Presentación

Voces de la clepsidra

Julio 9 de 2015

“Voces de la clepsidra” de Olga Elena Mattei

* * *

Olga Elena Mattei (1933). Poeta antioqueña, cuenta con 23 libros publicados, 41 inéditos y miles de poemas por digitar y compilar. Su obra ha sido incluida en más de 120 antologías y diccionarios internacionales y nacionales. Ha recibido 43 reconocimientos, entre ellos nueve premios internacionales y nacionales y 34 condecoraciones, placas y homenajes. Su poema en multimedia sobre el cosmos, “Cosmoagonía”, se ha presentado en los planetarios de Nueva York, Washington, Toronto, Santo Domingo, Puerto Rico, México y Colombia. Ha sido invitada de honor a innumerables congresos nacionales e internacionales y ha realizado más de 400 recitales, entre ellos unos 46 en Estados Unidos y Europa. Ha sido conferencista en arqueología, Civilización Egipcia, Angkor Vat, la Cultura Khmer y la Cultura Maya. Fue incluida en la lista de los 100 antioqueños del siglo XX y en la colección de postales “Grandes Hombres de Antioquia” (solo 12 mujeres), donde fue la única escritora, así como en una lista de investigaciones biográficas de la Universidad de Antioquia de los diez escritores antioqueños más importantes, en la cual fue la única poeta viva. Fue periodista cultural ad honorem por 25 años en El Colombiano y durante casi 15 años ha sido la única crítica de música clásica, artes plásticas, poesía y civismo (ad honorem) en El Mundo. Ha conducido programas culturales de radio y televisión.

* * *

Sílaba EditoresMunicipio de Medellín

* * *

Cada libro de Mattei ha sido un reto para la cultura poética de su tiempo. Una vez publicado uno, el siguiente ha llegado a romper la manera ya fijada de decir, sentir, evocar, conservando lo esencial del que le precede porque la paradoja se da, no solo en ella, sino en la literatura misma. El presente libro es un homenaje a algunos creadores excepcionales y sitios históricos únicos, ambos patrimonio de la cultura humana. Estos sitios a los que la poeta canta, los ha recorrido y visto con la paciencia del monje, y los ha reflexionado y recreado poéticamente. No deja de sorprender la vigencia de sus poemas por la intensidad lírica, la unidad de forma y sentido, y su profunda dimensión humana.

Augusto Escobar Mesa

* * *

Olga Elena Mattei - Fotografía por Pilar Mejía

Olga Elena Mattei
Fotografía por Pilar Mejía

* * *

Poemas de
Olga Elena Mattei

Avanzar

¡Cien mil años!
Atreverse a flotar sobre las aguas
en las primeras balsas,
aventurarse en troncos huecos
con la osadía de avanzar
más allá de las orillas
por líquidos senderos.
Y aún se tardan milenios
en descubrir la semilla,
en cultivar la tierra,
¡en obtener cosechas!
Hasta que produjeron
el germen del espíritu
en los primeros ritos:
ellos, que treinta mil años antes
que nosotros,
en los muros de sus cavernas
¡inventaron el arte!

* * *

Brahms

Mi lecho en la penumbra,
mi pensamiento en el umbral del sueño,
y tu chelo,
que me sostiene el eco subliminal
de su profunda meditación intensa.
A mis setenta,
estoy dispuesta a ser tu amante,
tu amada, dulce Brahms,
tú sólo tendrías cuarenta.

Yo giraría
buscando tus escasas palabras,
bajo las olas y cascadas de tu alma,
la que gime o cabalga
con el trotar del juego musical
de dos por tres,
en tu misterio,
maestro Brahms.

Déjate amar,
déjate amar de mi desvelo.
Sólo la falsa realidad
de doble faz
que mide el tiempo
nos puede separar o reunir
por un momento eterno.
Brahms, semidios,
ángel sereno,
taumaturgo inmenso
que penetras mi fuero
con tu lengua de fuego.

* * *

La voz del glifo

Un día, a esta hora,
es decir, ahora mismo, en otra parte,
digo, en otro tiempo,
un hombre de piel cobriza,
pómulos prominentes, labios finos,
mentón firme y ojos incisivos,
desde esta misma roca,
contemplaba este río.
Se llamaba Ramsés, y yo diría
que su nombre no era lo importante,
ni tampoco sus acciones ni sus sueños.
Lo importante era su pueblo.
Y un día, a esta hora,
es decir, ahora mismo, en otra parte,
digo, en otro siglo,
un hombre enérgico y decidido,
rostro circunspecto,
ropas napoleónicas
y mirada microscópica,
sigue trazo a trazo,
línea a línea,
el rastro críptico de un glifo:
Ra-am-ses. Rah-ah-me-ese.
Resuena, renace,
se recupera el sonido…
flota en el tiempo de la piedra.
Aquí, el nombre es lo importante:
“Rahahmeses”,
porque el nombre es la nota
para todo el idioma,
su sonido es la clave
para hallar su lenguaje.
Trazo a trazo, cada línea cobra significado,
y cien veces estará equivocado…
Va de izquierda a derecha,
de arriba a abajo, o al contrario,
y hay que andar a tientas,
de derecha a izquierda, y otra vuelta:
Compara, deduce y ¡adivina!
“Ah”: soplo de vida, “Ahmum”: bella vida,
“Amón”: sol, “Aken”: adorador…
Aquí está toda la historia de tres milenios
esculpida en grafismos,
enterrada en las mentes fugadas
de pretéritos escribas…

Y este hombre que pasa las noches
bruñéndose la faz con lámparas de aceite,
sobre un cuaderno lleno de apuntes incipientes,
este hombre que respira su cansancio
y su vaho sobre una copia escueta de la antigua
piedra de Roseta, se llama Champolión.
En la constancia y el desvelo
y el fervor y el trabajo y el ingenio,
late el genio y la psiquis
en desdoblamiento
y ya no cuenta el tiempo,
sino el poder interno de su mente
y de su empeño.
Él es capaz de convocar desde el pasado
en el secreto jeroglifo
a un mundo muerto y legendario
y traerlo de nuevo a nuestro lado,
por su sola invocación…
Yo lo acompaño en la penumbra
de su callada habitación
y en el conjuro de su voz
escucho llegar el eco resurrecto
de los antiguos reinos que aclamaron
las hazañas de un pueblo
o las glorias de un dios.
… a través de la memoria
de un pétreo faraón…
… Por el poder intelectual
de un maestro obstinado
que se llamaba Champolión.

Fuente:

Mattei, Olga Elena. Voces de la clepsidra. Sílaba Editores / Alcaldía de Medellín, Secretaría de Cultura Ciudadana, colección “Letras vivas de Medellín”, 2015.