día con las urgencias de la posmodernidad y toda suerte de globalizaciones, pero al mismo tiempo se han desentendido de las vicisitudes de la enseñanza primaria y secundaria, lo cual significa nada menos que desentenderse de la niñez y la juventud dejándolos indefensos ante el embate implacable de los medios de propaganda masiva. Desde un punto de vista de la construcción académica y epistemológica, al desligarse de la confrontación sistemática con la niñez y la juventud mediante la prueba decisiva de la enseñanza, los historiadores y científicos sociales se encierran en capillas sectarias, ensimismadas en un culto narcisista de personalidades y figurones académicos que se parece más a una pasarela mediática que al adusto sistema de competencias y confrontaciones inherentes al auténtico desarrollo de paradigmas y comunidades académicas válidas.

Claro está que los maestros de ciencias sociales de la escuela primaria y secundaria no somos “víctimas pasivas” de semejante situación. En el Gimnasio Internacional de Medellín entendemos que a los maestros y a las instituciones escolares nos cabe, por lo menos, la responsabilidad de habernos acomodado casi sin resistencia en la alienante dulce mediocridad de una historia oficial que cada vez se encuentra más vacía de contenido significativo, reducida a la insulsa reproducción de una iconografía decadente y totalmente desvinculada de los pulsos espirituales de la época. En nuestras propias facultades de educación hemos tolerado la esterilización de la investigación y la enseñanza de la historia, y en nuestra docencia cotidiana hemos renunciado al indispensable ejercicio de la crítica, de la indagación sistemática de los asuntos que pretendemos enseñar, aceptando y propiciando de esta manera la reducción sistemática de la importancia y rigor de las áreas de humanidades y ciencias sociales dentro de las prioridades curriculares de la institución escolar.

Para enfrentar esa situación que consideramos inaceptable, el Gimnasio Internacional de Medellín ha determinado una estructura de trabajo que supone que todo proceso de enseñanza debe estar fundamentado epistemológica y éticamente en la investigación propia y directa del profesor. No una pseudoinvestigación que se limite a compilar las últimas y penúltimas ediciones de las cartillas comerciales de aprendizaje, sino una auténtica investigación profesional que obedezca a líneas de investigación vigentes y se nutra del trabajo cotidiano y permanente de la comunidad disciplinaria a la que se pertenece. La obra que aquí presentamos es, pues, primicia de este estilo de trabajo institucional. Desde el momento mismo de su vinculación, el profesor Frank Bedoya incorporó su proyecto de investigación como uno de los pilares esenciales de su relación pedagógica, premisa indispensable que lo autoriza a entrar cada día al salón de clase con la pretensión de enseñar a los niños y jóvenes la historia y las ciencias sociales. Y a su vez, la experiencia cotidiana del aula ha valido para el profesor como motivo y desafío constante para el desarrollo de su trabajo investigativo.

Estamos orgullosos de dar a publicidad esta primera obra del profesor Bedoya. Consideramos que es, desde luego, un justo premio y reconocimiento a la fidelidad y tenacidad con que él ha sabido aprovechar las oportunidades profesionales que el Gimnasio Internacional de Medellín ha creado para los maestros de la ciudad. Pero también sabemos que es una obligación elemental de la institución para con sus profesores y, más allá de ellos, para con la comunidad académica, publicar y dar a circulación la producción intelectual de los maestros con miras a recuperar la institución escolar para la cultura y para la auténtica ilustración pública.

Envigado, febrero de 2006

Fuente:

Bedoya Muñoz, Frank David. 1815: Bolívar le escribe a Suramérica. Gimnasio Internacional de Medellín, febrero de 2006.