Boletín n.º 166
4 de septiembre de 2019

Se amplía el programa
Libertad Bajo Palabra
del Ministerio de Cultura

Portadas 9, 10 y 11 de la serie «Fugas de tinta» del programa Libertad Bajo Palabra del Ministerio de Cultura

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En convenio con el Ministerio de Cultura, la Corporación Otraparte se une a la difusión de las diferentes actividades y logros del programa «Libertad Bajo Palabra» y su serie antológica «Fugas de tinta» con el fin de «desarrollar estrategias para el fortalecimiento de la escritura creativa en los centros penitenciarios de Colombia y apoyar las actividades que contribuyan a la consolidación del proyecto».

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Fugas de tinta - Cuentos, relatos y poemas escritos desde la cárcel

Se amplía el programa
Libertad Bajo Palabra

Más de 700 personas privadas de la libertad serán beneficiadas por el Ministerio de Cultura por medio del programa Libertad Bajo Palabra. En 2019 el proyecto está conformado por 28 talleres en 21 departamentos y 25 municipios del país, y con el desarrollo de estos encuentros se ofrece a la población carcelaria de Colombia la oportunidad de encontrar en la literatura una herramienta para que los internos se piensen, confronten y reconstruyan sus vidas creativamente.

A lo largo de doce años, Libertad Bajo Palabra ha formado por medio de la escritura a lectores de literatura y, en muchos casos, a escritores. Son personas que tienen mucho que contar, exteriorizar, y que en la literatura han encontrado una herramienta que les permite hacerlo sin ser juzgados.

Con una inversión de $165’930.000, el Ministerio de Cultura le dio continuidad a este programa que desde 2005 no ha dejado de realizarse y que este año publicará la decimosegunda edición del libro Fugas de tinta, compilación anual de los mejores trabajos de los participantes.

También se abrieron dos nuevos talleres en centros carcelarios de mujeres de Cartagena y Popayán, los cuales brindan a las participantes una herramienta de expresión y transformación que impacta de manera positiva su día a día. Además, se reactivaron los talleres de Medellín, Bucaramanga y Bogotá, donde las reclusas aprovechan lo aprendido para escribirles cartas a sus hijos en las que tratan de explicarles lo acontecido en sus vidas y les narran su cotidianidad por medio de relatos y poemas.

La literatura como herramienta de transformación

Más de cuatro mil talleristas han participado en el programa que comenzó en Cali hace doce años cuando el escritor José Zuleta, su fundador y director, después de una visita a una prisión decidió convertir en realidad el sueño de muchas internas que escribían sus historias y deseaban compartirlas. Así, con el apoyo de Mincultura, Libertad Bajo Palabra se desarrolla actualmente en dieciocho institutos carcelarios del país con un promedio de veinte participantes por taller.

Una de las características del programa es que se trata de un ciclo completo que cada participante culmina con un trabajo definitivo, ya sea crónica, cuento o poesía, entre otros géneros. En consecuencia, al terminar las catorce sesiones cada uno cuenta con la satisfacción de tener su obra terminada y de haber entrado al mundo de la literatura, cuyas puertas nunca vuelven a cerrarse.

Para el director José Zuleta, la mayor satisfacción es «tener Libertad Bajo Palabra en toda Colombia y haber publicado cada año los trabajos del programa en el libro Fugas de tinta, así como haber construido treinta y siete bibliotecas en los centros carcelarios». Y agrega que hay otro logro no tan visible pero sí muy alentador: «Haber formado a por lo menos tres mil lectores que gozan de la literatura».

Las lecturas del programa

«El programa tiene una metodología que les ofrece desde el principio una serie de lecturas comprendida por textos que fueron escritos en las cárceles o en cautiverio, muchos de ellos son importantes obras de la literatura universal: De profundis de Oscar Wilde, Diario de Lecumberry de Álvaro Mutis, Diario del ladrón de Jean Genet y Nanas de la cebolla de Miguel Hernández, entre otras. Al saber que son textos que se han escrito en las cárceles sienten empatía y quieren escribir», explica el director.

Además, los participantes leen Fugas de tinta para conocer qué escribieron los otros, lo cual es un estímulo para entrar en el mundo de la literatura y certificar que sí es posible contar su propia historia, narrar y describir el momento en el que la vida les cambió por una mala decisión, un mal consejo o un «canto de sirenas», como lo llama José Zuleta, y entraron al mundo del delito sin retorno.

«Es un libro de muy buena calidad que no se ha dejado de hacer nunca. Es una memoria del trabajo, un referente para los participantes que ven que es una literatura posible en la cual el autor no pretende nada diferente a expresarse, así no tenga una cultura o formación literaria», añade Zuleta.

Cada libro de Fugas de tinta tiene el panorama nacional de la vida en la cárcel y los testimonios de cómo los participantes llegaron allí. Se marcan claramente las diferencias entre quienes provienen de las zonas rurales y quienes han vivido en las ciudades, sus vínculos e incluso las argóticas populares que han sido motivo de estudio en varias tesis universitarias.

El futuro de Libertad Bajo Palabra

Para José Zuleta, el reto es que el programa siga a delante, que se pueda ir fortaleciendo y que se sumen más establecimientos carcelarios. «Este programa ha sido observado por otros países como España, México, Argentina e incluso fue registrado por un noticiero de televisión chino. Empezamos con seis instituciones y ahora se proyecta estar en veintiocho».

Sobre el proyecto

Libertad Bajo Palabra forma parte de Relata, la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa que busca promover la lectura crítica, el fortalecimiento de la producción y la divulgación de nuevos autores en los diversos territorios del país.

De esta manera se participa en la construcción de un nuevo tejido social y cultural en el que la literatura constituye un lugar de encuentro para la transformación humana.

Disfrute de todos los títulos de la serie Fugas de tinta ingresando aquí

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