Pequeña biografía de la
República de Antioquia
para los niños

Nos ganaron en la votación porque había muchos marranos del Parque de Berrío y un señor llamado Manuel María…; además, un español, Perea, exclamó: «¡Esta gente es muy honrada…!».

—Honrada será tu agüela.

Entonces oímos una voz que nos ordenaba abandonar el petróleo y pintarlos, darles la eternidad efímera del arte.

(Tomado de la narración de la asamblea general de accionistas de la Sociedad Nal. del Carare.)

* * *

Se trata del juicio de apeo o deslinde de la habilidad comercial y la estafa; y es tan difícil, que va a tener que venir El Putas a fallarlo.

I. Don Polidoro

En los tiempos de Polidoro comenzó la industria antioqueña.

Acabamos de ver a don Polo retratado en la revista Estampa de Bogotá: de pies, recostado a enorme escritorio financista, una pierna sobre una silla y debajo tiene la pendejada, es decir, una leyenda salida de su boca, que reza:

«Hay que moralizar el comercio».

II. La gente de Medellín

¡Gente verraca la de Medellín! Cómo no, si es que don Polidoro ¡dizque está de presidente de la Asamblea de Negocios de la Capital!

En los tiempos de Polidoro comenzó la industria antioqueña y principió a levantarse el comisionista Triquitraque…

El comisionista de Medellín es de teléfono mugroso, si es para valores industriales y dólares negros, y de pies olorosos, por el mucho caminar, si es para fincas raíces. Ambos son cafeómanos.

III. Retrato de Polidoro

Polidoro es redondo y compuesto todo él de cosas redondas: redondo es el vientrecito, que siempre va adelante, como llamándolo; lo hala el vientre; redondas son las piernas, y la cabecita es redonda y como algo asustada, y sus ojos son redondos, cubiertos ya por vidrios grandes y circulares y el conjunto es redondo: hagamos de cuenta que es un vientre con patas y cabeza y que por debajo tiene la pendejada, que es como una casa de corozos debajo del vientre:

«Hay que moralizar el comercio».

IV. Don Elías

En esos tiempos de Polidoro, el as de los comisionistas de teléfono, el astutísimo, no era Triquitraque sino don Elías y, sin embargo, don Polo disparó su tiro, queremos decir que le ganó, así como la Pilarica le da por detrás a San José de la Montaña para hacer milagros. Oigan:

Triquitraque (niño aún) —Le vendo, don Polo, mil acciones de la compañía de tejidos del Camellón…

Don Polo —Hombre, yo no te las compro sino que te las vendo. Escucha: vas donde Elías y le dices: tengo mil acciones de Camellón para la venta, a plazo; don Polo, el gerente, quiere comprar quinientas de ellas…

Hízolo así Triquitraque, y Elías, viendo que el Gerente estaba comprando, las compró, pero… a los quince días se fue para la capital a la bolsa de la capital.

Algunos historiadores sostienen que el gerente era don Elías, y don Polo, el comisionista, pero da lo mismo. Ambos se acusan en el caso que hemos narrado y tampoco se ha podido averiguar de quién sea la razón…

V. La psicología antioqueña

Ahora, por ejemplo, nos contó Roberto que acababa de llegar de Bogotá; que allá es rector de la Escuela Nacional de Comercio y que vino con unos discípulos…

—¿Y qué enseñas tú…?

—Hombre, una materia muy interesante: la psicología de los negocios…

—¡Aquí no te resulta eso, la psicología, hombre Roberto…! Don Polo, Elías, Triquitraque y Tomasito… pues ve y cómprales acciones de Carare o Coltejer, ¡con tu psicología…! ¡Te friegan en un santiamén…! Envía al primero de tu clase, que ya me lo figuro rosadito y pendejo, alma bogotana, envíalo a la Feria de Ganado de Medellín a que compre una «vaca adelantada», o un «atado» o un «marrano en pie», aplicando tu psicología, y verás que allí le roban el hueco del culo, que es lo único que posee el bogotano.

VI. La Feria

¡Gente verraca esta de Medellín! Nosotros fuimos… Nosotros fuimos a la Feria de Ganado a comparar tres vacas…

En el corral de las paridas, que es el primer curso, se nos acercó don Aniceto: ¿Esa…? Esa, dijo, ¡está mal ubrada…! ¡Le arreglaron las tetas para traerla!

Otro envigadeño descalzo, Rodolfo, se nos fue acercando y, poniendo la palma de la mano a un lado de su boca, haciendo mampara, nos susurró: ¿Esa? ¿Esa de Aniceto…? ¡Da más leche una ladilla parida…! ¡Mire aquélla…! ¡Aquélla es la suya, mi dotor…!

Pasamos al corral de las «vacas adelantadas», que es el segundo curso, con don Perucho, técnico… ¡Éste es el rey de la Feria! Hay que verlo cuando se para detrás de una vaca adelantada, y abre las piernas, cojón, y le mete la mano en la ubre, y hala, y se le viene a uno y le dice solemnemente, estirando la palma de la mano: ¡Adelantada…!

—¿Cómo así…?

—Esta gomita, ¡mi dotor…! Cuando están preñadas echan esta gomita…

Y así fue como nos vinimos con tres «vacas adelantadas» y resultó que más preñados estábamos nosotros de la buena suerte. Nos aplicaron «la máquina», «la psicología de los negocios», ¡oh Rector de la Escuela Nacional de Comercio de la Capital!

VII. Los cuernos

¡Apostamos a que sus maestros no los han llevado a la Feria de Medellín! No tenemos pedagogos; allá está la verdadera universidad antioqueña; de sus corrales salieron nuestros grandes hombres, Pepe Sierra, don Luis Escobar y su hijo Jorge, «técnico y experto», Rubén Uribe y su papá don Lino; a la sombra de los carboneros del redondel han planeado sus obras Pedro Nel Ospina y su hermano don Tulio…

¿Cuál fue más verraco? Una vez echaron a la cara y sello a ver cuál se ganaba y… la moneda desapareció.

¿Dónde, sino allí, se graduaron don Luis y don Paulino Londoño? Los graduaron en el corral de las «paridas»; comenzaron arreando del corral a El Poblado las vacas que otros compraban y… ¡ahora son del redondel!

¿No han penetrado ustedes al redondel de la Feria, al sanctasanctórum, al redondel de los carboneros lindísimos en donde se negocia el ganado gordo? Ahí es el último curso; a ese lugar santo no se llega sino a fuerza de haber ganado en acciones, minas, coños, vacas y marranos en pie.

Del Parque de Berrío se pasa al redondel; ahí están don Luis y su hijo don Arturo, don Bernardo, Rubén y su papá don Lino, los Vélez, etc.

Don Bernardo tiene quince mil cuernos. Casi todos ellos son barrigones, lozanos y huelen a matrimonio descobijado, que es el olor del yaraguá; son como avisos ambulantes de su oficio de engordar cuernos; son como marranos en pie.

—¿Cómo va la feria, don Secundo…?

—¡A veintidós…!

—¿Barata, eh…?

—¡Es que esta gente no aguanta un ayuno…!

—¿Cómo así?

—Pues que mañana es día de abstinencia de carne…

VII. Los judíos

En la República de Antioquia, hijos míos, rige una psicología secreta y racial. Por ejemplo, a los judíos que llegaron hace poco los dedicaron aquí a… tenorios. Las antioqueñas les roban la energía: «No des, hijo mío, tu energía a las mujeres» (Salomón). Pues resulta que si un pobre judío huérfano está consiguiendo platica en el Parque… aparece una antioqueña… y los casan… Cantemos a la raza, así:

IX. El Putas

¡Antioquia! ¡Pueblo sorprendente que vende acciones, vacas adelantadas, atados, marranos en pie, minas y coños! Aquí va a nacer algo raro, aquí es indudable que va a nacer El Putas, redentor de Suramérica.

X. Fábrica de Tejidos de Camellón

Comenzó la industria antioqueña cuando don Polidoro fundó la sociedad anónima de Tejidos de Camellón…

¿Y cómo era eso? Era en Itagüí, y la gerencia en el Parque de Berrío y tomaban dinero a mutuo, con interés, para… repartir dividendos y poder así vendernos las acciones… Afortunadamente que entonces nosotros éramos niños, que si no, nos hubieran vendido de esas acciones, a plazo, financiadas por don Tomás… ¡Gente verraca, padre del Putas!

XI. Se va Polidoro

Polidoro se fue, pasando por la bella Manizales, a la Capital, y ahora salió retratado en Estampa: es el verraco de Guaca de Bogotá y dice, tintineando la tríada, es decir, las tres:

«Hay que moralizar el comercio».

XII. Acerca del Putas

La gente está impaciente… Hemos recibido muchas comunicaciones en que piden informes acerca del Putas.

Primeramente diremos que será culibajito, patitorcido, nuquigrueso, que no tendrá más de media vara del trasero a los jarretes y que, según unos profetas, nacerá de Luisito Cano y de la señorita Pajuela, dactilógrafa en la Liga de las Naciones. ¡Ahí está la gracia! Otros profetas, pero modernos, sostienen que nacerá de Marco Arango, abejorraleño, el que les maneja el chimbo a los del Parque de Berrío, y del amagamiento La Ayurá, en Envigado.

¡A lo mejor será que nos van a nacer dos Putas…!

Sabemos, en segundo lugar, que nacerá con la facultad para adivinar cuándo la compañía Coltejer va a emitir «acciones hijas», es decir, caerá parado en el Parque de Berrío. Masato, el poeta Masato de la plaza de mercado, refiriéndose a él, dijo.

El huevo nació parao
y el bollo cayó extendido…

XIII. Señales de su venida

El Miembro, el miembro de la Junta Directiva, comenzará a sentir los primeros remordimientos… Esteban Jaramillo comenzará a sacar la plata que tiene escondida, y don Tilín morirá y obtendrá que el diablo le financie el alma, con tres meses de plazo.

Marco el papá del Putas obtendrá el retiro y se entregará a jardinear y a silbarle al canario, por la mañana, en bata de baño, chasqueándole los dedos pulgar y medio de la mano derecha: fi.. fi… fu… fu… fo… fo… Luego, le nacerá el Putas y morirá…

—¿De qué murió Marco…?

—Pues del canario, ¡y de jardinear…!

El financista de Medellín se retira siempre a los sesenta años a su mangada, dizque a jardinear y a cuidar el canario, y a poco muere de un lodo que le tapa el canal colédoco.

XIV. Mahoma

Pues en los tiempos de Polidoro, como les dije, se levantó Mahoma, el comisionista: ancha nariz y ojillos astutos por debajo de un amago de cabeza. Todo el día está pegado a los teléfonos mugrosos o donde los Echavarrías gordos y los Echavarrías flacos, conversando de finanzas. Las bocinas de los teléfonos están desboquinetadas por el uso… ¿A cómo me da doscientas Coltejer, con hijas…?, y las aletas nasales se hinchan…

Estudió con don Pedrito; ahí, dando vueltas, de andarín en el Parque, vendiendo y comprando, cobrando y pagando, se graduó en la magia esa. Lo graduaron el señor Sitarz, del Banco, y el señor Hubard, del otro Banco, que le prestaban plata a uno para comprar acciones así: la pérdida para uno y la ganancia para ellos.

En la actualidad, Mahoma es comisionista de compra venta de acciones y también lee libros rosacruces, dizque para desarrollar la intuición, porque ya han venido dos príncipes tibetanos, grandes maestros, a enseñar eso, gratis: desarrollo de la intuición hasta recordar las existencias pasadas o hasta adivinar cuándo los de la Junta Directiva van a comenzar a vender acciones. Anteayer, algo bebido, me confesó Mahoma que él había sido en una de sus encarnaciones anteriores algo muy grande, como el robo de Carare; me confesó en voz queda, que él había sido… ¡el Putas!

¡No, hombre Mahoma! El Putas no ha nacido aún, es el que va a venir, es el Mesías del pueblo antioqueño y ya se sabe que nacerá de Luisito Cano y de la señorita Pajuela, de la Liga de las Naciones. Usted, Mahoma, no fue propiamente el Putas sino un Echavarría flaco.

XV. Los Echavarrías gordos

De los Echavarrías gordos sabemos que son discretos, menos cuando se quedan solos en grima, pues entonces se les alborota el contenido y escriben crónicas a troche y moche, en que figuran príncipes, y son galantes a diestra y siniestro, y les hacen a las muchachas el saludo a lo Casola, como el gerente Ochoa… Ellos son los reyes del Parque de Berrío, lozanos como pavones y huelen a telas nuevas; son los dueños de Fabricato, «la tela de los hilos perfectos».

XVI. Los Echavarrías flacos

Los Echavarrías flacos son como a la carrera, muy ambiciosos y nunca acaban, siempre están emitiendo acciones hijas, que les vende el comisionista Mahoma. Son los dueños de Coltejer, que no se sabe en qué va a parar. Les ayuda allí don Pedro Estrada, uno a quien la Virgen del Carmen le sopla cuáles acciones van a subir y cuáles a bajar. Con las telas Coltejer se hacen unos vestidos que compiten con el cordón de la castidad… Son tan tinosos en esa Compañía, que ya sacaron petróleo, primero que en Carare.

XVII. Mora Hermanos

En la historia de la industria antioqueña quedarán los nombres y las figuras de estos señores, Mora Hermanos, familia oriunda de Yarumal, como los fundadores de la verdadera sociedad anónima: hasta que ellos llegaron, no teníamos sino negocios anónimos; se tomaba dinero en mutuo para… repartir dividendos.

Sus fundaciones son: Tejidos Cóndor, Cementos del Nare, Arrocera Central, Cementos Argos, etc. Ellos iniciaron la moralización de la sociedad anónima y a ellos se debe en mucha parte la fe que les va teniendo nuestro pueblo.

Podemos dividir en dos periodos la historia de nuestras sociedades anónimas: a lo antiguo, al espíritu antiguo, de gamonales medellinenses, en que una sola familia hacía y deshacía, pertenece Coltejer. Hace poco, el gerente de Coltejer, doctor Restrepo Uribe, renunció a la gerencia porque la familia Echavarría quiere dirigir y a un mismo tiempo comprar y vender acciones, y ser agentes vendedores exclusivos de los productos. Alegaron los señores Echavarrías que ellos fundaron la fábrica, que poseen muchas acciones y que venden muchas telas. Pero queda en pie el hecho de que las acciones suben y bajan de doce a veintiocho pesos y que ellos y alguno de la Junta compran y venden acciones. Los que no somos de la Directiva no sabemos cuándo se debe comprar y cuándo vender: nos tiran desde la línea Maginot. Me atrevo a hacer este cargo porque es público y lo formuló el gerente en la Asamblea General de Accionistas. Para desvanecerlo no hay sino un medio: publicar los documentos referentes a un arbitramento que hubo para decidir si los miembros de la Directiva podían especular con las acciones y publicar del libro de inscripción de accionistas un extracto del movimiento de acciones a nombre de los de la Directiva y sus parientes. Mientras tanto, allí no hay seguridad.

La Compañía Colombiana de Tabaco ha logrado tapar el cobre, porque maneja un monopolio de hecho, pero en ella es donde está refugiado como en línea Maginot el gamonalismo hipócrita de Medellín. En virtud del monopolio de hecho, es un Estado dentro del Estado: le pone automóvil a la puerta a cualquier suplente de congresista que llega por aquí; le da a Plinio Mendoza, para su revista o para sus aventuras, avisos por miles de pesos; trafica con la caridad; todo lo compra y todo lo vende.

El capital de más porvenir y de mayor vitalidad en Antioquia es el de Mora Hermanos. Dotó la naturaleza a don Eliseo de la prudencia y a don Jesús de la impetuosidad; ninguno posee la egoencia de don Jesús ni la parsimonia de don Eliseo. En las sociedades en que estos señores intervienen, el inversionista está seguro de que se procede a la luz.

La egoencia de don Jesús nace de su éxito. Sabido es que éste engendra a su vez la seguridad y que la seguridad conduce al fracaso; pero ahí está don Eliseo, bueno para el consejo como Ulises.

Estos señores idearon un sistema genial para obtener el desarrollo de las empresas industriales: dar los dividendos en acciones nuevas. Es un modo de obligar al ahorro productivo. Desgraciadamente los especuladores se están aprovechando de este método, practicable sólo en empresas que no han llegado a completo desarrollo, para engañar al público y venderle acciones a precios ficticios.

Mora Hermanos son representativos de lo que vale en Antioquia, de la gente que se lo debe todo a su esfuerzo, de la gente segura, de ésa que forma a los grandes pueblos. Mora Hermanos es el capital más honorable, vital y patriota que hay por aquí.

En resumen: tenemos en la industria antioqueña a los Echavarrías gordos, vieja escuela del almacén del Parque de Berrío; a los flacos, que no se sabe a dónde irán a parar; a don Pedro Estrada, de las Juntas directivas y a quien la Virgen del Carmen le sopla el alza y la baja; a la Colombiana de Tabaco, línea Maginot, caridad con uñas, dueña del Congreso, viajeros con pasaporte diplomático, artillería pesada, Estado dentro del Estado, en cuya gerencia se turnan los que parece que tienen tres y, por último, a la verdadera energía popular, a lo que podríamos llamar verdadera Antioquia, Mora Hermanos.

XVIII. La vida es la Universidad

Grabadlo muy bien, hijos míos, que la vida es la verdadera Universidad; en el Parque es en donde se aprende a conocer a los hombres: mientras que en el colegio se distinguía Joaquín Luciano Palacio, medalla de excelencia, en el Parque estaba yente y viniente el comisionista Mahoma: aquél es hoy un viejo sordo y pendejo y Mahoma «intuye», casi podríamos decir que si no es el Putas, se le parece mucho. Y mientras que Pacho Pérez se aplastaba las nalgas donde los jesuitas, Pedro Estrada barría la oficina y examinaba el café pergamino, para ver si estaba seco, en la casa de los Londoños; aquél es ya un viejito de paraguas y a don Pedro le sopla la Virgen del Carmen en dónde debe comprar, y por cierto que le dice que compre tierra en las esquinas.

Fijad muy bien esto: que se aprende a caminar, caminando, a hablar, hablando, a encontrar, buscando, y a ser pendejo, leyendo. No leáis, investigad, buscad, vivid. La república de Antioquia fue grande cuando su escuela era la arriería, la Feria, la Plaza de Mercado y los pueblos. Allí se formaron Alejandro Ángel, Emilio Restrepo Paila, Pedro Estrada, Luis y Paulino Londoño, Bernardo Mora, etc. Ninguno de ellos aprendió a leer hasta que lo necesitó para saber cuánto le debían; primero aprendieron el lenguaje de las actitudes de los seres; por eso son astutos, saben lo que quiere cada cosa que se les presenta.

XIX. ¡Aguanta, chico, que ya sale el petróleo…!

Nos ganaron en la votación en esa asamblea extraordinaria de la Sociedad Nacional del Carare, pero no en la discusión, porque aquí hay mucho marrano y les vamos a ganar en la eternidad efímera del arte, pintándolos:

Nosotros dijimos que podían robar o que, al menos, debían padecer graves tentaciones; un español, Andrés Perea, replicó así: «¡Coño, esta gente es muy honrada!». ¡Honrada será tu agüela…! Entonces un Escobar, marrano viejo, dijo que felicitaba a esa gente, por honrada, y todos se levantaron, lo cual quiere decir que nos derrotaron. El español argumentó: «¡Aguanta, chico, que ya el petróleo se nos viene encima!».

Los unos eran entrecalvos, calvicie color de cuero de muerto, y los otros eran gordos desaforados; por último, los yanquis de la Troco eran tres y nos gustaron, porque no hablaban, pero atendían mucho y votaban; los yanquis, nuestros primos hermanos, tienen inocencia en la picardía; la ejercen en los negocios con la naturalidad del que orina con gana. Uno de ellos, cejón, ojihundido, moreno, atendía muy agradablemente y pensamos: ¡Este debe ser el Putas de la Troco…!

XX. Antioquia produce genios

La formación de un hombre actor es asunto largo y de práctica progresiva. Habréis visto, por ejemplo, al que se dobla sobre sí mismo, mete la cabeza, los hombros y los brazos por entre las piernas y camina… Pues comenzó agachándose como vosotros lo podéis hacer; pero se agachó metódica, diariamente, durante toda su vida. Ese que canta, o baila o habla celestialmente, principió como podéis comenzar ahora; este Mahoma que adivina qué acciones queréis vender y a cómo las daréis, principió de recadero de comisionista, y, así, todos los que nos causan admiración.

El secreto está en dedicarse al trabajo, a la vocación, venciendo obstáculos, aprendiendo de los fracasos, obedeciendo, humildes, al tiempo, padre de lo que se agranda y, sobre todo, venciendo las tentaciones de cambiar de actividad.

Por eso Antioquia produce genios en la Plaza de Mercado de Medellín, en la Feria y en el Parque de Berrío; en las escuelas y Universidad no ha producido ninguno.

La vida es la verdadera escuela; los libros son para consultar; ayudan en las dificultades que uno está venciendo en el oficio que practica. ¡Ay del hombre y del pueblo librescos! Nunca se ha hecho nada sino el que se puso a la obra desde temprano, y sólo el que actúa puede aprovechar de lo escrito acerca de su arte. Ayudantes del artista llamaremos a los libros.

XXI. Ahí tenéis a Marco…

¡Ahí tenéis a Marco, hijos míos…!; algún día iréis a casa de Marco a que os preste algún dinerito asegurado en «valores» y entonces sabréis lo que es un hombre bien simpático: lo graduaron en «el banco»; fue mandadero allí, fue secretario de don Luis Mejía Álvarez; desde niño, sus células todas viven las escenas bancarias, saben al vuelo el modo como entra «un cliente» a pedir prestado; sus células cogen al vuelo la situación económica del cliente; le adivinan a uno «el balance», y la necesidad y la intención. Es, hijos míos, en una palabra, el banquero del Parque de Berrío. Y no estudió nada, las puras nadas, si por estudiar se entiende pegar el culo a un taburete y hojear libros. Su estudio fue prestando y cobrando, multiplicando y restando y haciendo mala cara. ¡Y adivina, el maldito! Le adivina a uno cuándo está necesitado, y entonces no le presta, y cuándo está boyante, y entonces le presta mucho. En Europa vimos a gente que adivinaba si uno estaba casado, pero no pudimos ver uno solo que fuera como Marco, que le adivinara «el balance».

El banco de Marco fue antes de don Luis Mejía Álvarez, y éste tampoco «sabía» nada, pero había copiado un texto de economía política de Leroy Bauheu y publicádolo como suyo, y el banco creció lenta pero seguramente, porque su lema era no prestarle sino al que no necesitaba y porque Marco era el secretario.

Aprended, pues: Marco no cogió los libros, sino que se puso a observar a los clientes y ahora es capaz de adivinar el balance de don Pedro Estrada y de augurar con seis meses de anticipación cuántas acciones hijas van a repartir en Coltejer.

XXII. Nuestras escuelas no sirven

Nuestras escuelas no sirven, pero la vida antioqueña es una insuperable, mejor que cualquiera de cualquier tiempo o lugar.

Sacapotras, sangrero y perrero de los ventorrillos se llamaba a sí mismo Teofrasto Paracelso. Ambrosio Paré fundó la anatomía, escribió sus fundamentos después de aprenderlos de la vida en cocinas, campamentos y entre apestados. También Pasteur fue en el manejo donde aprendió. Miguel de Cervantes vivió a don Quijote letra por letra, posada por posada, camino por camino y aventura por aventura. Así como la mujer forma a su hijo de su propia sustancia, así tenemos que formar con nuestra vida nuestra sabiduría. No conocemos ningún actor bueno que se haya formado en libros.

Medio y ayuda es la Universidad; lugar de comprobaciones: si allí no vamos a verificar lo que ya hemos vivido sino a aprender lo que otros vivieron, no la llamemos Universidad.

Antioquia vive intensamente, pero carece de Universidad y de escuelas. Produce grandes hombres por docenas y ni uno solo ha sido universitario.

Cuán por debajo del pueblo antioqueño se hallan sus gobernantes salidos de las escuelas de Derecho, Minas y Medicina. Gobiernan a un pueblo de Echavarrías, Moras, Ángeles y Londoños unos doctorcitos cuyo oficio es casarse con ricas.

XXIII. ¡Mirad a Samuel…!

Efe Gómez le dijo a uno que se puso a estudiar Derecho en la Universidad, cuando ya estaba viejo y que lo invitó a su grado: «¿Para qué estudias eso, Samuel? ¿Para que se te olvide…?».

Deja la Universidad, Samuel, y paséate por el Parque, por la Feria y por la Plaza de Mercado, atisbando. Atisba a don Manuel María y a don Pedro Vásquez, «técnicos y expertos en terneros, gerencias y consejos», y verás cómo tu cerebro engorda. De paso, contempla al gerente Ochoa: cuando joven se atusaba los bigotazos con ambas manos, desde la mitad hacia los extremos, hacíale a las muchachas el saludo a lo Casola, tenía la virilidad, en los amaneceres, como cautín de latonero, mientras que ya viejo va al templo y ora… ¡Son muy tristes la vejez y el olvido! ¡No vayas a la Universidad, Samuel! Vete a la Plaza de Mercado, que allí encontrarás a Masato, el poeta antioqueño, que te recitará:

¡El huevo nació parao…!
¡El bollo cayó extendido…!

Deja esos libros, que tienes la vida delante y abierta. ¿Para qué lees la vida de César, si ahora, en tu ciudad, están viviendo muchas gentes y no hay artistas que las pinten? No creas que te haces más sabio leyendo que atisbando; nunca se ha oído decir que un lector haya encontrado o hecho algo, y sabemos que todo el que atisba, encuentra.

Callejea y practica tu arte; confronta tu obra y tu vida con las ajenas; para ello puedes consultar libros y nunca más.

Si te llama la anatomía, despelleja animales, córtalos y atísbales actitudes y movimientos. Si eres pintor, mira y mira, pinta y pinta. Si filósofo, anda siempre atisbando, en acecho. Si músico, escucha y practica los sonidos, combínalos. Uno solo es el método. ¡Oh experiencia, madre de las artes!

Y en lo que no sabemos, somos niños: en la Feria verás cómo matemáticos, médicos y abogados se humillan ante don Aniceto. Nos parecemos a Dios en lo que sabemos hacer. Tú, Samuel, porque no sabías nada entraste a la Universidad, creyendo, engañado, que allí se aprendía y… estudiaste para que se te olvidara…

Callejea, Samuel, practicando tu amor. El poeta Masato dice que «el huevo nace parao», es decir, el muchacho que crece en la Plaza, y que «el bollo cae extendido», o sea, el hijo de rico que va a la Universidad a aprender libros para que se le olviden.

XXIV. Los mulatos y las mulatas

Ya es muy escaso el hombre blanco en el Parque de Berrío; lo que abunda son mulatos y mulatas que a primera vista parecen bien proporcionados, pero que no resisten el menor manipuleo: «Al menor manipuleo huye su belleza o sólo queda la apariencia». Las mujeres de Medellín no resisten ya una desnudada.

Los mulatos son sensuales, sensualidad de atisbador, vanidosos y carentes de método vital. Este consiste en la constancia en los hábitos, en complejo casi invariable de tendencias, que conduce muy lejos y triunfalmente. La constancia vital se observa en las razas formadas, durante el periodo de madurez.

En Medellín, lo que había de raza era un residuo español que ha desaparecido ya; ahora tenemos un tipo formado por las sangres negra, blanca e india en proporciones desastrosas. Ese tipo colombiano podéis contemplarlo: son esos morenitos que ejercen el gobierno en los tres palacios: departamental, nacional y municipal. Su actividad se reduce a beber café y atisbar las piernas a las mujeres; llevan tres cosas en los bolsillos del chaleco: un condón, un quinto de lotería y un espejito. Es un tipo humano putísimo y sin método vital.

¡Meditad en que ese negrito de espejo de bolsillo, condón y quinto de lotería, está encargado de manejar, como gerente, la riqueza petrolífera, áurea, forestal y moral de la patria!

No insultéis a los yanquis; no tienen ellos la culpa de que ese negrito se les ofrezca en venta; el yanqui ha estado listo a tratar bien a Suramérica, pero estos pueblos exigen que los prostituya.

En eso del istmo de Panamá, los yanquis quisieron proceder bien, pero los colombianos, como las rameras, no aceptaron matrimonio y exigieron compraventa de la patria. Leed la historia de los esfuerzos hechos por los yanquis para que el canal se abriera en compañía.

Casarse con rica es la máxima aspiración del morenito: buscad y veréis que dirigen a la patria unos «casados con ricas». ¡Gente verraca!

Fernando González

Fin

1939

Fuente:

Antioquia – La Revista de Fernando González, Editorial Universidad de Antioquia, colección Señas de Identidad, marzo de 1997.