Érase una vez… en Otraparte

Lecturas en voz
alta para niños de
todas las edades

Coordina: Mauricio Quintero
—Diciembre 2 de 2018—

Mary Jo Smith y la sillita del Maestro / Ilustración © Daniel Gómez Henao

Mary Jo y la sillita del Maestro
Ilustración © Daniel Gómez Henao

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Este será un espacio para leer juntos, para acercarnos a las palabras, al disfrute que ellas nos proporcionan desde siempre. Palabras que se trenzarán en poemas y cuentos para chicos y grandes, imágenes que saltarán por las ventanas hasta nuestros ojos, sensaciones de no tiempo y no lugar como en el paraíso de la infancia. Paladear los acentos, los ritmos y las desconocidas sonoridades que llevarán de la mano a nuestros niños (y a nosotros mismos) por paisajes e historias que de otro modo no habríamos soñado.

Se trata especialmente de abrir a los niños, en su experiencia cotidiana, un lugar para que no pierdan el asombro ni las preguntas, para cultivar su mirada y su sensibilidad, su percepción de la vida. Se trata de restituirles una región de la belleza y el sueño que en esta época de consumo y derroche tecnológico han empezado a perder.

La lectura y disfrutar el arte libremente será para ellos una experiencia enriquecedora que el tiempo, nuestra ciudad, nuestro país y la vida misma sabrán agradecer.

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En esta sesión narraremos diversas anécdotas relacionadas con Fernando González y los niños, y escucharemos en la voz de Mary Jo Smith la historia de la sillita del Maestro…

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El Principito

A León Werth

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada.

Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan). Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:

A León Werth cuando era niño

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La sillita del Maestro

Por Mary Jo Smith *

El Maestro era mi «abuelito». Mi mamá (Rosa Girasol), como nadaísta, solía visitarlo mucho, y yo forjé mi propia relación con él desde los 3 hasta los 5 años de edad.

Nos íbamos a caminar juntos y él recogía naranjas de los árboles, y caminando, comiendo y conversando pasamos muchas tardes.

Una vez me cansé de pelar mi naranja —mientras él ya se comía la suya— y le pedí que me diera un casquito. Me dijo: «Todo lo mío es tuyo».

Cuando yo lo visitaba, subía a su alcoba donde escribía, sentado en una sillita chiquita, con la máquina de escribir sobre una silla de tamaño normal. Las rodillas le llegaban hasta el pecho, y yo le pregunté por qué tenía una sillita que era chiquita, como para mí. Me dijo que así le gustaba escribir. La sillita, de esas que colgaban fuera de los almacenes en la plaza de Envigado, era el símbolo del puente espiritual que nos unía.

Abuelito nunca me trató como una «niña chiquita». Me trató siempre como un ser espiritual; para mí fue el único adulto que realmente me vio por lo que yo era, aun estando dentro de una cáscara de niñez. Compartíamos una rebeldía, una protesta que llevaba a serenidad —había algo que se entendía, que se aceptaba— sin necesidad de expresarlo o explicarlo.

Mi mamá me llevo a Otraparte el día después de que el abuelito dejó su cuerpo, y mientras ella tomaba agua aromática con doña Margarita, yo subí las escaleras angostas a la alcoba a buscar la sillita. La llevé al carro, la puse sobre el asiento de adelante y me senté en ella. Admiré el jardín y sentí mucha paz. Mi amigo ya no estaba para darse caminadas conmigo, pero yo nunca perdería nuestra amistad. Recuerdo esa certeza como si hubiera sido ayer…

En esas salieron doña Margarita y mi mamá a preguntarme qué estaba haciendo con la silla del Maestro, y les contesté: «Abuelito me dijo que todo lo de él era mío y esto es lo único que quiero».

En ese entonces yo tenía 5 años; la sillita me ha acompañado ya casi 39 años. Me gustaría regresarla a la alcobita del Maestro, ya que ustedes han creado en Otraparte un sitio muy especial que lo celebra. No tenerla físicamente conmigo no significa que no la tengo. Así como no tenerlo a él en el físico no significa que él deja de existir. Yo siempre lo celebraré y lo amaré.

Fuente:

Comunicación personal, 2002. Escuchar grabación del texto (2017) en su propia voz.

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* Mary Jo es hija de Rosemary Smith (Rosa Girasol), artista estadounidense que en la década de 1960 vivía con sus hijos en su casa «Todaspartes», cerca de Otraparte. Actualmente Mary Jo vive en Estados Unidos con sus hijos Greg y Joanna y su esposo Ivan Obolensky. Es la directora de Dynamic Doingness, su propia compañía.

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La sillita de Fernando González y su máquina de escribir / Fotografía © Oliver Ehmig

La sillita del Maestro y
su máquina de escribir.
Fotografía © Oliver Ehmig