Presentación

Recolección en rojo

Julio 11 de 2013

“Recolección en rojo” de María Clemencia Sánchez

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María Clemencia Sánchez (Itagüí, 1970) es poeta, ensayista y traductora, licenciada en Idiomas de la Universidad de Antioquia y doctora en literatura hispanoamericana de la Universidad de Cincinnati. Ha traducido al español poetas africanos, ingleses y franceses para el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado los libros de poesía “El velorio de la amanuense” (Premio Colombo-Cubano de Poesía, 1999), “Antes de la consumación” (2008), “Paraíso precario” (2010) y “Recolección en rojo” (2011). Hace parte de las antologías de poesía “José Celestino Mutis: una expedición” (Tricentenario de Mutis, Revista Atlántica, 2008), “Muestra de poesía joven colombiana” (Revista Posdata, 2009), “Colección Nueva Poesía Colombiana” (Revista Círculo de Poesía, 2010), “La poesía cuenta la historia” (Bicentenario de Colombia, 2010) y “Posdata de poesía colombiana: antología de los 70 y 80” (2011). En sus propias palabras, su poesía “se caracteriza por la apertura intertextual y un lenguaje equilibrado sutilmente entre la expresión y la experiencia”.

Presentación de la autora
por Luis Arturo Restrepo

Programa Editorial Universidad del Valle

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María Clemencia Sánchez

María Clemencia Sánchez

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Prólogo

Por Beatriz Vanegas Athías

Siempre me he acercado a los versos que escribe, a los versos que vive la poeta María Clemencia Sánchez, con la certeza de hallar ese doble acto imaginativo de sobrepasar lo obvio y hallar la combinación inédita de la que hablaba Philip Wheelwright. Por eso creo que su palabra tiene la virtud de poner delante de los ojos lo que no podemos discernir o ver en nuestra cotidiana ceguera. Me asomo a los versos de María Clemencia Sánchez y me digo que es posible alcanzar el milagro de lo inédito. Si bien es cierto que la presencia de la nostalgia y del paraíso perdido recorre cada uno de los poemas de Recolección en rojo, la poeta permite que exista la posibilidad de regocijarnos en las carencias, porque la palabra justa e inquietante hace su aparición para embellecer ese saldo en rojo sobre el que poetiza María Clemencia. Como una canción que sabemos triste, pero no deja de alegrarnos, así los versos que el lector se dispone a hacer suyos. Las palabras son puestas en la página blanca con tal exquisitez hasta dar con la imagen que alerta todos nuestros sentidos, he aquí las sinestesias en todo su esplendor:

En mi sueño no llueve, señor de
Las sequías, sólo hojas del suelo
Del olvido y memoria de manzanas
Son el ancho campo de
Mi cielo encendido.

Recolección en rojo es una fiesta del idioma, de las imágenes precisas para nombrar los espacios que en apariencia son externos, aunque en verdad constituyen la excusa para hablar de las angustias, alegrías, anhelos y derrotas inherentes al ser. Allí están las: “pletóricas ausencias”, “el jardín de delirios infinitos”; “imposibles campos de centeno”; o el “océano inequívoco de la voz” y esta joya: “País blanco de palabra nieve de ciervo”. La imaginación del lector será puesta a prueba en la medida que este discurso poético lo conmina a discernir cómo han de ser los habitantes de un país blanco de palabra de nieve ciervo.

Recolección en rojo es también una saga existencial que nos lleva a transitar por los mundos interiores que la escritora va trazando como cartógrafa del ser, por ello a medida que vamos haciendo el recorrido por estos países de adentro con nombre de afuera, el lector encuentra su territorio, su terruño universal y también su saldo en rojo. Porque todo es buscar, porque la vida es una constante búsqueda con su consecuente espera, María Clemencia Sánchez instaura la gran metáfora de la vida en un poema totalizante por el tono sentencioso:

A contravía de Picasso

En la búsqueda del sol, hallo
La casa. En la casa encuentro
El camino, en el camino
Hago los pasos, en los pasos
Me pierdo y vuelvo a la casa.
Alguien tal vez, también me busca
Y yo seré su hallazgo,
O la forma de un deseo.
No lo sabremos. Todo es
Búsqueda.

Quizás la historia universal es la historia de unas cuantas metáforas, afirmaba Borges, la poeta María Clemencia lo sabe y aunque sus íntimas obsesiones (el satírico Holz, la hondura de Chagall, los míticos Beatles, la vehemente Fermina Daza y el natal Itagüí) subyacen en su discurso poético, es posible encontrar construcciones metafóricas que nombran la vida y sus avatares: el río, la casa, el árbol del camino, el tiempo sin río, el sueño, el jardín que posee un “muro en el que apoyo mi sombra”.

Me asomo a los versos de Recolección en rojo y es también posible vivenciar la fiesta del ritmo. Poemas redondos cuya musicalidad es casi tangible, poemas para alegrar el oído como los versos primigenios donde las palabras son una cascada de armonía, como pararse a orillas de una fuente y escuchar la lluvia artificial caer, pero también, como abrir una ventana y oír la lluvia real y profunda que nos apacigua.

María Clemencia Sánchez ha escrito un libro como quien construye una casa con todos sus arcanos, pero también con las claves para descifrar el misterio.

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Poemas de
María Clemencia Sánchez

Igual que su tristeza

¿Por qué lloras,
blanca niña?
Canción sefardí

Como ese rostro que al paso del desierto
Parece una caravana de tristezas antiguas
Y agua de sed de tiempo sin río.
Como esa espera que vista a la sombra
De las dunas, mira el cielo en la huida
De sus alas y es también un poco de luz
Que se lleva el día.
Como esa tristeza que bajo su rostro
Ocultan las niñas nómadas de la grey
Del amor salvaje, sus pasos de arena
Fundando una arcadia de polvo
En las manos del viento.
Igual que su tristeza sería esta canción,
Y como la letra de esa canción.

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Canción sefardí

En mi sueño no llueve, señor de
Las sequías, sólo hojas del suelo
Del olvido y memoria de manzanas
Son el ancho campo de
Mi cielo encendido.
En mis sueños la palabra lluvia, señor
Del olvido, llena el río de la noche,
Alegre testamento del sol de
Mañanas que no veo.
Nada hay en mi sueño que sea
Como la humedad de abril
En la tierra del agua prometida
Y sin embargo, señor del estiaje,
En mi nombre abrevan las sombras
Del desierto.

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Incólume el deseo

Ni el nombre del sol de los antiguos boababs
Ni el país donde crecen sus raíces como agua
Secreta, ni el dolor ni la alegría de lejanas
Hordas cantando sus desventuras, ni el relato de un
Reino espléndido en la boca de muchachas
condenadas a
La hoguera, ni el tiempo de luz recuperado por los
ciegos
A la sombra de los cedros, ni el jardín de delirios
infinitos
En la piel de los antiguos aurigas del Nilo.
Nada tienta ni rinde al deseo
Incólume de ser yo en ti, lo que aún
No has nombrado.

Fuente:

Sánchez, María Clemencia. Recolección en rojo. Editorial Universidad del Valle, Santiago de Cali, 2011.