Presentación

La vocación del remo

XIX Premio de Poesía
José de Espronceda

—3 de febrero de 2023—

Portada del libro «La vocación del remo» de Carlos Palacio (Pala)

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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Carlos Palacio (Pala) es médico y cirujano de la Universidad Pontificia Bolivariana, músico del Instituto Superior de Artes de La Habana (Cuba) y filólogo hispanista de la Universidad de Antioquia. Tras la publicación de nueve discos, un EP (reproducción extendida), seis libros y un DVD, es considerado por la crítica especializada como uno de los mejores letristas de su generación. Ha sido ganador en España de los Premios Internacionales de Poesía Miguel Hernández (2020), Antonio Machado (2021) y José de Espronceda (2022), así como del Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura de Colombia y del Premio de Poesía Alcaldía de Medellín (2021). Fue distinguido por el Concejo de Medellín con la Orden Juan del Corral al Mérito Artístico. Se ha presentado en múltiples países de América y Europa, y ha compartido escenario y grabaciones con artistas como Jorge Drexler, Javier Ruibal, Fito Páez, Juanes, El Kanka, Rozalén, Santiago Cruz, Coque Malla, Pedro Guerra, David Aguilar y Marta Gómez, entre otros.

Presentación del autor y su
obra por Lina Marcela Cardona.

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Es uno de mis escritores favoritos contemporáneos del verso fijo y un impresionante sonetista.

Jorge Drexler

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A Pala la literatura le fluye por la sangre. Diestro para la métrica y la lírica, tomó algo de folk, rock y música tradicional para elaborar una mezcla personal.

Héctor González

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Si bien La vocación del remo es un libro de viajes cuyos poemas evocan recorridos concretos —de Burgos a Sevilla, de Medellín a Bogotá, de Estrasburgo a Maguncia o de Santa Cruz a La Habana—, el trayecto protagónico del relato transcurre entre el niño nacido en un pequeño pueblo de los Andes y el adulto que no sólo ha visto el mundo, sino que ha sido tocado por él. Los poemas de La vocación del remo nos conducen por paisajes tan disímiles como los ardientes ríos del trópico colombiano o los acantilados de Normandía; aun así, el recorrido conduce al mismo lugar: uno que se encuentra más cerca del interior del poeta que del paisaje.

Los Editores

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Carlos Palacio «Pala» - Foto © Juan Sebastián Pinilla

Carlos Palacio «Pala»
Foto © Juan Sebastián Pinilla

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Tres poemas de Pala

I

Este poema lento, este verso mojado, este batir de alas sobre la hoja inhóspita
lo traza un niño tímido en un pueblo bucólico
ahíto de montañas, nublado de venganzas,
prometido al olvido y anémico de lápices.

El niño tiene un croquis debajo de su puño y un pincel y acuarelas
y sin premura unge con un color indómito el borde de ese mapa
que es su país y, entonces, es su huerta y su jaula
y es la palabra siempre con su añil terrorífico
y es la palabra nunca con todo lo que escupe sobre el rostro de un niño.

Azul para El Caribe, verde para Los Andes y rojo para el valle que temen los daltónicos.

El niño es sólo un niño, pero presiente el mundo.

Dibuja desde un tiempo sin ruidos ni pantallas
y teme lo que todos: que se le rompa el mapa.

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De Estrasburgo a Maguncia

Primero fue canción la poesía
y aquí dejó de serlo.

La imagen se cocía en las gargantas,
la tragedia era trazo en el sonido,
el llamado a la amada, apenas vibración que urdía el viento.

Pero a orillas del Rin, hace mil versos,
un tallador de plata dio peso a la palabra,
volumen a la idea
y bordes al mandato de los dioses.

A partir de ese rayo,
el papel desposó a la poesía
y la palabra libro se escondió entre los libros
igual que otras palabras, presurosa,
sin saber que el milagro que la ataba
no podía vencer a los incendios.

Éste, que habita el tramo de instante a instante suyo,
a la vida nacido en bibliotecas,
con un nombre de reyes que aún arañan los párrafos,
se planta en esta plaza,
abjura de la tinta
y recita un poema con la palabra pájaro
que, acto seguido, parte hacia el pasado
para salvarse en forma de ventisca
como toda palabra enamorada
dicha por cualquier hombre en cualquier plaza.

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De Santa Rosa de Osos a Ituango

Nadie recuerda la primera muerte.
La última fue hace unas semanas
bajo este pino mudo.

La cruz de guayacán es el recuerdo
de lo que beso fue
y ahora ni siquiera trenza un nombre.

La tierra tiene marcas que la incendian.
Lirios sobre disparos.
Musgo sobre dolores.
Piedras desordenadas sobre cuencas.

Más o menos así
son todos los paisajes abonados con hombres.

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Carlos Palacio «Pala» - Foto © Juan Sebastián Pinilla

Carlos Palacio «Pala»
Foto © Juan Sebastián Pinilla