Érase una vez… en Otraparte

Lecturas en voz
alta para niños de
todas las edades

Rafael Pombo

Coordina: Mauricio Quintero
—Noviembre 17 de 2019—

Ilustración de «Rinrín Renacuajo» por Leo Espinosa

Rinrín Renacuajo
Ilustración © Leo Espinosa

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Este será un espacio para leer juntos, para acercarnos a las palabras, al disfrute que ellas nos proporcionan desde siempre. Palabras que se trenzarán en poemas y cuentos para chicos y grandes, imágenes que saltarán por las ventanas hasta nuestros ojos, sensaciones de no tiempo y no lugar como en el paraíso de la infancia. Paladear los acentos, los ritmos y las desconocidas sonoridades que llevarán de la mano a nuestros niños (y a nosotros mismos) por paisajes e historias que de otro modo no habríamos soñado.

Se trata especialmente de abrirles a los niños, en su experiencia cotidiana, un lugar para que no pierdan el asombro ni las preguntas, para cultivar su mirada y su sensibilidad, su percepción de la vida. Se trata de restituirles una región de la belleza y el sueño que en esta época de consumo y derroche tecnológico han empezado a perder.

La lectura y disfrutar el arte libremente será para ellos una experiencia enriquecedora que el tiempo, nuestra ciudad, nuestro país y la vida misma sabrán agradecer.

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Ilustración de Rafael Pombo por William

En esta sesión recordaremos a José Rafael de Pombo y Rebolledo (Bogotá, 1833-1912), escritor, poeta, fabulista, traductor, intelectual y diplomático colombiano, autor de poemas infantiles tan celebrados como «El renacuajo paseador», «El gato bandido», «La pobre viejecita», «Simón el Bobito», «Mirringa y Mirronga» y «Fuño y Furaño». Veremos cortometrajes, leeremos cuentos y también compartiremos el material de lectura Leer es mi Cuento del Ministerio de Cultura.

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El Principito

A León Werth

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada.

Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan). Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:

A León Werth cuando era niño

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El renacuajo paseador

—Rafael Pombo—

El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,
salió esta mañana muy tieso y muy majo,
con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.

—¡Muchacho, no salgas!— le grita mamá.
Pero él hace un gesto y orondo se va.

Halló en el camino a un ratón vecino,
y le dijo: —¡Amigo!, venga usted conmigo,
visitemos juntos a doña Ratona,
y habrá francachela y habrá comilona.

A poco llegaron, y avanza Ratón,
estírase el cuello, coge el aldabón,
da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?
—Yo, doña Ratona, beso a usted los pies.

¿Está usted en casa? —Sí, señor, sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.

Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
mi amigo el de verde rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor.

Y en tanto que el pillo consume la jarra,
mandó la señora traer la guitarra,
y a Renacuajo le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.

—¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.

—Lo siento infinito, responde Tía Rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.

Mas estando en esta brillante función
de baile y cerveza, guitarra y canción,
la gata y sus gatos salvan el umbral,
y vuélvese aquello el juicio final.

Doña Gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico, maullándole: ¡Hola!
Y los niños gatos a la vieja rata
uno por la pata y otro por la cola.

Don Renacuajito mirando este asalto
tomó su sombrero, dio un tremendo salto,
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos noches muy felices.

Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.

Y así concluyeron, uno, dos y tres,
Ratón y Ratona, y el Rana después;
los gatos comieron y el pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!

Fuente:

Wikisource.org

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Ilustración de Rafael Pombo por Turcios

Rafael Pombo
Ilustración © Turcios