Boletín n.º 206
15 de noviembre de 2023

Noventa años de
El Hermafrodita dormido

~ 1933 • 2023 ~

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Jueves 16 de noviembre

~ Casa Museo Otraparte ~

Contemplar para sentir, notas
sobre El Hermafrodita dormido

Invitado: Andrés Esteban Acosta Z.
Hora: 7:00 p.m.

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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La Corporación Otraparte conmemora el nonagésimo aniversario de El Hermafrodita dormido, libro publicado en noviembre de 1933 por la Editorial Juventud en Barcelona, España, cuando Fernando González se desempeñaba como cónsul de Colombia en Marsella, Francia. Según el investigador literario y ensayista Efrén Giraldo, «“El Hermafrodita dormido” es una de las obras más llamativas en la producción de Fernando González», pues «es uno de los representantes más singulares de tres géneros sin residencia fija en el canon literario colombiano: la literatura de viajes, el ensayo literario y la crítica de arte». Para celebrar el aniversario, y en el marco del programa «Lecciones de noviembre» del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, compartimos algunos textos e imágenes y les invitamos a un encuentro con el profesor Andrés Esteban Acosta Zapata, autor del artículo «Ciento un años pensando como un viejo» y del estudio «Fernando González: una filosofía vivencial».

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El Hermafrodita dormido sigue la línea del viaje, que es una característica en la obra de Fernando González. El autor registra su estadía en Italia (aventuras italianas), a través de su alter ego Lucas Ochoa, detallando la vida cotidiana, parte del contexto social y político, y su experiencia del arte. Pasea y observa, se detiene en los cafés, contempla el arte (la escultura) y se contempla a sí mismo, reflexiona sobre Suramérica y, principalmente, se mantiene firme en su propósito de intimidad, que en este libro de 1933 se lee en términos de sensación o belleza. Contemplar para sentir es una forma de concebir el oficio de filósofo, amigo de la verdad, de Fernando González. Es la labor del autor en Italia: llenarse de la emoción que embellece e invita a crear: «He ahí el fin del arte: producir emoción de grandeza y dignidad; producir el embellecimiento del género humano».

Andrés Esteban Acosta Zapata

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El Hermafrodita dormido es el último libro de Fernando González publicado en Europa y lujosamente editado. Este libro, que consta de unas doscientas páginas, contiene una crítica al fascismo y trata de otras ideas. La llegada de esta obra pone en expectativa los espíritus, ya que Fernando González tiene en Antioquia numerosos lectores. A pesar de que el libro anterior del mismo autor, Don Mirócletes, no fue bien recibido por el espíritu de crítica cruel e injusta que llena sus páginas, ahora por tratarse da un libro inspirado en Mussolini, que declaró huésped no grato a González, obligando a éste a salir de Italia, hay interés por conocer este nuevo panfleto.

El Tiempo
(Bogotá)

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El Hermafrodita dormido —y me cabe la gran satisfacción de haberlo predicho aquí mismo— cae bajo el implacable dominio del Syllabus y será, no hay duda, prohibido, condenado, censurado por la Iglesia católica, ya que somos espiritualmente colonia vaticana y que el catolicismo no transigiría nunca con las cosas que Fernando González dice en El Hermafrodita dormido. El Gobierno no puede, eso sí, una vez destituido el cónsul, impedir la circulación del libro. Eso es cuestión de la Iglesia.

Y cuando venga la censura y la prohibición, vamos a ver qué es lo que de ello dicen los conservadores oposicionistas que armaron la gran gritería llamando al doctor Olaya Herrera dictador porque se ceñía estrictamente a los claros procedimientos de relaciones exteriores universales, y porque el libro ultraja no solamente a Mussolini sino a la misma Italia.

Vamos a ver qué hablan y qué comentan los de la libertad del pensamiento escrito.

Mientras ello llega, seguimos diciendo que el libro de Fernando González, El Hermafrodita dormido, es una obra profunda, inquietante, soberbia y que dará nombre a nuestra patria en todo el mundo.

Emilio Jaramillo
El Fígaro
(Bogotá)

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Este libro, confirmador de una fuerte personalidad literaria, está principalmente formado por impresiones político-sociales y artísticas de Italia, en especial de Roma y Génova. Claro está que decir impresiones de Italia apenas significa nada. ¡Son tan abundantes en la literatura y se parecen tanto unas a otras! Pero aseguramos que las de este autor impresionarán de verdad, tanto por lo auténticamente nuevas como por el estilo original personalísimo en que están expresadas. Porque se trata, nada menos, que de un hombre con ideas propias, de un intuitivo formidable y de un escritor que sabe condensar lapidariamente el idioma en sus juicios, los cuales adquieren así al aire de lo definitivo, de lo incontrovertible.

Fernando González es individualista, naturalmente; de un individualismo espiritualista, místico. Cree que «todo régimen en que, se pierde de vista que el fin es el individuo, es una maldad humana. Sólo el hombre es una promesa; la sociedad, no. Esta es una manifestación accidental del hombre. La sociedad es una forma para que el hombre se perfeccione». Fernando González reconoce que «el fascismo ha organizado el trabajo en forma corporativa hasta donde no se puede imaginar», pero añade que «esto es precisamente el socialismo y lo único que puede producir el socialismo, lo único que de él puede esperarse. Producción anónima numerosa; máquinas. Pero, ¿y el hombre? ¿Por qué abandonar al hombre que es el fin de la Creación? ¿Acaso fue creado el hombre para la obra? ¿No es, por ventura, el hombre rey de la Creación? El hombre fue creado para ascender en conciencia, para desencarnarse a través de áspera brega. El fin de la vida es llegar a la muerte con el cuerpo consumido por la jornada y el alma como la luna llena que asoma».

Ya comprenderá que de quien así piensa tiene que salir muy mal parado el fascismo y toda forma de gobierno similar.

Este libro contiene la más acerba crítica y el estudio psicológico más certero de cuantos hasta ahora se han hecho de Mussolini. En cuanto a la parte artística descuellan los escuetos y penetrantes análisis que hace, entre otros, de las magistrales esculturas griegas, el Hermafrodita dormido y las Venus de Cirene y Capitolina, platónicos, como todo el libro, de hondas sugerencias y geniales atisbos. Se trata, en fin, de una obra extraña y desconcertante, en la que andan, íntimamente mezclados, el arte, la filosofía y la metafísica; una obra interesantísima e inquietante, en la que Fernando González dice verdades enormes y alumbra inéditas bellezas, porque tiene el don poético de ahondar en las cosas.

El Sol
(Madrid)

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Una de las personalidades más fuertes, más delineadas de la literatura colombiana, es la de Fernando González. Pero sin duda entre su temperamento y su concepción artística, hay una contradicción. Su arte es cerebral y momentáneo. En el fondo es un poeta objetivo. Le tocó escribir en un período de decadencia y, por eso, en su obra hay ese sabor de protesta, de encono, que a través de su sensibilidad adquiere matices sorprendentes. Desde Viaje a pie, hasta El Hermafrodita dormido, sus libros expresan un sentimiento hostil contra la realidad social de esta república, que sólo tiene atenuación bajo la influencia que ejerce en su ánimo la visión de la tierra.

No puede concebirse espíritu solicitado por corrientes más opuestas, más diferentes y contradictorias. Es la belleza, bajo cualquier forma, lo único que le admira, que lo subyuga. Y vencido por ella acepta todos los procedimientos artísticos, sin acabar de definir su originalidad. Por eso la obra de Fernando González no presenta unidad. Aparece en fragmentos, y en cada uno de ellos trata de eternizar una forma.

Viaje a pie ha sido la causa de que se sigan leyendo los libros de Fernando González. Esa fue su revelación como escritor universal. En él se mezclan arranques épicos con desalientos profundos. Pero el alma se serena después en la visión de las cosas. Hay en él mucho de Nietzsche y de Stendhal. Esta observación la han hecho todos los que han tratado de profundizar en su obra. Pero no se ha dicho que Nietzsche ha predominado en sus libros posteriores. En el estudio de Simón Bolívar, ídolo histórico de González, cuyo espíritu de guerrero ha provocado en la sensibilidad artística del escritor antioqueño las más insólitas reacciones. En Don Mirócletes, personaje que se asemeja a un Hamlet en caricatura, movido por la fuerza superior de un destino que les comunica a sus actos una plenitud admirable.

El Hermafrodita dormido expresa también esa movilidad inestable, inconsecuente de su carácter. Fernando González es innovador porque no se puede sujetar a reglas. Esas fuerzas diversas que se mezclan en su interior, lo hacen revolucionario, místico o filósofo, a su capricho. Él lo reconoce y confiesa que es a veces inconsciente en su labor. No escribe lo que deliberadamente quiere, sino lo que impone la fiebre de la inspiración cuando, por un avatar supremo, encarna en su cuerpo y lo transforma.

Fernando ha querido rodearse de un ambiente que responda al exceso de amplitud espiritual que hay en él. No le ha arredrado nada para ir en su busca. Ha comido y pernoctado en los viejos ventorros, donde una litografía de Rasputín le inspira extrañas divagaciones. Ha buscado también los cortijos aislados de la sierra para dialogar con las mujeres del campo. Las plazas de las aldeas antioqueñas han conservado las huellas de sus pasos errantes.

De la vida del gran escritor colombiano podría desprenderse una teoría de la imitación, análoga a la de Andrés Chenier. Si se juzga contradictorio con su temperamento esa forma de adquirir originalidad, es preciso confesar que González ha llevado más lejos la paradoja. Porque los escritores clásicos, copiando a otros, rivalizaron con ellos. Sólo a Fernando le fue dado ser original imitándose a sí mismo.

Juan Zuleta Ferrer
El Colombiano
(Medellín)

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Publicamos a continuación la carta que desde Manizales nos envía don Alfonso González, hermano del célebre escritor antioqueño Fernando González, a propósito del incidente surgido con la aparición de la última obra de éste, que lleva por título El Hermafrodita dormido.

Manizales, diciembre 27 de 1933. Señor don Gabriel Cano, gerente de El Espectador. —Bogotá.

Mi querido y distinguido amigo:

Me refugio en la nobleza de El Espectador para protestar airadamente contra la campaña inaudita que el ministro de Relaciones Exteriores se empeña en proseguir contra las tradiciones de nuestra libertad de pensamiento y libertad de prensa.

Es el caso, mi querido amigo, que diferentes libreros a quienes llegará en breve consignada parte de la edición del nuevo libro de Fernando González, El Hermafrodita dormido, me informan que el Ministerio de Relaciones Exteriores se ha dirigido a ellos, en forma absolutamente confidencial, insinuándoles que se abstengan de vender y difundir la obra, por tratarse de un fuerte ataque personal a Mussolini, jefe del Gobierno italiano.

Además de lo anterior, la Cancillería se ha dirigido a los gobernadores, telegráficamente, ordenándoles «evitar la circulación del “Hermafrodita dormido”, mientras Ministerio estudie punto». Lo que aparece entre comillas es una parte de la orden que en Medellín recibió el gobernador, capitán Uribe Gaviria. ¡Un atropello humillante contra las libertades que tenemos conquistadas por la tradición y por la ley!

A continuación del siguiente telegrama, verá usted la respuesta del señor ministro de Relaciones Exteriores:

«Manizales, diciembre 24 de 1933. Ministro Relaciones Exteriores. —Bogotá. —Soy apoderado Colombia libros mi hermano Fernando. Soy dueño edición seis mil ejemplares “Hermafrodita dormido”, circulará país mes entrante. Diferentes conductos infórmaseme gobierno pretende obstaculizar circulación Hermafrodita, perjudicándonos gravemente. Ruégole informarme urgente qué ocurre sobre particular. Compatriota, Alfonso González».

«Bogotá, 26. —Alfonso González. Manizales. —Gobierno dirigióse su hermano Fernando, llamándole atención sobre inconveniencia para el país un funcionario consular publicara libro contra jefe gobierno amigo, y pidiéndole suspender distribución hasta que este ministerio no conociéralo, diera concepto. Como no obtuviérase respuesta, ni ejemplar libro ha sido enviado hasta ahora, dirigíme nuevamente señor González indicándole presentara renuncia y no he recibido contestación. Si libro distribuyese sin previo conocimiento y concepto ministerio, éste veráse obligado declarar insubsistente cargo ocupa doctor González, lo cual lamentaría profundamente. —Exteriores».

Me acojo para esta queja al hogar de don Fidel Cano porque pienso que ese noble viejo y grande amigo mío y de Fernando González consumió su alma en lucha permanente por la libertad de conciencia y que si hoy viviera lo atormentarían estas pequeñas miserias.

Alfonso González
El Espectador
(Bogotá)

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No hemos comulgado ni con las ideas ni con la literatura de don Fernando González, pero ello no obsta para que nos cause extrañeza la actitud del Gobierno al impedir que circule en Colombia el último libro del escritor antioqueño, llamado El Hermafrodita dormido.

Algunos diarios de la capital de España dieron cuenta ya de la aparición de esta obra, en términos tan elogiosos que no parecen consignados en favor de un literato hispanoamericano. Según se nos alcanza de algunas de esas glosas, el libro de don Fernando es una crítica al régimen fascista, cuya organización pudo estudiar el autor durante su permanencia en Italia.

El Ministerio de Relaciones Exteriores ha creído su deber decomisar esa obra y evitar su venta dentro del territorio nacional porque los conceptos allí expresados en relación con el Gobierno de Mussolini pueden alterar las relaciones cordiales que reinan entre Colombia y la nación de Víctor Manuel. Afirma el Ministerio que siendo o habiendo sido el señor González agente consular del país en una ciudad del Reino Italiano, el Gobierno nacional puede aparecer como cómplice de sus ataques al señor Mussolini.

Respecto a esta última circunstancia, bien puede el Gobierno destituir al señor González si así lo estima conveniente para la tranquilidad internacional de Colombia. Está en su deber. Pero de allí a prohibir la venta y circulación del libro va una gran diferencia. Y no es que seamos amigos o enemigos del régimen fascista, sino que nos parece desacertado, para decir lo menos, eso de impedir que circulen las opiniones personalísimas de un escritor libre que no habla a nombre del Estado ni compromete, con su libro, la buena amistad de los dos países. Si hubiera de triunfar ese criterio, el Ministerio de Relaciones Exteriores debería mandar retirar de las librerías todos los libros, opúsculos, revistas y periódicos extranjeros en que se ataca al régimen fascista, estudia, por aspectos poco favorables, la política de Mussolini. La bibliografía sobre el dictador de Italia, así como la referente a Hitler, por ejemplo, es abundantísima, y ya sea en pro de sus gobiernos o en contra, los volúmenes se suceden a los volúmenes, sin que a ningún gobierno se le haya ocurrido, hasta ahora, levantar barreras proteccionistas para salvar del libre examen la figura de los dos mayores conductores políticos de la hora actual.

Nos parece tan extravagante este caso como si el señor ministro de Alemania le hubiera aconsejado al Gobierno la suspensión de El Tiempo. Sabido es que Calibán, hace pocos días, con la autoridad científica que tiene en la materia, probó que el proyecto de Hitler sobre esterilización es absurdo y retrasado, pues las leyes de la herencia han sufrido reevaluaciones fundamentales en estos últimos años. ¿Qué otra cosa es esa opinión autorizada y respetable sino un ataque franco a la política de Hitler? Y sin embargo, el señor ministro de Relaciones Exteriores no ha hecho nada para evitar la ruptura de relaciones entre Colombia y Alemania. Pues el caso es el mismo. Tan libre es Calibán de atacar a Hitler por su proyecto de esterilización, base de toda su política futura, como el señor Fernando González de pensar y decir lo que se le ocurre con respecto a Mussolini.

Destitúyase, en buena hora, al señor Fernando González, y castíguese al empleado del Gobierno por haber mezclado su jurisdicción de cónsul de Colombia en este proceso internacional; pero no se ejerza la misma represalia contra el escritor libre que posee toda la responsabilidad jurídica y personal necesaria para respaldar sus ideas.

El País
(Bogotá)

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¿Quién es Lucas de Ochoa en los días en que saca en limpio sus aventuras italianas? Cada rato sale a la ventana del Consulado, donde trabaja, mira para el cielo y llama a Dios. También cuando sale de paseo con los hijos mira para el cielo, como las aves de presa cuando se asolean en los tejados. Tiene una gran seguridad de que somos «hechura» y de que podemos «recibir energía». La cuestión es ponerse en relación con ella. Casi todos cortan la corriente y se arrugan como pasas. Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. «Hasta allá —dice—, hasta el sol más lejano está unido a mí». Muchas veces despierta durante la noche y siente la solidaridad con las estrellas, siente que el sol está calentando el otro hemisferio y ve a la tierra que va por su camino, tan bella.

Fernando González

(El Hermafrodita dormido, 1933)

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Ilustración de Juan Camilo Roncallo para el sitio web «El Hermafrodita dormido» de la escritora y periodista Isabel-Cristina Arenas Sepúlveda.