El retrato que
me hizo Pepe Mexía

El retrato que me hizo Pepe Mexía es descomposición de los demonios cuya síntesis soy yo. El primero y segundo daimones son la tentación y el remordimiento; sigue una llave, que es «la llave de la puerta de la casa de la coja»; ésta y el pescado son el diplomático o proteo; hay un sapo de tinajero, que es el sentimiento de madre patria, pues mi familia se vino a las Américas dejando los muebles por allá; hay las banderitas rojas (¿Cuándo llegarán? Pronto, porque el dos de septiembre último, en un discurso, el Papa se hizo cristiano. ¡Ya el Papa se hizo cristiano!); hay un entierro, que es el de mi inocencia, que se llama Manjarrés, y hay un pajarito que está emperrado cantando y que es lo mejor, la síntesis, ese algo que va a quedar después de la muerte.

¿Qué sería de mí sin ese cucarachero, alias ruiseñor, alias teología?

Una raya me divide de arriba a abajo en dos mitades asimétricas, y significa campo de contradicciones, pocos dineros, muchas culebras.

¡Admirable esta obra del poeta por los colores! Pero no veo en mi retrato si me van a restituir a mi consulado en el Puerto Viejo de Marsella… Podría irme también a París… ¿Dónde estará aquella muchacha que se me quedó en el manzano…?

Lo que dejarían los alemanes animales. Todo lo demás es fotografía, como el retrato que hizo Eladio de don Enrique Echavarría, que tiene doce botones y cadena de oro de reloj sobre el ombligo que guiña los ojos. ¿Dónde estará mademoiselle?

Fernando González

Envigado, septiembre 6 de 1944

Fuente:

Archivo Corporación Otraparte. Ver retrato aquí.