Otraparte, 20 años

Por Ernesto Ochoa Moreno

Hace ocho días se celebraron en Envigado veinte años de la creación de la Corporación Fernando González – Otraparte. A riesgo de ser impertinente (con la nostalgia se corre siempre el peligro de la impertinencia), retomo con breves retoques la columna que escribí en ese entonces.

La casa donde vivió, «padeció» y murió Fernando González, más que un recuerdo o un sitio histórico, es un templo vivo que convoca al silencio, a la búsqueda de la autenticidad. En Otraparte late y habita, y no se apaga ni se extingue, la presencia del pensador envigadeño. Y lo que nació bajo la fronda de sus árboles hace dos décadas se siente hoy más vivo que nunca. Nada que se haga en Otraparte puede ser cerrado, acabado. Tiene que ser germinal. Pura semilla. El comienzo del viaje. De un viaje abierto a la vida, a la verdad, a la autenticidad, en un trabajo que, como él mismo dice, debe ser de adentro hacia afuera: «Hay que trabajar por dentro. De dentro para fuera… Es la cultura. Ayudando a digerir los pleitos, o procesos o karmas. Esto es ser maestro de escuela y padre espiritual… Y en Colombia no hay. ¡Una escuelita y un cura de almas, González!» (Libro de los viajes o de las presencias).

La idea nunca fue la de mantener un simple museo de objetos y cosas muertas. Sino lo que él soñó: una escuelita. Insiste Fernando González: «Lo que más sulfura a Lucas de Ochoa es la idea de que una intimidad, una agonía verdadera se coja para adobarla y ganarle dinero. Como es esencialmente maestro de escuela, no atiende sino al crecimiento de dentro para afuera». Y más adelante: «Yo no quiero que mi ser se eternice en ninguno de sus instantes vividos: ¿niño, en esa calle de Envigado? No. ¿Jesuitas? No. ¿1916 a 1918? ¿Pensamientos de un viejo? Tampoco. En ninguno. ¿Y ahora? No. ¿Y quiero morir? Tampoco. ¡Es la esperanza!».

Otraparte, en Envigado. «Me pide usted que le cuente bien en dónde vivo, que le describa el lugar […]. Pues, hombre don Augusto, es en Envigado, bajo las ceibas, guaduas, carboneros, cañabravas, balsos, guamos, guayabos, sobre todo, entre gramíneas. […] Es en Envigado, en Villa Bucarest, en donde habito» (carta a Auguste Bréal, en Cartas a Estanislao).

Hay que decirlo. La Corporación que nació en 2002 en Otraparte no pretendió ser (y no lo ha sido), según la idea de sus creadores, un culto a un personaje que durante su existencia quemó humildemente, y angustiadamente, su orgullo en aras de la Intimidad. Ningún autor más enemigo del culto y el fausto a expensas suyas. «Yo no creo discípulos, sino solitarios».

P. D.: «Es Envigado lugar destinado para grande epifanía. Vi a Grecia y vi a Florencia y me volví para Envigado, a La Huerta del Alemán, que ahora se llama Otraparte. En esta capital de Colombia hay originalidad humana […]. Porque Envigado es la patria de los grandes agonizantes» (Libro de los viajes o de las presencias).

Fuente:

Ochoa Moreno, Ernesto. «Otraparte, 20 años». El Colombiano, columna de opinión «Bajo las ceibas», sábado 30 de abril de 2022.