Presentación

Las hojas breves

Diciembre 5 de 2013

“Las hojas breves” de Carlos Vásquez

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Carlos Vásquez Tamayo (Medellín, 1953) es poeta, ensayista, traductor y profesor universitario. Obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana y el doctorado en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía “Anónimos” (Lealon, 1990), “El jardín de la sonámbula” (Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía, 1994), “El oscuro alimento” (Bolsillo Roto, 1994), “Agua tu sed” (Universidad de Antioquia, 2001), “Desnúdame de mí” (Universidad Eafit, 2002), “Hilos de voz” (El tambor arlequín, 2004), “Aunque no te siga” (Tragaluz, 2008), “Cuaderno” (Tragaluz, 2009), “El oscuro alimento – Poemas ilustrados” (Tragaluz, 2009), “Días” (Común Presencia, 2011) y “Pasos” (Tragaluz, 2012); así como los ensayos “Eclipse de Sol sobre Bataille” (Bolsillo Roto, 1990), “El arte jovial: la duplicidad apolíneo-dionisíaco en el nacimiento de la tragedia de Nietzsche” (Universidad de Antioquia, 2000), “Método de dramatización – Acerca del tratado primero de ‘Genealogía de la moral’” (Universidad de Antioquia, 2005), “La nada luminosa – Fernando Pessoa, un poeta de la naturaleza” (Universidad Eafit, 2009), “Arder en el tiempo – Encuentros con Fernando Pessoa” (Universidad de Antioquia, 2012) y “Las hojas breves – Acerca de Fernando Pessoa” (Universidad de Antioquia / Siglo del Hombre, 2013). Ha traducido poetas y ensayistas franceses y portugueses. Actualmente es profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia.

Presentación del autor
por Carlos Ciro

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Editorial Universidad de Antioquia

Siglo del Hombre Editores

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Este libro ofrece un acercamiento a algunas de las odas del poeta portugués Fernando Pessoa, en la figura de su heterónimo Ricardo Reis. En ellas se plasma de modo magistral su pensamiento poético así como su genio creador. Las odas de Pessoa merecen sin duda el calificativo de extraordinarias, no sólo por su perfección formal sino por la precisión con la que expresan los dramas y las preguntas más incitantes del hombre contemporáneo. Eso hace de ellas un objeto inagotable de diálogo e indagación.

Los Editores

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Los heterónimos son a un tiempo auténticos y metafóricos; reconocemos sus modos de pensar y la “voz” de cada uno en sus poemas, pero en el fondo de todos está la voz de Pessoa.

Este libro parte de allí, de la voz de uno de ellos, Ricardo Reis, entre la que se deja escuchar la voz de Pessoa y entra en diálogo con la del autor que sabe encontrar en ella los caminos que se abren, y los recorre, poema tras poema, porque sabe que cada poema es un camino, no un punto de llegada, un camino en el que el diálogo tan sólo encuentra el ritmo del paso, en el que la voz del autor se acompasa con la voz del poeta y algo resuena.

Carlos Ciro

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Carlos Vásquez

Carlos Vásquez

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Las hojas breves

Fragmento

Capítulo 27

¡Tan pronto pasa todo cuanto pasa!
¡Tan joven muere ante los dioses cuanto
muere! ¡Todo es tan poco!
Nada se sabe, todo se imagina.
Circúndate de rosas, ama, bebe
y calla. Lo demás es nada.

Fernando Pessoa
(Odas de Ricardo Reis)

Hay odas que son momentos de una gran belleza, simples, despojados. Es como si el poeta estuviese a solas con su alma. La oda misma marca los suspiros de ese corazón, las frágiles palabras que rozan sus labios. Todo es tan breve, el tiempo pasa tan de prisa. Ni siquiera el justo para ver algo, tan pronto algo se nos se da se nos hurta y ya no soy el que veía, me otro inevitablemente. Nacemos niños y no alcanzamos a envejecer, escasamente algo reverdece, nos vamos jóvenes, en la plenitud de la edad, los dioses siempre han querido que muramos tiernos. Todo es casi nada, lo mucho es poco, lo abundante casi nada. Nada sabemos, nada entendemos, nada tenemos, nacemos con las manos vacías. Los ojos llenos de luz pero oscuros, sombríos, como sin vida. Es la tristeza de vivir que es como el corazón del tiempo y la soledad del cuerpo en la inmensidad de los sonidos. Nada sabemos, intentamos poner algo donde no hay nada. Están las cosas, aquejadas como nosotros del mal de la muerte. Es como si aquella conformidad se fisurara y goteara por esa grieta el paso de las horas. Ni siquiera dentro de nosotros podemos protegernos. Estamos solos y nuestro yo no sirve como refugio. En él esa soledad toma cuerpo y es invadida por la fatalidad. Esta es una de esas odas en que la actitud pagana de Fernando Pessoa muestra su indigencia. Se trata de un paganismo de emergencia que lleva a un contento frágil. No obstante, aun si el alma llora no desespera, la tristeza es justa, no pierde su temple. La poesía surgió para que el hombre se lamentara. Hubo tiempos en que fue también oración, pero, ¿cómo rezar ahora si no hay a quién, si el cielo está vacío, si lo invisible se consume en lo visible? Queda quejarnos y clamar a la tierra y susurrar nuestro hondo quebranto. La poesía está para quejarnos y decir que no hay nadie, que todo es nada, que no existe consuelo.

En un tono que recuerda a Omar Jayyam, esta oda acoge en la tristeza el momento presente, se circunda de símbolos de la brevedad, las amadas rosas, gestos de lo eterno por encarnar lo vulnerable y lo único. Lo que queda es callar, vivir sin esperar, intentar olvidar lo que siempre nos habla. El recuerdo del olvido, el rasguño de la muerte que rodea el amor.

Fuente:

Vásquez, Carlos. Las hojas breves. Universidad de Antioquia / Siglo del Hombre Editores, Medellín, 2013.