Conversación

II Encuentro de
Jóvenes Editores

—Mayo 24 de 2018—

II Encuentro de Jóvenes Editores

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El ejercicio de pensar el acto de la edición posibilita intercambiar miradas y experiencias alrededor de la producción de cultura y conocimiento. Por ello vale la pena preguntarnos ¿hasta dónde un editor puede modificar un texto?, ¿cómo lograr una edición donde lo comercial y lo artístico vayan de la mano?, ¿cuándo se puede determinar que una obra es publicable?, ¿qué dificultades conlleva editar libros contratados?, ¿es hora de crear solamente libros artesanales, más artísticos, para competir contra los libros electrónicos?

Contaremos con la presencia de Carlos Gaviria (Pulso & Letra Editores, historiador de la Universidad de Antioquia), Felipe Restrepo David (Editorial Eafit, filósofo de la Universidad de Antioquia y magíster en Letras de la Universidad de São Paulo, Brasil), José Ardila (Angosta Editores, periodista de la Universidad de Antioquia), Mauricio Muñoz (Zarigüeya Editorial, periodista de la Universidad de Antioquia) y Juan José Escobar López (Fallidos Editores, Estudios Literarios de la Universidad Pontificia Bolivariana).

Invitan:

Pulso & Letra Editores, Editorial Eafit, Zarigüeya Editorial, Fallidos Editores, Ediciones Otraparte

Pulso & Letra Editores Editorial Eafit Zarigüeya Editorial Fallidos Editores Angosta Editores

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Dedicatoria de Fernando González para Alberto Aguirre

“Para Alberto Aguirre con mi sentimiento vivo de agradecimiento, pues a él debo esto que siento ahora, de tener el librito en mis manos. Es artesanía nuestra, de él y mía. ¡Lo que soñé, que fuera obra de artesanía! ¡Pero qué alegre que estoy! Tal como está es como yo lo pedí”. —Dedicatoria escrita en un ejemplar del Libro de los viajes o de las presencias de Fernando González, primera publicación de Aguirre Editor en 1959.

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Antioquia 1 / 1936

Presentación

Antioquia quiere ser una publicación que no estafe al público; no aparecerá sino cuando el redactor tenga algo digno de leerse.

Será diferente de las revistas que existen hoy en la república. Se distinguirá de las unas en que no se compondrá de artículos recortados a tijera; de las otras, en que no estará al servicio de nadie sino de algunos sentimientos delicados, tales como el amor a lo original, a la desfachatez, a la patria y al arte. Será una revista desfachatada. Pero jamás causará heridas dolorosas; acariciará apenas.

Hay en Colombia revistas políticas, de política cercana, de aquélla que contempla más que todo al presupuesto; hay revistas político-religiosas, o, más propiamente, de concordato o concubinato entre la Curia romana y el presupuesto; hay revistas chistosas, que están muy por debajo del ambiente físico y humano; revistas de anuncios, etc., pero todas ellas pertenecen al género misceláneo. Muy fácil echar a la calle esas cosas, así como lo es rellenar un saco con todo lo que se encuentra botado en la plaza. ¿Por qué se quejan de que nuestro pueblo no lea? Nuestro pueblo no lee porque no tiene a quién leer. Nuestro pueblo vive de una manera interesante, pero no tiene novelistas; nuestro pueblo produce aventureros curiosos, pero no tiene cronistas; nuestro pueblo produce rateros, usureros, negociantes, astutos, prenderos, celosos, en fin, ningún pueblo tan fecundo en tipos, pero carece de literatos observadores. Aquí no hemos pasado aún de esa literatura que consiste en emborracharse con aguardiente, dejarse crecer el pelo y escribir un soneto al amor imposible.

Es inteligente nuestro pueblo; está por encima de su clase ilustrada. No lee, porque no tiene a quién. Ahí está listo para que lo pinten, pero carece de pintores; ahí está listo para que lo conduzcan, pero carece de políticos. ¿Por qué? Colombia no ha tenido escuela ni universidad.

Colombia tiene pueblo y no tiene clase directiva.

Queremos editar a Antioquia sólo cuando tengamos algo agradable que ayude a pensar y a sonreír. Deseamos contribuir en algo al bienestar y creemos que será posible encontrar colaboradores. Describiremos para el pueblo; describiremos a los actores de nuestra vida pública, suavemente, usando del derecho que tiene todo ciudadano para gozar y hacer gozar con el espectáculo; ahí está lo invaluable de la vida, en que es gratuita representación.

Evitaremos la pesadez. Puede el lector estar tranquilo, pues ya sabemos que muchos se han enfermado a causa de la pesadez. Tenemos la sospecha de que todo puede ser fácil. La vida puede ser fácil si enfrenamos la ambición. La filosofía, la ciencia y el arte son fáciles, menos en la universidad colombiana; verdad es que hay autores difíciles, pero es porque estaban enfermos o porque quisieron saber más de lo que sabían. Nos mata siempre la ambición. Antioquia será una revista mesurada.

Los números de Antioquia contendrán una obra de un autor, o dos, a lo sumo, y un panorama político. Si fuere publicado algún libro digno de atención, daremos cuenta de ello, en nota crítica, pero sólo cuando merezca que la gente gaste el tiempo en su lectura. Serán, pues, muy pocos o ninguno.

Cuando se tratare de un poeta, bregaremos por reunir en conjunto armónico algo de lo mejor de su obra.

Respecto de extranjeros, si algo publicáremos, será traducción nuestra, anotada, y siempre obras dignas de conservarse en bibliotecas.

Deseamos que esta publicación sea apreciada hasta el punto de que la reúnan en volúmenes empastados. ¡Pueda ser que logremos esto!

Política significa para nosotros la conducción de la patria hacia sus destinos latentes. Bregaremos por estudiar las actividades de los hombres públicos, ya se ejerzan en el gobierno, en la oposición o en otras gerencias, desde tal punto de vista. Será, pues, la nuestra, por ahora, política de críticos: descripción y análisis. No estamos agrupados; ejercemos por nuestra propia cuenta; por ahora izaremos la bandera múltiple, jamás vieja, de los piratas, sometidos únicamente a nuestra voz interior. Si el pueblo acoge esta publicación, nosotros, en cambio, prometemos constante honradez con nosotros mismos. Tres sentimientos delicados serán nuestros guías: patriotismo, desfachatez y orgullo.

Ningún hombre público se enoje; recuerden que el pueblo tiene los derechos de espectador y que la vida de los pobres sería infernal si nos prohibieran la risa. Hay que respetar al corazón humano: el que no manda se ríe del mandón; el pobre se burla del rico, y así la vida es posible sin necesidad de tragedias.

Para terminar, visto el difícil programa que nos hemos dado invocaremos a monsieur Voltaire: Marchad siempre por el camino de la verdad…, burlándoos.

Fernando González

Fuente:

González, Fernando. Antioquia. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, marzo de 1997. Ver Introducción por Alberto Aguirre.