Presentación

Mevlana

El cielo en mi vida

—Diciembre 20 de 2019—

Presentación del libro «Mevlana - El cielo en mi vida» de Patricia Eugenia Roldán R.

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Patricia Eugenia Roldán R. (Medellín, 1977) es administradora de empresas, trabajó en el sector de la salud y durante casi diez años se desempeñó como auxiliar de vuelo y jefe de cabina. A la cultura y el servicio comunitario llegó de la mano de «Los Pantolocos» en la cima de una montaña en una pequeña casa de colores —Casa Arte— en el corregimiento de Altavista.

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Logo del proyecto cultural Casa Arte

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En medio de las subidas y bajadas de la vida tuve la oportunidad de conocer un lugar muy profundo, triste y oscuro que no me gustó. En ese instante un ángel negrito que siempre me acompaña me dijo que él tenía el remedio para sanar mi corazón y me llevó a subir unas «Escaleras al Cielo» en el corregimiento Altavista, donde en una pequeña casa de colores llamada Casa Arte unos hermosos personajes llamados Pantolocos pintaron mi vida de mil colores. Desde entonces nació en mi corazón el sueño de ayudar a ver la luz a quienes la han apagado por alguna circunstancia de sus vidas pues me duele el alma cuando un ser humano sufre por cualquier tipo de pérdida o piedra en su camino. Sé que hay diferentes terapias pero también hay diferentes tipos de personas e ideologías por lo cual cada ser humano encuentra la luz en una lámpara distinta. La más grande fuente de energía de mi proyecto de vida se llama: amor. Con este gran pilar como base, mi espíritu espera encender una luz en un millón de corazones y trabajaré para que en nuestro paso por esta tierra tú y yo podamos experimentar… el cielo en nuestra vida.

La Autora

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Patricia Eugenia Roldán R.

Patricia Eugenia Roldán R.

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Mevlana

Capítulo 1

~ Depresión ~

Ilustración del libro «Mevlana - El cielo en mi vida» de Patricia Eugenia Roldán R. - El texto dice: «¿Para qué vencer a tus demonios si puedes aprender a manejarlos?».

Amo todas las ilustraciones de este libro pero tal vez la de este capítulo es una de mis favoritas pues refleja fielmente lo que mis pasados días negros me hicieron sentir.

Aquellos «oscuros» días podría decir literalmente que tuve a mi lado un enorme monstruo que me encerró en mi cuarto y no me dejó salir, pues ahogada en llanto, solo bajo una cobija, me sentía segura. En esos momentos el mundo exterior no era un lugar seguro para mí.

Esta sensación es lo peor que le puede pasar a un ser humano pues nos priva de la sensación tan maravillosa de volar, atándonos de manos y pies con una enorme cadena en un profundo hueco.

¿Soy depresiva? Creo que es un calificativo que todos los seres humanos rechazamos ponernos y en realidad como nos enseñaron a mi hermanito y a mí con un video, hay muchos rótulos que nos ponen desde niños, pero está en cada uno de nosotros romperlos.

Simplemente considero que todos en alguna oportunidad hemos tenido momentos de oscuridad y muchos, por no decir que la mayoría, en contra de nuestra voluntad, hemos visitado un psiquiatra o tomado algún medicamento para nivelar nuestra salud mental.

Lo anterior no me hace loca a mí ni a nadie y alguna vez escuché algo que me parece muy válido… Solo alguien que ha vivido una depresión sabe lo que es y puede ayudar a los demás a superarla.

Lo anterior en mi caso es una bendición pues haberla experimentado me da las herramientas necesarias para hacer realidad mi proyecto de vida. De una forma divina a mi espíritu llegó hace varios años el mensaje muy claro de que mi propósito es iluminar por lo menos un millón de corazones, no necesariamente porque hayan conocido la depresión, sino también porque la vida de los seres humanos es una montaña rusa que sube y baja los niveles de luz y de alegría y la luz y el amor de mi lámpara pueden mantener un mejor nivel de estos dos elementos en la vida de las personas para que no los encadene aquel grande y feo monstruo.

Los que no han vivido una depresión, pueden decir (en términos de mi tierra) que los que la padecen simplemente tienen «gadejo» (ganas de joder) y subestiman y hasta se pueden llegar a molestar de tener cerca a personas que la están viviendo.

Luego de haber sufrido en carne propia esta situación y de haber caído en un fondo bien profundo, que un par de veces me llevó a una sala de urgencias, comencé a investigar y encontré que la depresión no es simplemente ganas de un ser humano de «hacer pataleta», más allá de eso es una delicada y silenciosa enfermedad, que de no ser reconocida y bien tratada a tiempo, puede traer graves consecuencias.

En primer lugar el paciente es el primer llamado a reconocer que la tiene y a buscar ayuda espiritual y profesional, en segundo lugar, la familia y personas cercanas al paciente, juegan un papel muy importante al entender la magnitud de la enfermedad y dar el apoyo y comprensión necesarios.

Tuve un caso muy cercano de alguien aparentemente «alegre» que en lo más profundo de su corazón vivía una depresión y terminó quitándose la vida. Esta es una de las consecuencias más duras de esta enfermedad pero también hay otras muy tristes que podemos evitar si identificamos y trabajamos en esta enfermedad:

El cuerpo puede trasladar toda la tristeza y convertirla en una enfermedad terminal.

Perder los deseos de hacer realidad nuestros sueños.

Hacer sufrir a todos los seres que nos quieren.

Volvernos personas no gratas para la sociedad.

Desaprovechar la oportunidad de disfrutar las cosas tan maravillosas que Dios creó para nosotros.

Y la lista es interminable, lo importante es entender que el monstruo es enorme y siempre estará ahí buscando cualquier oportunidad para aplastarnos pero si nos abstraemos de la situación y lo miramos desde afuera podemos mirarlo de frente y decirle que no le tenemos miedo.

Mientras escribía esto me acordé de dos cosas:

1. Una de mis películas favoritas es Monster INC.

2. De aguinaldo en la pasada Navidad le regalé a mi hermanito: un lobo de peluche.

Ambas significan para mí que solo de nosotros depende ponerle a un monstruo la etiqueta de miedoso o tierno.

Mi hermano se hizo un tatuaje de lobo en el brazo luego de la muerte de mi madre porque para él simboliza el monstruo más fuerte que le ha tocado enfrentar en la vida y ahora yo se lo regalé peludito y suavecito para que lo abrace y le haga compañía.

Quiero compartirte que Mevlana es un hogar y una pequeña parcela de cielo en la tierra dotada de una lámpara que quiere hacer on en muchos corazones que necesiten una entrada a pits para seguir recargados su carrera por la vida. Tú y todas las personas que conozcas son bienvenidas, ayúdame a compartir esta invitación.

Reflexión:

¿Cuál es tu mayor demonio o miedo?

Una vez lo identifiques, dale una forma tierna, cierra tus ojos y mentalmente abrázalo.

Fuente:

Roldán Roldán, Patricia Eugenia. Mevlana – El cielo en mi vida. Medellín, 2019. Ilustraciones por Diego Roldán.