Presentación

Cuentos comunistas
para niños que
saben llorar

—25 de mayo de 2023—

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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Federico Lumière (Medellín, 1999) es estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Antioquia y comunicador audiovisual de la Universidad de Medellín, institución donde también es investigador. Ha colaborado en el taller literario «Los Campos Magnéticos» de la Universidad de Medellín, coordinado por el profesor Óscar Jairo González Hernández, con quien también publicó algunos relatos en su revista «Telesterión». Otros textos suyos han aparecido en las revistas «Con-sentidos» e «Imago» y fue incluido en la antología «Incidentes y mediaciones sobre la luz mercurial».

Presentación del autor y su obra por
Óscar Jairo González Hernández.

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A mis padres, que han luchado
por la paz y por los otros desde
la educación y la academia.

El fin de estos relatos, paralelo al de crear memoria, es generar una conciencia de los hechos e impactar con el objeto de reflexión. Los textos nacieron con la metamorfosis de las imágenes de algunos fotógrafos colombianos de la guerra hacia la dimensión expresiva de la literatura. Ampliándose desde allí y transmutando (más allá de la inspiración y las fotografías), los relatos fueron haciéndose por sí mismos; como si fueran la sangre que se lleva dentro, y la misma vista en cada montaña y región de mi país; vista que yo no podía negar ni dejar de pasar a nuevos modos de ser, hacia espíritus de narración. Estas invenciones no tienen la intención de darles morbo a la violencia o la acción, sino denigrarla y repartir así la purgación del espíritu de una nación; para no quedarse en el letargo o la lividez, sino apropiarse del problema y generar un cambio positivo. «Ser es ser percibido y percibir». Si se muestran las funcionalidades de nuestro país no dejaremos que pasen como inexistentes. Por eso estos relatos están dirigidos a quienes se sienten fuera del conflicto; y que increíblemente aún creen que aquellos armados no son humanos, no tienen alma o sentimientos, o no sufren. O, incluso, que están involucrados por voluntad propia, cuando en realidad muchos son forzados a ello. Hay gente que no comprende esas situaciones. También están dirigidos a aquellos que creen que por no estar involucrados en el conflicto armado de Colombia no tienen por qué tener conocimiento o sensibilidad de ello, y a aquellos que creen que los guerrilleros son el principal problema de la guerra o la violencia; pues si bien todos somos parte del problema, mucho más aquellos que no hacen nada o lo pasan por alto.

El Autor

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Federico Lumière

Federico Lumière

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Cuentos comunistas para
niños que saben llorar

~ Fragmentos ~

7

Como redoblantes, en los oídos retumbaban las balas. Tiroteo insaciable. Sabíamos que duraría toda la noche. No quería estar allí temblando, no quería estar allí con ese miedo instintivo. Volvía a ser un animal o tal vez siempre lo había sido.

23

En pleno combate, en pleno enfrentamiento, nadie sabía quién le disparaba a quién. Todos tenían el mismo tono de uniforme y hasta el mismo tono de idea, y se confundían los bandos. Todos eran uno y ninguno. Las balas nunca fueron mejor al cielo.

24

Porque me pongan una camiseta que dice «guerrilla» no significa que soy guerrillero. Porque me pongan un pantalón camuflado no significa que estoy en la guerra. Que me pongan una bala en la cabeza y unas botas de goma negras en mala posición, al reverso, sí significa algo. Y no precisamente que morí por mi proeza de servir a fuerzas armadas. He muerto por una cifra, he muerto sin saber por qué lo he hecho, forzado. La voz del muerto no se oye, son las inconsistencias del Estado, que me mató a mí y a miles más por contar las bajas a las guerrillas, de guerrilleros que nunca existieron, que no fueron más que ciudadanos de paz. La ironía de ser un sujeto de paz en medio de la guerra.

27

Bajaban por las serpenteantes calles mientras yo subía. Y raro me parecía ver a un militar, con su uniforme oficial y nacional, enmascarado y encapuchado en su totalidad. Señalaba de casa en casa para los otros, con la misma o distinta vestimenta. El camuflado y los gestos los hacían ver como si se conocieran y fueran de un mismo grupo militar y una misma forma de actuar en conjunto: entrar a casa sin preguntar.

35

¿Por qué sonreír tanto bailando una cumbia, una salsa o un vallenato, y al lado muriendo tantos?

Porque nada más les queda.

Y con ese mismo baile —sobre el que aplacan y esconden la parte trágica de aquí— van bailando porque suponen que la vida debe seguir. Y bajo ellos el suelo que los cadáveres formaron, cubiertos ya. No se ha de disimular con cemento, tapar los huecos, que aun así con tanto baile seguirán hundiéndose. Hundiéndose en el mismo suelo donde están los cadáveres. Y no tardarán en caer también al hoyo que ellos mismos ignoraron.

38

En un lugar tan tranquilo y con tanta brisa tras unos cañaverales, que no es posible percatarse de que ya no hay nadie allí; pues a pesar de su ausencia no se siente que a todos se los llevaron.

39

Aquí un desaparecido es alguien cualquiera, es lo único en que no discriminan.

40

Somos unos NN en vida y en muerte.

41

Los citadinos que no creían en la guerra interina no dudaron cuando les metieron los tanques y las balas entre sus calles y edificios. Sus ojos ahora veían lo que las montañas, los arados y los campesinos habían vivido. Ha llegado el turno para ellos, la fuerza del Estado ya no establecía fronteras entre rural y urbano, se le había olvidado ya cuidar a sus ciudadanos. Contra cualquiera que no lo considere legítimo, pues se le lleva la guerra a domicilio.

Fuente:

Lumière, Federico. Cuentos comunistas para niños que saben llorar (y que quieren que termine ya la guerra). Nuevo Mundo, Medellín, 2022.