Presentación

Shadow of the Son

(A la sombra del hijo)

Secuela de «El ojo de la luna»
—6 de octubre de 2021—

Portadas de los libros «Eye of the Moon» (El ojo de la luna) y «Shadow of the Son» (A la sombra del hijo) de Ivan Obolensky

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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Ivan Obolensky (Estados Unidos) creció en medio de la alta sociedad internacional, oyendo hablar de sus aristocráticos y legendarios antepasados rusos. Estas historias de intriga y aventura, que hoy son la inspiración para su escritura, despertaron su imaginación desde muy temprana edad. En su juventud adelantó estudios en el Lancing College de Sussex, Inglaterra, y en la Universidad de Boston. Actualmente es el vicepresidente de Dynamic Doingness, empresa fundada por su esposa Mary Jo Smith-Obolensky (ver «La sillita del maestro»), quien en 2011 lo animó a compartir sus experiencias y conocimientos por medio de artículos sobre actualidad, ciencias sociales y finanzas. Un año más tarde ingresó al Grupo de Escritores de Long Ridge y comenzó a escribir ficción bajo la tutela de Tom Hyman, su actual editor. Otras de sus aficiones son la fotografía y la música.

«Shadow of the Son», su segunda novela, que pronto estará disponible en español con el título «A la sombra del hijo», es la secuela de «El ojo de la luna» (Eye of the Moon), publicada por Smith-Obolensky Media. En palabras del autor: «Han pasado tres años desde la publicación de “Eye of the Moon” (El ojo de la luna). La segunda parte de la historia es “Shadow of the Son” (A la sombra del hijo). Aunque la segunda novela puede leerse por sí sola, la experiencia de su lectura mejora si “Eye of the Moon” está fresca en la mente, pues se pueden apreciar mejor los diversos matices que se extienden y tejen a través de la historia general. Depende de ti, lector, por supuesto, pero esa es mi recomendación. Una vez más, quiero reiterar que se trata de una obra de ficción. Los personajes, sus historias y diálogos son producto de mi imaginación. Espero que disfruten, gracias por leer».

Conversación del autor con la editora Constanza Padilla y el poeta Pedro Arturo Estrada.

Ivanobolensky.com

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Logo Smith-Obolensky Media

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En El ojo de la luna hallamos narración impecable, inteligencia, humor, ironía, ternura, misterios, libros, escaleras, ventanas, esculturas, naturaleza, personalidades interesantes, presencias todas que amaba tanto don Fernando, el de Otraparte, el observador de «agonías, entierros y mujeres», y esos «tipos como idos, que se quedan por ahí parados, mirando sin ver». Iván Obolensky es un gran atisbador.

Gustavo Restrepo Villa

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Después de la ya larga historia de la novela moderna como género, y también, luego de las enormes crisis que en el siglo xx la cuestionan como tal, vuelve un momento en el que parece resurgir desde sus propias raíces, y es así como de nuevo regresan historias muy interesantes sobre estructuras clásicas, no siempre tradicionales, que logran sin embargo rescatar para el lector contemporáneo la emoción, la magia, un tanto perdidas o relegadas por el excesivo experimentalismo e intelectualización de la literatura. A esta tendencia podría asociarse El ojo de la luna, auspiciosa ópera prima del escritor Iván Obolensky en la que se entremezclan eficazmente los hilos de una historia perfectamente construida, plena de interés y, sobre todo, escrita con gracia, inteligencia y ritmo. En una atmósfera de elegancia, lujo, misterio, intrigas familiares, esoterismo e incluso romanticismo, Percy, el narrador y protagonista a la vez, logra dar cuenta de un mundo cuyas claves se revelan poco a poco en torno a personajes muy singulares con los que está vinculado incluso desde antes de nacer, y con los cuales, sólo al final, alcanza a aclarar su propio destino.

Pedro Arturo Estrada

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A la sombra del hijo acierta en la tensión narrativa de la historia, marcada por nuevas interrelaciones entre los huéspedes en otro fin de semana pleno de misterio y encanto, donde uno vive la lectura como un invitado más en una posición de privilegio, la de observador en primer plano. […] Ivan Obolensky posee la magia narrativa de grandes novelistas, por su capacidad de armar escenas, crear situaciones dramáticas y deslizar los personajes en acontecimientos inesperados. La sucesión de hechos nos impide detenernos en la lectura. Todo lo consigue el autor con un lenguaje literario muy cuidado, una introspección en los personajes muy profunda y una ambientación del relato donde los detalles están cuidadosamente ensamblados en puestas en escena inmejorables. De nuevo nos encontramos en una mansión donde todo puede ocurrir, en un entorno refinado que enriquece las experiencias literarias sensoriales. Obolensky consigue que, más allá de leer la trama, el lector viva los acontecimientos como testigo de excepción.

Marta Botero

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A la sombra del hijo es la novela que los lectores de El ojo de la luna estábamos esperando impacientes. La trama se desarrolla en la misma casa palaciega sobre las riberas del río Hudson, espacio en apariencia bucólico pero surcado de misteriosas corrientes que a veces pueden ser benévolas y otras amenazantes. Es allí donde la novela resuelve algunos de los asuntos que habían quedado pendientes en la primera, dejando abiertas nuevas posibilidades de continuidad. La mansión se representa una vez más como un microcosmos donde cualquier cosa es posible. Tal vez la consolidación de la historia de amor de Percy y Bruni, alianzas no solo matrimoniales sino de negocios, el verdadero papel que Stanley, el mayordomo, y Dagmar, la cocinera, juegan en el destino de los huéspedes, el enfrentamiento de los protagonistas con su propio pasado, la conveniencia de ocultarlo, o, por el contrario, de revelarlo. De ahí las sorpresas que se suceden unas a otras, haciendo que el lector encuentre difícil abandonar el libro. […] Con gran maestría, dueño de esa prosa elegante que lo caracteriza y de un fino humor que a veces puede ser incisivo, siempre inteligente, Iván Obolensky desarrolla con mano segura una brillante narración que no decae en ningún momento.

María Cristina Restrepo

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Ivan Obolensky

Ivan Obolensky

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A la sombra del hijo

(Shadow of the Son)

~ Capítulo i ~

Johnny Dodge y yo habíamos regresado a Nueva York después de arreglar mis asuntos y de trasladar mi despacho de contabilidad forense desde Los Ángeles. Era un miércoles por la mañana, en la primavera de 1977, y me encontraba sentado en una de las sillas para los clientes de su oficina en Dodge Capital cuando sonó el teléfono.

Johnny contestó y me pasó el auricular por encima del escritorio.

—Parece que el barón te está buscando. Recibí el teléfono.

—¿Percy?

Reconocí la voz.

—Barón.

—Llámame Hugo.

—Hugo.

—Necesitas una oficina.

—Es cierto. Es lo que sigue en mi lista de pendientes.

—Bueno, hazlo. Por otra parte, reúnete mañana conmigo en el 21, a las 7 de la noche. Cenaremos, los dos solos. Hay algunos asuntos que debemos discutir. No llegues tarde.

—Por nada del mundo.

—Muy bien —dijo y colgó.

Hugo era el barón Von Hofmanstal y mi futuro suegro. Técnicamente nos tuteábamos, pero yo solía llamarle por su título. Hugo me corregía esporádicamente. Yo creía que decirle barón acariciaba su ya prodigioso ego. Al fin y al cabo, era pequeño de estatura y un poco rechoncho, como Napoleón. Hugo se parecía al emperador y tenía una presencia similar. Era a la vez carismático e intimidante. También tenía un carácter cruel y violento. Le gustaba batirse en duelo, cazar, hacer tratos y aplastar a quienes se atrevían a cruzarse en su camino. Por regla general, me cuidaba de no ofender a nadie, y con Hugo tenía especial cuidado, pero aún debía establecer un protocolo coherente sobre cuándo llamarle Hugo o cuándo dirigirme a él como barón. Era una de las muchas cosas que intentaba resolver mientras batallaba con el hecho de que él y yo nos veríamos muy a menudo. Una relación así no estaba exenta de ventajas. Para empezar, estaba su hija y a la vez mi prometida, Brunhilde, o Bruni para sus amigos. Le devolví el teléfono a Johnny.

—Estabas pensando otra vez en ella —dijo mirándome a través de su escritorio.

Vestía su atuendo típico de oficina, traje oscuro, camisa color crema y corbata azul oscura con pequeños lunares blancos. Llevaba su pelo rubio algo largo, a la moda.

—Así es. Estás celoso, por supuesto.

—No lo creo. ¿Estás disfrutando de tu futuro suegro?

—Bueno, tal vez no. Hugo quiere cenar conmigo mañana en el Club 21.

—¿Solo ustedes dos?

—Solo los dos.

—Excelente. Tal vez te confiese sus secretos más oscuros, ahora que eres parte de la familia, o casi.

—Lo dudo, pero te contaré lo que pueda.

—Asegúrate de que así sea. Hablando de otro tema —que dudo poner sobre el tapete, pero debo exponer, ya que es el siguiente punto de nuestra lista—: la oficina. ¿Qué te parecería renovar nuestra sociedad?

Esta era una decisión que no podía aplazarse más. Johnny era mi mejor amigo. Crecimos juntos en la casa de los Dodge, donde yo residí varios años, ya que mi madre y mi padrastro pasaban mucho tiempo en el extranjero. Habíamos formado una sociedad comercial que sucumbió por causa de la abuela de Johnny, más conocida como «Maw» en la familia Dodge, y como «la arpía» en el mundo empresarial. Johnny había llegado a un acuerdo con ella que nos recompensó por su sabotaje deliberado de nuestra pequeña empresa. Desde entonces, había pensado mucho sobre la renovación de nuestra sociedad y, finalmente, había llegado a la conclusión de que era el momento de empezar de nuevo.

—Muy bien. Estoy de acuerdo. Intentémoslo nuevamente.

—¿Estás seguro?

—Estoy seguro. Esa fue una época feliz para los dos, si no consideramos el final. Pero debo dejar en claro que continúo con mi práctica de contabilidad forense por ahora. Con suerte, mis honorarios cubrirán los gastos generales mientras reunimos algunos activos. También es una oportunidad de ampliar la oferta de servicios.

—De acuerdo, pero puede haber cambios una vez que estemos establecidos.

—Me parece justo. Tendremos que informar a tu padre, y puede que no le haga mucha gracia perderte para la práctica privada.

—Yo no estaría tan seguro de eso. Francamente, me vendría bien la oportunidad de extenderme un poco, y él ya no tendría que preocuparse todo el tiempo por lo que hago. Podría funcionar para los dos. Voy a abordar el tema y a conseguir su aprobación. Él y mi madre irán a Rhinebeck esta tarde. Podría ir yo también, informarles esta noche y regresar mañana.

—Me parece bien. En cuanto al despacho, empecemos con algo funcional y no demasiado ostentoso.

—Aquí tendría que discrepar. Una buena ubicación y una presentación sofisticada pueden ser bastante eficaces para vencer las reticencias de los inversionistas. Una apariencia demasiado austera hará que la gente piense que trabajamos con poco dinero y que no estamos a la altura de sus negocios.

—Pero si es demasiado extravagante, tendremos muy pocos recursos para operar.

—Es cierto. Pero tengo buenas noticias: nuestras antiguas oficinas están disponibles. ¿Qué tal si llamo al agente inmobiliario y lo organizamos?

—De acuerdo.

Johnny se disponía a tomar el teléfono cuando entró otra llamada. Descolgó, escuchó un momento y preguntó: «¿Quién habla?». Tras una pausa, dijo: «Un momento» y puso en espera al interlocutor.

—No sé si quieres atender esto. El que llama dice que es el marido de Bruni.

—Eso es inesperado.

—¿Qué quieres hacer?

—Hablar con él.

—¿Estás seguro de que es prudente?

—No, pero parece que las noticias viajan rápido, y algunas cosas no pueden evitarse indefinidamente.

Johnny me pasó el teléfono y desactivó la llamada en espera.

—¿Así que tú eres Percy? —La voz al otro lado de la línea tenía acento francés y sonaba lejana.

—Sí, soy yo.

—Me llamo Bernard Montrel, el futuro exmarido de Bruni. Escuche, porque tengo poco tiempo. Aunque parezca improbable, no albergo ningún rencor hacia usted, dudo que hubiera podido hacer mucho para evitar la posición en la que está. Yo estuve en un lugar parecido. No tenía forma de saber lo terrible que sería. Enfrenta usted peligros similares, y por eso lo busqué. Alguien debe decir algo. No confíe en nadie de esa familia. Su lealtad es solo para ellos mismos. Lo envolverá en hilos sedosos y lo hará dar y dar vueltas, antes de exprimirlo. Recuerde que tuve la cortesía de avisarle con tiempo. C’est tout.

La línea se cortó.

Fuente:

Obolensky, Ivan. Shadow of the Son. Smith-Obolensky Media, Miami, 2021.

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