Presentación

Todo lo que amo
nace continuamente

Agosto 5 de 2010

"Todo lo que amo nace continuamente" de Ángela García

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Ángela García (Medellín, 1957) estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Antioquia. Ha sido miembro del Consejo de Redacción de la revista de poesía Prometeo, cofundadora del Festival Internacional de Poesía en Medellín y codirectora del mismo hasta 1999. Ha publicado: “Entre leño y llama” (1993), “Rostro de agua” (1997), “Farallón constelado / Sternige Klippe” (traducción al alemán, edición bilingüe, 2003), “De la fugacidad / Om flygtigheten” (traducción al sueco, edición bilingüe, 2005), “Veinte grados de latitud en tres horas” (traducción al serbio, edición bilingüe, 2006), “Doce poemas sobre el silencio” (poesía, 2009). Ha traducido del francés “El horizonte sólo tiene un lado” (1998) de Claude Darbellay. Se desempeñó como productora de las Jornadas Internacionales de Poesía en Malmö, Suecia, y actualmente coproduce con Lasse Söderberg los Salones Musicales y Literarios en la misma ciudad.

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Todo lo que amo nace continuamente lleva las palabras a un límite con imaginación poética y libertad; convoca en el mismo lugar el ser y el tiempo, el vacío y el porvenir; lo elemental y el misterio, la sensualidad y la nostalgia. Poemas donde el silencio y la respiración pausada se unen ante imágenes reveladoras de la incertidumbre y consistencia del devenir.

Los Editores

Fondo Editorial Universidad Eafit

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Ángela García - Fotografía por Jairo Ruiz Sanabria

Ángela García
Fotografía por Jairo Ruiz Sanabria

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Tres poemas
de Ángela García

Tengo todas estas horas. ¿Cuántas? ¿Las que me restan del día? ¿Las que me restan de la vida? Pero el tiempo de un ser vivo es una fracción de tiempo enlazado al tiempo, de todo lo que es tiempo. Las vidas totales esclavas o fugitivas están en el columpio del tiempo.

Sobre el asfalto, el sol utiliza el lápiz sombra de las hojas y las ramas del almendro. Estos trazos de sombra bien perfilados, pacifican el aire de la calle. Los vehículos pasan. Menos veloces las personas pasan por la calzada, ajenas al tatuaje del sol sobre sus hombros y brazos.

Estas horas.

Estas horas semejantes a una lenta despedida, como un vapor hacia alta mar recóndita. Tengo todas estas horas para ver cómo todo pasa siempre. El tiempo es pasaje de la espada convertida en fluido.

El tiempo es argénteo como agua lustral.

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Hay un incendio en la garganta justo al comienzo de las cuerdas vocales. La voz ha cambiado, suena desde mi oído interno otra voz, otorgada por una estancia hueca.

Es por el vacío que cambia mi voz. No sólo son los pulmones, ni el frío, ni el grito. El cuerpo siempre calca los meandros de la errancia del espíritu.

No es verdad que tengo el mismo rostro, lo que ocurre es que asumo la máscara. Mi cabello es una máscara, la tenue sombra arriba de mi boca es un rastro en el antifaz. Pero en la piel algo pugna, en los ojos.

Ardor que es un gusto en el paladar, ardor picando la lengua. Entre los dientes, espeso.

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Todo tiene este brillo de luna llena y su indescifrable misterio.

Contrastan con el mediodía estas horas de plata, entre su danza de colores una savia de plata grita la noche en los ojos.

Si alguien descubre mis ojos, encontrará la noche, tatuada de rastros dispersos de mediodía.

Pero el amor ha puesto lejos los rostros que podrían verme. No hay espada que corte esta substancia de tiempo que se vale de mí para negarme.

Tengo horas que me hablan de una urdimbre intocable por mi voluntad.

Sueño tener horas para mí.

Fuente:

García, Ángela. Todo lo que amo nace continuamente. Fondo Editorial Universidad Eafit, colección Acanto, Medellín, marzo de 2010, p.p.: 27 – 29.