Presentación

La casa del mar

—Octubre 8 de 2015—

“La casa del mar” de Eduardo Barros Pinto

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Eduardo Barros Pinto (Santa Marta, Colombia, 1960) es poeta e investigador de las Ciencias Nativas entre los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en donde trabajó como profesor de Ciencias Naturales en la escuela de Bunkwimake. Licenciado en Biología y Química, y especialista en Investigación Social, ha sido docente catedrático en las Universidades del Magdalena, Sergio Arboleda y Cooperativa de Colombia. Es miembro de la Asociación de Escritores del Magdalena y actualmente se desempeña como docente en la Institución Educativa Cristo Rey del Distrito de Santa Marta. Ha publicado, entre otros, los libros “Secretos de una noche azul” (poesía, 1990); “Etnobotánica – Plantas medicinales de los Arhuacos” (1999); “Terquedad de la memoria” (poesía, 2002); “Un mundo con significado” (ensayos, 2005) y “La casa del mar” (poesía, 2015).

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Para Eduardo Barros La casa del mar es un sitio mítico, un lugar cercano al corazón como la Patria, pues como él mismo expresó, el mar son todos los mares. Este poemario que nos presenta hoy es una selección de setenta y tres poemas divididos en seis capítulos que en realidad son cuatro. Una metáfora de las cuatro estaciones en la vida del poeta.

Annabell Manjarrés Freyle

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Eduardo Barros Pinto

Eduardo Barros Pinto

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Poemas de
Eduardo Barros Pinto

Bitácora

Todo lo mío está aquí:
El amor, la rebeldía, ciertos mitos,
asombro por las cosas menores.

Si todo cabe en una palabra.
¿Entonces?
Mi faro son las estrellas.
De norte a sur el gran océano me nombra el cielo.
Mi carta es un as de astrolabios rojos que se abren con la noche.

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Sólo el mar lo sabe

No pude evitarlo.
De repente
algo más fuerte que yo
se apoderó de mis sentidos.
No pude evitarlo.

Y el mar penetró
hasta mi habitación;
traía entre sus espumas
el olor de los años mejores:
Caracoles. Algas. Peces.
Entonces apareció tu rostro entre corales.
Y me dije: Es para ella,
este mágico día que nació azul
como el recuerdo.

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El canto de las orillas

Primero estaba el mar
luego la mujer tejiéndolo todo a sus formas:
la eternidad, el amor, geografías donde todo asombra como en los espejos.
Aquí hay nervios, penínsulas, montes que se abren o se espantan maliciosos.
Un círculo que es río, vegetaciones, esferas donde ella aparece en cada gota.
Nunca hubo un animal más bello en el Paraíso.
Entre la vastedad de trupillos y madreviejas,
sobre la escarpada montaña, surtidora de ríos,
que asciende vertiginosa para salvarnos.
Nunca antes hubo tanto cielo.
Cabelleras. Un vellocino de oro.
Oh, Dios, tanto cielo.
Desde entonces una canción irrumpe cuando se cruza las orillas
y brota otra vez el instinto de ser hombre-caimán o mesosauro.

Desde allí mi fascinación por la ropa húmeda,
por el olor de los pantanos,
por mujeres que se bañan en la riveras como los cisnes,
desde entonces, tantas mitologías,
leyendas que me asisten cuando falta un verso
y ella aparece por el hilo del agua desnuda, cantando.

¿Comprendes ahora cuando me sumerjo entre las hojas
y regreso a ti como río domesticado?
Así se poblaron las orillas.
Hubo tantos testigos.
Llegaron atraídos por el fulgor de las luciérnagas.
Oh, Dios, esclavo y amo soy entre los humedales.
La historia empezó con un grito.

Fuente:

Barros Pinto, Eduardo. La casa del mar. Colección Poesía Tribal, Santa Marta, 2015.