Boletín n.º 116
15 de enero de 2014

Grandeza y miseria
de la literatura

Conferencia inédita
de Gonzalo Arango

18 de enero de 2014

Gonzalo Arango Arias - Fotografía por Hernán Díaz

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Apreciados amigos:

El movimiento nadaísta que alborotó a Colombia en la década de los 60 está de nuevo haciendo de las suyas: los jóvenes, a quienes el mensaje del Nadaísmo fue y continúa siendo dirigido, son expuestos de nuevo a este material que inspira e invita a manifestar la capacidad de recrear el mundo.

Tesoros escondidos por más de 50 años ven nuevamente la luz, y entre ellos reaparece la viva voz del profeta Gonzalo Arango, cuyos amorosos y poderosos textos mantienen su vigencia.

Es el año 1963. En el rancho de Todaspartes, Gonzalo Arango, sentado frente a un micrófono y controlando él mismo la máquina grabadora, nos regala un discurso completo de una hora y media. La conferencia, dirigida a una audiencia de escritores y comunicadores, titulada Grandeza y miseria de la literatura, se encuentra dividida en las siguientes secciones:

  1. Mi vida en Islanada
  2. La soledad imposible
  3. Átomos para la paz de los muertos
  4. Desamparo del arte
  5. La libertad es mortal y peligrosa
  6. La traición de los intelectuales
  7. El capital contra el espíritu
  8. La violencia
  9. Grandeza y miseria de la libertad
  10. El camino

Para celebrar su cumpleaños número 83, este sábado 18 de enero escucharemos el discurso del poeta de manera simultánea en diversas ciudades de Colombia y otros países. En la Casa Museo Otraparte el evento se realizará el sábado 18 a las siete y treinta de la noche.

¡Los esperamos!

Michael Smith

Gonzalo Arango Arias - Logo del Nadaísmo

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Ver programación completa en
Elprofetagonzaloarango.com

Ver video introductorio «El mundo
en 1963»
del realizador Michael Smith,
gestor principal del evento y creador
de Elprofetagonzaloarango.com

Escuchar conferencia completa
en Elprofetagonzaloarango.com

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Gonzalo era delgado y de baja estatura. Si a estas condiciones se añaden aquella dulzura de sus ojos, como traslúcidos, y la ternura que brotaba de su mirada, de sus gestos, de su simple inclinación hacia el otro, se tenía a primera vista la sensación de fragilidad. Se daban otras condiciones. Una alegría, la risa fácil, la palabra pronta e ingeniosa. Y ya una cultura. Y ya una inteligencia, como capacidad para aprehender el mundo. La pronta disposición para el diálogo, el ánimo expansivo. Y, por encima de todo, el dolor de los demás. Padecía, como si fueran sus propios estigmas, las angustias de los pobres y desvalidos. Gonzalo no era un ser frágil. Era un hombre íntegro, cálido, generoso.

Alberto Aguirre

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Es difícil aceptar que los amigos se mueren y que pasarán estas montañas; no me acostumbro a pensar que es ahora un puñado de cosas inertes, azufre y cal, el polvo que levantan los veranos. Nunca podré convertirlo en potasio literario. Para mí es irremediablemente más que una ficha bibliográfica, que una mosca en la sopa de letras, que un poeta fichado y alfabéticamente muerto. También es el soplo de la presencia arrebatada de mi lado por la irresponsabilidad de los dioses, la gracia de un amigo sobre esta tierra ametrallada de odios, con quien compartimos el privilegio de un instante dorado que pasó, no, que permanece en el tiempo de la memoria por el milagro del amor. La palabra inventada por Gonzalo y que nosotros también convertiríamos en nuestro santo y seña, nadaísmo, no es apenas una simple aventura literaria en la cual comprometimos el alma hasta el último hueso, sino el negocio afortunado y azaroso en el que invertimos la moneda de oro de la vida. No me costará esfuerzo ser imparcial. El amor nos permitirá ser desapasionados.

Eduardo Escobar

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Conferencia «Grandeza y miseria de la literatura» de Gonzalo Arango

(Clic en la imagen para ampliar)

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Aprovechamos la oportunidad para agradecer públicamente a los herederos de Gonzalo Arango, especialmente a su hermano Gabriel y a su sobrino Ricardo, quienes generosamente firmaron ante notario público la «Cesión universal de derechos de autor a título gratuito y de forma irrevocable», documento que le permitirá a la Corporación Otraparte difundir libremente la obra del poeta andino.

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«Mi destino estaba en ser
hombre y me elegí escritor»

Carta escrita en 1952, seis
años antes del Nadaísmo

Querido viejo (1):

Me llegó una carta tuya. Me alegro de que me trates como un amigo y no como un evangelista. Los hombres como yo necesitamos eso. Nos conmueve más la caricia dulce llena de piedad que la dureza de palabras frías y severas. Esa fue la razón para que, al leerla, me sintiera triste, lleno de remordimientos. ¿Remordimientos de qué? Tal vez de no poder ser lo que tú quisieras de mí. En el fondo, no tengo de qué arrepentirme. No me puedo revelar contra lo que soy. Cada quien es la pequeña porción de destino con que nace. Ese destino hay que llevarlo hasta la muerte como una gran cruz. Lo demás es soberbia.

Yo elegí mi vida porque a mí me corresponde vivirla. Si no seguí estudios de derecho (2), fue por comprender que era una tribuna pequeña para dar mi testimonio de hombre. Mi destino estaba en ser hombre y me elegí escritor. No sé si ahora puedes comprenderme o justificarme. Nadie puede juzgarnos culpables por haber desviado el camino. Tú dices que el camino es Dios. Yo desvié mi camino para llegar hasta ÉL, según la capacidad de mis pasos y de mis fuerzas. Nací en una época en que lo más sagrado para ti es hoy pisoteado y arrastrado. Al hombre lo fusilan contra los muros; el amor, el bien y la libertad están manchados de sangre. El hombre ha olvidado a Dios, que es el amor, y el mundo rueda locamente al abismo. A mí me ha tocado vivir esa época de terror. Lo que digo como escritor es una respuesta a las imágenes brutales que ha mostrado el mundo.

A propósito de mi obra, te cuento que está definitivamente terminada. Ahora mismo estoy gestionando posibilidades de publicación. Pienso enviarla a Lima (Perú) o Buenos Aires. Espero que en una de las dos editoriales me resulte algo favorable. De la calidad humana de la novela, estoy seguro. Esta seguridad me ha sido confirmada por mis amigos intelectuales. Yo no espero que el recibimiento a mi obra sea apoteósico, pero sí hará meditar y tentar al arrepentimiento. Como te digo, mi obra es una acusación a todo. Espero sufrir mucho diciendo esta verdad. Pero estoy tranquilo. Soy una voz revelada que grita el desastre y tiene nostalgia del amor. Mi voz no es más que esto: una súplica para que regrese el amor a la Tierra.

Voy a darte una explicación para dejarte tranquilo. No me interesa quién te haya informado de haberme visto «donde reina la maldad y el constante pecado de Dios». Yo mismo te lo confesaría. Yo soy escritor. No puedo encerrarme en torres de marfil a divisar las ciudades como hormigueros humanos. De arriba no se divisa nada. Sólo una cosa borrosa y vaga que no es la realidad. El escritor se nutre de impresiones de la vida, de imágenes. Tiene que vivir, meterse al pantano para decir que está podrido. Investigar las almas para asegurar que están enfermas. Conocer directamente el hambre, la miseria, el asesinato, la desesperación. El escritor es como un médico que abre las vísceras y ve la enfermedad para después sanarla. El bisturí de uno es la pluma que trata de aliviar, de detener la agonía. Yo no puedo predicar que el mundo sufre si no conozco ese sufrimiento. Para escribir hoy no se puede mirar al cielo. El cielo sigue siendo limpio y azul. Hay que mirar a los hombres, mirar hacia abajo. No se puede engañar a la humanidad escribiendo lo que no se ha visto. La honestidad es la vida del escritor.

Tú vas a reprocharme que conozca esa vida sucia de los barrios bajos. Me preguntas que por qué no voy a los clubes aristocráticos, a los ambientes puros. Esos hombres tienen máscara. El único hombre verdadero es el de la calle.

Sufro mucho pensándote lejos de cosas tan queridas. De tus regocijos en la finca. Sufro pensando que estás en peligro. Si yo tuviera dinero, hoy mismo renunciarías a las fatigas y a las privaciones de esa vida burocrática.

Yo siempre espero que por mi cuenta tendrás todo algún día. Sé que no podré complacerte en muchas cosas que van a dolerte respecto de tus principios. Pero si tus principios son los del amor, los míos también.

Acepto la invitación de unirme contigo. Serán dichosos los días que pase a tu lado. Del 15 en adelante, espero viajar. La finca (3) está bien dispuesta para las vacaciones. El café lo he vendido y ya casi cubro la deuda en la Caja Agraria. Te agradezco las lágrimas que me hiciste derramar con tu carta. No porque me sienta culpable, sino porque sé que me amas.

Gonzalo Arango

Notas:

(1) Se refiere a Francisco Arango, su padre. Era el telegrafista de Andes (Antioquia).
(2) El autor se retiró de la Universidad de Antioquia cuando cursaba el tercer año de derecho.
(3) El Corazón era el nombre de la finca de la familia, situada en Belencito, sector aledaño a Medellín. Hacia allá se retiró Gonzalo Arango, después de retirarse de la universidad, acompañado de un perro y una calavera, robada en el cementerio de San Pedro (Medellín).

Fuente:

Oleajes de la Sangre – Cartas íntimas del fundador del Nadaísmo. Librería «La Pisca Tabaca», editores, Medellín, 1997. Edición a cargo de Andrés Nanclares.

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Michael Smith y Gonzalo Arango
Michael Smith y Gonzalo Arango

Gonzalo Arango y Rose Mary Smith (Rosa Girasol), madre de Michael
Gonzalo Arango y Rose Mary Smith
(Rosa Girasol), madre de Michael.

Carta de Gonzalo Arango a Michael Smith

Carta de Gonzalo Arango a Michael, donde menciona «Todaspartes», la casa de la familia Smith cercana a Otraparte, que fue bautizada así por el maestro Fernando González.