Revista Antioquia

Fernando González

1936 – 1945

Antioquia 17 / 1945

Editorial

Este es el panfleto, pero un pueblo es cosa viva, que no se modifica con predicaciones; estas son apenas expresión de inquietudes latentes.

Los tres números precedentes de este folleto dejan impresión desoladora, y ello no es razonable, pues somos pueblo nacido para hacer cosas muy buenas. ¿Dónde está la deficiencia?

El pueblo antioqueño, trabajador insuperable, fue amontonado en Medellín y lo sumieron en el abismo.

El joven Lleras Camargo, al tomar posesión de la Presidencia, juró mil veces que no robaría para él ni para sus hijos. Será como el juramento de Pelaya:

Pariendo juró Pelaya
de no volver a parir…

y al mes de haber dado a luz, dijo:

¡Jura mal en piedra caiga!

y volvió a empreñarse.

En todo caso, están asustados y el pueblo parece que escucha a los descontentos.

Sería la resurrección, si algún suceso imprevisto, una hambre, por ejemplo, le diera conciencia al pueblo colombiano: conciencia de su poderío.

Vuestro profeta, oh cueva, ve a la revolución, una gran hambre, que va a desembarcar en Puerto Colombia.

— o o o —

«Colaboración conservadora»

Medellín, septiembre 4 de 1945

Laureano Gómez
«Siglo»
Parlamentarios oposición
Bogotá

¿Cómo van a apechar la culpa cuando inmanencia ley moral principia castigar maltratadores Colombia?

Francotirador,

Fernando González

— o o o —

Diario de Atehortúa [II]

Tal como está el «cuadernito de prendero», va para el público lector.

Atehortúa habita en Punta Arenas, muy rico, pero algunas noches se me entra por el ventanuco, y estoy sospechando que él soy yo; que yo tenía una necesidad de irme y que, entonces, se fue Atehortúa. Pero él es hijo de misiá Martina y sabe negociar. Ahí va, pues:

Julio 4-1944

El joven Harry (dizque tímido) se entra sin tocar hasta mi habitación de enfermo, con sus amigos, se echa en la cama vecina, se quita la chaqueta y me bombardea:

—Bueno, hombre, ¿y qué me dice usted de Nietzsche…?

* * *

Convinimos Harry y yo en que el artista crea sin finalidad ninguna: tiene vocación, y que los demás son artesanos.

El artesano posee las manipulaciones para fabricar, y a cualquier hora, aun estando enfermo, puede hacer versos, novelas u otro artefacto.

El artista produce. Pro-duco. Pro-yecto. Parior.

El artista debe esmerarse en ser artesano también: tener las habilidades de su arte, para que el hijo, cuando llegue, pueda manifestarse.

Que, por eso, todos los artistas deben vivir ejercitándose.

* * *

¿Qué más Harry?

Que de estos elementos, verdades elementales de la biología creadora, se deduce la situación colombiana respecto del arte, a saber:

Este pueblo está lleno de creadores perdidos. La politiquería está malgastando aquí mucha humanidad. Hay grandes capacidades para la investigación científica y para las artes, pero todo lo consumen el periodismo politiquero, la burocracia y lo que llaman «negocios», y que son estafas.

* * *

Respecto de la obra artística: hay que concebir, y viene el alumbramiento. Para concebir, vi-vir, o sea, cambiar de ambiente, documentarse, experimentar, ir de aventuras, orar, invocar. ¿Cómo parir, sin estar preñado? ¿Y cómo estar preñado, sin haber amado y cohabitado? ¿Y cómo amar, sin conocer? Conocer es al arte lo que cohabitar al amor carnal. ¿Cómo conocer sin convivir?

De ahí, joven Harry, que el decano de los médicos sea Aureolus Theophrastos Bombastus von Hohenheim, el médico arremangado que habitaba los caminos, las posadas, las brujerías; el gran sacapotras, castraperros Paracelso.

El decano de los pintores, Leonardo.

El decano de los filósofos, Baruch Spinoza, el enamorado.

* * *

La tristeza peor es la del artista: saberse limitado: todas las obras se parecen al artista; no puede hacer lo que otros y, como no amamos sino lo que no tenemos…

Todas las creaciones de Miguel Ángel se asemejan a él.

Conozco un artista pintor que sólo se puede pintar a sí mismo en sus figuras de hombre y a su cónyuge, en las de mujer. Es como linotipia con dos matrices nada más.

¿Cuántas matrices tienes? Una, dos, a lo sumo puede llegarse a tres.

El fastidio consigo mismo lleva a algunos artistas a practicar muchas artes: tales, Leonardo y Miguel Ángel, poetas, escultores, arquitectos, sabios físicos; también Goethe.

Pero los hombres somos moldes vivos que damos a luz a la divinidad a nuestra imagen y semejanza.

* * *

Con la muerte, el hombre deja de ser hombre.

Oh, joven Harry, el tímido: todo no vale nada sino el instante, así: en tanto se es viejo en cuanto se recuerda. Recordar es no poder cicatrizar. El pasado eslo y es patológico el vivir en él. Los pueblos viejos viven de historia, de retratos. Los jóvenes hacen historia.

Ya, ya es la cosa. Ya es la realidad. Ya mismo estás grávido.

Pasado y futuro forman un ñudo: el instante, y ése somos. Por eso, es bellísima esta cantaleta: Je ne veux que Toi! Hoy, 6 de julio de 1944, verano, mañanita seca, a los tres días de haber parido la Mona, parece detenido el tiempo: el tiempo está parado. Ahí lo veo: tiene espaldas de viejo y tetas de muchacha de catorce años y medio, amagamientos apenas. Tout ne vaut rien et je ne veux que toi.

—Pero, me voy para la Patagonia, Harry, hijo de banquero… Eres tímido… No sabes el tesoro que abrigas en tu carne de veintiún años. La timidez es la virginidad y se parece al recogimiento del resorte. ¡Brinca y muerde, Harry…! ¡Destruye! En Colombia no hay nada: hay futuro para ti.

Todo desaparecerá y sembraremos. ¡Brinca y destruye, para construir!

* * *

Respecto del tema, Harry, en Bogotá creen que el tema es como flores en floristería, que uno escoge y se adorna. El tema es uno mismo. Tu virginidad es tu tema. ¿Cuántas matrices tienes, Harry, linotipia del futuro?

Incitaré a esta juventud y arderá. Por primera vez, arderá Colombia.

* * *

¡Oiga, joven! Por horrible que esté el ambiente patrio, no pierda la fe en el hombre. Perder la fe es la víspera de morirse. Por eso, váyase a la Patagonia, a Punta Arenas, a negociar en «ganado».

Hay mucho poeta sentimental en esta vida andina. Por eso, es muy fácil enriquecerse. Cultívalos, Harry, hijo de banquero: son vacas lecheras. Los pulgones son las vacas de las hormigas; las hormigas son pasto de las golondrinas, y las viudas ricas, de los curitas. ¡Qué asco, que acaba de pasar por mi ventana un poeta peludo, casposo, almártaga!

¡No me venga con almíbares, Harry! Por ejemplo, ¡qué cuentos de que al artista hay que abrirle el campo! Si recibe dineros, deja de serlo. Las obras de arte son reacciones. La miseria es el ambiente del arte. Por lo menos, la cuna. Su dialéctica es así: por habitar en casa miserable, se van los artistas. La creación es una fuga. Teoría de los mitos. ¿Comprende, joven?

* * *

Es facilísimo enriquecerse. Y la pobreza involuntaria no tiene nombre de puro oscura y amarga. Ser pobre involuntario es habitar dentro de átomo de uranio. No hay horizonte. No hay esperanza. No hay luz. Un pobre involuntario es punto negro y que pesa mil toneladas.

Para enriquecerse, basta con adquirir la conciencia del dinero. La lógica del dinero vendrá por añadidura. Como encima o añadidura, viene luego la dureza de corazón, el mirar firme, el ojo seco y la mano empuñada y pesada como martinete, para golpear a los sentimentales.

¡Qué hermoso es un hombre voluntariamente enriquecido! Tiene duras las glándulas; bien encarrujados los cordones; ojo seco y firme; corazón rítmico; vientre como pared bien apisonada.

Por sobre todo, un rico voluntario posee la noción de la separación de naturalezas; no mezcla a Dios con el diablo, el dinero a interés con el Corazón de Jesús, la caridad con la usura, tal como lo hacen estos pajosos, que no son sino raterillos y lloronas de sacristía: gente mentirosa, mamparada en Jesucristo, cometedores del pecado contra el Espíritu Santo.

* * *

¿Que se van cuatro necróforos, presididos por el hijo de Eugenio, a México, por los restos de Barba Jacob, que se murió de hambre?

¡Eso es un poeta! ¡Qué asco! ¡Enriquézcase, Harry! Un poeta es un muerto de hambre, con quien ejercen la «caridad», que se muere en México y por cuya habitación vacía (los güesos) van cuatro chuchumecos… ¡Hasta un esqueleto les sirve para «hacer plata»!

¡Vean, pues! ¡Chicharroncito y Chuchumeco van a pasear a México, montados en los güesos de Barba Jacob!

¡Consigue plata, de todos modos, hijo mío!

Oye, joven Harry que estás en peligro de ser «un poeta».

Luego que desplumé a la hermana del amigo de mi infancia, luego que la hube arrojado a la calle, preparé un tratadito de ejercicios para conseguir la conciencia del dinero. Muchos la poseen, pero en bruto. Es tanda de ejercicios para poetas.

Lugar

Se dará esta disciplina en casa retirada, con anfiteatro para conferencias.

Temario

Moneda.

(Para cada noción habrá un espacio más o menos grande de recogimiento. Cada ejercitante escuchará los ecos que le despierte el vocablo pronunciado por el disciplinador. Este, de trecho en trecho, dirá con monotonía el mismo vocablo, hasta agotar su potencialidad).

Signo representativo. —Dinero. —Caudal. —Numerario.

Numisma. —El dios Mammon. —Virtus post numus. No hay don sin din. Billete. Chequera. La Banca. Mohatra. Usura, etc.

Cuadro del hombre empobrecido

¡Ahí va…! Aparenta ochenta años y sólo tiene treinta y cinco. Barbas caídas, cabello ralo, chorreado; cuero cabelludo grasiento, amarillento; fondillos colgantes… Allí va, apresurando el paso: se le acerca a otro, juvenil y afeitado: es su amigo de juventud y le pide cincuenta centavos… El hombre empobrecido fue el jefe de la juventud brillante… Su edad sideral es treinta y cinco años, y su edad económica son ochenta… El tiempo de las derrotas es muy largo… Suceden muchas cosas durante el tiempo del dolor, de la miseria y de la humillación…

¡Ojo al valor psicológico de los tiempos…!

(Silencio largo, durante el cual se revive, como visto con los ojos del cuerpo, la figura del hombre empobrecido).

El ejercitador grita monótonamente, como dando campanadas:

¡El hombre empobrecido es sujeto de la caridad…! La voz humillada, la voz del pedigüeño… ¿Cómo es la voz del que da? ¡La voz horrible del que recibe…! ¿Qué larvas se revuelven como hormiguero en lo profundo del que pide? ¿Por qué da el que da? ¿Tiene miedo? «Pobre». «Lo compadezco». «Le tengo lástima»: ¿qué complejos están cobijados por estas frases? Camino doloroso del hombre empobrecido, camino, ¡largo camino hasta que se hace natural eso de «deme cincuenta centavos»…!

Revivid el camino. ¿Quién eres tú? Hoy, ahora, ¿quién eres…? Eres el punto de un camino, punto a un mismo tiempo padre e hijo del camino.

Cuadro de la muerte y del entierro del hombre indeciso

¡Ahí lo van a enterrar…! A las dieciocho y media… Oscurece ya… No vino gente rica, poca gente… Apenas siete personas: los dos hijos y cinco parientes obligados… El enterrador Urquijo está afanado… Se alumbra con lámpara Cóleman… Levántala para alumbrar el interior de la bóveda… Cargan al muerto y lo empujan… Sonido de arrastrar madera sobre granitos de cemento y cal… «¡Enderécelo!, dice alguien a Urquijo, pues quedó atravesado en la bóveda»… «Está muy tarde», responde Urquijo… Colocan la tapa del hueco… Urquijo cuña los resquicios con cantos de ladrillo… Coge una mano de cemento y la pega a los cantos… La extiende luego en círculo, de una manotada… «Ya está», dice. «No está aún», responde uno de los hijos… «Está muy tarde, contesta Urquijo, mañana acabaremos»…

Así, oscura y solitaria fue su vida… Maestro graduado. Luego, músico… Luego, pintor; después abogado… Pequeño empresario de transportes… Pequeño comerciante en litografías enmarcadas por él… Pequeño político… Maestro de matemáticas… Dos meses antes de morir, al recibir diez pesos por el estudio de unas escrituras, comentó: «Este es el dinero que viene a mí desde hace cinco meses»… Dijo también: «Dirigí elecciones… Fui ayer al Presidente del Directorio y díjele: “Deme trabajo; de portero para arriba, cualquier cosa… Hay angustia en casa… No me dieron nada…”».

En La Defensa salió el retrato del muerto… Dicen que fue bueno… Todo muerto es bueno…

Anochece… Nubarrones sucios por todo el cielo… Pantano por toda la tierra… Frío y llovizna… Urquijo… Lámpara Cóleman… Atravesado… Tapar al muerto con cantos de ladrillo… «¡Mañana acabaremos…!». Este hombre era un misterio grande… ¿En qué se apoyaba…? ¿Por qué…? ¡El hombre indeciso o múltiple…!

Pastel de la tempestad

¡Un trueno en la noche…!

Un ruido, como desgarrón en la noche, te despertó…

Un relámpago ilumina el cielo nocturno…

Quedas intranquilo y triste en la tierra oscura, insegura y temblona… ¡Te sientes furtivo ladrón nocturno…!

Tu yo se ha descompuesto, ¡se ha disuelto en la noche desgarrada…!

¡Ánimo, ladrón…! No permitas que te domine el pánico de la Cosa infinita: te perderás económicamente. En la economía burguesa no puede entrar el pánico nocturno, el alma llevada en la noche como pajuela por el viento huracanado… No escuches los truenos, no mires los rayos, no escuches la voz de tu conciencia, pues por ese camino se llega a la pobreza voluntaria y no a los millones… El hombrecito que enterraron ayer, a la carrera porque estaba tarde, era el que oía la voz de la conciencia en la noche rota…

¡Sé duro, hijo del dios Mammon…! Sordo a la voz de la Cosa infinita, si quieres ser gerente del Monopolio del Tabaco y del Prostíbulo…

¡La voz de la conciencia…! ¡Huye de la voz de la conciencia…!

Aguafuerte del terremoto

(Esta disciplina se toma a la medianoche oscura y mojada, durante tempestad. Se apagan las luces, para que el salón sea desgarrado por los relámpagos).

Tiembla la Tierra, la débil hija del sol… No está segura la Tierra… ¿En qué se apoya tu creación…? ¿En qué se apoya la base de la base de tu edificio…? Huye, hijo de Mammon, de esta cantaleta preguntona… Por ahí vas a la pobreza voluntaria

¡Afírmate…! Afirma la base, que es: la necesidad apetece la satisfacción… Repitamos cien veces: dureza, dureza… Los primeros mil pesos hay que robarlos… Robárselos a sí mismo o robárselos a otro… La satisfacción es la suprema base… Que tiemble la Tierra, pero mi obra no temblará… ¡No escuchar el trueno en la noche…! ¡No sentir el terremoto…! ¡Ciegos seremos al temblor de la conciencia…! Somos los colombianos, los hijos de Mammon… ¡No veremos el empujón a los ataúdes en que se marcha el animal divino pero ensuciado…! ¡Mirad, escuchad…! ¡Aparece en este momento la figura del Rey y se oyen sus voces seguras…! ¡Luzbel, el rey de la Tierra…! ¡Escuchad!: «Riqueza es todo lo que llena una necesidad». «El valor de la riqueza es función de la oferta y de la demanda». «Dinero es lo que mide el valor de las riquezas».

¡Oh, bendito rey nuestro colombiano, has dado a tus hijos la seguridad…! Ya no temblará la conciencia, ya no temblará, ya no existirá esa bruja…! ¡Hemos matado la conciencia…! ¡Somos hijos tuyos y de la Tierra…! ¿Qué nos importa el Otro, el Sacrificado…? «¿Acaso soy guarda de Abel?»… ¡Hace siglos que se dio la gran respuesta a la conciencia…!

¡Colombia! ¿Quién eres…? ¡Sepulcro de la conciencia!

Acuarela del dinero

Billete… Retrato del mayor Santander… Moneda… Cara y sello…

Cheque, letra de cambio, pagaré… Dinero: representante de todo lo bueno… Eres potencia… Eres la virginidad comprada, las almas compradas, el cielo comprado… Acariciarte en la noche, ¡rey colombiano…! ¡Paladearte! Eres poder indeterminado y determinable a voluntad… ¿Qué nos importa este placer, esta satisfacción…? Importa al dios la potencia: todo en potencia… Eres crédito contra los hombres, contra las vírgenes… Poseerte es ser amo y señor en Colombia, sepulcro de la conciencia… Tu uso puede venderse o darse en arrendamiento… Te reproduces como ser vivo… Eres más que los organismos… Eres el dios hijo del hombre… ¡Adoremos a nuestro hijo!

(Continuará).

* * *

Nota.—Estos cuatro últimos números de Antioquia los escribió íntegramente Atehortúa, el patagón hijo de misiá Martina, mohatrero por nota, un medellinense a quien odio y que, a pesar de habitar en Punta Arenas, se me entra por la ventana, de noche, a escribir.

Yo soy hombre amoroso, pero en 10 años arreos en Colombia me relacioné íntimamente con Atehortúa.

Lo cierto del caso es que estoy asustado. —F. G.

— o o o —

Poema en la espelunca

I. Una carta

Medellín, agosto 30 de 1945

Muy querido amigo Guillermo Abadía. Bogotá.

1°. León de Greiff. Quiero y aprecio mucho a León de Greiff. Que él no crea que lo maltrato. Es de los pocos amigos que tengo. Sus desdoblamientos mitológicos me parecen caso bellísimo y muy raro. Amo al cantor de Bolombolo, al noruego, al que no conoce el mar, al que no se ha podido ir, al gran músico de los vocablos y al hombre bueno como caricia materna. Dígale a mi León de Greiff que el concepto que tengo de él, es: que nadie de tan variadas posibilidades y realidades reprimidas y amagantes, respectivamente, por y en el ambiente espelunco: ¡esta espelunca llamada Colombia!

Mi frase malhadada y malentendida por él fue referencia al león, al animal que no es sino bravo. En fin, un amigo es como diez centavos cuando uno no tiene nada y, como no tengo sino pocos amigos, no quiero perder a León; ¡que se me caiga un diente de estos descalcificados, más bien!

2°. Panfleto. Parece que a las cositas del panfleto les sucedió algún suceso, pues no hay plata. «Me quebré», pues. La «industria nacional» (Andi) no quiere anunciar en panfleto y ya no hay ninguna imprenta que lo dé a luz. ¿Qué será lo que sucede? Yo no sé, pero me encuentro hoy «rendido incondicionalmente», no en espíritu, sino en los instrumentos de expresión. Así es como no sé cuándo reaparecerá el amoroso panfleto. ¡Siempre fue mucho tres! Esto me consuela. El «éxito» nace con uno, es como tilindrín. Así es como, por ahora: ego taceo in ecclesia.

3°. Víveres. No se consigue el conqué. Eso es lo más grave de la vida ésta, así. La gente va junta y lo consigue; uno va derrotado, escotero, y no lo consigue. C’est le côté le plus terrible de la philosophie et, sourtout, de la poesie. El argento y el auro no se amalgaman con la vida pícara.

4°. La sobrina de don Jenaro. Las sobrinas de los curas son impetuosas. Están repletas de posibilidades: son panfletos. Es cuestión hasta diabólica. Eso es lo que llaman «una tentación». A mí me tentó estos días una «dentroderita». Aquí llaman así, «dentroderita», a la muchacha que está dentro, tentando al señor y a los señoritos. Le hice un poema, que está dedicado a usted y al León de Bolombolo:

«Una dentroderita»

(A Guillermo Abadía y
a León de Bolombolo)

Reina eras, pero eras «una dentroderita»
en Colombia,
donde la belleza no tiene su reino.

Reinabas: tu andar y tus formas
ignoraban a estos de la cadaverina,
reyes colombianos de facto,
don Libardo, don Germán y don Eliseo,
condueños del Monopolio
y del «ganado»…
(¡Qué lindo esto de «ganado»!)

Ponías ahí las copitas (hechas en Itagüí,
de guayacán),
como joyas tuyas inapreciables (en este ambiente)
y las cosas de comer,
como tesoros de un reino lejano,
sin ver
a esos entreverados,
ansiosos impotentes que decían:

—Señora: ¿dónde consiguió
esta «dentroderita»?

Caminabas algo de lado, prognata,
toda tu belleza (escondida, ¡ay!),
despreciativa no, lejana, en tu reino,
ignorante en absoluto
de Colombia (¿finisterrae?)
y te llamabas Carolina…
Estabas por encima,
¡caminabas por encima!

¿Dónde habitas ahora (habitar: ¡qué lindo!)
señora, reina cœlorum, «dentroderita»
en Colombia?

* * *

—Mi señora: hay que echar esa «dentroderita»
tan desfachatada en el andar…

* * *

¿Recuerdas, Carolina?
Yo te llevaba cigarrillos (al escondido),
y eran perláticos homenajes
de un pobre de corbata (¿poeta?), enamorado,
al dios que «despareció»
en Santa Marta.

* * *

Reina eres,
alma mía, pero eres
«una dentroderita» en Colombia,
patria de los pajes
dueños del «ganado»,
condueños de «la cosa»
(¡ay, ay, León, ay, Guillermo!).

* * *

¿Dónde habitas, moras, ahora,
señora, reina cœlorum, Carolina?

Atehortúa Ochoa,
uno que se quiere volver (volverse)
para Península (Iberia),
pero que no tiene con qué (¿pasaje?)

Oh, los malandrines de mis ancestros, que se vinieron a este hormiguero bravo, para que yo naciera aquí y me «aburriera». ¡Para eso fue!

Post-scriptum: Si le gustare, Guillermo, le mandaré todo el poema entero, que se llama Poema en la espelunca, y que se compone de tres, que son la dentroderita, los mitos e Hiro-Shima.

Los mitos comienzan así:

Caminar por encima (entiendes?),
sumirlos en profundo olvido (a estos),
muertos,
y habitar con los suyos,
hijos del alma (¿Epifanio?),
sosegados y alegres
(los mitos).

Etc. —Si le gustan, irán.

Hasta lueguito, pues,

Atehortúa Ochoa

Nota. «Ay, ay, doctor Révérend, cúreme, para que nos vayamos para Francia». ¡Qué lindo eso! Yo también me quiero ir; yo me quiero ir; yo me quiero ir… ¡Ya nos vamos a morir! —A.O.

Adición. El asunto de «imprenta» es tema bellísimo, frustrado. Todo lo bello es frustrado. Pero hoy no me enamora sino esta palabra: lado. ¿Qué palabra hay así, como lado? La… do. ¿Quién inventaría ese monumento del oído? —A.O.

31 agosto, 45. Ya me arrepentí, Guillermo. Ya conseguí (parece) en donde dar a luz el cuadernito, más pequeño, bonito él. Es porque me gustan tanto las letras y, además, ¿qué se pone uno a hacer si no? Irá el 7, o el 8, o el 9, u otro día de este otro mes invernal. El programa es: nada de políticas (polis, ciudad, y también «la cosa»). Todo el cuaderno lleno de música nueva, posguerra, que parece que será con un ritmo así: uno; tres cuatro, ocho; uno; diez; uno tres, diez; un ritmo endiablado. ¿Para qué la política? No le puedo ver el objeto, y eso me enerva, y al panfleto también.

Rendido incondicionalmente,

Atehortúa

II. Unas explicaciones, innecesarias afuera

«Una dentroderita» trata de la revolcada de los valores, no de los bursátiles, que un ciudadano universal percibe en Colombia, así:

Valor es propiedad que tiene una cosa de satisfacer una necesidad. Y, como las necesidades de aquí son (no quiero decir como son), resulta que lo valiosísimo humano, Simón Bolívar, por ejemplo, es «una dentroderita».

El otro (los mitos): mito es todo desdoblamiento dramatizado. La novia es un mito; toda la historia es mito; mitos, los santos.

Nacen de la inconformidad, porque el hombre no puede vivir solo y, si no halla compañía, la crea. El hombre es creador por excelencia.

Los novelistas del amor nunca amaron, y los Julio Verne nunca viajaron y León de Bolombolo no conoce el mar.

Es una especie de sucedáneo. Proceso defensivo del animal consciente.

El último, Hiro-Shima, presiente las «filosofías» (terapéuticas, defensas psíquicas de la derrota, de la herida), que van a nacer ahora, cuando «se acabó el conflicto bélico».

Una «filosofía» es un remedio y es cosa parecida, en su génesis, a una cicatriz o a una compensación fisiológica. Adaptación. Defensa. Vadear. Buscar la comba al palo.

La «bomba atómica» es fenómeno muy grávido de futuro psicológico. El dibujo que se ve al final de esta balata nueva explica mucho. Es obra de Edgar Cock.

III. Una dentroderita

Reina eras, pero eras «una dentroderita»
en Colombia,
donde la belleza no tiene su reino.
Reinabas: tu andar y tus formas
ignoraban a estos de la cadaverina,
reyes colombianos de facto,
don Libardo, don Germán y don Eliseo,
condueños del Monopolio
y del «ganado»…
(¡Qué lindo esto de «ganado»!)

Ponías ahí las copitas (hechas en Itagüí,
de guayacán),
como joyas tuyas inapreciables (en este ambiente)
y las cosas de comer,
como tesoros de un reino lejano,
sin ver
a esos entreverados,
ansiosos impotentes que decían:

—Señora: ¿dónde consiguió
esta «dentroderita»?

Caminabas algo de lado, prognata,
toda tu belleza (escondida, ¡ay!),
despreciativa no, lejana, en tu reino,
ignorante en absoluto
de Colombia (¿finisterrae?)
y te llamabas Carolina…
Estabas por encima,
¡caminabas por encima!

¿Dónde habitas ahora (habitar: ¡qué lindo!)
señora, reina cœlorum, «dentroderita»
en Colombia?

País en donde el alma está escondida,
reinando, esperando,
escondidas las piedras verdes,
sonriendo,
y escondido el hombre dentro de sí,
soñando;
y ahora dirán que debías estar escondida
en mí, Carolina,
reinando escondida…

—Mi señora: hay que echar esa «dentroderita»
tan desfachatada en el andar…

—Esa Carolina, oh tú del Monopolio,
es Dios, son las esmeraldas
y don Simón Bolívar; es todo lo escondido
detrás de esta zarza apagada, remojada…

¿Recuerdas, Carolina?
Yo te llevaba cigarrillos (al escondido),
y eran perláticos homenajes
de un pobre de corbata (¿poeta?), enamorado,
al dios que «despareció»
en Santa Marta.

Reina eres, alma mía, pero eres
«una dentroderita» en Colombia,
patria de los pajes
dueños del «ganado»,
condueños de «la cosa»
(¡ay, ay, León, ay, Guillermo!).

Bolívar, eres «una dentroderita»
en Colombia;
recibe este homenaje
al escondido,
porque van a decir:
—Señora, hay que echar esa «dentroderita»
tan desfachatada, prognata toda,
que camina por encima…

¡Pero si es un «cucarachero»
al pie del ventanuco
al amanecer…!
Y si me asomo al ventanuco
y atisbo a Carolina…
(¡patagones, dueños de «la casa»!).

¿Dónde habitas, moras, ahora,
señora, reina cœlorum, Carolina?

Agosto, 1945.

Los mitos
(Balada nueva)

Caminar por encima (¿entiendes?),
sumirlos en profundo olvido (a estos),
muertos,
y habitar con los suyos,
hijos del alma, (¿Epifanio?)
sosegados y alegres
(los mitos).

No existen, no existen
ya para mí (estos);
nací para el amor y el odio me quema.
Inervado, inervado entre vosotros
hijos míos,
(los mitos).

¡Amor, amor,
que Roma es!
Allá iremos. En Roma habitan
(los mitos).

Roma, amor, luz dorada
y fugaz amapola,
cuna, clima, ambiente
mitológicos.

A, eme, o, ere,
Roma, amor,
arrullo del mar ostiano,
propicio al tacto
y al ojo del escultor y del pintor
(de mitos).

Luz dorada, forma llena,
eco amigo, golondrinas
y día y noche habitados
por mitos.
¡Roma, amor!

En el odioso Ponto,
Ovidio recordábate,
llorando…
¡Urbs amoris, Roma!

Agosto, 1945.

Hiro-Shima

(Pre-sentimiento)

A los muertos y a los que van a nacer:
porque el presente es un ñudo.

—Dos días ha que estoy derrotado (¡ay!)
revolcándome sobre mi cadáver…
revolcándome sobre mi amor
derrotado…
—¿Amor derrotado? ¡Pleonasmo!
Amor es siempre sin ruta…
¡Sosiégate! Sosegar, so y segar,
cortar las erectas espigas…
Sosegar es lograr que Psiquis
no tenga erupciones.

—¡Ya estoy sosegado…!
—¡Escucha esa música!
El sosiego, estar sosegado.
No es aquietar,
no es apaciguar.
Por eso:
su mano buena
me sosegó (¿Teanós?)

—El Emperador a los samuráis:
«Padeced lo indecible».
No es sosiego; es aguantar:
Sidarta Gautama
sentado a la turca,
aquietado y padeciendo,
silencioso y entendiendo,
detenido y viendo:
Es la Venganza,
la furia de los ojos quietos
dormidos pasos y palabras mudas.

Aquí estoy sentado sobre la piedra dura,
sobre mi destino.
Robármelo nadie puede:
lo que nace de mí no nace de otro.

—¿Qué te pueden robar?
Lo que no eres: la apariencia.

—¡Eso es! Soy el desnudo
y no tengo que esperar,
ni temer
ni pedir…

Pero pueden coger;
los transeúntes pueden coger
frutos
del hombre que está sentado
sobre sus vestiduras,
desnudo,
sosegado.

Los transeúntes gritan
que bueno y que malo
y el hombre sigue sentado
sobre su cadáver.

Soy como una muchacha
que cierra la ventana,
y luego la puerta
y después el postigo,
y ya está consigo misma,
conforme
in se ipsam.

Así: no oigo, ya no oigo;
no veo; voy no viendo,
ya no veo;
ya no huelo,
ya no siento…
¡Ya entiendo!
Estoy sosegado,
no estoy derrotado,
no soy
«criminal de guerra»:
¡Ganamos la guerra…!

Ganamos la guerra,
porque bregamos,
descontentos,
no lanzamos «la bomba»
y porque la muerte es el éxito.

¿Cómo no?
Siempre que uno nace, murió,
y siempre que murió, nació.

Por eso, el almirante
Tashijiro Onishi
escribió a los espíritus de los Kamikaze:

«Seguros de la victoria, caísteis,
proyectiles humanos;
pero esa convicción
no se ha cumplido todavía,
y voy a reunirme con vosotros
los que naceréis».

Y el Emperador, el 16 de agosto:
«Sobrellevad lo imposible
y sufrid lo indecible,
para ser cimientos eternos».

Y Narvashito Kuni
ordenó
reprimir estallidos emotivos,
padecer lo insufrible
y hacer gala
de espíritu imperecedero».
¡Esto es ganar la guerra!

«Naciones Unidas» murieron
con Delano Roosevelt;
con él se fue la Victoria:
El Mujic,
José Stalin,
pagado
($1.000.000.000.00 U.S.D.)
por Truman,
ataca al Sol,
ya arrasado
con la «bomba» comprada
a los que la sacaron
de Berlín.

¿Para economizar?
Coventry, ¿para qué fue?
¿Quién será el juez?

Tormentos pequeños,
lacerantes:
esculcar las encías
a los héroes vencidos…

Están inflando a las Furias;
han llevado muy lejos
el badajo del péndulo,
y el péndulo vuelve.

Es ley
que la burla engendra burla
y dolor el puñal.
Y sólo hay un modo
de vencer a la ley
y es, trascendiéndola;
renunciar
y consumirse en amor.

Parece que Cristo
es el padre de la ley
y el padre de toda
Victoria.

Pero el Mujic
jura y perjura
que destripará
al pensamiento
y que nadie habitará la Tierra
sin estar marcado.
El animal tricéfalo quiere reinar.

Agosto, 1945.

Epílogo

Este país dejará de ser la casa de los taitas, cuando entienda, y no entenderá sino cuando padezca. Ahora, en la paz, en la «tarasca de la paz», los taitas vomitarán todo lo que se robaron en seis años de tristeza. El profeta dice:

Padeceréis hambres caninas. Pagaréis el delito de haber explotado el dolor universal. La «Colombiana de Tabaco» será na-cio-na-li-za-da. Irán al presidio todos los hijos de Gelo. ¡Ya viene «la crisis», la crisis del latrocinio! ¡Pueblo de «gerentes» y de zambos de la cuchillada!

Agosto, 1945.

Fernando González

Fuente:

Antioquia. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, marzo de 1997. Introducción por Alberto Aguirre.

— o o o —

Revista Antioquia - (1936 - 1945)

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Ultima revisión en diciembre 25 de 2014