Presentación

Momentos

—Agosto 18 de 2016—

“Momentos” de Nora Arango Díez

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Nora Arango Díez (Medellín) estudió Historia del Arte en el L’Institut Royal d’Histoire de l’Art et d’Archéologie de Bruxelles, Bélgica, donde vivió cinco años, y a su regreso se graduó como comunicadora social y periodista en la Universidad de Antioquia. Durante muchos años participó en la realización de películas para cine y programas de televisión, ocupando distintos cargos, entre ellos el de guionista. En la adolescencia siguió disciplinadamente un diario que por voluntad propia terminó en la hoguera.

Presentación de la autora
por Luis Germán Sierra

Sílaba Editores

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El hallazgo de unas insignificantes gotitas de sangre en las piedras de un camino. La visión de una pareja de jóvenes enamorados que se encuentran todas las tardes, en silencio, en una playa desierta. El recuerdo de una mujer sola, vestida de blanco, que llora en un bus. Encuentros fugaces en medio de un viaje. Retratos de un álbum sin hojas. Apariciones bajo la luz del sol.

Estos son los temas de Momentos, el libro de relatos de Nora Arango. Son historias sencillas, contadas sin artificios, usando el mismo lenguaje que hablamos todos los días, y diciendo en un mínimo de palabras lo que acostumbramos decir en cientos. Tal vez por eso ellas huyen por sus páginas como un río que corre sin esfuerzo.

La fuerza de estas historias está más allá de la superficie. Su efecto delicado se apoya en una paradoja íntima, en una atmósfera, en una epifanía. Son, en realidad, iluminaciones. Momentos privilegiados en los que una mirada, un encuentro casual, un gesto, nos permiten vislumbrar el sentido más hondo de las cosas.

Juan José Hoyos

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Nora Arango Díez

Nora Arango Díez

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Detectivismo

Por Nora Arango Díez

Era un hecho: alguien lo habría puesto allí; las cosas no pueden moverse solas ni localizarse por sí mismas en ninguna parte. El busto, de vaya a saber qué señor, miraba por la ventana de esa casa.

Aunque pensándolo mejor, me pregunto si, en efecto, miraba por la ventana, o estaba allí para que los que estábamos fuera le viéramos la cara.

¿Qué propósito, qué intención habría tenido el sujeto que puso la estatuilla allí, y no en un rincón, sobre una mesa, o dentro de un armario? ¿Acaso, por algún motivo, habría empezado a estorbarle su invariable talante?

Sherlock Holmes ya había hecho algo similar, pero al contrario: había puesto su propio busto de espaldas a la calle, con la intención de que el tirador Sebastian Moran —uno de los hombres de Moriarty, enemigo del detective—, disparase a la escultura, y no a uno de sus pulmones, a los que sin lugar a dudas no dejaría de apuntarles.

Pero por más misterios que haya presentado la literatura detectivesca, la diferencia con las incógnitas de la realidad es que muchas de éstas son indescifrables.

A quién representa esa estatuilla y quién la ubicó de cara a la ventana, no lo sabremos. Porque en cuanto a eso, en el cono sur americano ocurre como en el resto del mundo: no se acostumbra que los transeúntes toquen a las puertas principales de las casas, y luego hagan preguntas a quien abra sobre lo que ocurre adentro.

Fuente:

Arango Díez, Nora. Momentos. Sílaba Editores, Medellín, 2016.