Presentación

La vida como era

—Mayo 3 de 2018—

“La vida como era” de Manuela Gómez y Sara Quijano

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Manuela Gómez Quijano (Medellín, 1985) nació tres minutos antes que su hermana gemela. Estudió Periodismo, Filosofía y Letras y cursó la maestría de Creación Literaria en la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, España. “La vida como era”, obra ganadora de los estímulos a la creación del Municipio de Medellín, es su primer libro de poesía.

Sara Quijano Sierra (Medellín, 1992) obtuvo en 2015 el premio Tragaluz de Ilustración y posteriormente ilustró el cuento “El cuarto del tragaluz” de O. Henry con la misma editorial. Actualmente reside en París, Francia.

Presentación de la
autora por Inés Posada.

Atarraya Editores

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Cuidar cada palabra como si fuera un pájaro. Sentir con la memoria los pequeños y cercanos asombros que duelen suavemente, o ponen en las manos del poema una leve sonrisa que viene de la infancia. Cuidar en las imágenes aquello que la poesía guarda y sostiene para que la vida pueda ser contada de otras maneras… y ver, oír, sentir estos rumores que en cada página nos conmueven. Participar de una mirada pensativa que se detiene para habitar la vida en su belleza y su misterio. Existe un nido para la poesía en cada poema de este libro.

Inés Posada

La vida como era, de la poeta Manuela Gómez, es un libro de poemas precisos, con imágenes personales que hacen que el lector se transporte a ese instante representado y lo haga suyo, como si el poema fuera una compuerta hacia un momento que se detiene y queda capturado por las palabras. Con los poemas de Gómez asistimos a la mirada de alguien que, con temor y extrañeza, da cuenta da la fragilidad de nuestros cuerpos, del tiempo, de las relaciones personales, en suma, de eso que tan rudimentariamente nombramos como la vida. Esta recreación de imágenes es producida por un yo casi invisible pero presente, que relata, a través de sus sentidos y sus percepciones, las perplejidades que el mundo le depara.

Por los poemas desfilan el miedo a la muerte, la pregunta del hijo por un tatuaje del Che, la idea del doble representada en el cuerpo de la hermana gemela, los mitos reales de la infancia, los hilos invisibles con los que se concatenan los momentos y los espacios, la presencia del mar y la sensación de no pertenecer a nada en concreto. Tejidos, todos, con habilidad y cautela, con desconfianza a lo manido y a lo ya dicho. Gómez entiende, como nos dice Abelardo Castillo, que toda sintaxis es una concepción del mundo, y bajo esta premisa del oficio se urde el poema, con reposo y con sospecha. Con la palabra justa, en el lugar adecuado.

La edición está acompañada por dibujos de Sara Quijano, los poemas dialogan con las ilustraciones y muchas veces se complementan hasta hibridarse, es decir, en ese encuentro entre las imágenes visuales y las imágenes poéticas, el libro se potencia; el resultado es una conversación entre dos maneras de percibir el mundo, de percibir La vida como era.

Santiago Rodas

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Manuela Gómez Quijano

Manuela Gómez Quijano

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Sara Quijano Sierra

Sara Quijano Sierra

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Tres poemas de
Manuela Gómez

La vida como era

Amanecía muy pronto
y las olas de la noche
dejaban peces globos
regados en la arena.

Yo sé que el agua
se secaba con el viento,
que la sal nos ponía
la piel tostada.

Y que la noche
una y redonda con el mar,
nos enseñó el verdadero
tamaño de los hombres.

Bajo ese cielo los miedos
se contaban rápido,
eran lindos como medusas
cerca de la orilla,
mamá dormía bien
entre las palmas
y todavía no empezaba
a olvidar.

Quiero quedarme ahí
aunque esté lejos,
así conozca
esa ternura
que no extraña
la vida como era.

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Bajo el almendro

Mi hijo me trajo
corriendo de la mano
hasta este almendro.

—Un búho mamá, un búho—.

Alumbra con su linterna
las ramas más altas y la luz
es un círculo que se pasea.

El búho se ha ido
pero él no deja de buscarlo.
Sabe que allá arriba
siempre hay algo vivo
aunque no podamos verlo.

No importa lo fácil,
no importa lo cerca,
que esté todo
de perderse.

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Confianza

No se necesita todo el sol para
ver las telarañas como cristales.
Apenas un brote que ronde
las copas de los eucaliptos.
Tampoco paciencia
para que los pasos
levanten hojas que vuelen,
insectos del color de la tierra.
Sí, una porción de día,
una claridad de un minuto
que enseñe el pobre reflejo del miedo
y ese gesto mínimo
que puede volverlo
musgo, hormiga,
libélula azul azul.

Fuente:

Gómez Quijano, Manuela; Quijano Sierra, Sara (ilustradora). La vida como era. Editorial Atarraya, Medellín, 2018.