Presentación

Por encimita

Artículos y crónicas
(algunas inéditas)
2012-2022

—4 de agosto de 2023—

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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Elbacé Restrepo (@ElbaceRestrepo) es, en sus propias palabras: «Ama de casa a mucho honor. Enamorada de lo cotidiano y de las palabras sencillas. Mamá de todas las horas y recién estrenada como abuela de Guadalupe, mi primera nieta. Durante los últimos 17 años me desempeñé como columnista de opinión en el periódico El Colombiano. También he escrito para la revista “Mirador del Suroeste” y he sido columnista invitada y esporádica de algunos otros medios. Mi primer libro, “Por encimita, recopilación de artículos, 2006-2011”, fue publicado por la Editorial Planeta y la Alcaldía de Medellín en 2011 en el marco de la colección Letras Vivas de Medellín. Este segundo tomo es una mirada a la vida en diez años y ciento veinte artículos, algunos inéditos, que espero disfruten. Me gusta pensar que, a través de mis palabras sencillas, mis mensajes directos y mi sensibilidad por el día a día, puedo ayudar a que este mundo, al menos en una milésima parte, sea un poco mejor».

Presentación de la autora y su obra
por el doctor Andrés Aguirre Martínez.

Elbacerestrepoblog.wordpress.com

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Hay algo más que realza los escritos de Elbacé. No tienen pretensiones ocultas, son diáfanos, claros y transparentes. Dejan descubrir su recta intencionalidad y, como dice el aforismo, «el que tenga oídos, que oiga». Mirada sensible, que se traduce en escritos para escuchar con la mente y el corazón. Todo un deleite para los lectores, deleite que con su sabor, al degustarlos, nutren la vida de buena orientación. Todo esperable cuando se escriben con esa adecuada pretensión sin presumir, sin tratarse de alguien pretencioso.

Andrés Aguirre Martínez

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Elbacé Restrepo

Elbacé Restrepo

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~ A petición del público ~

Confieso que he escrito, borrado y vuelto a escribir este título como media docena de veces. «¿No será muy pretencioso?», me pregunto. «¡Pero es verdad!», me respondo.

A lo largo de los años, en el ejercicio de mi oficio como columnista de opinión, supe de varios lectores que recortaban y guardaban mis artículos con cierta devoción. Incluso llegué a conocer algunos de esos álbumes, para orgullo y beneplácito de este pechito.

Durante dos años estuve amagando. Mil veces me pregunté si publicarlo o no. Si buscar una editorial o hacerlo por mi cuenta, si esto o si aquello. Todas las incertidumbres me atacaron, hasta que por fin tomé la decisión y aquí está: Por encimita, artículos y crónicas (algunas inéditas), 2012-2022. Hermano del primer Por encimita, recopilación de artículos, 2006-2011.

La selección de los artículos fue un trabajo en solitario, a pura dedocracia. Elegí aquellos con los que vibré y sentí que los lectores vibraron bonito. Los hay alegres, tristes, simpáticos o dolorosos, pero no polarizadores, no hay un gramo de carga política ni violenta en ninguna de sus páginas. Para la desesperanza, la rabia y las decepciones están las noticias diarias.

Y quedó como me lo soñé: bien sazonado, gordito sin ser exagerado, ameno, fácil de leer, entretenido, reflexivo… Sus títulos se pasean en orden alfabético de la A a la Z, con algunas crónicas inéditas y algunos artículos publicados en otros medios.

Este libro es la manera elegida para ponerle una cerecita (¿temporal?, ¿definitiva?), a esta etapa como columnista de opinión.

¡De aquí en adelante, los lectores tienen la palabra!

Elbacé Restrepo

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El señor que lee

Por Elbacé Restrepo

Un día de recolección de basura llamaron a mi puerta. Abrí como lo hago siempre, sin preguntar quién es, y ¡oh sorpresa! Me encontré una sonrisa con cara al frente mío. Era un señor de edad indefinida, impecablemente vestido y de finas maneras que me saludó cordialmente. Respondí de la misma manera y sentí que era posible el amor a primera vista. Amor filial, aclaro, porque este hombre parado ante mis ojos podría haber sido, de sobra, mi papá.

Me preguntó si podía llevarse el cerro de periódicos viejos que yo acababa de poner a un lado de la basura para el primer reciclador que pasara por ellos. Le dije que sí, le ofrecí una bolsa para que los llevara con facilidad y le pregunté, con mucha timidez, porque su apariencia me decía que no, si él reciclaba para guardarle material en adelante.

«No, señora», me dijo con su sonrisa eterna. «Yo leo». Y menos mal que siguió hablando, porque me quedé muda de vergüenza. «Si usted me guarda los periódicos yo vengo por ellos todos los lunes. No me interesan las noticias, porque las veo en televisión, pero me gusta leer las columnas de opinión, las caricaturas y lo que dice la gente por ahí, y como no tengo con qué comprarlos…». Trato hecho.

Nunca nos presentamos formalmente. Éramos «el señor que lee» y «la señora de los periódicos». Nada más. Y así empezó, entre los dos, un ritual semanal siempre en lunes muy temprano: saludo de «¡Buenos días! ¿Cómo está, todo bien? ¿Y la familia? Me alegro…». Entrega de periódicos por parte mía y entrega de recortes por su parte, con énfasis en 109 caricaturas, artículos que seguramente llamaron su atención (incluso han llegado algunos míos recortados por él), «Flor de labios» y las «Citas textuales» o «Fuera del libreto» que aparecen en las páginas de opinión de este periódico. Pero también han pasado sus tijeras por El Tiempo, ADN y otros diarios.

De sus recortes, tan pulcros como él, he podido inferir sus focos de interés, pero no he logrado saber si esa selección viene con aplauso o con rechifla. No los discutimos ni los analizamos. Hemos establecido, a partir de esos silencios, un pacto implícito de respeto por la ideología política, religiosa y de vida en general del otro. Es nuestra manera de decirnos, sin hablar, algo así como «no importa lo que nos separe, sino lo que nos une». El placer común de degustar libros, revistas y periódicos, aunque sean viejos, nos ha convertido en mucho más que vecinos de barrio.

Un lunes faltó a la cita. Me dejó vestida y con el material de lectura empacado en la bolsa.

El domingo siguiente, vía hija enviada con coordenadas precisas, me llegó una razón de sus rodillas: que por ahora no lo dejan salir más, que no pueden con su cuerpo y que debe guardar cama un buen rato.

Sabré esperarlo, con el cariño y la admiración que me despiertan su montón de años vividos y su alma voraz, que no se entrega y que comprueba la certeza de que «la lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo».

Entre tanto, extraño su cara redonda de paréntesis completo, su sonrisa de puntos suspensivos y sus ojos vivaces como dos asteriscos, pero sigue el disfrute de los recortes que me envía don Gustavo de los periódicos que le manda Elbacé. Perdimos el anonimato, al fin, pero ganamos, mutuamente, un amigo más.

Fuente:

Restrepo, Elbacé. Por encimita, artículos y crónicas (algunas inéditas), 2012-2022. Medellín, 2023, pp. 108-109.