Presentación

Bestiario

—23 de marzo de 2017—

«Bestiario» de Beatriz Restrepo Restrepo

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Beatriz Restrepo Restrepo es doctora en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos de la Université de la Sorbonne – Nouvelle, París III. Se ha especializado en el estudio del lenguaje poético desde su pregrado en Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes en Bogotá. Ha realizado investigaciones sobre poesía colombiana con énfasis en la obra de Aurelio Arturo. Ha estado vinculada a la Universidad de los Andes en diferentes oportunidades como investigadora y editora. El libro «Bestiario» (Universidad de los Andes – Facultad de Artes y Humanidades, Bogotá, 2014) es su primer libro de poemas, finalista en el Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura en 2015 y seleccionado entre los 15 mejores libros del mismo año por el Ministerio de Cultura. Fue incluida en la antología «Poesía colombiana del siglo xx escrita por mujeres» (estudio y selección de Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano, Apidama Ediciones, 2014). Con un primer manuscrito del libro de poemas en prosa «La sombra de Ellis» obtuvo en 2016 el segundo lugar en el concurso Ediciones Embalaje del Museo Rayo en el municipio de Roldanillo, Valle del Cauca.

Presentación de la autora
por Gustavo Adolfo Garcés
y Luis Germán Sierra

Ediciones Uniandes - Universidad de los Andes

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Beatriz Restrepo Restrepo

Beatriz Restrepo Restrepo

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Es grato encontrar una primera incursión así en la esquiva poesía. En estos textos hay levedad, humor e inteligencia, al menos en una buena cantidad de ellos (son un poco más de cincuenta), y pienso que su autora no se ha andado con afanes para publicar. Puede, incluso, que no le hubiera hecho falta hacerlo antes. Aunque en apariencia no revelan una gran elaboración (lo cual, de paso hay que decirlo, es uno de los mayores logros de la buena literatura), se ven precisos como pequeñas piezas ajustadas a un propósito determinado. En este caso, a la descripción o al apunte sin rodeos de sus «bestias» que va hilvanando de a poco, en estricto orden alfabético, quién sabe bajo qué método; uno que, en todo caso, no deja adivinar. Asume como «bestias» lo que comúnmente llamamos «bichos», tales como (y aquí viene parte del contenido de sus títulos) abejas, babosa, cigarras, libélula, mariposas, mosca, polillas, zancudo, garrapata, y escribe también sobre animales más «temibles», como caballo citadino, garzas, gato, perro, toro jarameño, vaca, tigre. Hay una gracia risueña en casi todo lo que escribe de sus bestias. […] Es el juego lo que parece animar la relación de la autora con sus diversos animales. Los lleva a situaciones en las cuales no se mueven en su hábitat o en las relaciones previsibles con su entorno. Les dona un destino que ella interpreta a su manera y los hace jugar hacia una condición imprevista.

Luis Germán Sierra J.

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Tres poemas de
Beatriz Restrepo R.

Sapos

Lástima, ese par de ojos saltones, para asustar. ¿A quién? Lástima, esa boca gruñona que no sabe pedir un beso, lástima. Eso era todo después de tanta algarabía, la piel rugosa y ese amague de grima. ¿En qué quedan las noches, las tuyas, y las noches profundas de todos los sapos?

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Tortuga Galápagos

Te dirigías al bebedero, dicen quienes te encontraron. A beber, ¿qué? Con más de cien años, querido George, sin otro hermano aparte de ti mismo, ¿a quién buscabas?

Dejaste tu lugar sin nombre, tu caparazón sin alma, tu especie sin relevo. El vacío se extiende. Corre la voz. Los animales están alerta.

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¿Vaca ciega?

… alcanzó a comprender que había otra res delante, balando […] y cayó detrás […] temblando de dolor y de miedo… de un marronazo en plena frente…

Alfredo Zitarrosa
«Guitarra negra»

Por la espalda, a mansalva, arre, arre vaquita para el embudo del corral. Y el pasto al otro lado, el bebedero, su ternero, otro, completo de patas, de pezuñas, esperándola. Llamándola. Lo oye, levanta la cabeza desde el cuerpo que también se tensa, y la mueve a la izquierda, a la derecha un poco, ya casi, hasta que lo ve. El embudo del corral, la salida, y entonces será el pasto y el agua, el ternero, su ternero vivo. Entra y se tambalean las varetas, retumban los cascos.

(¿No comprendes que va otra res delante, que cayó temblando de dolor y miedo?)

Ahora sólo su piel de manchas blancas y negras, y pecas azules, ¿o eran doradas?

Azules, doradas.

Fuente:

Restrepo Restrepo, Beatriz. Bestiario. Universidad de los Andes, Facultad de Artes y Humanidades, Bogotá, 2014.