El partido LAIN y la política
con sabor a Otraparte

Por Luis Gabriel Merino

Estamos inquietos. Me refiero a la expectativa generada en torno al lanzamiento del partido LAIN que quiere emprender vuelo desde el próximo lunes y que ha elegido como nido los aposentos del Brujo de Otraparte. Aunque andamos de revuelo, no tenemos hasta el momento información clara sobre los objetivos, participantes o propuestas programáticas. Sólo sabemos que el partido promete recuperar la inteligencia y la creatividad para ser puestas a favor de la cultura y la política, y eso ya es suficiente para poder enumerar algunas predicciones e inferir desde ya algunas consecuencias.

Será anti-Santanderista, entendido como el desprecio genuino por la burocracia y por los batiburrillos de las cuotas politiqueras. Rechazo de la política entendida sólo como administración y oficinismo barato y el final de la idea de Estado como gran empresa lucrativa destinada a satisfacer fines personales. Se acabará de raíz con el delfinazgo que enseñan en Rosales y se rescatará la necesidad de la meritocracia para ejercer cargos de poder público.

Epicentro de fantasmas: será fácil encontrase a Mejía Vallejo hablando de Balandú y de Juan Herreros a quien le dio por construir en el páramo una casa grande con dos palmas a la entrada; a Carrasquilla todavía contando la historia de Peralta pidiéndole tres deseos al Maestro ante las miradas de La Maruchenga; a Barba Jacob cantándole a la vida profunda, ¡porque hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres! Dicen que Gonzalo Arango será jefe de campaña, Estanislao Zuleta quiere ser concejal, Zapata Olivella diputado y que hay una fila larga para alcalde y gobernador.

Levantará ampollas: ya Leonardo Ossa en una columna esta semana nos adelantó la posición que asumirá la godarria frente al evento. Vendrá la oposición a reclamar con rabia su maquinaria de siglos, pero se les dejará muy claro que hacen parte del geriátrico de las ideas. Se le dará la bienvenida a toda juventud.

Pedagogía política: se le enseñará a las nuevas generaciones que el sufragio es un acto supremo de consciencia y que no se cambian votos por dádivas de tamal y aguinaldos de teja. Solo se aceptarán políticos que lean, que ejerzan por amor a la polis y que ignoren toda vanidad. Se educará en protesta, se capacitará para abandonar la paquidermia y el desinterés y se ejercerá de verdad la inclusión porque será hogar de iconoclastas. Un verdadero zoológico político, plaza de buscadores y oropéndola de inconformes.

Al nacer en Otraparte, se espera un rotundo énfasis en acabar con el “Complejo de Hijueputa”, ese trastorno psicológico que identificó González y que nos hace sentir que todo lo colombiano es inferior, de menor cuantía y que es necesario acudir a la imitación barata de cualquier producción extranjera para que algo sea valioso. Ese complejo esnobista que nos incita, con la ilusión de alcanzar la sofisticación, decirle Brunch a la media mañana, Bullying a la violencia escolar, Tip a la propina, Sale a los descuentos y a celebrar el día de San Valentín. Al contrario, todo parece indicar que este será un colectivo con olor a boñiga fresca y a arepa quemada, con música de Circular Coonatra y sabor a aguapanela tibia.

Estamos inquietos.

Fuente:

El Espectador, blog Bajo La Manga, 14 de febrero de 2015.