Presentación

La intérmina parábola

León de Greiff y la noche

~ Antología ~

—22 de noviembre de 2023—

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Julián Vásquez Lopera es profesor catedrático asociado de Literatura Comparada del Departamento de Cultura y Estética de la Universidad de Estocolmo. Entre sus cargos académicos se cuentan: director y tutor del doctorado en Literatura Hispánica del Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Umea (Suecia); profesor del Departamento de Estudios Asiáticos, Medio Oriente y Turquía de la Universidad de Estocolmo; profesor de la Escuela Universitaria FKFHS (Vasa, Finlandia) y profesor invitado de la Universidad de Nanzan (Nagoya, Japón). Ha publicado los libros «Gabriela Mistral, Symbol och Uppror» (1996); «Calderón, el cisma sueco de los Vasa y el tropo “Teatro del Mundo”» (1999); «El gran viaje atávico: Suecia y León de Greiff» (2006) y «Gabriel García Márquez, a 40 años del Premio Nobel, lecturas desde Colombia y Suecia» (2022; coeditor Juan Moreno Blanco).

Conversan Julián Vásquez (compilador)
y José Ardila (escritor y editor).

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En el año 2014, durante el II Simposio Internacional León de Greiff y los programas culturales del Festival de la Noche, tuve la oportunidad de conocer no solo al impulsor de ambos eventos, el profesor Julián Vásquez, sino también de liderar un multifacético grupo de investigadores cuya primordial tarea ha sido, desde entonces, difundir en el ámbito internacional la fascinante lírica del escritor colombiano.

Si bien el proyecto editorial de las Obras completas de León de Greiff es una empresa quimérica, su reciente aparición (Bogotá, 2018) aporta al acervo editorial de la obra greiffiana una dimensión crítica comparativa, por cuanto presentan al lector los textos ya publicados, enfrentados a las diversas versiones que han visto la luz hasta hoy, con algunas anotaciones del editor, y otros textos nunca publicados, o presentes en publicaciones dispersas y hasta en manuscritos del archivo familiar De Greiff.

Hoy la Editorial EAFIT entrega al público esta selecta antología, años después de que Hjalmar de Greiff, hijo del poeta, publicara como editor las Obras completas de León de Greiff. Dicha labor, metaliteraria por naturaleza, permite enriquecer la mirada sobre la diversidad de variaciones que las estrofas de un poema puede ofrecer, y sobre las intenciones, accidentes o avatares que verificó el editor al tener que elegir, entre diferentes alternativas, determinada opción. En este juego de correspondencias, no faltó el verso en el que una variación impresa en la versión límpida de la edición del 2018, nos hiciera caer en cuenta de cuán difícil es llegar algún día a ofrecer al lector una obra poética totalmente fiel a la intención del autor. Por lo tanto, los textos que hacen parte de La intérmina parábola, incluyendo los incorporados en el estudio que sirve como introducción que acompañan este volumen, se han cotejado, por solicitud del propio Hjalmar De Greiff, con los que el lector puede encontrar en las Obras completas.

Hernando Salcedo Fidalgo

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Julián Vásquez Lopera

Julián Vásquez Lopera

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La intérmina parábola

~ Fragmento ~

Por Julián Vásquez Lopera

León de Greiff hizo parte de los Panidas, el grupo de jóvenes poetas, escritores e intelectuales que en Medellín, en honor al dios Pan, fundaron y dirigieron la revista Panida. Esta publicación, lamentablemente, solo duró cinco meses. Citemos aquí la interesante reseña que Miguel Escobar hace del lanzamiento del primer número:

Cuentan los cronistas que en 1915, desde el dos de febrero, «Caruso», el más popular y pintoresco de los voceadores de prensa de la Villa de la Candelaria, a grito herido anunciaba la próxima aparición de «¡Panida, Panida, Panidaaaa…! ¡La gran revista de literatura y arte!». El día 15 del mismo mes circuló el número uno y el efecto inmediato fue triple: los Panidas celebraron con tremendo alboroto en la sede principal (el Café El Globo) y en las subsedes (el Chantecler y la Bastilla); los lectores escandalizados echaron pestes contra los versos raros de corte modernista de un tal Leo Le Gris, que cantaban a la luna lela y a los búhos «que decían la trova paralela»; y La Familia Cristiana, órgano oficial de la curia, se dejó venir con el consabido veto, censurando la revista y prohibiendo su lectura a los adolescentes «por sus efectos perniciosos».

En efecto, en el primer número de la revista Panida, León de Greiff, bajo el extraño pseudónimo de «Leo Le gris», canta a la luna y a los búhos. Lo hace en un poema de corte modernista que tituló «Balada de los Búhos Estáticos». ¿Bastaba ello para crear tanto escándalo? Quizás no. Pero observemos las eventuales razones que hicieron que la revista fuese censurada por sus «efectos perniciosos» en la juventud. Para entonces León de Greiff solo contaba con veinte años de edad.

Pan, el Fauno en la mitología romana, suele ser representado como un macho cabrío con dorso, rostro humano y cuernos, o sea, la imagen de Lucifer en la iconografía popular cristiana. Pero este dios, no solo por haber seducido a Selene, o sea, la Luna, sino también por el acoso sexual que exhibió contra las Ninfas, fue para los antiguos griegos un símbolo de la lujuria y potencia erótica del varón. Vivía en las laderas del monte Parnaso cerca al sitio donde moraban las nueve Musas, las patronas del arte y la inspiración poética. De él también se dice que participaba en el séquito a Dioniso, es decir, el dios de la vendimia, el enajenamiento religioso y el éxtasis. Se sobreentiende, entonces, que cualquier mención o asociación religiosa al dios Pan o a Fauno en una revista de literatura y arte iba a crear alboroto en la Villa de la Candelaria, la Medellín del Panida León de Greiff. La Familia Cristiana, por lo tanto, prohibió su lectura.

La «Balada de los Búhos Estáticos» publicada en 1915 en la revista Panida fue igualmente editada en Tergiversaciones, uno de los dos tomos que hacen parte del «Primer Mamotreto». Allí lleva la fecha de 1914 y aparece firmada por Leo Legris, Matías Aldecoa y Gaspar, o sea, tres autores, no uno. En la edición de 1915, León de Greiff solo utiliza el pseudónimo de Leo Legris. Sin embargo, las versiones de 1914 y 1915 de la «Balada de los Búhos Estáticos» giran en torno a un mismo eje central: la presencia de seis búhos en un jardín nocturno, una luna «lela» y brujas. A este lugar León de Greiff lo llama «Jardín del Aquelarre». ¿Por qué León de Greiff incluyó el macabro y tenebroso «Aquelarre» en la «Balada de los Búhos Estáticos»? Su mera mención en la revista Panida pudo igualmente ser una de las causas que originaron malestar en los atentos censores de La Familia Cristiana.

Durante la llamada «Caza de brujas» muchas mujeres sufrieron la muerte en la hoguera. Su delito fue, supuestamente, rendir culto al diablo en las noches del Sabbath. Don Francisco de Goya (1746-1828) recreó tales hechos en dos de sus obras, la que pintó en 1798 para el palacio de recreo de los duques de Osuna, y la que grabó en las paredes de la Quinta del Ciego en Madrid, en 1828. En la primera (El Aquelarre), podemos apreciar un macabro concilio de brujas adorando al demonio, y este bajo la forma de un macho cabrío. En la segunda (El Aquelarre o el Gran Cabrón), la cual hace parte de las llamadas Pinturas Negras, también vemos a Lucifer con la forma de un macho cabrío.

Los «Trece Panidas» —apunta Miguel Escobar en su reseña— aparte de ser «anarquistas» y «rojos», eran igualmente

voraces lectores y ganosos discutidores, inconformes y rebeldes, con ansias de renovación e ínfulas de francotiradores, impregnados del individualismo radical de Nietzsche y afiebrados admiradores del simbolismo […]. Su surgimiento obedeció, más que a un fenómeno de simple agrupamiento, a una expresión generacional. En otras palabras, los Panidas, más que un grupo, fueron la primera y lúcida manifestación de una real e histórica generación colombiana que luego se conocería con el nombre de los Nuevos.

Varios de los integrantes del grupo de Los 13 Panidas, que como León de Greiff usaban pseudónimos, se conocieron y entablaron amistad en el recién fundado Instituto de Bellas Artes (1910-1911) de Medellín: Félix Mejía Arango (Pepe Mexía), Teodomiro Isaza (Tisaza), Ricardo Rendón (Daniel Zegri y Arlín). El primer director y profesor del Instituto, además, fue el pintor colombiano Francisco Antonio Cano (1865-1935), quien durante su estadía en Francia participó en los talleres de arte de Claude Monet (1840-1926), el creador del impresionismo. Por lo tanto, Félix Mejía, Teodomiro Isaza y Ricardo Rendón pudieron haber tenido la oportunidad de familiarizarse no solo con la presencia de brujas en los Aquelarres de Goya sino también con el estilo innovador y revolucionario de su arte. Tal conocimiento, a su vez, pudo haber sido compartido con los demás miembros del grupo. Partiendo de estas premisas, trataremos de interpretar el contenido de la «Balada de los Búhos Estáticos».

En el «Jardín del Aquelarre» de León de Greiff, pese a incluir brujas y escobas, no aparece la figura de Lucifer. Tampoco la del dios Pan o el lujurioso Fauno de los romanos. En la primera estrofa de la «Balada» leemos:

La luna estaba lela
y los búhos decían la trova paralela!…
La luna estaba lela,
lela,
en el lelo jardín del aquelarre.

Y los búhos decían su trova,
y arre, arre
decían a su escoba
–las brujas del aquelarre…

Pero este jardín, al igual que la luna, es «lelo». No obstante, exhibe particularidades propias y exclusivas. Es un lugar sumergido en lo retórico y semejante:

En el jardín los árboles eran rectos, retóricos,
las avenidas rectas, los estanques retóricos…
retóricos,
y en fila los búhos rectos, retóricos, retóricos…
Y allí nada se veía irregular:
los bancales de forma regular,
–cuadrados, cuadrados–
las regulares platabandas,
los árboles endomingados
geométricamente; conos, dados…
todo perfecto, exacto, regular.

En líneas generales, la primera estrofa en las versiones de 1914 y 1915 no difieren mucho. Pero la misma estrofa en la versión de 1914 incluye vocablos que dan al «Jardín del Aquelarre» un aspecto aún más original: dados, conos, platabandas, árboles «endomingados», bancales de «forma regular, cuadrados cuadrados». Luego León de Greiff en la segunda estrofa de ambas versiones agrega una importante variación: un búho «padre» y «sofista» interrogando «al modo modernista»:

La luna estaba lela
y los búhos decían la trova paralela.

–El padre de los búhos era un búho sofista
que interrogó a los otros al modo modernista:
los búhos contestaron, contestaron la lista…–

Los sofistas, recordemos, fueron los grandes maestros de la retórica en la Atenas de Sócrates y Platón. Pero también fueron filósofos. El más conocido entre ellos fue Protágoras (485-415 a. C.), uno de los protagonistas del diálogo Protágoras o de los Sofistas, de Platón. Allí, en preguntas y respuestas, Sócrates y Protágoras dialogan sobre la Virtud. En la «Balada de los Búhos Estáticos» el «búho sofista», a la manera de los diálogos de Platón, también interroga, pero lo hace «al modo modernista».

El asunto filosófico del diálogo que emerge de la interrogación del búho «padre» no es esclarecido, pero la respuesta de los demás búhos (versión de 1915) es una «lista macabrista». En la versión de 1914 es simplemente una «lista». Este juego de retórica es, en cierto sentido, coherente, máxime si tenemos en cuenta que León de Greiff en las dos versiones de la «Balada de los Búhos Estáticos» nos presenta un jardín donde todo es «recto» y «retórico», incluyendo a los búhos. Este sofismo adquiere una nueva dimensión cuando es llevado al campo de la música.

Allí también León de Greiff introduce un diálogo, pero de otra naturaleza. En la versión de 1914, leemos:

Y eran seis bellos búhos plantados en la rala
copa de un chopo calvo. Y el prior agita el ala
y al instante se inicia la trova paralela,
trova unánime y sorda, extraña cantinela
que coloquian los búhos ordenados en fila.

El búho más lejano su voz de flauta hila…
el que le sigue canta como un piano de cola,
un otro es la trompeta, y entre la batahola
se acentúa el violín y todo el coro ulula
la macabra canción que el conjunto regula.

Como bien podemos ver, el diálogo es iniciado en el instante en que el búho «sofista» mueve una de sus alas, lo cual hace a la manera de un director de orquesta. El ala, en sentido metafórico, es la batuta del «prior». La «Trova paralela» encarna, de este modo, la musicalidad y el «modo modernista» que León de Greiff trata de expresar en su balada. Esta «trova paralela», sin embargo, no permite ni tolera el mundo diurno del sol. En la tercera estrofa de la versión de 1914, leemos:

Ya se ha ido la luna.
Ya los búhos cesaron la trova inoportuna:
el jardín ha nacido con el alba radiosa;
el estanque palpita –nada, nada reposa.
Los niños triscan, triscan por el jardín florido,
y las aves ensayan su arrullo desde el nido!

Los estáticos búhos huyeron de la extraña
lumbre del sol que todo lo falsifica y daña.
Los estáticos búhos huyeron, y en su hueco,
–oculto entre las ramas del chopo calvo y seco–
aguardan el exilio del sol que adula y finge,
que ilusiona y que irisa, y aguardan que la esfinge,
–la muda y desolada y la fría– la luna,
se venga con la noche, se venga lela, lela,
para decir de nuevo la trova paralela!

El «Jardín del Aquelarre» cobra nueva vida con el arribo del sol: el «estanque palpita», «nada, nada reposa», «los niños triscan», etc. Los rayos del sol luz, por consecuencia, adulan, engañan, falsifican, irisan. El «jardín florido» «nacido con el alba radiosa» es una ilusión. En otras palabras, León de Greiff prefiere una realidad nocturna, no diurna. A dicha realidad han de regresar «seis bellos búhos», pero tan pronto una «luna lela» ilumine el jardín. Esta característica nos está revelando dos de las funciones que tiene el «Aquelarre» ideado por León de Greiff. La primera: ser un lugar donde se venera y se rinde culto a lo nocturno. La segunda: reflejar el entorno poético donde actúan el resto de los Panidas. Este reflejo, aunque metafórico, concuerda en mayor grado con el contenido temático de la «Balada Trivial de los 13 Panidas». Observemos esta segunda función.

La «Balada Trivial de los 13 Panidas» fue supuestamente escrita un año después de la aparición del primer número de la revista Panida. En «Tergiversaciones», lleva la fecha de 1916. Las expresiones que León de Greiff usa en esta «Balada» para describir a los «Panidas» son muchas. Citemos algunas. Primera estrofa: «Músicos, rapsodas, prosistas, poetas, pintores, caricaturistas, eruditos, nimios estetas, y decadentes; –si os parece– pero, eso sí, locos y artistas los Panidas éramos trece!». Segunda estrofa: «Melenudos de líneas netas, líricos de aires anarquistas», «hieráticos anacoretas», «explotadores de agrias vetas». Tercera estrofa: «De atormentados macabristas», «figuras lívidas y quietas», «trágicos rostros de profetas», «satíricos y humoristas». A partir de la cuarta estrofa las expresiones son más complejas:

Sutiles frases y discretas,
y paradojas exotistas,
sentencias, sólidas, escuetas,
y jeroglíficos sofistas;
y las mordaces cuchufletas
envenenadas, –si os parece–
que en el Concilio de Agoretas
los Panidas éramos trece!

Los «atormentados macabristas» realizaban su «Concilio de Agoretas» hilando, entre otras cosas, «jeroglíficos sofistas». Surge aquí una interesante asociación con el «búho sofista» que encontramos en el Aquelarre de la «Balada de los Búhos Estáticos». Esta asociación es aún más clara en la sexta estrofa:

Y los de plumas o de paletas,
altos poetas o coplistas,
los violinistas y cornetas,
en veladas Aquelarristas
–sesiones íntimas, secretas!–
y en bodegones, –si os parece–
en esas citas indiscretas
Los Panidas éramos trece!

Es decir, las «veladas Aquelarristas» de los «Panidas» eran «sesiones íntimas» y «secretas» de pintores, poetas, coplistas y músicos. El término «Aquelarrista» ya nos sitúa en el ambiente nocturno en el que los búhos entonan «la trova paralela». En la séptima estrofa, leemos:

Fumívoros y cafeístas
y bebedores musagetas!
Grandilocuentes, camorristas,
Crispines de elásticas tretas;
inconsolables, optimistas,
o indiferentes, –si os parece–
en nuestros Sábbats liturgistas
los Panidas éramos trece!

Se sobrentiende que León de Greiff, como «Panida», debió participar en los encuentros que en «Balada Trivial de los 13 Panidas» da en llamar «Sábbats liturgistas». Pero los «Panidas», por ser «bebedores musagetas», se reunían no para rendir culto al demonio sino para invocar los favores de las Musas. El término Sabbat que León de Greiff incluye en esta estrofa es, a mi manera de ver, una provocación. ¿Contra quién? Tácitamente, contra los detractores del grupo. Observemos el mensaje del «Envío» con el cual León de Greiff concluye la «Balada Trivial de los 13 Panidas»:

Ilustres críticos –ascetas
serios, solemnes, metodistas,
¡tribu de vacuos logotetas!:
andad al diablo! –si os parece–:
nosotros, –Bárbaros sanchistas!–,
los Panidas éramos trece!

La imprecación «andad al diablo» emparenta a los «ilustres críticos» con las brujas del Aquelarre clásico español. Pero también con los «supercríticos morosos» y los «Monopolistas de lo bello» que encontramos en otro de los poemas de Tergiversaciones: la «Balada del Abominario Diatriba Imprecante y Oratoria» (1917). Allí los 13 Panidas son, explícitamente, los «locos intrépidos» «enemigos de lo consagrado», «adversarios de lo manido», «de lo obsoleto, de lo usual», «de las virtudes de precepto», «de los juicios de autoridad». Por lo tanto, la voz del poeta exclama:

Dejádnos reir levemente
de vuestra amnesia sensorial;
dejádnos locos a los locos
soñando en vaga nimidad:
en lo impreciso y lo quimérico,
en lo ayuno de realidad,
en las empresas que fracasan
en los ritmos sin claridad
donde dialogan locas almas
ebrias de personalidad,
enamoradas de sus vicios
de su acritud, de su maldad!

La «Balada de los Búhos Estáticos», considerada desde la perspectiva temática de la «Balada Trivial de los 13 Panidas» y de la «Balada del Abominario Diatriba Imprecante y Oratoria», nos proporciona los elementos para definir el género literario al cual pertenece. ¿A cuál género? A mi juicio, a la Fábula. Pero, parcialmente, a las Facecias. Como creación genérica, una Fábula tiene varios significados. Entre ellos, es una «ficción artificiosa con que se encubre o disimula una verdad». También, es una «composición literaria en que por medio de una ficción alegórica y de la representación de personas y de personificaciones de seres irracionales se da una enseñanza». El término irracional denota aquí a seres sin razón, a menudo, animales. En las fábulas de Esopo encontramos seres irracionales. Ejemplos: la liebre y la tortuga, el ratón y la rana, el cuervo y la zorra, un león enamorado, etc.

Los seres irracionales en la «Balada de los Búhos Estáticos» son, obviamente, los búhos. No obstante, los búhos en esta balada son figuras alegóricas representando seres humanos. Además, los búhos trovan y ululan como si fuesen instrumentos musicales. Uno de ellos, aparte de ser «Sofista», es «Prior» y el «Padre» de todos. Ningún búho trova o es sofista, solo los seres humanos pueden serlo. Tampoco pueden ulular con «voz flautosa» o cantar como un «piano de cola» o una «trompa». Por lo tanto, no pueden ser instrumentos musicales, pero pueden representarlos en una obra de ficción. Los «Sábbats liturgistas» y las «veladas Aquelarristas», alegóricamente, concuerdan con las actividades nocturnas que vemos en los búhos greiffianos del Aquelarre. Igualmente, León de Greiff, por ser el director de los tres primeros números de la revista Panida, puede ser considerado como el «Padre» o «Prior» del resto de los «Panidas». Es, por ello, el búho que «levanta una de sus alas» para que los demás canten y digan la «trova paralela». De tal modo, la «Balada de los Búhos Estáticos» coincide con las características propias de una fábula. Es, como bien vemos, «una composición literaria en que por medio de una ficción alegórica y de la representación de personas y de personificaciones de seres irracionales puede generar una enseñanza». ¿Cuál enseñanza?

En mi opinión, la validez literaria del «modo modernista» empleado por los búhos al cantar la «trova paralela». Pero como ya dijimos antes, la «Balada de los Búhos Estáticos» también exhibe algunos rasgos genéricos propios de las Facecias. Una Facecia, resumamos, es «un breve cuento o anécdota, de inspiración bufonesca o burlesca, en el que se ridiculizan individuos o caracteres o se procura entretener a través de recursos expresivos deformadores. En música equivale a una especie de ópera bufa usada antiguamente en Italia». León de Greiff en sus «Mamotretos» hace uso de este género literario al menos ocho veces. En la «Balada de los Búhos Estáticos», León de Greiff procura entretener a sus lectores con ayuda de recursos expresivos y deformadores. La naturaleza propia de los búhos es deformada pues estas aves nocturnas ni son sofistas, trovadores, ni suenan como instrumentos musicales. Un chopo puede perder o secársele las hojas, pero no los cabellos pues únicamente los humanos tienen cabellos y pueden ser «calvos». Aquí León de Greiff deforma el aspecto físico de los chopos. Por tales razones, la «Balada de los Búhos Estáticos» puede ser una facecia, aunque rudimentaria. La «Balada de los Búhos Estáticos», vista como fábula o como facecia, nos da las herramientas para comprender, al menos inicialmente, el huidizo vocablo «trova paralela».

Fuente:

Vásquez Lopera, Julián (compilación y estudio). La intérmina parábola: León de Greiff y la noche (antología). Editorial EAFIT, Medellín, julio de 2023, pp. 11-22.