“Fernando González
vive en esta casa”

Por Redacción El Mundo

La famosa casa de Otraparte se ha ido convirtiendo en uno de los más importantes sitios de encuentro cultural del sur del Valle de Aburrá. Pocos creían que fuera a durar tanto tiempo abierta, y ahí sigue.

Gustavo Restrepo es el director de Otraparte. La casa también tiene un café y en un futuro, sueña él, construirán un auditorio.

Gustavo Restrepo Villa, entre otras cosas, parece un náufrago. Lleva la barba crecida, fuma y fuma, él dice que ya no tanto, transpira inquieto. A veces mientras habla de una cosa descifra otra en la que no estaba pensando. Una abuela de las de antes diría que es un muchacho entelerido, alguien que no podría lanzarse a correr tras un ladrón porque el aire no le alcanza. Pero a cambio de esa pesadez distraída, Restrepo tiene un cerebro atlético.

Hace 14 años inauguró una página de internet sobre la vida y obra de Fernando González, el filósofo envigadeño, y hace 9, con el apoyo de la familia del escritor y un grupo de amigos, creó la Corporación Otraparte, un proyecto que ha pasado las verdes y las maduras y que, a fuerza de persistencia e imaginación, se ha convertido en un referente de promoción cultural en la ciudad.

—¿Para qué sirve una corporación como Otraparte?

“Para disentir, para estimular el pensamiento, la creación artística, en últimas para la reflexión humana”.

—¿Se imaginaron que podrían llegar tan lejos?, ¿que Otraparte sería lo que es hoy?

“El primer propósito que tuvimos en 2001, cuando se inició el proyecto, fue mantener la casa de Fernando González abierta, y eso lo hemos logrado. Después nos hemos propuesto mantener una oferta cultural permanente, de literatura, de cine, de teatro, de fotografía, de pintura, también de conversación, de tertulia. No ha sido fácil, pero somos felices”.

—Tendrán anécdotas como para escribir un libro…

“Sí, muchas, y muy bellas. Esta por ejemplo: una vez, al comienzo, Sergio Restrepo (otro de los protagonistas de la corporación) recibió la visita de dos viejitos, un señor y una señora. La casa estaba recién abierta, después de muchos años de estar cerrada. Él los atendió, les mostró el lugar, les dijo que esta era la habitación de Fernando, que esta la de Ramiro, que esta la de Pilar, les contó la historia de su construcción, después los invitó a tinto, ahí, en la entrada, y él se sentó en el murito del corredor. Entonces la mujer le dijo, ve: ahí se sentaba mi papá. ¿Y quién fue su papá?, preguntó Sergio. Y la viejita le dijo, pues Fernando González”.

—Ay, qué susto. Era Pilar, ¿no? ¿Y qué dijo de la casa?

“Ella lo escribió en el libro de visitas: que la alegraba mucho verla igual que cuando su padre estaba vivo, abierta de par en par, con gente entrando y saliendo”.

—El municipio de Envigado suele darse lustre con la imagen de Fernando González, ¿tanto les ayuda la Alcaldía para el mantenimiento de la casa y para el desarrollo de los programas?

“Ellos son nuestro socio natural, la Alcaldía.”

—Sí, ¿pero les ayuda económicamente?, ¿este año cuánto han recibido de ellos?

“Nada todavía, pero no perdemos la esperanza”.

—¿Así están de bien económicamente que se pueden dar el lujo de esperar?

“Esta época ha sido particularmente compleja. Los recursos que esperamos de muchas partes todavía no llegan y estamos haciendo lo imposible por subsistir. Es muy duro, muy difícil, pero somos felices. La alegría lo compensa todo”.

—Usted lleva veinte años leyendo a Fernando González, qué cree que diría él del estado de cosas en el país, de la vergonzosa corrupción de la salud, por ejemplo.

“Diría con tristeza que siempre tuvo razón. Él escribió en los años treinta que el Dios de Colombia es el dinero mal ganado. Y dijo también: Ustedes los poderosos están sembrando el odio en el pueblo”.

Fuente:

El Mundo, jueves 9 de junio de 2011, sección Cultura.