Carta a Amílcar Osorio
(Amílkar U)

Amílkar U:

Acaba de mostrarme mi mujer tu poema que salió publicado en El Espectador, llamado “Plegaria Nuclear de un Cocacolo”.

¡Eureka! Ya nació, por fin nació la poesía en esta Colombia que era nada, paja-nada.

Con Gonzalo Arango apareció hace poco el cuento, el drama, el camino y contigo…

Pues pariste una cosa viva, tuya de tu intimidad, tan viva como el hijo que pare la madre. ¡Eso tuyo está tan tibio y gracioso como la ternerita Paturra que le nació a mi vaca Carolina hace quince días!

Al acabar de leerte le dije al Neant, “al que se tiene y me tiene”: ya no me iré tan triste, pues por fin vi nacer mi patria. “Vosotros sois mi madre y mis hermanos”, porque estamos en la Intimidad.

Eso, eso tuyo que le dices al Inefable, al Neant, eso es religión, poesía, oración, vida, camino y verdad.

Tus blue-jeans, tus zapatos y tu correa extendida del este al oeste en la espalda, el pecho o las piernas de la noche, me llevaron a una Otraparte muy grande en donde oí esto que sí te puedo revelar:

Que en el momento menos pensado te llegará una coca-cola que nadie vio semejante y que es hermana de la que le enviaron a Sócrates la víspera de la cicuta, una joven vestida de luz, que le dijo: “Mañana estará con nosotros”.

Ahora, con nosotros, sí hay revolución, la buena revolución, ésta que es como encender un lucífero en carrera oscura: ni un solo tiro, pero desaparece la vanidad: los “rectores magníficos”, los presidentes, los jerarcas, los señores, señoritos, los “personajes”, los complejos que nos alejan “del que nos tiene”.

Te abrazo dentro de tu automóvil “que brilla y luce más que dos naranjas ombligonas en el refrigerador”.

Dale abrazos a todos los de la escuelita del Nadaísmo.

Fernando González

P. S. Tu imagen de la Vía Láctea y de tu correa… “camino lechoso que pintaste con yeso sobre la espalda, el muslo, o el pecho de la noche”, me dio envidia. F. G.

Nota:

Fernando González fue el único escritor colombiano que aplaudió entusiasmado la irrupción del movimiento nadaísta, pues, como quedó explicado en la introducción, retomaba su bandera de pirata. Por muchas razones, el maestro puede considerarse el precursor, en Colombia, de nuestra actitud airada e irreverente.

Fuente:

Escobar, Eduardo. Gonzalo Arango – Correspondencia violada. Instituto Colombiano de Cultura, Gobernación de Antioquia, Universidad de Antioquia, Editográficas Ltda., Bogotá, 1980. Ver Carta a Alberto Aguirre.