Librerías que abren,
librerías que cierran

Por Diego Aristizábal

Definitivamente Medellín es una ciudad de contrastes. Mientras están a punto de cerrar físicamente la librería Callejón de las Palabras, la Corporación Otraparte inauguró esta semana su propia librería.

Según leí muy cerca de las vitrinas repletas de libros, el cierre del Callejón está programado para el 15 de marzo.

Desde ese día las puertas del local de la calle 53 se cerrarán y los ciudadanos, los buscadores de libros usados, tendremos que quitar de la lista de dedos ese espacio tan interesante que daba la impresión de que nunca cerraba.

Pero el hecho de que se cierren las puertas que estuvieron abiertas durante siete años, no significa que el agua bendita caiga sobre los lomos de los libros y se escuche el réquiem, no, lo que se cierra son las puertas físicas de ese lugar donde atendían a todos los curiosos como si fueran de la casa, no la oferta de libros.

El proyecto que emprenderán desde esa fecha los muchachos que nunca faltan en las ferias, festivales y eventos donde se piden libros, será la venta virtual a través de la página de internet www.haylibros.com con la promesa de que mantendrá su presencia y sus cajas de libros donde se requieran.

Respetable desde luego la nueva aventura, pero triste porque desde marzo habrá un refugio menos en Medellín para evitar la lluvia o despejar un tedio a punta de antojos literarios.

Pero como este asunto de las librerías está lleno de tercos, de personas que siempre sueñan con hacer de esta tierrita antioqueña una mequita cultural, no faltan quienes como los muchachos de Otraparte, que dentro del sueño de construir por fin el Parque Cultural en Envigado, inauguraron el martes La Librería de Otraparte.

El hecho es bastante simbólico porque el espacio que ofrece todo tipo de libros, no sólo los de Fernando González, está ubicado justo en el lugar donde el maestro guardaba los suyos y que tiernamente llamaba su “casita-biblioteca”; lugar donde además se aguantaba, se encerraba e hilvanaba pensamientos.

El reto que tiene, por lo tanto, La Librería de Otraparte es enorme y más cuando lo que uno espera es que ilumine, ofrezca no lo que la mayoría pide sino lo que realmente puede necesitar y no se ha dado cuenta.

Ojalá los muchachos de Otraparte corran riesgos, traigan cosas interesantes en español y en otros idiomas, importen, no se limiten a las distribuidoras de libros que ya bastante de lo mismo dejan en otras-partes.

Así como la Librería Aguirre, tan cercana a Fernando González, formó varias generaciones de lectores, dio a conocer autores de los cuales nada se sabía y en su momento les presentó a los antioqueños el marxismo, el psicoanálisis y el existencialismo, yo desearía, si no es mucho pedir, que este nuevo espacio nos permita mantener vivas las esperanzas, hacer más humana la ciudad.

Esto es lo mínimo que se les puede pedir a estos osados maravillosos que al recordar que hace 46 años se murió el filósofo de Otraparte para volverse presencia, les dio por abrir una librería en la “casita”.

En buena hora, porque al fin el fantasma de Fernando González será librero.

Fuente:

El Colombiano, jueves 18 de febrero de 2010, columna de opinión Desde el cuarto.