Revista Antioquia

Fernando González

1936 – 1945

Antioquia 16 / 1945

Fogón revolucionario

¡Ahí va! ¡Miradlo bien! ¡Escuchadlo! Qué sobró de la juventud antioqueña, luego de quince años de Universidad de Antioquia, lectura de El Colombiano y El Tiempo: ¿«régimen»? ¿Qué lleva? En sus bolsillos, dos telegramas de felicitación a los «jefes», dos condones, un espejito y un peine. En la sangre, sífilis. ¿Su espíritu? No lo tiene ya. ¿Su novia? La tarasca hija del gran accionista de Tejicóndor o de Coltejer. ¿Para dónde va, ahora? A robar.

* * *

Para qué estudiar, se preguntan los jóvenes. Basta con ajuntarse a hijuela y a mayoral político para ser doctor y ministro: esto es Colombia liberal-conservadora.

* * *

Los avisos de Tejicóndor son para El Correo y para Batalla, porque los administradores son del grupo de «los notables» y accionistas de El Correo. ¿Para que estudiar? Basta con dejarse ir. Esta es Colombia y esta es su industria.

* * *

¿Está en la cárcel? ¡Pobre! ¡Pobre muchacho! Él no tuvo la culpa: fue porque le enseñaron a robar los «industriales», la «Universidad de Antioquia», el «partido conservador» y el «partido liberal». ¿Por qué no lo nombran gerente? Ya está maduro… Subgerente, no; ¡gerente!

* * *

Un perito nuevo, oficial. —¿Qué será que no sale mi nombre en la lotería de los peritos?

Un perito viejo. —A la suerte hay que ayudarla con «régimen».

* * *

Ahí va para la Junta, y para el Concejo, y para la Asamblea y para dondequiera que haya cosas de robar. Le sirve de papel indispensable a Raf. Es ateo. Su mirada alcanza apenas al billete de a peso: esta es la juventud de Medellín con quien los socialistas vamos a la restauración de la República.

* * *

Diálogo

—Un anuncio para esta revista, que se vende mucho, que es muy leída…

—Le seré muy franco: se enojarían los del Gobierno y darían libre de impuesto de aduana a los productores extranjeros…

¡Esta es Colombia! ¡Estos, «sus industriales»!

Diálogo

Abogado. —Ustedes pueden pedir la nulidad de esta resolución distribuidora de impuesto de valorización…

Un industrial. —Le seré franco… Yo no entro… Se vengarían; yo saldría perdiendo.

¡Esta es Colombia! ¡Estos, sus «hombres de empresa»!

* * *

Diálogo

—La empreñó el chofer…

—¿Cómo no? El resultado de las «ganancias de guerra» de los negocios Handel, es un nieto, hijo de chofer.

* * *

¿Por qué dirige las escuelas? Porque es bastonero de los gobernadores, y los gobernadores, bastoneros de los ministros, y los ministros, bastoneros de Eduardo Santos: en Medellín no hay un solo joven.

— o o o —

Tizones revolucionarios

Fernando González:

—Si en Antioquia existe el «espacio», y si el «espacio» aún sirve para el «vuelo», ahí van dos cosas que no se arrastran.

Pero si ya el espacio se acabó, como los útiles espejitos con color de toche, prefiero que sigan volando en mi orgullo infinito, antes que arrastrarse en la solicitud de asilo en tu casa de locos.

Amigo,

Luis C. González M.
Pereira, julio 31 de 1945

* * *

¡No madrugo!

Que paridas las seis de la mañana
deje la cama y entre en los calzones,
es lo que los burgueses regañones
piden de mí con su cantar de rana.

Se equivoca la ruana, la sotana,
o la leva notable que razones
quiera aducir. Yo tales madrugones
no los doy porque no me da la gana.

Madrugar para qué; mi sepultura
soportará el latín que vende un cura
haciendo todos mis pecados nulos.

Y perpendicularmente a mi cintura
crecerá —la materia sí perdura—
un inútil papayo tapaculos.

* * *

¡Ara, buey…!

De credos no hay que hablar; nadie redime
este pueblo descalzo y leguleyo,
que hambriento y triste, con el yugo al cuello,
por ser legal, entre estampillas gime.

Que sobre leche para niños prime
el negativo y el papel con sello,
es un delito torpe tan plebeyo
que a la miseria misma la deprime.

Crimen vivir en donde el estanquero
recibe de borrachos el dinero
para cubrir su sueldo a mentecatos.

Y en donde los colores se amangualan
para decir en vez de: —Se regalan,
—Aquí se le reparan sus zapatos.

Luis C. González M.

— o o o —

Panoramas

Objetivar la culpa

En París están juzgando al mariscal Petain, de noventa años: lo acusan de traición a Francia.

¿Qué hay detrás del juicio? La necesidad biológica de librarse del sentimiento de «la culpa», una de las cuestiones más hermosas de la psicología.

Todo derrotado, todo entristecido, todo el que padece disminución, busca objetivar la culpa; las idas y venidas de un entristecido pueden compararse al de quien lleva una carga a botar, que mira para todas partes, buscando en dónde. Los griegos temían a la fatalidad, a los dioses vengativos, y las obras de sus grandes trágicos consisten en mostrar al dios que tuvo la culpa. En el cristianismo, como el hombre dizque es culpable, todos buscamos un semejante que nos lleve la cruz.

Y, como «conocemos nuestros actos, pero no los motivos de ellos», en Francia creen que están haciendo justicia. A esto se reduce todo este periodo de la posguerra: a buscar culpables.

Para ver que Francia, la pobre, brega por librarse de la mala conciencia de la derrota, basta con meditar en el giro que va tomando el proceso: quince ancianos vencidos y llorones, León Blum, Eduardo Daladier, Paul Reynaud, Alberto Lebrún, Herriot… han comparecido como acusadores, emperrados llorando… ¡Pobres viejos epifóricos! Han dicho que toda la culpa la tiene el mariscal Petain…

Es caso bellísimo el ver a Francia así, llorona, buscando depositar la culpa en un centenario, en el único que no se fue y que asumió la responsabilidad.

Si hubieran logrado coger a Pedro Laval, el Mariscal no habría tenido que padecer tanto. Esta necesidad biológica de objetivar la culpa es semejante a la que tiene la serpiente de morder cualquier cosa cuando sus colmillos están repletos de veneno [la bolsita que subyace bajo los colmillos: esa bolsita es la conciencia].

Petain tendrá que prestar a la «bella Francia» este servicio: convertirse en encarnación de la culpa, y con sus padecimientos curar a su patria, para que así se llenen nuevamente los bulevares… Es lo que llaman en mística «un salvador», un «carnero emisario». Voici la gloire!

El tormento peor del Mariscal debe haber sido escuchar a la llorona de León Blum y al hombrecito Reynaud, encarnizado y convencido. ¡Qué brutos son los convencidos pasionales! Generalmente son pequeños, menudos, inquietos, nerviosos y enervantes. Blum es absolutamente una vieja llorona.

¡Pobre Francia, tan «pútilis»! Se entregó por avara, para que no le dañaran los muebles, y en ella el único valeroso, el único que fue capaz de asumir un puesto sin brillo, contrario a toda pompa humana, fue el heroico mariscal Petain.

En Bogotá, sobre todo en El Espectador, el que tiene cabeza de gato tendero, y en El Tiempo, el hijo de la bruja, y en El Liberal, «joven inteligencia al servicio del partido», deben estar que se las pelan por ir a patear el cadáver del viejo. ¿Cómo no? ¡Si lo único malo que tuvieron Nabucodonosor y Fidel Cano fueron las glándulas…!

Churchill

¿Creen ustedes que hay algo que no traiga consecuencias?

Si Winnie hubiese ganado las elecciones, querría decir que no hubo la guerra, o que Inglaterra 1939 había salido inmutada de la gran matanza.

Las guerras no se ganan; las guerras son como los partos; aparece un muchacho. Hay guerras cuando la humanidad está preñada y no cabe en las instituciones, así como hay terremotos apenas se enfría la costra y comprime al núcleo.

Un púber que se engorda y ennalga rompe los calzones; la ceiba solivió la baldosa del atrio: todo esto es guerra.

Pues bien: la derrota del marranito admirable, fumador empedernido, parecido al marino viejo del jarro cervecero que traje de Londres, fue porque ya los ingleses sienten menos eso de que un «lord» sea dueño de la tierra, o de un banco o de las máquinas. Ya creen menos en que sea sacrosanto que beban té, y fumen cigarrillo, así, sin más ni más.

Churchill fue el marranito tenaz y testarudo para aguantar el bombardeo y el mareo, pero… somos ya un poco socialistas: socializar el banco y «ciertas industrias», y un poco de sentimiento de que la patria es el universo… Eso fue todo y nada más. Muy poca cosa este Clemente Attlee, pero la guerra no dio para más allá.

¡Aquí no! Aquí todo es «lo mismo». Somos como los loros, que sólo aprenden a hacer bulla, pero siempre loros. Santos, López, Calibán, Lleras, «una inteligencia al servicio del régimen», los telegramas santistas… ¡Un emético, por Dios! ¡Traigan un vomitivo! ¿Hasta cuándo durarán estos hijos de la bruja?

El diario del Conde Ciano

¿Se perdería en absoluto el juicio crítico? Aquí, en Medellín, el joven de la cuchillada es de todas las «juntas», consejos, asambleas, y todos en todo el mundo se han dejado meter esa tan grande de que El diario del Conde Ciano, es El diario de Ciano. Basta con leer diez líneas, para entender que fue escrito después de los sucesos. Es epifenómeno de eso de objetivar la culpa.

Esta mentira tan grande hace recordar a la mujer del ingeniero Villa, el que hizo los puentes, que un día en que llevó a las hijas y compañía a bañarse al «Charco Azul», les dijo, porque se demoraron, que parecía que se estuviesen bañando para casarse al otro día…

—¿Y es que para casarse hay que bañarse muy bien?

—¿Ave María, mijas! ¿Cómo no…? ¡Para recibir un sacramento tan grande…!

Estas «Naciones Unidas» nos quieren meter unas muy imposibles a estas alturas: que hay culpables; que Hitler y Mussolini eran cobardes, crapulosos y brutos, que el pueblo alemán nada vale; que Argentina está mal; que España estaba mejor con Zulueta, el que hospedan en Bogotá.

Nosotros sabemos que no hay culpables; que todo lo que sucede es digno de suceder, y todo lo que es digno de suceder es digno de conocimiento; que Hitler es fenómeno condicionado por Europa 1920 a 1939; que la guerra no la gana ninguno y que Lenin ya casi es San Ulianoff… Sabemos también que en la próxima hambre (crisis) sucederá la esperada revolución colombiana, y que la tierra será para el hombre, y que se planificará el trabajo, y que no habrá acciones para compraventa y que se morirá el comisionista Mano de Araña.

El día muy próximo ya en que estos diez millones de colombianos sientan (realicen en su conciencia) lo que vale una cédula electoral, lo que significa el voto de los «pobres», reunidos e inervados por la visión de un futuro, quedará destruido el complejo más asqueroso y que se expresa en esta frase:

«El pobre vive del rico».

Ese día, Colombia habrá nacido. Hoy es una cueva de «inteligencias al servicio del régimen». ¡Traigan el vomitivo…!

Las «Naciones Unidas»

Las Naciones Unidas no ganaron la guerra. De esta nació un adelanto en la socialización del ciclo económico, es decir, han muerto Hitler, Churchill, los «lores» y los gerentes de sociedades anónimas. «Naciones Unidas», un nuevo animal.

El padrecito Stalin

Otro fenómeno de la guerra: disminución del espíritu socialista en Rusia. Stalin quedó tan poderoso, que adquirió la gloria de los zares.

Esto no es paradoja: es un hecho que se debe a la ley psíquica equivalente a la de los vasos comunicantes: el socialismo ruso, al difundirse, pierde en intensidad lo que gana en extensión. Lo que se comunica a Inglaterra, por ejemplo, del espíritu soviético, lo pierde Rusia. Ponga usted un hierro caliente al lado de otro frío… ¿Comprende?

Colombia

Colombia seguirá importando discursos y leyes, la oligarquía bogotana seguirá robando, hasta que el pueblo abra los ojos, y no los abrirá sino cuando padezca hambre. Es pueblo colonial variopinto, apaleado, pordiosero. No vive la cédula electoral.

¡Esto es muy duro, Atehortúa, trabajar con este pueblo!

¡Ánimo, fogonero!

Resumen del panorama internacional

El diario del Conde Ciano es la obra hechiza para que Italia objetive la «culpa».

El proceso de Petain es para que Francia objetive la «culpa».

Cristo, el padre de los dioses, fue crucificado para que toda la humanidad objetivara la «culpa».

Los «jefes» alemanes serán atormentados para que Alemania objetive la «culpa».

En Colombia no sucede nada. Es como embarcación inmovilizada por las rémoras. A López lo sucede Lleras; a Lleras, otro López; a éste, otro Santos y el corazón de Bolívar lo botaron… ¡Se lo comió un gato! Hideputas bogotanos.

Nacional

«Bogotá, julio 30 de 1945. Ricardo Uribe Escobar. Medellín. Ya te imaginarás que mi felicitación es de las más entusiastas. Espero verte muy pronto y me encanta que el liberalismo te haya rendido tan merecido homenaje. Abrázote. —Eduardo Santos».

«Me encanta». «Abrázote». ¡«Liberalismo»! «Homenaje». «Espero verte pronto». ¡Esta es Colombia! Una taifa de cacorros encantados.

«Bogotá. Julio 30 de 1945. Ricardo Uribe Escobar. Medellín. Felicítote. Abrázote cordialmente. —Francisco José Chaux, presidente Senado».

«El primer designado a quien corresponderá la responsabilidad de dirigir el gobierno hasta la terminación del actual periodo constitucional, es precisamente la persona más vinculada a la obra del régimen liberal y en particular a la adelantada bajo mi presidencia». —López, al referirse a su paje N°. 2

¿Qué luz percibe el escritor? Turbay y Gaitán. El primero es diplomático de nacimiento y va por el camino ignaciano de meterse en casa de quien vamos a enterrar, a «morir», pues teológica y políticamente morir es verbo activo. Gaitán va de frente y contra. El método ignaciano es peligroso: se atolla uno cuando menos lo piensa. Se corre el riesgo de untarse y, entonces, Santos-Lorencita seguiría de rey coronado.

Nuestra esperanza está en duda. Gaitán es novedad desde ya; pero su camino es áspero.

Nos decidiremos por quien nos asegure que enterrará a los muertos parados, bien hondo, donde no hiedan ¡Hablen! ¿Por cuál votaremos los fogoneros de la revolución?

* * *

Gaitán anda triunfalmente por el departamento de Caldas, única tierra colombiana en donde hay campesinos conscientes. Las multitudes lo aclaman y… el «régimen» acaba de prohibir el uso de escopetas y cuchillos… ¡Que prohíban la ipecacuana…! ¡Traílla de pasadores de hombre!

Aguantemos, que ningún dolor es inútil. Venimos derrotados en apariencia. ¡Ya vendrá! La muerte es el derecho de nuestros enemigos y seremos justos.

* * *

Que cada uno cumpla su deber y haga uso de su voto.

Lo que vendrá

Apenas principie nuestro gobierno, cesará la herencia económica.

El derecho de propiedad individual es un sueño. Lo único real es uso, consumo y habitación. Y estos tres derechos se garantizarán.

¿Para quién serán las riquezas? Para el Hombre.

¿Cuál será la mejor riqueza? El hombre.

No se trata de quitarte lo tuyo, sino de que todo sea para todos.

Cierra los ojos, recógete y verás cómo el pueblo ha sido traicionado.

Un gran pueblo ha sido traicionado por el Gobierno que estableció hace quince años.

Por hoy, meditemos en las andanzas del gran bolsón:

El 4 de mayo de 1942, el pueblo íntegro, toda la humanidad colombiana, fue a las urnas a elegir a Alfonso López, porque dijo: «Mi pueblo, mi chusma».

Ese 4 de mayo, todos fuimos a las urnas sintiendo que nuestros pechos eran custodias en donde estaba ya, nacido ya, recién nacido, el nuevo orden humano. ¿Dónde está el hijo? ¿En los comisionistas? ¿En los negocios bizcos? Ese hombrecito nos estafó con la santa demagogia. Todo, para enriquecer al hijo, al otro hijo, al yerno, al Emilio Toro, su acreedor, al Enrique Toro, de Sonsón…

¡Viva la revolución, la que reivindicará todo para el hijo del hombre!

Ahora quieren adormecernos con el Paje Nº 2. Ya fue coronado.

Se ahogan en sangre y en lágrimas. Y con ese nuevo cemento, hecho con sangre de Mamatoco y con lágrimas presidenciales, pretenden pegarse al poder. ¡Veinte familias «caritativas»!

¡Ánimo, atizadores de la revolución!

* * *

Un ratero coronado asesinó al sueño y se esconde detrás de un paje.

¡Es muy fácil! Se explica todo porque el país colombiano ha sido entregado en usufructo a los hombres de la cuchillada y porque esta tierra está cubierta de papel sellado, boletas del Hombre de las Leyes.

Primero, apenas elegido este estafador, se fue a Yanquilandia, con Soto del Corral, correveidile de bolsín, con Araújo Bujarrón, con el Jaramillo Sánchez, polilla de ministerio y miltetas, con los Pumarejos, arbitristas de la familia, odiados siempre.

Pidió plata al señor Roosevelt. Plata y doctorado honoris causa.

Volvió sin plata y mohíno. Silencioso.

Luego se posesionó rodeado de los padres de la Iglesia, de los padres llorones, y sólo tuvo amabilidades para ellos. A los prelados jóvenes y varones, nada: les azuzó al paje Echandía.

Luego, nada; visitas, abrazos, nombramientos a conservadores «colaboracionistas», para que no hubiese oposición, para ir preparando el zarpazo.

¿A los de Medellín, avaros? Vino a «regalarles un parque».

Y ahí mismo voló a Bogotá, y zas, el zarpazo: decretos económicos: los papeles colombianos suben y bajan en un día en trescientos millones, y ahí están los Sotos, los Toros y Marulandas, aparando. La Handel: su yerno aparece dueño de miles de acciones. El uñetazo fue tal que despertó a la nación. Aterrado, este gato fue a esconderse tras Eduardo-Lorencita.

Luego, asesinatos y más robos: ganancias de guerra; órdenes de subir salarios, para engañar a los «pobres», y a poco, órdenes de subir los precios, para engañar a los ricos. Y estas ganancias de guerra en que nadan veinte familias, pues «se deben a la administración que presido»…

Ahí tenéis cómo ha sido traicionado este pueblo doliente y descalzo, uncinario y sifilítico, que creyó conquistar el poder en 1930. Ni un solo día han levantado la cabeza los del general Rafael Uribe. Los campesinos, tristes, desnudos, desdentados; las escuelas, vanidades; pénsumes vanidosos: niños escueleros y jóvenes universitarios parecen mulas que llevan carga terrible de libracos; industrias, trasformadoras de materia prima importada, que viven de la protección aduanera y que ganan mucho… mucho dolor (pesos) del pueblo, para veinte familias privilegiadas; nada de agricultura; nada de metalurgia, fabricación de máquinas y utensilios; pequeños remiendos engañosos (cesantía) para trabajadores urbanos.

¡Qué fracaso ha sido la clase directora colombiana!

¿Qué veneno inocula eso que llaman Universidad? ¡Qué desastre causa el alfabeto, mal administrado! ¡Cínicos, que tenéis ahí ese director de las escuelas, Chicharroncito y esos rectores de la Universidad! Aquí aprender a leer es aprender a robar. ¿Será la inducción del ejemplo? ¿Qué maldición pesa sobre esta hermosa tierra? Las estrellas no contestan…

¡Sí contestan…! Dicen que estos males proceden de que lo vital, lo real, el amor al prójimo, no ha estado organizado en ningún momento, sino perdido entre la burocracia de los regímenes. Por eso, los especuladores de ambas corrientes políticas han deshonrado el movimiento revolucionario de 1930, usufructuándolo.

Por eso, López es lo mismo, en definitiva, que Santos, y ambos son la cabeza de gato tendero, Luis Cano, deshonra de Sabaneta, capital de Envigado.

Los males cesarán cuando se desperecen los trabajadores y entiendan un poco el poderío que tienen en la cédula electoral.

— o o o —

El derecho a morir

Nada es estable y el tiempo es dimensión. «El curso» se efectúa así:

Tesis o statu quo; antítesis o carga de energía, y síntesis, o brinco a otro statu quo.

Tal es la dialéctica de la evolución.

Aplicando esto al fenómeno «derecho», tenemos, que suponiendo que el derecho o legitimidad va en escala de uno o mil:

a) Lo que apenas amaga sólo tiene uno de «derecho» o legitimidad;

b) Luego, va cargándose poco a poco de «derecho»;

c) Al nacer, culmina su derecho, o sea mil;

d) Desde ese instante, va disminuyendo en «derecho» y en beneficio del fenómeno sucesor.

En otras palabras: el derecho es accidente del fenómeno y éste nace, crece y muere.

El nacimiento es la plenitud del estado de derecho.

Y todo nacimiento es revolución.

Por consiguiente, el máximum de legitimidad está en la revolución en el instante en que triunfa.

Por consiguiente, se es joven en cuanto se es revolucionario.

Las conspiraciones extemporáneas son equivalentes a los abortos.

Colombia, así como es en sus gobiernos, lo es en sus conspiradores. Colombia es apenas nombre geográfico; no es sociedad. Ni una historia. Es montonera.

El derecho de lo que se llama «el régimen» (Alfonso López, los Santos, Luis Cano, etc.) es la muerte.

Pero como nadie quiere morir, al derecho a la muerte se le llama deber.

Por eso, hay que ayudar a morir y enterrar a los muertos. Morir, política y teológicamente, es verbo transitivo.

Debemos ayudar a morir a los tiranos.

¿Cuándo morirán? Colombia está en revolución. Se puede apagar un incendio, pero a la vida nadie la ha apagado.

¡Oigan! ¡Váyanse! ¿Por qué obligar a que se derrame el vaso de la vida? Váyanse con el baúl, con la Handel, con el muerto, con todo y con la primera dama.

* * *

Esta es la situación colombiana respecto del «régimen»:

Todos, menos los beneficiarios, desean una revolución. ¿Por qué no llega?

Dividamos la sociedad colombiana en intereses, fuerzas, y así quedará explicado todo:

Fuerza económica.—Desea prescindir del pseudo presidente López, pero teme a la revolución; teme, además, los males que la oligarquía López pueda causarle, si la ataca de frente. Quiere que desaparezca, pero oculta el deseo. Es verdad lo que el señor Laureano Gómez ha afirmado de los «industriales»: que ayudan a los conspiradores y que luego van a Palacio a simular adhesión al «régimen». No hay que olvidar que el dinero carece de moral y de partido político: se busca a sí mismo. Los «jefes de la oposición» y los del obrerismo se han enriquecido en negocios bizcos con el «régimen». Cierto clero está satisfecho, rico y orondo.

Obreros.—Apoyan a López, por temor de que el poder vaya a manos de los conservadores. No hay organización política que los enamore. Su apoyo a López y al «régimen» es por miedo a un peor sucesor. El Gobierno sabe esto y, por ello, amenaza con el falangismo.

Además, la oligarquía bogotana es estafadora, así: expide leyes que en apariencia, en su letra, favorecen a los obreros.

Comunistas.—No hay por aquí comunistas sino de nombre. Como todas las sociedades primitivas, Colombia es astuta. Los llamados comunistas están dedicados aquí a medrar al amparo de los poderosos. A eso lo llaman «materialismo histórico».

Ejército.—El «régimen» lo ha purgado de la oficialidad honorable y ha cubierto con honores y salarios a viles sargentones. Pero, como lo veremos adelante, el ejército es la verdadera esperanza.

Clero.—Han eliminado con astucia [calumnias al amparo de la guerra universal] al gran prelado de la Iglesia colombiana, don Juan Manuel González, y han logrado que los abates bogotanos cojan el báculo. Lo mismo hizo antaño el mayor Santander.

Campesinado.—Vive oscuramente. Miseria fisiológica. Son animales enfermos. Sólo una gran crisis económica, una gran hambre, lo movería.

Circunstancias mundiales.—Estas han hecho que desde 1930 haya por aquí progreso industrial y que ninguna hambre se haya presentado.

Los pueblos no sienten a los dictadores sino en las hambres.

Si llegara hoy una crisis económica, el «régimen» caería naturalmente.

Las fuerzas de la antítesis son:

Verdadero ejército.—Que actualmente está vestido de civil y padeciendo.

Sentimientos morales, religiosos.—Están profundamente heridos.

Presos políticos.—Los mejores colombianos están en presidios, por revolucionarios.

Hogares.—Son violados.

Constitución.—Ya no existe sino en los libros.

* * *

Estas fuerzas de la antítesis ya serían tesis, pero… falta una organización política sucesora, lo cual hace temer a «los ricos» la pérdida de las enormes ganancias de guerra, y las otras enormes obtenidas en el desorden administrativo. Como ejemplo: el «régimen» se robó el Banco Alemán y… se lo regaló al jefe conservador antioqueño. Este señor es el gran lopista en esta caja de hierro que es la república de Antioquia. También se robó el «régimen» la cervecería holandesa y se la regaló a… todos sus amigos y enemigos; las fincas de los alemanes también…

Cierto clero está satisfecho y orondo.

¿Cuándo, hijos míos, se aunarán los «cuantos» de descontento necesarios para el salto?

— o o o —

Agosto 14 de 1945

Anarquistas

¡Ya terminó! ¿Estás agotado? Lee este panfleto, columna vertebral nueva para los que «no ganamos». ¡Ánimo, fogoneros!

Escoge tu bastón y apura. Necesitamos apoyo. Somos gente que añusga los ojos, atisbando.

Agotar. A y gota. Agotar la bebida. El tiempo se agota. Estoy agotado. Gota. Gota a gota. Gotera.

Apurar. A-purar. Apure, que se está acabando la adulación. Estoy apurado.

Alumbrar. ¡Alúmbrame!

¡Qué verbos llenos estos que se forman con a y palabras esenciales! En ellos encuentra uno a todos los antepasados. Aliviar, liviano, leve; acabar, cabo; atizar, tizón; acogotar, cogote. Oye, cuando estés apurado, acorralado, rumia un verbo de estos y recuperarás la buena conciencia.

¿Y qué me dices de esta palabra: gota? Una gota, una gotera. La gota cala la piedra. Agotar. ¡Qué música! Los anarquistas somos músicos, nada más que músicos. ¡Ánimo, envigadeño descalzo! Ya viene la muerte, la corona de los que bregan. ¡Este, aguantar, sí que es bellísimo verbo! Creo que mis abuelos todos fueron aguantadores, pues encuentro allí música que erecta mi ánima protestante.

¡Aguanta, que ya te voy a ayudar! ¡Sí, ven, que no veo sino las puras nadas, ni una rendija!

Todo se agota, apures o no apures.

* * *

¿Es desmoralizador este panfleto? Destruye, les va trabajando a los estados de conciencia. A la tierra la rompen con el arado. Tenemos el corazón sobre la esteva… y va quedando el surco; a lado y lado el cespedón, como larga serpiente; luego, revuelven y desmenuzan; luego zanjan, y después siembran. ¿Qué vamos a sembrar? Alegría.

Trabajo alegre. Riqueza para el hijo del hombre. Ciclo económico social. La ramera es hija de la moneda. Ramera es la que vende su cuerpo. Va por entre el rastrojo, muy pobre, recogiendo chamizas, con ganas de cosas de comer, y llega Calibán Santos y le compra la carne fresca. Todos los delitos son hijos de la moneda.

* * *

A Benito Amílcar Mussolini

—Muy solo, muy solo
y todos contra el solitario!

—Lo quisiste así… ¡Ánimo,
envigadeño descalzo!

—¿Por qué me duele?

—Parece que eres «amoroso»,
elector.

—Anoche no dormí…

—En fin, ¡ánimo,
cadáver!
Son lamentos de vieja
ramera.
Cantemos a la muerte:

Qué bello el cadáver del almirante
alemán,
y el de Mussolini,
Señor de la Roca de las Caminadas,
y el de Claretta
Petacci!

—Cadáver será el reyezuelo
¡Vittorio Emanuele…!
¿Cuál de estos todos, entrecalvos
y con vislumbres de cadaverina,
Eisenhower, Truman y Jorge Sexto
es digno de estar así,
solo, absolutamente solo,
pateado y escupido,
con mueca desdeñosa,
tirado en la piazza
y
la testa marmórea
sobre el duro pecho
de la muchacha?

¿Quién? ¿Quién es digno
de morir?
Todos tienen putilógrafa
para enviar telegramas
de felicitación.
En Roma ocupan 20 putilógrafas
para congratularse
con las «50 naciones unidas».

* * *

Cristo es un «criminal de guerra»,
Gandhi es «criminal de guerra»
y la religión
es una participación.

* * *

Pero el evangelio es así;
La Vida la gana el que muere
bregando.

Porque esta vida no es para «ganar»
sino para expresar
un elán.

Benito Amílcar Mussolini
vivirá en nosotros,
y ¿quién es Eisenhower?
Ganar la guerra ¿qué prueba?
¿qué criterio es?
Ayer, cuatro patanes
apalearon a un don Quijote,
y ayer, un don Germán
trajo polvo «La Coqueta»
como bicarbonato
y tiene cinco millones,
y yo estoy apurado de
dineros…

La guerra la gana el que muestra
una testa marmórea,
sola entre todos,
yacente
sobre elástico pecho
de Claretta Petacci
en piazza Loretto.

Una testa marmórea,
yacente
sobre el cadáver
de un gran amor.

Gloria en nosotros
al Duce,
porque bregó mucho,
porque no «ganó»,
porque murió solo,
¡solo no!
con el sueño de su imperio,
porque su gente no llegó
a donde él quería,
muy lejos, muy lejos,
y su cadáver tenía
una mueca desdeñosa.

Lo enterraron al escondido
y ya todo el mundo quiere ver
el sacro lugar
del solitario,
porque todo Dios nace al escondido…

Con fanfarrias, músicas y radios
enterrarán al Truman
y se perderá el lugar…

¿A quién buscarán las juventudes
elásticas?
¿al divino cómico Benito Amílcar
o al entreverado de cadaverina
que lanzó «la bomba» sobre niños,
sobre yerbas y lombrices,
mientras «oraba» en la mar?
¿y para economizar?
¡Para economizar valor!
¡Para comer en paz!
¡Para explotar en paz!
¡Para beber en paz!
¡Para ajuntarse en paz…!
Ahí mismo resucitaste
en nosotros
Señor de la Rocca delle Camminate.
Actor único,
único, en el drama, digno
de resucitar.
Los otros «ganaron la guerra»,
lanzaron «la bomba»
para economizar valor
y eructar en paz.
Calibán, el hijo de la bruja,
eructa en paz,
y el «padrecito» recibe millones
por atacar.
¡Esta es la paz!

— o o o —

Visión de la colonia actual

Si Fernando González
fuera gobierno

Entrevista especial para T. U.

(Tomado de «Tribuna Universitaria»
de 10 de agosto de 1943)

Nos propusimos entrevistar a Fernando González. Pero una entrevista en que el sagaz filósofo pudiera exponer a sus anchas su pensamiento sobre esta Colombia actual, que él tanto quiere y difama (como es de rigor, al empezar a hablar de Fernando González, comenzamos a hacer contradicciones).

No es una empresa fácil el lograr una entrevista así. Muchos han interrogado al filósofo, han solicitado su colaboración, para luego cohibirse ante sus respuestas e indignarse por su pensamiento, siempre audaz, incisivo y profundamente honrado. Por eso, el filósofo ha cogido una aversión invencible a los «periodistas» de turno que van a visitarlo.

Por eso también, para hacer nuestra entrevista, nos acercamos a Fernando González con cautela, y con embajador especial en la persona del maestro Pedro Nel Gómez, quien nos presenta al filósofo. Ya nos había dicho el pintor Gómez cuando le pedimos este favor:

—Con mucho gusto, pero no garantizo que les diga nada.

¿Hablar yo?

Pero henos aquí frente al monstruo de Envigado.

—Doctor González, queremos una entrevista para un periódico juvenil, independiente. Queremos que nos exprese con franqueza sus opiniones sobre la juventud, sobre la política actual, sobre su propia obra. Y que nos hable especialmente sobre López y sus embelecos.

F. G. nos lanza una mirada penetrante, que parece un dardo sostenido desde sus dos grandes orejas de Mickey Mouse.

—¿Conque quieren ustedes que les hable sobre López? Es decir, quieren echarme al asfalto para que me muera de hambre. ¡Pistola! Ya estoy viejo y con hijos de veinte años. Durante toda mi vida he estado gritando verdades, mientras ustedes, los jóvenes, chupaban. ¡Nada! Déjenme ahora chupar tranquilo. A los jóvenes colombianos no les gusta la verdad, ni a mí me gusta el asfalto.

Sus palabras respiran un amargo pesimismo. Está desengañado, al parecer, de todo bicho viviente sobre Colombia. Cree que sus palabras no son oídas, que sus libros no se leen, que sus gritos se pierden en el vacío.

—¡Loco, loco! Eso es lo que yo soy, según ustedes —agrega—.

Pero nuestra decisión de entrevistarlo no es menor que su pesimismo y su obstinación en no decir nada. Lo bordeamos, lo acechamos, le hablamos de Bolívar y le tomamos por flanqueo. Al escuchar el nombre de Bolívar, su viejo ídolo, hasta sus imposibles orejas parecen agrandarse. Y empieza a irse de la lengua, a opinar sobre todo hecho, sobre toda persona, sobre toda idea que vienen en tropel a la cabeza.

Total, al cabo de unas horas tenemos ya frente a nosotros al Fernando González de siempre, apasionado, original, al inquieto autor de Viaje a pie, al gran patriota de Mi Simón Bolívar. Y… ¿por qué no decirlo? Al Fernando González optimista e idealista que, según se manifiesta en todos sus escritos, ha meditado siempre en el futuro y para la posteridad, con la idea panglosiana de que tarde o temprano aparecerá el Putas Suramericano que lo comprenda y lo revele. Y ya tenemos su promesa formal de que contestaría un interrogatorio nuestro, que haremos con toda minuciosidad y que estará listo para el día siguiente.

F. G. es colaborador cumplido. Pasamos por sus respuestas, que encontramos ordenadas rigurosamente. Al empezar a leernos su colaboración, se detiene frente a aquellos términos que las gentes llaman «verdes», y que emplea con tanta gracia como frecuencia, para decirnos:

—Este es un lenguaje bíblico. No hay otro modo de hablarle a la juventud.

Cuando nos hace solemne entrega de su original, todavía insiste:

—Pero publican sin variarle nada. ¡Ah…!, y me muestran las pruebas.

Y aquí está, caros lectores, lo que Fernando González tiene para decir a los colombianos en este momento. Lo publicamos mondo y lirondo, tal como fue escrito por su autor, no sólo para satisfacer su legítima pretensión, sino también porque la índole independiente de nuestro periódico nos lo impone:

«Envigado, agosto 5 de 1943
Señores estudiantes de
Tribuna Universitaria
Medellín

Según nuestro convenio, recibí ayer el interrogatorio que debo contestar, sin pudores tiquismiquis.

La primera pregunta la principian afirmando que no soy político: «Sin ser político, usted con frecuencia ha intervenido en los grandes debates políticos nacionales…».

El López de la chusma

¡Un momento, por Dios! Todo el buen futuro colombiano es mío, porque, en cuanto la juventud tiene náuseas y en cuanto amaga, es hija mía. En cuanto esta ramera tiene remordimientos, es mi hija. Soy teólogo —político— jesuita soltado. No gano elecciones pero soy partero. Los discursos de Alfonso López como candidato en 1941 y en 1942, en que decía «mi pueblo, mi chusma, origen de la belleza y de todo lo bueno», son hijos míos; por ese predicador voté, así como don Quijote combatió con gigantes y no con molinos. El Alfonso López mío es el que nos prometió acabar con El Tiempo, esa Celestina, la de la cuchillada. El López de Gonzalo Restrepo Jaramillo, de la comitiva de financistas del bolcín, de Parga, el que dirige a la juventud, el López oíslo de los Santos, ¡ay, ay…! Yo soy el menor padre de todos los que hicieron ese míster.

Gonzalo Restrepo Jaramillo entronizó ayer al Corazón de Jesús en el Banco Comercial Antioqueño, en el salón de la usura, allí en donde prestan la plata para comprar acciones y la cobran luego para que vendamos las acciones…

¿Qué tiene que ver Jesucristo con cosas de robar? Para Él no existían talanqueras, vallados, hincones ni mojones; ni siquiera el sábado.

¿Es o no su periódico de jóvenes y de universitarios? Digan pues.

¡Oh, juventud!

La juventud no tiene que ir a mercar. Los viejos tenemos que mercar semanalmente: nos domina el con qué; al hombre responsable de una culecada no se le puede maldecir el que viva sonriendo sin ganas ante «los gobernantes». Sólo el escotero, el que no tiene zurrón para llenar semanalmente, es decir, la juventud, puede oponerse a la corrupción de la patria, a estas contratas encarnadas que se llaman gobiernos suramericanos. Y vosotros, juventud colombiana, putillos, putillos, perlas de oro, feligreses de electoreros, mendigantes de inspectorías, juventud que se sale, rotos de pensamiento y de palabra, ¡ni siquiera podéis elegir vuestros rectores…! ¡Sois los hijos de Lazarito Tobón, despuntados de la barriga! ¡Oh, el lindo país colombiano…! ¡Oh, hideputa juventud!

Un programa de gobierno

La segunda pregunta es por qué apoyé la candidatura de López.

¡Muy fácil! Para que fuera realidad lo siguiente:

I

Colombia alimentará, vestirá y enseñará a todos sus niños; a todos, pues todos irán a la escuela (su casa) y los maestros serán sus padres.

Pase el que digáis que hay perezosos y viciosos entre los hombres y bien padecen o gozan las consecuencias de su conducta. Pero los niños son iguales, aún no han trabajado y no se engendraron, sino que los hicieron (ajuntados con babas, en Suramérica).

Colombia reconocerá la igualdad de todos sus niños; no habrá herencia económica familiar. Ahí mismo queda recogido el hilo que se perdió con Bolívar.

II

En cada municipio habrá una casona que se llamará del maestro, en donde éste habite. Será la casa sagrada o sacristía. Una escuela y una casa, y la vida como fruto para morder, y los jóvenes serán de ancha presencia, e-ma-na-rán acción; ni un solo roto, ni uno solo que se salga por la punta de la barriga, como los de hoy, los cineastas, los manoseadores, los hojeadores de la revistica yanqui. ¡Mercado yanqui es Suramérica!

III

El himno de la escuela será este:

Himno de la juventud casta

¡Oh, el cabello crespo de tu nuca,
la pelusa crespa que me incita
debajo de tu pelo recogido!

¡Oh, Sulamita, mis tardos palpos,
en la tibia noche celestina,
quieren esas malicias de tu nuca
que son como muchachas asomadas!

Los desharé, los crespos de tu nuca,
en la noche, hermana de los viejos,
y volverán; desharélos y volverán…
Hundiré mis dedos y volverá tu carne…

¡Oh, tú, pletórica de Vida,
jugo que no cabes en la copa,
energía empujadora,
esencia que se sale
y se asoma en los crespos de tu nuca!

¿Quién te pondrá límites,
oh, juventud que te asomas,
por todos los vallados de tu cuerpo?

No cabes, no cabes,
y todas tus cositas
son como muchachas asomadas.

Jehová,
señor de los ejércitos,
señor de las escuelas,
que nos tumbas desde lejos,
porque no cabes;
enemigo del vallado,
asomado en todas partes:
hoy te rindo el homenaje
en tu forma de encrespada pelusilla
en la nuca de los jóvenes
colombianos…
¡No me borres del librito de la Vida!

En la noche, bruma hermana de los viejos,
gloriosos colombianos:
¡Oh, juventud que te asomas…!

IV

Los maestros se casarán con maestras, y éstas serán coadjutoras.

(Continuará en el próximo número).

Compañía colombiana de tabaco

¿Derrotados? La Tarasca, el Monopolio retiró el aviso de veinte pesos.

¡No faltaba más, sino que nos hubieran molido los de la Colombiana de Tabaco, al retirar su anuncio! ¡Cómanselo, ladrones de «tanda de ejercicios para caballeros»!

Pero… ¡Sí lo confesaremos! Anoche nos sentíamos derrotados, apaleados, oyendo al Emperador: «El destino está contra nosotros y también todas las circunstancias universales»…

Acurrucados cerca a la Telefunken, gritábamos interiormente:

«¡Apuren, traigan una putilógrafa para mandarle felicitaciones a los asesinos y al paje número dos, al joven coronado! ¡Pero, apuren, que ya Juan Lozano está agotando el mar de la adulación…!». ¿No conocéis a Juan Lozano? Uno que tiene cara de pedo.

Fernando González

Fuente:

Antioquia. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, marzo de 1997. Introducción por Alberto Aguirre.

— o o o —

Revista Antioquia - (1936 - 1945)

Descargar el libro en formato PDF

Ultima revisión en julio 26 de 2013