El grupo Matacandelas
mira cara a cara el
alma de Colombia

Por Jaime Gómez Triana *

Fernando González: Velada Metafísica, con puesta en escena de Cristóbal Peláez y su grupo Matacandelas, constituye una nueva biografía teatralizada a partir de la vida del místico y filósofo colombiano, autor de Viaje a pie.

La dramaturgia articula textos no teatrales y lo hace con absoluta eficacia, proponiendo un espacio épico de amplias resonancias. Más que la vida del polémico pensador, interesa a este colectivo exponer sus ideas sobre la vida y la creación, las que le permiten una mirada sin concesiones a la Colombia actual.

Con un depurado trabajo de actuación, la obra cala en la memoria nacional y se expande para enfrentarnos a la siempre conflictuada relación del intelectual-artista con su realidad. Sobre esa base configura una parábola de gran intensidad que interpela al espectador desde los primeros momentos. El escenario despojado nos recuerda siempre que estamos en el teatro.

El director superpone de este modo los aportes de Brecht y los de la tradición del teatro de creación colectiva colombiano, al tiempo que reactualiza esos códigos y nos entrega una imagen sintética y muy depurada, que reafirma el valor del grupo como célula de investigación y experimentación de los lenguajes artísticos.

Los actores hacen la música de la puesta en vivo y la iluminación se convierte en los ojos de un lector que va descubriendo zonas, sucesos e ideas sobre lo que somos y hemos sido los latinoamericanos, a partir de un punto de vista profundamente crítico y desmitificador. Seducen de esta puesta la intensidad y el ritmo galopante que el elenco logra imprimir al tejido espectacular y el peculiar trazado de los personajes, asombra la juventud de los actores de Matacandelas, realmente irreconocibles sobre la escena.

Cristóbal Peláez logra un muy delicado trabajo de caracterización que superpone comportamientos bien lejanos de aquellos que son cotidianos a los actores y sobre todo, la marca de ese “gestus” social del que hablaba Brecht, que es aquí una especie de bisturí que se adentra en eso que el teatro puede ser y lo reinventa desde otros presupuestos.

Con esta puesta que he tenido oportunidad de ver en Medellín, ciudad en la que está enclavado este grupo, en La Habana, donde vivo, y ahora aquí en Guayaquil, en el Festival de Artes Escénicas, Matacandelas obtuvo el pasado año el Premio de Dirección en Montaje Teatral que otorga el Ministerio de Cultura de su país, no obstante, considero que más importante que ese reconocimiento es el de los espectadores que ven en ella un profundo ensayo sobre la identidad de nuestra América, un espejo en el que aparecen los sueños y las utopías de un hombre y un pueblo que son todos los hombres y todos los pueblos.

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* Crítico teatral cubano

Fuente:

El Universo, Guayaquil, Ecuador, martes 14 de septiembre de 2010, sección Arte y Cultura.