Postdata para
un aniversario

Por Ernesto Ochoa Moreno

El pasado 16 de febrero se cumplió un aniversario más de la muerte de Fernando González, acaecida en Otraparte en 1964. El 24 de abril de ese año el filósofo de Envigado, que nació en 1895, hubiera cumplido 69 años. Siempre, desde que dejó de existir, el recuerdo del maestro es memoria y acicate. Mejor dicho, cada año que pasa es más acicate para buscar la verdad, para vivir la autenticidad en el camino de la egoencia.

Quisiera, con motivo de este aniversario, trascribir un breve texto de Nociones de izquierdismo, que se me quedó sin incluir en mi columna del pasado 23 de enero, titulada “Isagén y el gen santista”. Lo que dijo González en ese lejano 1937, y digo lejano para señalar que todo sigue siendo lo mismo, fue lo siguiente que, repito, cae como anillo al dedo a la venta de una de las empresas símbolo de Antioquia:

“A mí me sangra ahora el corazón al ver amenazadas las industrias de Antioquia, la esencia de la raza antioqueña, que consiste en esfuerzos ejemplares para autoexpresarse en una patria. ¿Qué vale, cuál es el mérito de este grupo humano que habita entre arrugas andinas? Vale porque es levadura de patria, de la futura Colombia; vale por su egoencia; vale por su colombianismo creador”.

Quede ahí este recordatorio, al menos como remordimiento por habernos dejado arrebatar una de las empresas antioqueñas más importantes. Pero no me quiero amargar el recuerdo del maestro con estos desasosiegos. Mejor pasemos a temas más agradables.

Este año se cumple un siglo de la publicación de Pensamientos de un viejo, la primera obra de Fernando González, que salió de la imprenta en abril de 1916, año en el que el filósofo cumplió los 21 años. En este primer libro del solitario de Otraparte, está in nuce el pensamiento y la propuesta filosófica y el talante existencial de nuestro autor. Bien lo entendió en ese momento don Fidel Cano, quien fue el prologuista de la obra, única en la producción literaria del autor que apareció con este apéndice inicial. Nunca fue González amigo de prologuistas de oficio, mecenas, aduladores y seguidores. A la hora de escribir fue siempre un solitario que escribió para solitarios. Lo dijo él: “Yo no creo discípulos sino solitarios”.

También se cumplen en este 2016 los ochenta años de Los negroides, cuya sexta edición fue hecha por el Fondo Editorial de Eafit y la Corporación Otraparte en 2014 y que fue publicado en mayo de 1936, el mismo mes en que aparece también el primer número de la revista Antioquia, al que siguieron ocho números durante los ocho meses siguientes. Antioquia fue reeditada por la Editorial de la Universidad de Antioquia en un solo volumen en 1997 con prólogo de Alberto Aguirre y ya está pidiendo a gritos una nueva edición.

Leer o releer Los negroides y la revista Antioquia, a la vuelta de los años, es sin lugar a dudas un placer literario y, sobe todo, un descubrimiento de ideas y planteamientos que Colombia necesita hoy más que nunca. Las obras de Fernando González fueron escritas para lectores lejanos, como él mismo lo dice. Nosotros, ya envejecidos unos, jóvenes los más, somos esos lectores lejanos. Ahí queda, pues, esta invitación a navegar.

Fuente:

El Colombiano, sábado 20 de febrero de 2016, columna de opinión Bajo las ceibas.