Conferencia

La tensión estética en
Fernando González

Mayo 29 de 2014

Fernando González - Ilustración por Daniel Gómez Henao

Fernando González
Ilustración por Daniel Gómez H.

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Óscar Jairo González Hernández es escritor, ensayista y conferenciante. Profesor de literatura colombiana, latinoamericana y contemporánea en el pregrado de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales de la Universidad de Medellín. Cursó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Santo Tomás, tiene un diplomado en Problemas y Perspectivas en Filosofía y una maestría en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia. Es miembro del Consejo Científico Asesor y de Arbitraje de la revista Con-Textos (Universidad de Medellín). Colabora además en la Revista Universidad de Antioquia, Revista Universidad EAFIT, El Colombiano, El Mundo, Misterio Eleusino, Interregno y Prometeo. Fundó y dirigió en la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia los proyectos radiales La mecánica celeste y La trompeta de Mercurio, así como Cabaret Voltaire en la emisora Acústica de la Universidad EAFIT. Coordina la revista digital “Rinoceronte14” dedicada al arte, la literatura y la filosofía, el programa “Los anillos de Saturno” (Frecuencia U, Universidad de Medellín), el taller “Los campos magnéticos (observar, leer y escribir)” del programa de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales, es miembro de la planta de creación de la revista Punto Seguido y asesor literario de los grupos Colectivo Teatral Matacandelas, La Hora 25, Oficina Central de los Sueños, Teatro Elemental, Teatro El Trueque y AnamNésico Teatro. Ha publicado “La ciudad soñada” (compilación de textos sobre la ciudad), “Pincel de hierba” (a la manera del haikú), “La trompeta de Mercurio” (sobre el libro y la lectura), “En causa propia” y “Conversación y silencio” (entrevistas).

Conmemoración a 50 años de
la muerte del maestro
Fernando González Ochoa.

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Óscar Jairo González - Fotografía por Ángela Ospina C.

Óscar Jairo González
Fotografía por Ángela Ospina C.

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Lamecanicaceleste.wordpress.com

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De Salomé

He meditado y quizá tenga razón al decir que la escultura me atrae más que las otras artes porque soy un primitivo sensual. Pero me defiendo así: mis verdaderos sentidos son ojos, tacto y olfato.

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Para ser sencillos y limpios se necesita mucho arte filosófico. Sobre todo no dejarse poseer. Dos cajoncitos y un baúl formaron mi equipaje. No volveré a guardar libros sino los esenciales; ideas, sino las esenciales; pasiones, sino las esenciales. La sencilla limpieza en la conducta. Intelectualmente no necesito sino este lápiz y una libreta.

Fernando González

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La tensión estética
en Fernando González

Por Óscar Jairo González H.

Todo lo que hace realizable lo que llamamos tensión estética (dialéctica) en Fernando González, está vaciado poderosa y tentacularmente en y desde sus sentidos. No son los sentidos porque sí, sino de y desde aquellos sentidos que ha necesitado formar, estructurar y llenar para poseer la necesidad de instalarse en el sentido de lo estético que busca tensionar en el drama de los sentidos mismos. Como él mismo lo dice en Salomé: “Sí. He meditado y quizá tenga razón al decir que la escultura me atrae más que las otras artes porque soy un primitivo sensual. Pero me defiendo así: mis verdaderos sentidos son ojos, tacto y olfato”.

Y la medida de esa tensión para Fernando González, no tiene otra dimensión, dado que no es medida de lo medible sino de lo inmedible; no tiene otra dimensión que la realización de una construcción estética del sentido. Del sentido melancólico, o sea de aquello que se hace necesidad insaciable e inconmensurable que no tiene más sentido que hacerse sentir, que hacer sentir al lector, esas tensiones del instante que resultan y se desarrollan desde la observación maniobrada e intencional del arte, porque lleva esa observación hasta donde los sentidos se hacen una realidad hermosamente irresistible, la de la formación de la vida por medio del arte como lo sostenía Simmel, en su sensible ensayo sobre Rodin:

Si se estima que la finalidad permanente del arte es aliviarnos del confuso torbellino de la vida, procurarnos reposo y conciliación más allá de sus movimientos y contradicciones, cabe pensar que esta liberación por el arte de lo inquietante o insoportable de la vida se consigue no sólo huyendo a lo contrario de ella, sino también y sobre todo estilizando de la manera más perfecta y depurando al máximo su propio contenido. El arte de los antiguos nos aparta de la fiebre y la problemática agitación de nuestra existencia porque es su negación absoluta, la absoluta falta de contacto con ella. Rodin nos libera precisamente porque traza con la más alta perfección la imagen de esa vida que se agota en la pasión del movimiento. Como dice de él un francés, c’est Michelange avec trois siècles de misère de plus. Al hacernos vivir de nuevo nuestra más profunda vida en la esfera del arte, nos libera precisamente de ella tal como la vivimos en la esfera de la realidad.

En Fernando González, la intencionalidad estética moderna está realmente llena de carácter e intensidad del deseo del arte, como medio para la excitación inexorable de los sentidos, como esteta moderno que sentía como una necesidad indestructible. No el arte observado esencialmente como historiador, sino sentido como esteta. Y por lo mismo podía transmitirse a sí mismo esa misma intención estética desde la torsión que realizaba desde su tensión estética.

Fuente:

Comunicación personal.