Correspondencia

Fernando González
Carlos E. Restrepo

1922 – 1934

De los Editores

Este libro recoge la correspondencia entre Carlos E. Restrepo y Fernando González, su yerno, que se encuentra en el archivo Carlos E. Restrepo de la Universidad de Antioquia. Se consideró importante incluir tres misivas dirigidas a Fernando González por distintos personajes.

Las respuestas de Carlos E. Restrepo a algunas cartas de Fernando González se encuentran en la segunda parte de este libro.

La transcripción estuvo a cargo de Consuelo Puerta y Fernando Correa, profesores del Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia; de Álvaro Casas, Aníbal Ospina, Giovanny Restrepo, Gloria Bonilla, Juan Carlos Vélez, Juan Felipe Córdoba y Sergio Arroyave, historiadores de la Universidad de Antioquia; y de los estudiantes Claribel Daza, Oliva Caro y Silvia Ruiz. Por la Sección de Documentación de la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Conchita Bernal de Acosta y María Victoria Álvarez. Las notas del editor fueron escritas por la historiadora Adriana María Alzate.

Este proyecto fue financiado por el Banco de la República.

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De: Fernando González

A: Carlos E. Restrepo

Medellín, enero 18 de 1922

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
S. M.

Respetado doctor:

Suplico a usted que me conceda el honor de una entrevista, cuando y donde usted lo estime conveniente.

Reciba mi agradecimiento por este favor.

R y S.S.

Fernando González

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Enero 24 de 1922

Al doctor
Carlos Restrepo

Señor doctor:

La pasión partidista en todo este Caldas es algo aterrador y primitivo. El gobernador y todos los empleados administrativos han publicado cartelones en las esquinas, en los cuales dicen que están resueltos a sacrificar sus vidas por el triunfo del general Ospina (1).

Siento una inmensa alegría al pensar que usted no bajó de su altura para entrar en esa riña de gallos. Como diría «Asturiano», en el arca de Noé se conservó la semilla del futuro.

Lo hermoso y admirable es que usted haya permanecido fiel a su obra en este terremoto. Sólo usted no era del barro. A los demás se los está llevando la primera tormenta fuerte.

Los telegramas en que le piden que entre en la lucha, pueden traducirse así: «Maestro: reniegue de su vida y de su obra de cincuenta años».

Perdone, señor doctor, el que no haya podido contenerme para manifestarle mi admiración por la altura y dureza del espíritu.

Deseo que su salud se conserve siempre buena, y reciba mis respetos para usted y su familia.

Fernando González

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Manizales, enero 30 de 1922

Al señor doctor
Don Carlos E. Restrepo
Medellín

Respetado doctor:

Le envío esas hojitas para que usted vea cómo se cumple lo que usted decía en su último manifiesto político:

«Para ser honrado urge ser conservador» dice una de esas hojitas.

Aquilino (2) pidió perdón ayer a los conservadores, en un discurso y les dijo que sólo con ellos se vive en libertad; que vuelve a ellos.

Pido para usted mucha felicidad, así como para doña Isabel (3) y todos los de su casa.

Fernando González

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Manizales, agosto 29 de 1922

Señor doctor
Carlos E. Restrepo

Dear father (4):

Pues pronto le llevaremos el nieto mayor: hace días que deseaba darle esta noticia —Margarita (5) estuvo cinco días enferma, pero ya está mejor que siempre. No hay tal apendicitis; no siente ni el más mínimo malestar. Ella dice que usted lo querrá (al futuro) más que a todos porque ella dice que se parece a usted —Estamos más felices que siempre. «Tiene que salir como papá, pues si resulta (ilegible) como tú, lo mato». Frase de Margarita.

Aquí ha gustado mucho el ministerio. Los liberales comienzan ya a ser republicanos. Esto me confirma la idea de que la Ley de representación proporcional de los partidos es la base del progreso en Colombia —Me admiro al leer su opinión respecto de la actitud de Herrera (6) al ver que eso mismo me había dicho Margarita. Ella comentó así: «Es que yo tengo la política en la sangre».

Hoy dicen que nombraron gobernador de Antioquia a don Manuel María Escobar (7). Me parece el mejor nombramiento. Creo que para ser Gobernador se necesita únicamente ser honrado, caballero y buen negociante.

En fin, Petronilo (8) va muy bien hasta ahora. ¿No le parece? ¡Claro que lo difícil es acabar! Pedro Nel no acaba, todo lo deja comenzado.

Reciba mi cariño

Fernando González

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Manizales, noviembre 14 de 1922

Señor doctor
Carlos E. Restrepo

Querido doctor:

Aquí se habla únicamente del empréstito de los cien millones (9), antiguo proyecto de Reyes (10), con sus autorizaciones extraordinarias y todo.

Los que más entienden de esto en esta tierra opinan como usted y en ese sentido se dirigieron, en telegrama, al Legislativo. El Tiempo dice que ese dinero no se traerá sino a poquitos, a medida que se vaya necesitando. Yo no entiendo esto, pues creo que nadie se presentará a suministrar cien millones para que se los vayan pidiendo a medida que al cliente le dé la gana. Además, los intereses siempre habrá que pagarlos desde que se termine el contrato. No sé si éstas mis ideas sean justas. Don Carlos Pinzón dice que al construir tanto «ferro» faltarán brazos para la industria del café; que tanto dinero perturbará el cambio y perjudicará así el comercio.

Para su busto está contratado Cano (11), el cual dizque tiene que ir a estudiar su obra a Medellín, mirándolo a usted. Así es, pues, que tendré el placer de verlo posar para la inmortalidad del bronce. Tiene reunidos ya quinientos pesos y el busto vale mil quinientos.

Estamos muy bien y contentísimos con la nouvelle de la ville giature (12). Saldremos inmediatamente que comience a oír hablar de vacaciones.

Mil recuerdos para doña Isabel y para los hermanos y usted reciba el cariño de su hijo

Fernando

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Manizales, noviembre 21 de 1922

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
Medellín

Querido doctor:

Aquí muy bien y con gran deseo de ir a veros; estos días hemos estado muy ocupados en arreglo de viaje y en proyectos para diciembre.

El busto se convirtió en idea nacional. De todas partes telegrafían para ofrecer dinero.

Margarita sigue muy bien. Ahora la dejé en la casa escribiéndoles a ustedes.

Juan Pinzón está ahora de jefe del liberalismo caldense, que se compone de obreros que tienen aún la inocencia de creer que liberalismo y socialismo son compatibles y de los enemigos de la familia Gutiérrez (13).

Porque Manizales es una ciudad curiosa, en donde hay caciques por el tipo y por el alma.

Estoy convencido ya de que Colombia es, o ha llegado a ser, un pueblo muy inferior. Manga que tiene mucho alambrado es porque tiene vacas ladronas. Así Colombia dizque es muy legalista y la patria del hombre de las leyes & y [sic] yo creo que tanta ley es porque no hay sino ladrones. En Caldas no hay un solo hombre, por ejemplo. Don Mario Arana (14), de quien me parece me dijo usted que tenía alma blanca como la cabeza, es el único pero está viejo y es fanático.

Perdone este discurso mal humorado, pero hoy estoy enojado porque en el Tribunal (15) se aprobó un telegrama para el nuevo Obispo, en el cual le dicen que el poder judicial le ofrece su adhesión.

Dije que firmaba todo menos la adhesión. Lo único que nos quedaba eran jueces y ya se venden para o por el sueldo.

Mil recuerdos a doña Isabel y a los muchachos. Reciba el cariño de su hijo.

Fernando González

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Manizales, diciembre 4 de 1922

Querido doctor:

Leí su artículo acerca de la paz. Me pareció admirable. Dadas las mismas causas habrá las mismas guerras. El instinto de la paz se hereda y no se improvisa. La libertad electoral, la de conciencia, la de la prensa, & [sic] son válvulas de escape y condiciones sine qua non de la paz. Qué palabras estas tan diferentes a las de nuestro general de reclutas. Yo soy determinista y por eso me encantó su artículo.

Aquello de que usted no cree mucho en nuestra paz porque aun los europeos, con siglos de disciplina, tienen muy cerca al antique animal (16) de que habló Baudelaire, me gustó como todo lo que escribe usted, siempre sereno, siempre alejado de los detalles de la pasión.

El asunto o affaire de Alfonso (17) no es otra cosa que venganza de Pompilio (18) el general a quien graduara Marín en las vecinas y blancas cordilleras de doctor en Derecho, pues dicho general aprendió muy bien el título del Código Civil acerca de permuta o cambio, cambiando mulas por peltrecho. Pompilio es muy manual, decía el gran Marín. Pero Clodomiro Ramírez (19) quien me dijo que con Alfonso se estaba cometiendo una bellaquería, nos dañó la cosa con el informe al ministro de Gobierno, en el cual no pudo olvidar que es paisano de los Gutiérrez. Ahora me explico el porqué Clodomiro se conferencia al lado del Benedicto.

Resultó que se jalaron Alfonso y otro con un bogotanito emparentonado con la familia del cacique y el bogotanito dijo al pié de las rejas del Alemán: «Qué chuzco sonará esto». Tiró una piedra. Todo esto lo confesó el tal bogotano. Pues lo absolvieron y cargaron con Alfonso, quien días antes le había comunicado a El Tiempo, que Daniel Gutiérrez (20) había dilapidado cuarenta mil pesos en una locomotora inservible. Total, que lo metieron, como decimos en Envigado, y que yo no lo he podido sacar por culpa del ex premier Clovis. Este cree que ser republicano consiste en darle la razón a todos. Yo le dije que justicia no había a medias; que un acto era justo o injusto.

Con lo del saludo del Obispo me han felicitado mucho, y los godos están furiosos. Si se enojan lo más que pueden hacer es enviar a Bogotá mi partida de bautismo, como lo hicieron el año pasado.

Tengo deseo de que lo hagan para ver si soy capaz o no de volar.

Me dijo Rivas que habían dado tanto dinero para el busto de Carlos E. Restrepo que estaban pensando más bien en una estatua. De todos modos, ya está contratada la obra con Cano y usted no podrá evitarlo.

El general Ospina y su ministro no me gustan. Cada día me parecen más malos gobernantes. Tienen los bigotes y el alma de Reyes, pero sin esa gran voluntad de éste. Siempre he creído que Ospina es un hombre que se queda comenzado en todo, hasta en las trampas.

Mil saludes a doña Isabel y a los muchachos. Reciba un cariño de su hijo.

Fernando

P. S. Salimos el 16. Sergio, la caballería de Margarita, opina que se demora seis días. Lo esperamos en Campanas, sin remedio.

Mil abrazos

Vale Fernando

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Para el doctor Restrepo y para doña Isabel

Enero 30 de 1923

Querido papás: llegué muy bien. No sufrí en el camino sino la angustia de no estar con Margarita. Todos ustedes me hacen muchísima falta. Recuerdo con nostalgia las reuniones de la noche en el corredor.

Aquí no encontré ninguna novedad. Apenas anoche llegué y por eso no les envío crónica, pues desde por la mañana me vine a la oficina a firmar unos negocios urgentes y a escribir para Margarita.

Les agradezco mucho lo contentos que nos hicieron vivir ese mes de veraneo y deseo que termine la temporada con toda la felicidad que sea posible.

Aquí me amaño únicamente porque vivió Margarita y porque es la ciudad en donde han sabido agradecer al doctor Restrepo, pero mi corazón y mi vida están en ese Medellín y en sus campos.

Muchos recuerdos para todos y reciban mi cariño ustedes.

Fernando

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Manizales, febrero 6 de 1923

Querido doctor y padre: recibí su carta del treinta del pasado mes e inmediatamente fui donde Rivas a darle el recado.

Encontré a Rivas dientiquebrado, pues los hijos y sobrinos del Gobernador lo atacaron en cuadrilla y por detrás, le dieron una pela furibunda. Como los jefes de policía no investigaron ese delito (lesión levisima) hice que el Tribunal diera principio al sumario.

Lo del busto está arreglado y el dinero sobra. Todos los días reciben cuotas de gentes de los pueblos. Me alegra y enorgullece mucho ver que a usted le pagan en buen moneda de admiración el tiempo que de verdadera democracia hizo vivir a este país de mediocres y preparados para la tiranía.

Me ha parecido que Pedro Nel Ospina sí es un mediocre, pues sólo se ha distinguido en la Presidencia como buen detective. Ha descubierto ya dos delitos: el de la placa del puente y el de las estampillas.

La separación de Margarita no he podido dejar de considerarla como un accidente, pues ella es todo en mi vida.

Va todo mi cariño para doña Isabel y para los cuñados y usted reciba el amor y respeto de su hijo

Fernando

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Manizales, febrero 13 de 1923

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
Medellín

Mil saludes. Le suplico que lea los periódicos de Manizales, los de esta semana, para que se entere de la pelotera que han armado el Gobernador y los demás Gutiérrez, porque el Tribunal, a propuesta mía, resolvió iniciar la investigación del ataque que le hicieron a Rivas tres de los Gutiérrez, en el cual, le rompieron un diente incisivo a Rivas.

Pasó lo siguiente: Rivas denunció el hecho en las columnas de El Diario (21) y ni por eso se movieron las autoridades de Policía. Como la lesión es leve, pues es más grave que cortarle el pelo a una mujer, ejemplo éste que trae el Código Penal como de lesión levísima, el procedimiento es de oficio (22).

Considerando el Tribunal que el negocio era grave, pues con el hecho se daba principio al establecimiento de la Ley del foste, predicada por los godos, dictó por unanimidad un acuerdo en que se comisionaba a un magistrado para dar principio al sumario.

Todos los periódicos conservadores se vinieron contra el Tribunal, pero sobre todo contra mí. El Gobernador ha publicado hojas sueltas en las que nos insulta.

El Acuerdo 510 está publicado en El Diario, 6, y siento cierta dulzura porque es obra mía. Siempre he creído que los Ochoa participamos de la teoría platónica: ver castigado al enemigo es placer de dioses. Esto es lo único malo que le veo al asunto.

Pero conste que en verdad no lo hice en venganza.

Reciba mi cariño para usted y para todos en la casa

Su hijo Fernando

P. S. El Acuerdo 510 está en la editorial en El Diario.

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Manizales, febrero 20 de 1923

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
Medellín

Querido doctor Restrepo:

Le envío ese soneto de Hugo Corela. Es un soneto firme.

Margarita, que ustedes la contemplan mucho. Mil gracias.

Aquí ocurre que las mujeres quieren ir a la iglesia de sombrero y que los curas no lo quieren. Esto se llama «La eterna lucha por la libertad del pensamiento», es decir la libertad de ponerse cada cual lo que se le antoje en la cabeza. Los curitas, los de aquí, no se parecen a mi bisabuelo político, han insultado a varias señoras que han ido hermosamente tocadas, como dicen los periódicos elegantes de aquí. La jefe de las revolucionarias del sombrero, Mercedes Palacio de Hoyos, hermana de Gil Blas, en un discurso al Obispo habló de su frase «la libertad de los libres»… Mire como se metieron en esta pelotera y cómo hasta en las mujeres entran las ideas republicanas.

Yo creía que en las mujeres entraba todo, menos la tolerancia.

Mulier taceat in Eclesia (23). Así dijo el gran fanático de Tarso (24), el gran convertido de Damasco. Pues se equivocó.

Esta manizaleñitas, pequeñas y de cría, y mansas como las vacas del mismo nombre que usted tiene en La Soledad (25), resultaron unas fregadas.

Este pequeño hecho lo creo muy significativo: ya la mujer se enfrenta al cura; ergo, terminar muy pronto la hegemonía clerical. Esta sorites (26) es irrefutable: la mujer manda el hombre; el hombre gobierna; el cura manda la mujer; ergo, el cura gobierna. Yo lo que aprendí en siete años de estudiar con los colegas del padre Juan fue hacer de estas sorites.

Y lo peor es que de ese colegio sale uno creyendo que con esos rosarios de argumentos puede salvar el mundo.

Y reciba todo mi cariño para usted, doña Isabel y todos en la casa

Fernando González

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Medellín, septiembre 24 de 1930

Doctor
Carlos E. Restrepo
Bogotá

Ilustre suegro muy recordado: sentimos mucho la muerte del doctor Araújo (27), por ser muy buen ciudadano y por ser amigo suyo. él fue muy útil a Alfonso, mi hermano, durante un tiempo en que éste estuvo en Bogotá en una oposición a oficinas de propaganda en Europa.

62 años no es mucho para usted. Por ejemplo, el Papa Pedro de Luna, a los 84 años, habló durante siete horas de teología y corchó a todos los teologuelos de Europa; creo que allí no estaba el padre Sierra (28).

Los niños han gozado con su carta y Ramiro (29) no la suelta: dice que usted le traerá un galápago y una [ilegible].

Respecto al gran Santander, he leído mucho su correspondencia y cada vez me parece más perverso. ¡La intención, doctor, la intención es lo que vale para nosotros los jesuítas!

(Permítame que tome ese título, pues ocho años comí arroz y formé silogismos en San Ignacio, y me confesé mil veces con Ignacios de todos los países).

Respecto del Gobierno yo sigo la costumbre de Suramérica: es malo mientras no haga parte de él. Esa es la posición más lógica en un pueblo de liberales y conservadores.

Aquí va muy bien la cosa pública: dos liberales y dos conservadores. Esto para uno y eso para ellos. Todos están contentos, menos los que no han nombrado.

Lo que sí no hay que dudar es que don Camilo es más bruto que don Antonio González*. Este telegrama del padre Gómez (30), etc., es como el de Pedro Berrío, un italiano, a los expertos en Penitenciarias, ¿Recuerda? Don Camilo sí tiene una [ilegible] suprema.

Abrazos a doña Isabel

Afectísimo

Fernando González

* El mayordomo de los Escobares

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Octubre 4 de 1930

Doctor
Carlos E. Restrepo
Bogotá

Querido doctor: ayer me llegó ese libro que le despaché desde ayer.

Anoche lo leí y estoy aterrado con el error con que salió Cónyugue por cónyuge. Así se burla la vida de nuestra vanidad; precisamente en la palabra que aquí usamos más, tratando a los buenos cónyuges que venden los buenos de los cónyuges. ¡Maldita sea!

Con ese error no pude dormir anoche. ¡Qué cantidad de vanidad! A los ejemplares que lleguen aquí los corregiré a mano.

Pero el suyo y otros dos y los que han vendido en Manizales, tienen ese espanto.

Madrugué a quejarme a usted para curarme algo de esta obsesión del Cónyugue. Creo que hasta no voy a poder ver nada que se parezca a Cónyugue, incluso Margarita. ¡Maldita sea!

Moraleja: que todos hasta los más humildes tenemos muchas tristezas tan grandes como las del premier con las intrigas por empleos y con la ruina del país.

Nos hacen mucha falta usted y doña Isabel para ir por la noche a conversar. Véngase pronto «que ya están muy gordos» como dice Pilar (31) y Ramiro.

Aquí hay mucha pobreza, de tal modo que parece que es el desastre definitivo: la casa de los Escobares Borrero no tuvo postor en $15.000. De $50.000 va en $15.000.

El gobierno departamental parece muy bueno. Mis felicitaciones por su campaña para que estos patojos de jueces trabajen. El único que medio trabaja es el que lo abraza.

Fernando González

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Medellín, octubre 16 de 1930

Doctor
Carlos E. Restrepo
Bogotá

Querido suegro:

Hoy recibí su telegrama acerca de Carlos Uribe W. Y del registro de propiedad literaria. Mil gracias.

Perdone que Alfonso lo moleste a usted tanto. Eso ha sido sin consultarme. No hay hombre que se mueva tanto. Nació para propagandista y gozón. Estudié el asunto y aquí puede hacerse la cosa y ya la estoy haciendo. Basta un memorial, petición al Secretario de Instrucción Pública, con tres ejemplares firmados, y viene la patente, que lleva un timbre de $5. Eso es lo doloroso.

Ya se agotó Viaje a pie (32) y hay pedido de 300 ejemplares. El Bolívar, o Lucas, (33) se agotó aquí en una hora y hay mucho pedido. Mañana me llegarán 300 ejemplares. Siempre le ganaré $2.000 con qué pagar la quiebra del café, la quiebra que me hizo renunciar a la secretaría de las ilustres minas que abarcan el curso del Cauca, y las de diamantes.

Ese Nieto Caballero (34) escribió un artículo muy bueno sobre mi libro, pero defiende a Santander con argumentos pobres.

Dice que también Bolívar fusiló a Piar. Pues eso es comparar dos homicidios como si fueran dos naranjas. El homicidio es género y las especies se determinan por la motivación. Nieto ignora la ciencia moral, la motivación.

-Bolívar mató a un compatriota

-Santander a un vencido

-Bolívar lloró al hacerlo

-Santander bailó y asistió

-El primero dictó una proclama bella

-El segundo pidió cartas para cubrirse

El primero fue por un gran fin, y el otro por alegrar a Santa Fé.

Yo creo que Colombia será perversa mientras no haga justicia y mientras se jacte de Santander. ¡Cómo estoy de entusiasmado!

¡Parece que me importa mucho!

Perdone mi intriga por Carlos Uribe W. Ya con su recomendación puede ir encargando el vestido de Secretario. él está muy agradecido. Es muy buen organizador, metódico, terco y suple con esas dos virtudes la falta de inteligencia brillante.

Nadie más metódico, caballero, terco en sus empresas. Creo que no lo hará quedar mal.

Yo sentí mucho que a usted le llegara una carta mía de intriga, porque siempre he creído que un yerno debe respetar más que ninguno la posición del suegro. Muchos me hablan para intrigar con usted y resistí hasta ahora. Pero ésta no estaba mal del todo.

Margarita estuvo un día enferma, como envenenada. Alberto Bernal dice que es el apéndice y ella no se deja operar. Alberto dice que se haga ver de otro médico, y nada!

Los niños gordos. Álvaro (35) sabe las capitales, mares interiores, golfos etc., y sumar, multiplicar y dividir. Ramiro (36) contesta así:

¿Cuánto son uno más uno?

¡Cinco! ¿Verdad?

Mil recuerdos a doña Isabel y a la Familia de Félix

A doña Isabel que hace mucha falta para conversar mística.

Que si no vuelve pronto me daño. Reciba el amor de toda la casa.

Fernando González

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Medellín, enero 21 de 1931

Al doctor
Carlos E. Restrepo
Bogotá

Querido doctor Restrepo

¡Siquiera nos vinimos a su casa! Pasé dos meses de intensa crisis, desconsuelo en Santa Elena, en casa de Carlota Molina. Yo atribuyo eso a las formaciones mentales que hay en esa casa, de Adolfo Molina. Así pues me servirá de alivio vivir en su casa, que tiene formaciones mentales notables.

La cuidaremos mucho para que la encuentre igual.

Hoy comencé trabajos. Ser juez es como llevar un atado de dos arrobas por la pendiente del Arma a Aguadas. Hace como ocho décadas que no pagan. Sin plata hay revolución. No se lleven para Bogotá la platica, ¡por Dios!.

Hoy iré donde el ilustre Domingo Ochoa o donde el patojo Marceliano Londoño a vender, por primera vez, las nóminas.

Los niños gordos. Medellín, una miseria, sin arte, sin vida ni nada. Leen a Emilio Jaramillo (37). El economista es Emilio Quevedo (38); el político, Jaramillo; el padre Sierra confiesa a las mujeres. Ya Castro (39) tiene teta, rector de la Escuela de Medicina. Desde aquí tercer piso del Palacio Nacional [sic] veo las nubes de la formaciones mentales; todas son de Adolfo Molina.

En fin, muchas gracias por el ofrecimiento de la noble casa.

Muchos respetos a doña Isabel y reciba el cariño de su yerno

Fernando González

P. S. Acaba de llegar José Manuel Mora Vásquez (40) y me dio este telegrama: «Maracaibo 19 de enero. Mora Vásquez. Trata con Fernando González sobre venta de Mi Simón Bolívar. Toda Venezuela garantizando mínimo seis mil ejemplares (6.000). Si no alcanza la edición con el derecho para hacer aquí una segunda por mi cuenta.

Motivo gran importancia dada de libro. Intervención valores literarios como Vallenito Lanz en polémica, háceme esperar buenos resultados. Negocio que debes tratar Colombia discreción para obtener buenas condiciones. Urge pronta respuesta telegráfica.

Saludos.

F. G. Medina

Aquí no quedan sino unos 400 ejemplares.

¿Qué me aconseja?

Perdone.

F.G.

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Medellín, junio 20 de 1931

Al doctor
Carlos E. Restrepo
Bogotá

Muy respetado doctor Restrepo:

Ayer recibí su carta del 16 y me alegró mucho: 1º. Por la forma noble de esos ofrecimientos; una forma tan discreta y noble!, y 2º.
porque se me apareció París: «Yo no moriré sin ir a ver a Aristides Briand (41), a los seres de alma grande, a los grandes artistas, que tiene Europa». Así pensé ahí mismo. Después me calmé al recordar que me están repitiendo las convulsiones del lado derecho del cuerpo, y que quizá ya sea tarde.

He pensado que tenemos que llevar cuatro hijos expresos y uno tácito y una carguera. Alfonso, mi hermano, me dice que me ayudará algo para el viaje. ¿Cuánto será lo de viáticos?

Voy a pensar diez días. Sí; eso es lo racional.

Esos son los pensamientos que he tenido desde ayer. Nada decidido casi. Margarita gozó mucho y dice que París siempre que sea seguro lo de Génova al principio del año 32; que podemos alcanzarnos algo en París y que lo recuperaremos en la bella Italia.

A Alfonso le conté por teléfono, porque es perito en vida por allá, y opina de París.

Por ahora, en París, con $200 tendría que ayudarme Alfonso a cuenta de libros futuros y de venta de los ya editados. Pero con el sueldo de Génova, $350 al año venidero, ya sería gran cosa. Alfonso es muy bueno con migo y muy útil para mis inhibiciones psíquicas (por supuesto que lo que me presta lo saca de los libros, menos la edición de Viaje a Pie que me la regaló), y he pensado también que si no es absurdo se podría nombrar a Alfonso secretario en Génova y así viviríamos muy bien, sería la cosa perfecta para mi carácter y mi habitat. él es el mejor organizador que conozco. De modo que es un bien para la Nación y para nosotros, Margarita y yo.

Le cuento todo esto que pienso para corresponder con mi veracidad a la forma tan noble con que usted me escribe; lo que más me emocionó fue no comentar la mocha del juez Lucas de Ochoa. Francamente la forma de su carta es lo que más me alegró; ella comprueba una tesis de Ignacio Duque (42), de que la forma es sustancial. Este magistrado comprueba su tesis con la Hostia.

Yo creo conocerlo a usted un poco y sé cuánto sufre al hacer algo porque le den oficios oficiales a parientes. Esa idea también me runrunea en la cabeza. ¿Seré yo de los que lo hagan sufrir en este sentido? Eso me pregunto y esta mañana, a las 4 desperté gozando y sufriendo y me dije: non possumus (43).

En fin, en diez días resuelvo y aviso. Hágame el favor de escribirme lo que piense de esto que le digo.

La nobleza del alma del doctor Olaya (44) también me tiene abrumado. ¿Qué puede importarle a él Fernando González? Me tiró psíquicamente. Yo creía que a un admirador de Juan Vicente, el de Orinoco (45), no lo nombraban ni para Juez de Circuito de Medellín.

Muchos recuerdos para doña Isabel y cuñados. Reciba muchos agradecimientos por el sacrificio que esto es para usted dada su constitución moral.

Fernando González

P. S. En todo caso creo que acepto una de esas cosas. A las tres horas: me gusta París, asegurando Génova y secretario Alfonso. Pero espero sus opiniones y consejos.

Abrazos Fernando

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Génova, febrero 27 de 1932

Querido doctor Restrepo:

Me ha hecho mucha falta callejear; usted es hombre joven por excelencia y juntos, yo a su lado, aprenderíamos a hablar italiano gia, gia (Cómo vé por los gia, gia, se me están confundiendo las lenguas, como Vicentico).

Pues repito que me hace una falta inmensa, y doña Isabel y las niñas también, hasta el punto de estar creyendo que las debemos llevar a París: este párrafo es para doña Isabel.

La pensión es mala; el excusado sigue sin agua.

He seguido el principio de no obligarme: me fui a ver apartamentos y encontré una ganga en Via Piave, apartamento al lado del mar, barrio aristocrático, como trece piezas, amoblado muy bellamente, de una señora comerciante toscana que acaba de quebrar. 700 liras al mes por un año. Esto es una fortuna. Lo entregará el jueves.

García quiso obligarme a tomar el apartamento que tiene a 1.065 liras y venderme los muebles en 350. Lo traté culta pero enérgicamente, según aconsejaba Mirócletes. Al fin resolví que continúo únicamente con las cinco piezas del consulado y que pago quinientas liras mensuales. Le dije que al irse debía entregarme el dinero para el pago del resto del apartamento hasta octubre, en que termina el contrato. En esto quedamos. Total que con liras 1.200 quedo perfectamente instalado. El 1º. de marzo recibo el consulado. Hay muebles del Gobierno. La casa donde iremos es bellísima, nueva, con muebles muy finos, de lujo, colchones, almohadas, utensilios de cocina y de comedor, excusado, baño, jardín grande, etc.

Su consejo de no obligarme sino pian, piano da resultados. Creo, pues, que el jueves estaremos listos y tranquilos. Porque en la Pensione Rolandine siamo matti, quasi matti: (46) los niños llora que llora y gritan y rompen cosas. Es para volverse a saludar a Gallito en Medellín.

La cuenta es: $300 en que dejarán este sueldo. $100 para los Segas -$60 para apartamentos -$7,50 para niñera y otros tantos para una tutto fare. Toral $175. Restan $135 para comer, vestir, etc.

Este consulado es de los más importantes, el único que pagan en Italia, y es el único consulado general en donde no dan para secretario o canciller. Pero si se pide una partida para ellos, nombran a uno de Bogotá, y los Segas sirven de verdad. Lo mejor que pudiera hacerse era darme cien pesos más para gastos. Yo voy a escribir al doctor Olaya y lo que usted pueda hacer, pero sin molestarse. Me daría pena que usted usara su influencia en esto.

Cablegrafié a Requeta y no ha contestado.

Creo que a Pilar la pondremos en el Sacro Cuore. Para los otros es ir pensando.

Recibí dos cartas suyas. Gracias. El lunes averiguaré por el bulto de café y si estuviere, lo haremos seguir a Roma, pues aquí no lo entregan. Hoy sábado no hay trabajo.

Salgo cada rato a ver cosas y rincones. Me hace falta usted. Cómo admiro esa desfachatez suya para tratar las cosas de la vida. Los momentos buenos fueron en Righi (47) y en donde compramos la liquorera (Sigo confundiendo lo idiomas).

Mil y mil abrazos. Aquí les tenemos un cuarto bello. Vengan pronto. Yo iré a la primera oportunidad. Mil abrazos para usted y todos.

Fernando González

* * *

Martes, 1 de marzo de 1932

Querido suegro, doctor

Carlosé Restrepo

Aventuras de un envigadeño con cinco hijos en Génova.

La vieja toscana se corrió del negocio de la casa. No quiso recibir la caparra, y el lunes que fue a verla, encontré que había acostado a la vieja mamá, y así se escapó. Ayer fuimos Margarita, la niñera, Simón y una señora coja a Rapallo, media hora de tren, a ver un apartamento; pero resulta que olía mal.

Hoy vine y se me hizo tradición del consulado y arreglé con García el apartamento a 865 liras al mes; él lo tenía a mil sesenta y cinco liras; así que perderá doscientas liras mensuales. El contrato está hasta septiembre. En estos meses veremos de buscar otro mejor; el viernes lo entregará.

Los Segas trabajan bien efectivamente.

Aquí está nevando hoy y el domingo pasado también. Hace un frío del diablo. La pensión no puede ser más infernal. Callejear es lo único agradable; sentirse perdido en medio de tanta gente.

Ya escribí al Ministerio de Relaciones, al Cónsul en Londres, y firmé tres cartas y un pasaporte. Qué vueltas tuvo que hacer usted con lo del sueldo en viaje. Nosotros enviamos la cuenta a Londres con dos copias de la diligencia de posesión. ¿Hay algo más?

De Venezuela no me han contestado. Los muebles se los compré a García en 325 pesos; gastaremos en lo que haga falta unos cien. Queda mi capital en mil doscientos dólares y tres mil en Medellín; pero allá debo mil. Tengo pues tres mil pesos y el sueldo.

Margarita no ha salido casi; está un poco triste con tanta dificultad para todo; los niños no pueden gozar en ese encierro de la pensión. Yo gozo por ahí diez minutos al día; me la paso buscando métodos para ser feliz. Hoy envié un aviso al secolo XLX en solicitud de una cuoca a tutto fare (48).

He encontrado lugares deliciosos para beber café o cognac; pequeños paraísos que me hacen creer que cuando todo el hogar marche bien, seré feliz. Usted continúa haciéndome mucha falta. No olvide escribirnos con frecuencia.

Desde el lunes estamos averiguando por el café; pero nos hacen falta los datos del vapor en que llegó, la fecha probable, la marca del bulto, el peso. Pero ahora se fue Leonidas Sega, el canciller, a seguir en la busca del café. Inmediatamente que haya resultado se lo comunicaré.

Los cigarrillos son muy caros. No olvide pedir bastantes Pielroja por mi cuenta cuando haga el pedido para usted. Nosotros no podemos introducir. Necesito unos trescientos paquetes.

Apenas estemos instalados iré para llevarles la hija y los nietos y para que salgamos por Roma. Me hace falta callejear con usted. Es necesidad que siento como la de beber café colombiano.

No descuido el café; desde el lunes está el canciller en la Aduana.

Reciba mil abrazos para todos.

Fernando González

* * *

Génova, marzo 8 de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo
Génova

Querido doctor:

Nada sucede ni bueno ni malo; la noticia del atentado contra el general Gómez (49) me tuvo triste estos días, pues lo quiero de verdad y me parece un hombre excepcional; sólo al saber que lo habían herido gravemente supe que lo quiero de verdad; Alfonso me cablegrafió así: «general Gómez gravísimo» pero el Cónsul venezolano dice hoy en los periódicos que tal cosa es falsa.

En Venezuela todos son bandidos; el único hombre de mérito y defectos sobresalientes es Gómez; los que lo rodean son inmundicias humanas; pero usted no encuentra en Venezuela sino eso; le imputo los males a Venezuela y no a Gómez. Hasta creo que el mismo Requena es el más interesado en asesinarlo. Si algún día lo asesinan acuérdese de mí que es Requena. Por ejemplo, Blanco Fombona (50) fue uno de los hombres más malos de Castro (51) y le debe mucho al general Gómez.

Cuando fui a ese país, me entristecí mucho por que sentí la misma antipatía de Santander por los venezolanos: mulatos pretenciosos, vulgares, impertinentes y guapos. Qué opina si tendré razón para estar preocupado al descubrir que la antipatía por los venezolanos era un hecho inexplicable psíquicamente y que Santander… se vio obligado a aborrecer a los bolívares. Y Gómez es colombiano; su padre era de a dos pasos de la línea fronteriza y su madre de Cúcuta. Todo ese viejo es colombiano. Pero estoy cantando la palinodia…

Margarita saldrá el 18 de los corrientes a las diez; le pondremos telegrama para la encuentren; va con la niñera, y con los dos chiquitos, que son unas migajas enormemente gordas.

Álvaro escribió del colegio una carta varonil y concisa que me tiene encantado. Ramiro no piensa sino en fusiles, vestidos de general, esgrima y las guerras de papá Cote. Pregunta: «¿Cómo fue que ganó la guerra papá Cote?». Todos sus admiradores lo son del hombre de pensamiento y del estadista, pero el nieto no lo admira sino como guerrero; y como usted no ha cuidado de su gloria militar, me resulta difícil el asunto con Ramiro.

A Pilar la encontramos transformada; habla paso, se sonríe como monja y le pregunté si ya daban papel y se puso colorada. Dijo: «Sáquenme ya que ya prevé colegio». Yo no creo que ésta aguante ni que aguantemos sin ella, pensando en que está sola, etc.

Ninguna noticia: parece a ratos que Colombia mejora.

Anoche fuimos a ver a Josefina Baker. Una negra con nalgas poderosas; el que tuviera el cerebro tan desarrollado como tiene las nalgas esta negra, etc. A mí no me gustó, pero Margarita si quedó descrestada.

Recuerdos a doña Isabel y niñas. Aquí hace desde ayer un tiempo parecido un poco a los días de diciembre en el tibio valle de Aburrá. ¡Nada es como el Medellín!

Mil abrazos

Fernando González

* * *

Génova, marzo 26 de 1932

Querido doctor Restrepo:

Hemos acompañado mucho a doña Isabel en la muerte de doña Victoriana.

No hemos recibido cartas de Colombia. Por la Revista del Banco de la República y por las comunicaciones del Ministerio de Relaciones he sabido que hay movimiento comercial mayor que el año pasado. Lo que me pareció muy importante para revolver la crisis fue el decreto de moratoria interna y de rebaja de intereses; me parece que eso es muy justo, pues lo que se recibió prestado no vale hoy ni la mitad de la cifra, y es muy nuevo, pero nueva y excepcional es la crisis.

Lo que si no me puedo tragar nunca son los técnico yanquis; ahora he estado estudiando el Código de Aduanas, y es lo más mal redactado que pueda imaginarse; hay artículos enteros que no tienen sentido.

Los niños salieron a vacaciones; estaban tan contentos que ni gana tenían de salir; es hasta admirable que en ocho días hayan engordado y aprendido tanto; parecen hombres de verdad; ya Ramiro no dice mañana sino domani. Me pareció curioso el modo como aprenden los niños los idiomas: uno aprende traduciendo: domani es mañana; mientras que ellos cogen las palabras directamente; no la relacionan con su equivalente en el idioma materno. Así pues, ha resultado que los niños están mejor en el colegio que aquí; pues los queremos demasiado; es otra cosa que he aprendido, de que nada es tan perjudicial como el amor irracional de los padres; y uno es incapaz de no quererlos hasta irracionalmente.

Creo que Margarita irá muy pronto a visitarlos y luego iré yo a estarme con ustedes ocho días, y nos vendremos ella y yo juntos; Pilar entrará el martes al colegio; Margarita irá con la carguera y los dos ilustres llorones; yo me quedo para ir a visitar los niños y para despachar buques y cartas.

Ayer me llegó el exequatur. Gracias.

Reciba para usted y para todos el amor de sus hijos.

Fernando González

* * *

Génova, marzo 30 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido suegro: Vicente y los niños gozaron mucho juntos, y nosotros con él; le conversé mucho acerca de aprender algo nuevo y práctico para llevar a Colombia y a él le gustó mucho la cosa; pero apenas se pone uno a pensar en el asunto determinado para aprender, se atranca. Me pareció muy grande y robusto Vicente.

Ya los niños están en el colegio; Pilar se fue ayer donde las Dorotee y la dejé llorando, pero hoy fuimos y ya no se cambia por nadie; es el modelo del salvaje: apenas entramos nos dijo con su voz fuerte: «Esta vieja —señalando a una hermana —es la que nos cuida en el dormitorio; pero aquí no dan papel para limpiarse; se tiene uno que quedar poposiada».

Después dijo: «Esa vieja no me dejó dormir anoche, despertándome para hacer pipí». Luego le estiró a la madre el paquete de galletas que le llevamos y le dijo: «Lléveme esto a mi puesto».

Es una salvaje completa, con toda la herencia paterna y materna.

Yo me veo retratado en su sentimentalismo y cambios constantes de carácter, y veo a Margarita en su volubilidad imaginativa. Es un ser curioso.

Lo que sí es admirable son los niños: dos hombrecitos llenos de inteligencia, de reflexión [sic] y de control sobre sí mismos; estoy feliz con ellos. Creo que serán álguienes.

Hemos estado despachando la mercancía que sale el 1º. en el Colombo; ya sé hacer todo; me he propuesto hacer todos los actos que se ejecutan en un consulado, por disciplina y para poder ser el gallo; aquí todos habían sido unos pobres capitidiminuidos (52).

Recibí carta de papá: dice que todo igual; que murió el padre de los Vélez Q. No sé quién sería; que Sacramento Ceballos (53) está mal del corazón. No más.

Margarita tiene viaje para el 20 de abril; yo iré por ella y me quedaré allá ocho días.

Requena no contestaba los cables. Entonces le puse uno a Gómez, diciéndole que iría a hablar con él acerca de mi oscuro asunto. Lo contestó —claro que Requena, falsificando la firma —diciendo que a Requena comisionaba para arreglar el asunto. Al otro día recibí cable de Requena es que me dice que no me vaya; que no hay oscuridad; que me escribe y que espera carta. Le contesté que iría a hablar con Gómez. Estoy esperando la contestación. Ese tipo se robó el dinero. Hice visar el pasaporte por el Cónsul venezolano. Requena está temeroso de mi viaje, pero no quiere desprenderse de los que se robó. El cónsul venezolano vino en son de visitarme, pero comprendí que era para saber si me iba. ¡Qué enredos! Pero tengo la plena prueba inicial de que Requena se robó una gran suma que me envió Gómez. Y no hay modo de comunicarse con éste, pues Requena lo tiene en círculo de hierro. Si no se aclara el asunto iré a Venezuela, en realidad. Como le decía, Gómez es bueno y patriota; lo malo es Venezuela; corrompida desde Páez (54).

¿Qué me aconseja? ¿Cómo hiciera para mover a Requena a la restitución? Su único hilo es el temor. ¿Cómo lo atemorizo hasta hacerlo entregar la plata?

Reciba un abrazo de

Fernando González

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Génova, abril 20 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor:

Nada ocurre por aquí es esta soledad. De las noticias de Colombia se sabe que la Asamblea de Asambleas resolvió recomendar la moratoria departamental para deudas externas, depositando las cuotas en bancos agrícolas; la de Cundinamarca ya la decretó. También resulta que en el segundo semestre de 1931 se importaron alimentos por millón y medio de pesos, contra tres millones del semestre anterior. El café Medellín subió cincuenta centavos por arroba en abril. Todo esto me parece muy bueno. El barril de petróleo, en Mamonal, subió como veinte centavos.

Génova es anterior a Judea y los genoveses son mucho más negociantes, sucios y jodidos que los judios. A priori se puede resolver la controversia acerca del origen de Colón, a favor de Génova: éste avariento que se robó el premio señalado para el que primero viera tierra, ERA GENOVéS. El dialecto que hablan aquí es arrastrado y el plato favorito es «TRIPA», una especie de mondongo sin caldo, que huele a «matrimonio descobijado».

Así pues, ahora que estoy solo, vivo dedicado al estudio de esta gente; todo almuerzo lo hago en restaurante distinto. Pero Génova no tiene nada de arte: aquí no hay fábricas; todo es de Milán. Aquí no hay sino «tripa» y las mujeres tienen torcidos los tacones. ¡Vea a los Segas! Usan los lápices hasta que se parecen a cabos de tabaco de vieja y sabe lo más curioso: por la via XX de septiembre ve usted como cien tipos sucios que van recogiendo los cabos de cigarrillo y metiéndolos al bolsillo. Lo malo no es que haya quien recoja colillas, sino que es una profesión. En Colombia por los menos no hay recogecabos; allá no pasamos de don Carlos Vásquez y don Jesús López.

Estoy algo hastiado de esta vida monótona de cónsul, aquí donde no hay algo bueno para hacer; pero la comida hay que ganarla y sobre todo los niños van muy bien: ya escriben italiano; Ramiro es el primero de la clase; he sentido por primera vez el orgullo paterno al recibir noticia: Giá sa leggere, e anche scrivere; é el primo della classe (55). Esto lo decía el institutor. Yo creía que Álvaro era superior; pero resulta que Ramiro tiene mucho pundonor.

Por mi parte, nada bueno hago; tengo vergüenza de no dedicarme a algo bueno y que sea gracia.

Perdone tanta carajada y reciba el amor de

Fernando González

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Génova, mayo 10 de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor Restrepo:

En estos días iré a visitarlos. Según me cuenta mi papá, la situación en Colombia es terrible; me dice que una vaca vale diez pesos; un becerro, un peso; diez centavos el kilo de carne; tres pesos la arroba de carne de marrano; que una casa que costó quince mil pesos y que el banco recibió por lo que había prestado en ella, la vendió tal banco en dos mil quinientos. Etc.

He estado estudiando esta forma corporativa del trabajo y al mismo tiempo me paso horas en el puerto conversando con obreros. Para mí tengo que la sociedad se hizo para el individuo y no viceversa; de toda mi formación mental salen protestas contra cualquier forma de socialismo; ¿acaso el fin no es el hombre, el fin de todas formas? Y ¿qué es el hombre en estas sociedades estatistas? Un ladrillo de la catedral del padre Marulanda. Yo no puedo olvidar lo que me enseñó la Hermana Belén, que Dios creó el cielo, la luz, etc. y por último al Rey de la creación. Ahí me tiene, que ayer y anteayer fue la FIERA DEL LIBRO, y qué libro. ¿Qué espíritu ha dado Italia en estos tiempos? Marconi va como un perrillo a abrir sesiones de la Academia a que asiste el Duce (56), con le sue idee lunghimiranti (57). ¡Esto da asco doctor! El bien mayor del hombre es el de la libertad de pensamiento, de equivocarse en el camino de la vida hacia Dios. En fin, somos imágenes divinas y por eso nadie puede dominar al hombre. Creo, y perdone este discurso de estudiante de Derecho, que es mayor delito dominar al hombre que asesinarlo físicamente.

«Nos obligan a pertenecer al partido»; eso dicen los obreros. Si no, nada de trabajo.

Máquinas, prostitución y miseria es lo que produce esta forma de trabajo en que la finalidad se coloca en el producto y no en el hombre mismo.

Lo más admirable de la vida suya es la constancia en la predicación de la libertad. Por mi parte mis ideas se están completando; las he corregido.

La caja de aguardiente era para Robledo; de la envié; parece que sea de Bolívar; yo pagué aquí algunos gastos y le escribí que me los cubriría con tragos y me contestó asintiendo a tal forma de extinción de las obligaciones.

Tengo mucho deseo de verlos; mil recuerdos para doña Isabel y las niñas. Margarita me escribe que está feliz allá, mil gracias por las atenciones para con ella y los niños. Me está resultando que ustedes son unos grandes suegros, pero si el ganado sigue bajando, cuando volvamos a Colombia y nosotros tengamos otro hijo, no va a poder darme vaca; a propósito, me debe la vaca de Fernando y la de Simón; puede escribir a la finca al respecto; ¿no le parece?

Me rebajaron veinte pesos y no me han pagado sino la mitad del sueldo de abril; guárdeme un pedazo de la ruana del Padre Juan María. Suyo.

Fernando

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Génova, mayo 31 de 1932

Señor doctor
Don Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: nos fue bien en el viaje; se nos hizo corto porque venían ahí una señora greco-turca, de Constantinopla, con el marido, hijo de Matilde Sarao; la señora es uno de esos seres bellos de alma y cuerpo, tan raros; porque creo, y perdona la pedante filosofada, defecto suramericano, que la belleza abunda en los reinos vegetal y mineral y en el animal menos en el departamento del hombre.

Era una mujer joven de alma y cuerpo. Margarita se encantó y yo también; nos hicimos muy amigos y quedamos de ir a Roma a verlos y ellos venir a Génova a visitarnos. Porque indudablemente no hay cosa más soberbia que la juventud, aunque no se bañe; por ejemplo Fernandito es bello aun cuando vaya con el popó cargado en los calzones. Pues esto de la juventud es muy importante; fíjese que el Moisés no tiene mejillas y cuerpo sino treinta años, y a pesar de que la barba es muy larga, no tiene más de treinta. Eso es lo que lo hace triunfar a usted, la juventud, a pesar de sus sesenta y tres. Somos, doctor, perfectos jóvenes, y creo que con otro viaje a Roma paseando con usted por aquellos soleados viñedos de los Castelli y de Montefiasconi, mi juventud se perfeccionará. El que no tiene remedio, aunque le echaran los tres barriles de Est. Est. Est. que se bebe el difunto aquel alemán, el que no tiene ni jota de juventud aunque se bañe y se unte y se peine, es el gran OU LE RE. ¡Qué tipo tan viejo y tan inteligente!

Ayer fuimos a Nervi. Esa ribera es bella como el diablo; si viera qué rincones, qué escollos y qué nidos de verdura.

Aquí también hay belleza, pero no hay la compañía de ustedes, y el vino no sabe bueno sino en su compañía; aquí se vanea.

Margarita está muy enguayabada; la contemplaron tanto que ya no se amaña; lo mismo Fernando y Simón. Pilar resolvió no hablar sino italiano y lo que no sabe lo inventa: la carta es carta y no papel; descansaré; esperaré. Lo curioso es que italianiza bien el español. Álvaro está serio, hecho un hombre; creo que va a ser alguna cosa. Ramiro siempre guerrero, calígrafo, peleador, pelotista etc.

Les repito a usted a doña Isabel y a todos, mis agradecimientos por la temporada tan agradable que nos dieron en Roma.

Fernando

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Génova, junio 11 de 1932

Querido doctor Restrepo:

Hace días que no me siento alegre, pues me creía muy joven, y al salir los niños a vacaciones y juntarse en este apartamento cinco hijos, me vi y comprendí [lo de] «más retoñado que la cañabrava»; cuánta razón tenía don Nicanor, y cuán bella era su frase de que el viejo goza y busca el no hacer, mientras que el joven busca qué hacer.

Por ejemplo, en este momento se quedó aquí Fernandito (58), mientras los otros andan con Margarita en el comercio, y el tal Fernandito está tocando la máquina; y vea como me hizo escribir hacer con mayúsculas; entre él y este olvidarse del español me hacen escribir mientras en vez de mientras.

Pienso llevar a los niños a saludarlo, el lunes, o martes o miércoles, pues Margarita está medio loca.

He tenido mucho qué hacer; hoy conté las firmas que di para el vapor que sale el catorce y son ochocientas sesenta y cuatro. El gran Re me tiene fregado con los cónsules de Milán y de Turín; semanalmente me escribe para preguntarme qué he resuelto; y como él lo que desea es que en Bogotá lo crean un trabajador inmenso, voy a escribir una carta al ministro de Relaciones Exteriores en que contaré que es un hombre muy activo y gran francesista, para remitirle copia a él. ¡Cómo irá a gozar!

Álvaro no quiere ponerse los vestido de calzón corto dizque porque ya tiene pelos en las piernas; Ramiro, al preguntarle qué iba a estudiar, si medicina, ingeniería, o qué, respondió que aeroplania. Pilar estaba ahora bordando y le dijo a Margarita: non mi piace lavorare enchima de la cama (59). Es el italiano más bello del mundo, ese enchima es casi la mitad de la frase de OU LE RE.

De suerte que muy pronto tendré el placer de presentarme allá con el aeroplanista, el filósofo peludo y la profesora de italiano; preparen los oídos para no enloquecerse con la bulla. Para mí solo pido, como el gran Berceo (60), un traguito de bon vino colombiano, siempre que aun le dure.

Para doña Isabel mil recuerdos, lo mismo que para los cuñados y usted, doctor, reciba el afecto de

Fernando González

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Agosto 1º. de 1932

Al doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: me acabe de llegar su carta de Siena con la noticia de que no seré persona grata, o de que no lo soy; que el Gobierno de Italia cancela mi exequatur y que el doctor Olaya me envía a la bella Francia.

Ni sospechaba. Apenas leída, me dice Margarita que los Segas estuvieron todo un día, durante mi estada en Roma, encerrados en mi despacho, con puertas y ventanas idem, en compañía de un señor. En un cajón se hallaron manuscritos de un librito en que describo a Italia, las venus, etc. etc. Los Segas me han visto dedicados días enteros a escribir. Les rebajé el sueldo, les apreté, canté como un pollo que comienza a ponerse ronco, pues jamás he sabido cantar como gallo viejo… Y después de la víspera de mi ida a Roma, día en que les hablé duro, han estado muy atentos, pero percibía yo el puñal detrás de la sonrisa. ¡Ahí me tiene la puñalada!

Hay muchos indicios para creer esto. También escribo a Alfonso cartas largas, con descripciones dignas de la cancelación, aquí se entiende. Pero no creo que las hayan abierto; ¿cuál de los dos será el motivo? Me inclino a creer que ambos; que denunciado, han procedido a retener mi correspondencia.

Las cartas mías para Margarita las abrían los Segas según dice: «¡Te juro que llegaban abiertas!»

¿Me vengo? ¿Los arrojo ahora a las nueve, cuando lleguen? Este es mi problema en el momento en que le escribo. Pero creo que agravaré mi situación; quizá reciba orden de dejar el consulado con ellos, y entonces tendría vergüenza de tener que llamarlos.

La vergüenza no tiene razón; si me quedara aquí los echaría, porque son perjudiciales. A mí lejos no podrán hacerme daño; informaré al cónsul venidero, para que él resuelva. Además, si los echo ahora, y es verdad que me denunciaron, acabarían de ensuciarse en la plana. Yo por mí no: pero por la familia, tengo que bregar porque no nos jodan mucho a la salida.

Me entristece por irme del lado de usted a quien venero; la única persona a quien quiero intelectualmente es a usted por su carácter moral.

Me da vergüenza, además, el que el doctor Olaya me trate tan dulcemente porque soy yerno suyo. Pero en esta pobreza hay que dejarse proteger; en Marsella bregaré por quitármele de encima, pues yo sé muy bien que el doctor Olaya no nombra a Fernando González sino al yerno de usted.

Se pierde plata y de pierde estar a su lado, pero se gana en libertad, en la selvática libertad que yo necesito para predicar a favor de las dictaduras.

Le informo que con nadie he hablado una palabra acerca de Italia; que no tengo ni un amigo. Es seguro que los Segas me leyeron y denunciaron. ¡Y pensar que yo escribí acerca de ellos y que dije que eran inmejorables, y que le dieran al viejo la medalla esa! ¡Qué bellacos! No me vengaré decididamente, últimamente he cogido como norma de conducta, hacer lo contrario de aquello que me indica la gana.

Siempre estoy algo preocupado. Acaba de entrar el Sega joven y vino sonreído a saludarme y sentí un complejo psíquico nuevo, resumido en una especie de angustia y cansancio, como si hubiera ido en un segundo, a pie, a Manizales, por la falda de las coles.

Mil recuerdos para usted y para doña Isabel y todos

Fernando González

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Agosto 1º. de 1932

Al doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Muy estimado doctor: esta mañana le escribí inmediatamente que leí su carta de Siena. Luego he meditado más en la pelotera. Si no tengo conocidos siquiera; si no he hablado con nadie; si nada he publicado ni dicho de viva voz… ¡Tiene que ser cosa de los Segas!

Gazzera, el que está de ministro en Colombia, le debe a Sega muchos servicios que le prestó hace dos meses, cuando salió para allá.

Desde hace dos meses, cuando le dije al viejo: «Ya lo dije, y yo soy el cónsul», los dos italianos están sonreídos.

Abrieron mis cartas para Colombia, porque los Segas me denunciaron. No hay más remedio. O bien, dada mi poca importancia italiana, Gazzera amenazó con eso para que me quitaran y para que viniera un cónsul que les pague bien a los italianos, o para que dejen a éstos el empleo. Sería muy interesante que el doctor Robledo pudiera averiguar si es verdad que pidieron mi cambio.

¿No sería cosa de Gazzera, una maquiavelada?

En todo caso, me fregaron, porque resulta que el consulado de Marsella es ad honorem, dizque con cien pesos de gastos.

¡Peor son los viáticos! Lo que yo decía a Ou Le Re, que yo nunca renunciaba sino que siempre me mochaban. Es como una predestinación a las mochas; desde que un primo me tumbó del amor de una prima, en Envigado. Puede ser que el doctor Olaya vea eso de ad honorem, pues si le deja la cosa a aquel González de Ministerio de Relaciones Exteriores estoy embromado: ese no me puede ver ni pintado.

En fin estoy preocupado, pues sin saber cómo diablos pasaron las cosas, sospecha uno de todo mundo; he llegado hasta a pensar que sea parada para salir de mí, pues, ¿cómo diablos de dan tanta importancia? ¡Si fuera a Robledo!

Me deben trescientos pesos de sueldo en viaje, y a pesar de muchos cables y cartas, ese González dice que me espere. Como ya gasté cinco mil pesos que tenía al salir de Colombia, pues no quedaba sino mil y mil en bonos, voy a tener que pegarme de eso para el viaje y la llegada. ¿Será posible que usted me ayude a cobrare esa platica?

De los niños pierdo como trescientos ochenta pesos que están pagados anticipadamente, y unos cuatrocientos que di para colchones, cobijas, libros, ropa, ajuar, etc.

Viene, pues, la Cruz de Boyacá para este viejo italiano y yo me voy mochado. No pienso reaccionar, porque no me compone la situación.

Tengo una gana loca de insultar y de echar a esta gente, pero me la aguanto; es una gana que da gusto.

Yo nada sabía ni sospechaba. Se acabaron, pues, mis amores con doña Venus; ya no volveré a pasearme por la terraza de las golondrinas, ni volveré a ver a los niños balillas que marchan al compás del Unop, dui… unop, dui; unop, dui… Volveré a la patria amada como la niñera que nos arrulló en los negros brazos.

Me alegro que hayan paseado por Asís y por la Toscana; pero yo iré a Sabaneta, a pie, y los sauces y plátanos de aquel valle me consolarán y amortiguarán un poco la envidia. Mi resentimiento contra Sega. Raggionére, cavaliere, medaglia di Boyacá (61), se lo derramé como un tarrado de bilis al gran general Berrío (62).

Me iré triste por no conocer París… Es la única virginidad que me queda; ya ángela no puede decirme al refregarme la espalda de olio di cocco: «é la prima que lei fa questo!?» (63).

Abrazos,

Fernando

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París, agosto 2 — sábado

Querido doctor Restrepo: ahora recibí su carta del 25, en que me cuenta del buen consulado de Marsella, y me habla del editor.

¡Francamente que yo le debo a usted mucho agradecimiento! Pero no quiero hablar de esto; también el doctor Olaya está muy cachaco. Piense que no volveré ver a Génova; me acuerdo de ella y me duele una muela. Con 275, dos, siete cinco (es como número de teléfono) viviremos bien; además, parece que el libro vaya a gustar, no el de las cartas, pues ese vendrá dentro de dos meses, sino otro de biografías de Abraham Uribe, Mirócletes, etc. Digo que parece que vaya a gustar porque estos señores de Le Livre Libre (64) están muy entusiasmados. Ya se comenzó la composición y se obligaron a entregarme 5.000 ejemplares en mes y medio; apenas me lleguen las cartas cuya copia no tenía, y que Alfonso me despachó ya por avión, se comenzará también la edición de ellas.

De López tengo muy buenos informes; él fue el que dirigió aquí a Vasconcelos en sus asuntos de libros; pero al recibir su carta, me aseguré más aún, y no le he querido soltar plata; le daré tres mil francos apenas estemos corrigiendo las pruebas; cinco mil cuando estén las buenas hojas que dicen aquí: nonnes feuilles, y el resto, al entregarme el número de 5.000. Muy bueno que me haya escrito, porque si no, entro en desconfianza hasta le hubiere dado ya seis mil francos que quería.

Siento en el alma su enfermedad de los ojos, que espero haya pasado, así como está pasando la mía; ahora es una muela que me duele, tan fastidioso como un niño llorando de hambre a las doce de la noche. ¿Recuerda que a mí también se me enfermaron los ojos en Roma? ¡Hay mucha luz! Las churrias mías como que eran del tabaco, pues anoche resolví no fumar y me siento ya bien; flaco pero bien.

En fin, ¡gracias a Dios que el RE y yo permanecemos en Europa para bien de nuestra pobre patria! Ni se sabe cuál sea más útil, el RE o yo. Pero lo único que lamento es no verlo a usted con frecuencia. Gocé tanto en su casa romana, en los paseos que hicimos, etc. Me parecía que yo era Nerón; hasta un castigo sería esa mochada, pues me volvía pagano por segundos.

París es plano; solo se percibe bien una sola elevacioncita, que es Montmartre. Es casi circular y desde la plataforma del arco del l’Etoile no pude ver los términos; se pierde la vista por allá en un horizonte de niebla oscura. Como de humo negruzco. El cielo es bajo y nunca está bello; todo lo construyen con una piedra oscura, que adhiere el color mugre grasoso. ¡Es raro! ¿Por qué nadie ha observado esto que es lo que más impresiona? Los monumentos y estatuas las fabrican con una piedra algo porosa, color blanco-sucio, casi amarillo. Aún no he visto mármol. Casi no conozco nada, por la enfermedad. El Encanto de París está en la gente, muy simpática, buena, alegre aun en la miseria; las noches… nunca puede uno soñar tanta luz de tantos colores y tantas formas; tanto café, cabaret, baile, cine, teatro; las calles en donde los jóvenes se besan y muerden en público, y nadie mira. Nada más bello que los escaparates de los almacenes. Cada uno es un museo. En fin: París —nuite; París —amour y cierta cosa que tienen, cierta tolerancia, cierta galantería que no le va entrando a uno sino lentamente. En una palabra, apenas comienzo a sentir esta ciudad.

Reciba todo el cariño que le tiene

Fernando González

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Génova, agosto 2 de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Estimado doctor: desde que recibí su carta me siento enfermo; no sé si coincidencia o efecto; creo que se trate del cansancio de conjeturar, pues por irme, siento un deseo loco de irme, un deseo enfermizo, igual al que me atacó en Venezuela.

Pero el mal está en no saber la causa. Y es posible saberla conducto de Robledo: leo en el gran libro, superior al Quijote, llamado Manual diplomático y consular colombiano, por José M. Pérez Sarmiento.

«Retiro del exequatur… Los gobiernos pueden retirar el exequatur. Si por causa de guerra, el hecho es natural y aceptado universalmente. Si la medida se toma en épocas normales, el Gobierno está obligado a manifestar al cónsul las razones en que se ha fundado. Este procedimiento es muy raro, lo que se acostumbra [los tiempos verbales están usados así, en forma nueva] es que el Gobierno donde está el cónsul está acreditado pida al otro el traslado o remoción, según la gravedad de las faltas. De esta manera no hay retiro del exequatur. Medida extrema que no se usa sino en casos extremos».

De modo que mis faltas son graves. Con eso de nombrarme cónsul ad honorem en Marsella, me hacen quedar mal en Colombia: allá no sabrán de qué se trata; verán únicamente que me degradaron de cónsul general a cónsul ad honorem. Mientras que si fue porque violaron mi correspondencia, única causa posible, sería para mí un honor en mi patria el retiro del tal exequatur. A mí siempre me preocupa mi porvenir, mis posibilidades en Colombia, y no quiero que me nombren en Marbella sin preguntarme; que me moche. El doctor Olaya lo hace de muy buena fe, creyendo servir en mi caso, pero es claro que me daña mi personalidad, pequeña, pero que con un trago de Montefiascone puede reventar y llegar hasta el miembro de la Asamblea de Antioquia, o por lo menos, presidente del Concejo de Envigado.

Pensando acerca de qué enemigos puedo tener, resulta:

1º. Al cónsul en Roma, esa pelota de Conde, que me contestó una carta irónica, porque le pedí el censo de los colombianos: me decía que tal decreto ordenaba enviar el censo al Ministerio de Relaciones y que le dijera qué nuevas leyes había al respecto, porque él no las conocía. Le contesté que mi juridicción era Italia y que el decreto me ordenaba mandar el censo de los colombianos de mi juridicción; que no tenía tiempo para ser maestro.

2º. A varios exportadores les he dicho que aplico las leyes colombianas y que no me importa lo que hagan en Venezuela, Francia o Italia.

Y por último, estos Sega, a quienes ya conoce, lo mismo que mis relaciones con ellos.

A mí nadie me conoce aquí. Por eso es más preciso bregar porque Robledo averigüe algo, pues pudo ser que alguno tomó el nombre de cónsul de Colombia para ejecutar hechos graves, dignos de retirar el exequatur.

Estoy esperando noticias con mucho deseo, pues yo no sé nada.

Muchos recuerdos para todos. Adicto.

Fernando González

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Génova, agosto 3 de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor:

¡No le decía! Siquiera no hice nada contra esos señores Segas, pues ya me pasó la gana. Nada hay tan bueno como dominar las pasiones. Se gastó mi ira en insultarlos imaginariamente, en hacerles males imaginarios. Son buenas las pasiones, siempre que no obremos, pues ellas son el fuego que activa a la inteligencia… Y siguiendo con la pedantería, diré que el verdadero estado filosófico es CAPACIDAD PARA AGUANTARSE LA GANA.

Por ejemplo, en el Casino delle Rose me pareció una reina, el tuétano de la belleza, aquella Anita Tilotta de quien le conté en mi último día de Roma, o mejor, en mi último atardecer bajo la luz dorada; casi me muero por el esfuerzo que tuve para no irme con ella; la pasión me hacía ver como el sumo mal separarme de ella… y me fui a filosofar a su cuarto que tiene aura de serenidad; hoy, Anita me parece gorda y creo que sus lomos deben ser como los de don Benjamín Correa (65), plácido y lúcido ex jesuita del viaje a Manizales.

Pues bien, ya me parece que esos señores no me traicionaron, porque no tienen causa suficiente para ello. Veamos: no les conviene, porque juegan su empleo; conmigo ya están sistemados, como dicen aquí; un nuevo cónsul puede quitarlos; jugaban la medalla del baúl, o sea [la] de Boyacá.

Resulta, pues que mi acusación es por indicios muy leves, que no me autorizan a concluir. Debo suspender el ánimo. Ahora hasta los estoy queriendo, pues es mucho el maldecir que les debo. Nada saben ellos; nada les he dicho; no he querido ejecutar ningún acto, pues quiero seguir la política fascista: «Resolver realísticamente cada problema que se presente».

¡Lo curioso del ánimo! A cada conjetura que hago, odio y reniego de la persona que figura en ella. Después de los Segas, conjeturé apertura de cartas por el sistema del vapor, método que usan donde mi compadre Gómez; luego conjeturé de exportadores, a quienes ha aplicado rígidamente los decretos de nuestro buen Gobierno, y anoche se me ocurrió que Alfonso pudo publicar algún extracto de mis cartas.

«Imposible —me decía a las doce de la noche —que sea tan bruto; si fue esto, me cubrió de vergüenza; no le hablaré ni saludaré… ¡en ocho días!»

Y hoy, quizá por ser la última hipótesis y ojalá sea por eso, me parece que esto es lo más probable… ¡Qué no lo sea por Dios!

Si eso fue, me iré a vivir el resto de mis días a la plaza de Sabaneta y llamaré desde mi taburete recostado a la puerta de la casa a todos los que pasen a caballo, para cortarle la crin a las mulas orejonas… Si eso fue, ahí, me tiene el destino que merezco: rascarme las niguas en el portón de la casa de Sabaneta. Recuerdo que el gordo Hoyos le publicó a usted una carta privada.

A Tulia le mando a decir, y perdone que no recibí sino dos postales; que falta la principal, la cabeza de Persa; que le envío adjunto a ésta doce liras en estampillas, que según dice costó el encargo. Mil gracias.

¿Doña Isabel recibió las cartas de pésame que le escribimos?

Todos estamos bien. Reciba el afecto de

Fernando González

* * *

París, agosto 12 ó 13 – domingo

Querido doctor Restrepo:

Muy enfermo aquí encerrado en un hotel, sin ver a nadie, yendo ocho veces diarias arreas al número. Pero no es grave, porque es bilis, no tengo fiebre ni nada. Son los disgustos que se me salen por donde es mejor, porque también han querido salir en cartas airadas, y he roto tres para OU LE RE, y muchas para muchos. Como yo no estoy enseñado a contenerme tanto… de ahí los cursos.

No he salido sino a la puerta del hotel; al llegar en auto vi que esto es mucha ciudad; Roma es como Sabaneta para Bogotá. Pero siempre quiero más a Roma. Suiza es belleza; allí es donde uno sabe qué es belleza, silencio, orden y caminantes a pié, con morral: llevan calzones cortos, bombachos en que caben cinco nalgas gordas y cinco flacas; van con las mujeres, fondillonas también, pero en las blusas apenas les caben eso que tienen tan grande las mujeres buenas y las vacas lecheras. Ya ve como le aprendí eso de UNIR LO PRECISO A LO IMPRECISO.

Le he escrito a usted como ocho cartas, pero las he roto. Hablaba de ese telegrama… ¡Siempre es muy grosero ese telegrama que pusieron de Bogotá! Siempre se han manejado muy mal allá y ese pobre Robledo, poeta sonsoneño, mediocre y agradable, como decía Queiroz (66) de un ministro parecido.

Lo que soy yo, estoy muy mal. No veo la luz. No veo sino irme el martes a ver si contrato la edición del libro; editarlo en uno o dos meses y meter carrera para Las Palmas.

A mí no me van a creer que no hice para que me mocharan. En cuanto a carrera diplomática y política, me tiraron, los unos por malos, y OU LE RE por bobo. Yo creía que los bobos eran inocuos, pero son unas fieras.

Hoy es domingo; ayer era sábado, y no trabajan; mañana es fiesta; el consulado lo abren de 10 a 12. Para ir tendré que esperar al martes. ¡Y yo que era tan carajo que recibía hasta los domingos!

¡No le digo que los bobos somos unos carajos!

Lo que más me ha gustado son los soldados franceses: bajitos, robustos, carones, jovencitos, con vestidos grises muy queridos (esta es la palabra para esos vestidos). Nada de plumas, sombreros, etc. Discretos, se confunden con la tierra melancólica de esa Francia llanura, con árboles los más tristes. Si yo fuera mujer, me juntaría a un soldadito francés… para ir a pasar los Alpes en su compañía. ¡Deben ser verracos! Pero como soy hombre me iré… ¡En la Cruz Roja!

En fin. Mi espíritu está triste. Conozca los excusados de París.

Dice: Priere de ne jeter dans les waters o jets tels que: tampons, Journaux etc. Laissez ce lieu comme vous desirez le trouver (67). Escribo de memoria. Las mujeres miran a los hombres sonreídas y viceversa, pero sin grosería, como diciendo: «¡No es para tanto! ¡Es si quieres! No hay mucho afán tampoco». No irrespetan a las señoras, primero… porque no hay, y segundo porque no dan tiempo para irrespetarlas. Así es que todos son cultos. Están satisfechos. No hay necesidad de irrespetar. Ese es mi París visto desde un excusado.

Muchos abrazos a todos

Fernando González

* * *

París, agosto 16 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Mi querido doctor: a Margarita le acabo de escribir y le digo que estoy un poco mejor, pero en realidad tengo el alma muerta con el cuerpo. Me está envenenado algo que tengo en los intestinos. Me duelen los huesos, los ojos, y enflaquecido en tres días. Es el choque por la tradición esa de los Segas. Me parece que todos se ríen de mí en París, sin conocerme; ayer me fui enojado de ese hotel u no volví.

Pero en este momento me siento un poco mejor. Fui al consulado, puse cable a Alfonso, pidiéndole mis cartas para publicarlas (las que no están copiadas) y llamé a Le Livre para lo de edición, pero no contestan; todo está cerrado por dos semanas.

Publicaré dos libros. Resistiré a la enfermedad y a París; el recuerdo de mujer e hijos me salvará de todo y la amistad suya me salvará de la venganza que ruge en mi corazón por ese telegrama de mocha. No me vengaré de nadie y esto lo hago por el recuerdo de usted: por ejemplo, cuando pienso en ese telegrama, la ira me despedaza, pero me acuerdo de lo que hablé con usted y entonces me parece que no tengo razón, que en Bogotá no saben aún lo que pasó.

Me dice Margarita que entregaron La Soledad. Fue como si me hubieran dado la noticia de una muerte. Allá gozaba usted y allá viví con usted horas superiores a París. Lo he acompañado mucho, pero ya sé que usted no se apega a nada en absoluto: «Lo mejor que tenía Sócrates era que nadie gustaba como él de la belleza, y nadie se apartaba de ella con mayor facilidad». Jenofonte.

En fin, nuestras vidas están en una bocacalle y en estos casos no hay sino dejarle las riendas a AQUEL que nos hizo. Yo siento que hay un conductor y por eso no me anonado. Quizá estas sean carajadas para nuestro bien. Por ejemplo, ¿qué más Soledad que la que usted tiene en su propia alma, que de la vejez no tiene sino la sabiduría?

Lo he acompañado mucho en estos días en que ha tenido que sufrir por todos nosotros, pues a usted caen las malas de toda la familia, que ahora se parece mucho a la de Job.

Con el libro creo ganaré algo; de suerte que la cosa está en apurar para ver cómo me va. Eso de consulados no sirve.

Reciba mi cariño para usted doña Isabel y la juventud menor

Fernando

* * *

París, agosto 20 de 1932

Querido doctor Restrepo: el cable dice: «Le Colombia. Sírvase avisar Fernando González suspendiós el cargo cónsul. Próximamente giránsele viáticos iguales ida. Dé aviso correspondiente ese Gobierno encargue provisionalmente Sega. Exteriores». [sic]

Como usted sabrá nombraron para ese puesto a Vargas Nariño, el ex alcalde de Bogotá, el casado con hija de don Luis Toro. Eso me lo contó ayer Londoño. Lo que es la conducta del Gobierno conmigo; es indelicada, pues no ha girado los viáticos. De modo que si yo no lo hubiera tenido a usted y tenido algunos pesos, me habría muerto de hambre. He estudiado el asunto y resulta que debo reclamar los viáticos pronto, lo mismo que el sueldo en viaje que me deben hace seis meses. Los viáticos son poco en comparación de lo que señalan a otros, pues a gente soltera le dan esa suma.

Pero no quiero reclamar. Un cable me costaría cinco dólares; Robledo tiene obligación de ponerlo, pues para eso está y tiene franquicia, y el tal consulado está en su juridicción; además, como por conducto de él me mocharon… Yo escribí ahora una carta, a ver si se mueve.

Londoño es un tipo muy bueno y se ha manejado bien. El general, como llaman aquí a Vásquez Cobo, está por ahí en unas aguas, no sé dónde precisamente.

Aquí no hay ninguno conocido; hace un calor de horno. Yo sigo algo indispuesto; una especie de debilidad y de incapacidad para obrar y admirar.

El Metropolitano, tranvía subterráneo, es lo más bello de París y de todo lo que conozco en obras humanas. Es de una sencillez que da gusto; por ahí viaja uno por todo París, y puede conocerlo en cinco días. Eso es encantador. El resto… ¡hay que esperar a ver si le cojo gusto! ¡Ayer almorcé en Montparnasse y comí en Montmartre; pero no le cogido el gusto! El 99% es sexo; de ahí que lo admiren tanto los americanos que vienen en rijo y se van con la gana quitada para diez años. Toda la gracia consiste en que se besan en calles, tranvías, cafés, etc.

Pero no puedo juzgar porque estoy enfermo, porque hay que esperar a coger gusto, etc. Mañana le escribiré si logro contratar la impresión de un libro. Todo es muy caro aquí.

Un almuerzo cuesta un peso; una limonada seis francos. Es horrible. Quizá me vaya para Madrid, en donde es barato y hay libreros españoles.

Muchos recuerdos a todos

Fernando

* * *

París, agosto 25 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: una muela hinchada; churrias tenaces, cuerpo flaco, pero el alma alegre, serena, influenciada por la mesura francesa. Este pueblo es de sensibilidad exquisita; el insulto más grande es: Vous n’etes pas gentil! (68) El gran insulto de las mujeres, para lanzar el cual se ponen las manos en jarra es: «Ta gueule!» Creo que se escriba así; Es: ¡tu geta!

Me encontré unos restaurantes en donde se come por seis francos, ¡el colmo! Chez Sansonnet; ¡en casa de Sansoncito! Debe ser que los prepara con los huesos de la calavera de burro con que Sansón mató a los filisteos. Sansonnet tiene varias sucursales; también hay garcones (69) automáticos: echa usted un franco por una rajadura, y sale… un pollo, un vaso de cerveza etc.

Ayer recibí su telegrama en que me dice que no firme contrato hasta recibir carta suya; lo malo es que al recibirlo ya me había comprometido. Pero si es cosa grave, puedo pagar cualquier cosa por los perjuicios, por el trabajo hecho hasta hoy.

Son las siete de la noche y no he recibido su carta. Sé mucho francés, mucho más que el rey de Manizales.

Me cuenta Margarita, de los Santos y de su conducta en mi incidente diplomático, y estoy feliz, porque eso sí es bello; en Colombia siempre hay cosas grandes y almas nobles; no sabe que alegría me causó ese acto de santos al escribir a usted acerca de mí; el incidente diplomático ya me hace reír; ni me he vuelto a acordar; habiendo hombres como Gustavo y Eduardo Santos y como usted, ¿para qué detener la atención en Génova, patria de Cristóbal?

En la soledad en que estoy vengo pensando hace días así: «¡Yo siempre he cometido muchas carajadas!» Pero me consuela el recuerdo de un portugués a quien en la agonía le dijeron que cogiera un cirio encendido en cada mano, y él, con ellos y en los gorgoteos últimos decía: «Muriendo y aprendiendo».

¡Francamente que eso de Eduardo Santos es muy noble! Hace mucho tiempo que no sabía yo de un acto en que se muestre tanta finura del alma. Me dio una lección; me acuerdo de Nietzche que dice acerca de la venganza que la mejor es hacerle el bien al que nos ofendió. ¿No ve que así hacen arrepentir a uno de su acto? Cuanto daría yo ahora por no haber escrito aquello. En fin, no tengo sino veinte años y aun tengo mucho por aprender. Pero en secreto le confieso que en estas churrias tengo ochenta años, pues las francesas me dejan frío.

Mañana comienzan a imprimir uno de los libros; trabajo de mes y medio para cada uno; después seguirán las cartas. Pueda ser que con esta literatura se viva. A mí me da vergüenza meterme a publicar; eso es tomarse un papel; para ser autor, o se es muy estúpido o muy grande, y yo voy a quedar entre aquellos; pero conste que lo hago obligado por Juan Vicente bis.

Mil abrazos para doña Isabel y para todos

Fernando González

PS: lo borrado es un cuento por lo del restaurante de las rajaduras puede adivinarlo

Fernando

* * *

París, agosto 31 de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Muy querido doctor: espero que las malas hayan pasado para todos así como pasaron para mí, incluso las churrias que me estaban dejando en el hueso. Ya ve cómo me resultó eso de Marsella, en donde no tendré otro oficio, según parece, que escribir la biografía del rey de Manizales. Y todo eso de lo debo a usted.

Ayer le telegrafié contándole que debo ir a posesionarme el diez, según cable del Gobierno, que me transmitió Vásquez Cobo. Escandón, actual cónsul, pasa a Havre y Vargas Nariño a Génova. Vásquez Cobo me llamó ayer por teléfono, muy amable y quedamos en que iría a verlo hoy a las once. Tiene voz llana, a lo MI COMPADRE GóMEZ.

Pienso proceder por orden, despacio, meditando y pensando, para organizar mi vida en Génova de modo que la Familia sea lo más feliz que se pueda y que no quede la cosa montada sobre una rueda falsa, como pasó en Génova. Me acordaré ahora de su consejo cuando fui a Génova: no se comprometa.

Todavía no he pasado de los que vengo haciendo desde los ocho años: cada vez en que voy a hacer una cosa nueva, me digo: ¡Esta sí la hago de modo perfecto! ¡Pueda ser que ahora no sean cañas!

Me hacen mucha falta todos. El libro lo están trabajando activamente; tendré que volver de Marsella a los últimos trabajos y correcciones.

Muchos recuerdos a doña Isabel y a los cuñados.

Reciba el cariño de

Fernando

* * *

París, septiembre 1º. de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Muy querido doctor: recibí su carta última. Me alegro de que estén bien y de que Carlos sí haya llegado idem donde Hitler; puede ser que lo vea por aquí o en Marsella.

Remito dirigidas allá dos cartas para Eduardo y Gustavo
Santos (70).

Son cartas que escribí con mucha alegría, pues lo que más me alegra es reconocer que obré mal, pues se me olvidó el hábito, como [sic] desde pequeño me arrepiento de todo lo que hago, me vicié a gozar con los remordimientos. Es que sólo Dios es bueno y sabio, y nosotros no hacemos sino ensayos desgraciados. ¡Cómo estoy de pedante! ¡Otro vicio! Todo me resulta en estilo del padre Ginebra, y a eso atribuyo el no haberle gustado a las francesas: a todos los persiguen y les dicen cosas muy dulces, como JE SUIS OBLIGEE DE T’AIMER! (71), etc. y a mí ni me han hecho una mala propuesta; parece que tengo cara de alemán dogmático, pues me hablan en ese dialecto en los cafés.

Lo bello de París es el METRO, el metró, porque hay que decir así en agudo para que suene bueno. Es la imagen de Francia: sencillo, difícilmente sencillo; tan bien organizado que ni Robledo se pierde ahí; y por él va uno a todas partes y en dos días se conoce París. EL METRO me tiene encantado; él es mi único amor de esta ciudad sensual. Porque París es sexo: el resplandor de sus luces en el cielo es de rojo oscuro y sucio, que según los espiritistas y teósofos es el color de la sensualidad.

Vásquez Cobo me contó hoy historias muy largas de su vida diplomática. Habla latinajos; se las echa de buen conservador, es suave pero largo y se ve que quiere ganarse a la gente. Tiene bondad atrayente; explicable que atraiga mariscales. Quedamos en que esperábamos a Alejandro López, que viene el tres, para ver cuándo me voy a Marsella. Me iré el siete, creo.

Aquí está Vargas Nariño, el que va para Génova, resuelto a echar a los segadores. Me dijo que el sueldo que le señalaron en el Havre es de trecientos y que Escandón gana en Marsella 275.

No fue pues que hubiera aumentado el sueldo para mí, sino que ya lo habían hecho para Escandón. Era que yo había visto un decreto anterior.

El libro sigue bien; no ha habido que aplicar fórceps ni llamar al otro doctor Robledo. Va saliendo de cabeza y chilla.

Reciba todo mi cariño para usted y para doña Isabel y los cuñados. De agradecimiento no hablaré nunca porque me voy a volver como el doctor Rincón, el homeópata: ¡RES NON VERBA! Qué bueno que esto fuera cierto, pero yo me quedo siempre en verba.

Mil abrazos y todo mi amor,

Fernando González

* * *

París, septiembre 5 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo

Muy querido doctor: ayer vino Alejandro López y a las tres y media nos juntamos, hasta las nueve, hora en que nos habíamos bebido tres tragos y me tuve que venir a dormir, como si hubiera bebido mucho. Hasta ese punto estoy débil; peso apenas 57 kilos. Pues me dejó como tres libros: es muy inteligente y sostiene y prueba que no es mulato sino mestizo y que todos los antioqueños lo somos. Yo estuve muy simpático, hasta le prometí la presidencia de la República, como si fuera propiedad mía; esto sucedió en el tercer trago. Cuando yo prometo la presidencia es señal de que me tengo que ir para la cama o para el vomitorio. Opté por la cama.

He resuelto hacerme a amigos; aquí en París al único que no le he prometido al presidencia es a Vásquez Cobo, porque él cree que es suya. Tengo pues muy ganados a Londoño, López de Mesa, que se fue anteayer, Alejandro López y otros generales que hay en el consulado.

Pero ya me voy cansando de bregar por verle a la gente la bondad; tiene uno que atisbar más que para verle las tetas a una pioja. Por ejemplo, Alejandro López me dijo que, según parecía, yo tenía en el Ministerio alguien que me estaba atajando mis asuntos. Me contó que puso un cable pidiendo la orden para pagarme el sueldo en viaje, que se lo pagan a todos, y que le contestaron que González no había enviado documentación. Me dijo que eso no era cierto, que no se necesita ninguna documentación en Bogotá sino en Londres, la que él tiene.

El cable que recibió Velásquez Cobo sobre mi nombramiento dice que Escandón y Vargas Nariño (72) tienen cien pesos para viáticos y a mí a pesar de las órdenes del doctor Olaya, no me dan casi nada.

Cada vez sospecho más de aquel tipo González Fernández. ése es el que me está ojeando, y no sé la causa. López es mi opinión.

Ahora pienso ir donde Vásquez Cobo para ver si pone un cable preguntando por los viático para el viaje a Marsella, por el sueldo en viaje tan viejo ya y averiguando hasta qué día gané, o sea si durante este tiempo de París he devengado, pues López dice que sí, pero que no puede pagarme sin órdenes.

Eso de ser empleado y de convivir es muy difícil. Anoche, dormido a causa de los tres tragos, se me ocurrió que a uno lo debían echar al mundo con la renta suficiente para los años que iba a vivir, sin necesidad de poner cables, hablar con Vásquez Cobo, etc.

Me sucede pues, una cosa muy fastidiosa: un señor me convida a su casa al banquete, con toda su alma; pero resulta que el mozo que sirve me coge antipatía y se le olvida pasarme los platos. ¿Cómo ir a molestar al señor con quejas sobre criados? Eso es ridículo. ¿Y cómo evitar la malignidad del mozo? Me parece que esta parábola me quedó regular. Es mi situación con ese González que se parece tanto a Tejada, con sus labios delgados como papel, sus ojos dormidos… Ah, ¡yo tengo un olfato para estas cosas igual al que tenía Marañas para los corozos!

Estas cosas de la cuento porque me están dando vueltas en la cabeza y me obligaron a levantarme a las cinco. Si no las escribo, seguirán gritando. Espero que muy pronto, dentro de pocos días, podré llamar a la familia. Les tocó a ustedes aguantar tanto muchacho, después de haber criado los propios.

Reciba mi cariño para usted doña Isabel y los cuñados.

Fernando

* * *

Marsella, miércoles 13 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: yo le iba a telegrafiar en su cumpleaños, pero estoy mal, todo se me olvida. Ayer dejé en la mesa del escritorio del hotel el portamonedas con 150 francos y se me perdió. No sé que me pasará últimamente. No es que voluntariamente me deje dominar por los sucesos. Más bien es como que me ausento y no sé para dónde.

No me perdono el no haberle telegrafiado, pero se me olvida hasta cuándo es el cumpleaños de mi mamá, el mío y el de Margarita.

Eso es el libro que estoy publicando: un individuo que saqué de lo más hondo y enfermo de mi propio ser. Me nació en París y murió en mí hasta el punto de que me sustituyó. Yo creo que ese libro no gustará, no será amable, pero es obra viva; tiene valor como documento real, como vivo. Es un hombre venenoso. Yo lo que desearía sería un santo, un libro amable y que fuera buen amigo y buen ciudadano. Pero tenía más de malo y enfermo dentro de mí.

Ojalá que los Domingo, Antonio y papá Antoñito que viven también en mí, tome algún día el au-dessus (73). Como ve, ya comienzo a champurrear francés.

Ya me conformé con el desamor merecido que me tiene la gente de Bogotá. No reclamaré más viático ni sueldos. Alejandro López me dice que es evidente que yo estoy mal allá en Bogotá. No renuncio a esto, por la familia y porque, al fin y al cabo, esto no es de ninguno determinado sino de todos los colombianos.

Una vieja que habla largo me tiene detenido en el alquiler de una quinta muy buena. Debe avisarme el sábado. Siempre estoy viendo otras por si avisa que no: las mujeres en negocios son muy desagradables. Eso si no lo puede negar ni el más mujeriego. Para mí tengo que son únicas y esencialmente madres, así sí son como Dios.

Reciba para usted, doña Isabel y todos abrazos de

Fernando

* * *

Marsella, septiembre 17 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: deben haber gozado mucho con el viaje a Nápoles y otros lugares. A mí me gustó Pompeya; lo demás era demasiado luminoso, propio para la primera juventud. Además, el napolitano ofende con sus gustos y con el mal gusto. ¡Pero es bello! ¡Tanta luz!

Sigo buscando casa, pero es difícil. Aquí no hay la crisis de otras partes, por lo que parece. No se ve tanta affittasi (74); de vez en vez un á louer (75). La principal dificultad consiste en mi enfermedad, que no me permite hacer esfuerzos fructuosos. Tengo deseos de ir a Colombia, a Las Palmas, porque ese aire me hace mucha falta. Sólo a ratos me gusta Europa; veo que se trata de criterio de enfermo, porque durante los alivios, me gusta. Si dentro de un mes no me hubiere mejorado, me iré. No me gustaría continuar en esta situación.

Murió don Emilio Restrepo (Paila). Según me dice Alfonso. Ya se acabaron, pues los pleitos que fallé en 1ª. instancia. Esos pleitos y ese don Emilio me hacen acordar de un literato español que se pasó 83 años estudiando a Dante y al morir llamó a los hijos y les dijo en secreto: «No le digan a nadie, hijitos, pero… ¡me cago en Dante!» Así mismo, me c… en este consulado, en los libros carajos de publico, en Robledo y en el ministro de Relaciones Exteriores. Nada de lo que hacemos tiene sentido en la hora de la muerte.

No quisiera escribirle porque mi ánimo no es para comunicarlo, pero lo hago para que vea que lo recuerdo y le agradezco sus bondades.

Reciba para usted, doña Isabel y los cuñados abrazos.

Fernando

* * *

Marsella, septiembre 24 de 1932

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor Restrepo: ojalá se haya mejorado de los ojos; es porque allá hay mucha luz superficial; colores y colores. Es una fiesta para unos días, pues nada hay tan profundo y necesario como la noche oscura y allá carecen de profundidad, de tranquilidad. Por eso los italianos son todos ojivolados y sensuales, pero sin tranquila profundidad. Leyendo otra vez la correspondencia de Nietzche encontré bellas quejas de la luz italiana. ¡Y eso que era en Turín! Se quejaba del dolor en los ojos. Poco después compuso un poema a la noche.

Así, pues, pensando en usted y en la visita que nos hará con la familia, conseguí una bella, nueva y tranquila quinta a orillas del mar. Aquí lo espero con doña Isabel e hijos para que vamos a París. Les tengo a ustedes el cuarto: mira a un jardín y a una colina desnuda y solemne, se ve el mar multicolor; dan ganas de hacer versos a lo Berceo: «Pues en estos frutales las aves organan con un manso ruido… etc.» Tiene siete piezas; dos excusados; jardín; patio, garaje, dos pisos, vista para la mar y las montañas, etc. etc. Pagué $600 por vivir allí un año y de allí no me sacará ni la guerra con el Perú. Yo creo que matar peruanos es como matar a los primos y además creo que el amigo Hoover (76) no dejará casar esa riña.

Los peruanos son muy brutos, pero al fin y al cabo son iguales a nosotros creo que eso no es sino consecuencia de la riña que tuvo mi general Vásquez Cobo con Sánchez en París, que casi se agarran. A última hora he resuelto que si no pagan los sueldos me iré y me graduaré de coronel o de mayor Santander. Me da risa pensar cuando yo vaya a disparar por primera vez, pues soy virgen en disparos.

Muchos abrazos,

Fernando

P.S. Si OU LE RE va a la guerra, yo me pido ir con él para ver cuando le [ilegible] la trompa.

* * *

Marsella, octubre 5 de 1932

Querido doctor Restrepo: según parece la guerra la ganamos los envigadeños, o bien nos quedamos con las ganas de la pelea. El Perú está muy mal, mucho peor que nosotros, dos millones de negros y dos millones de políticos. Aquí me dicen que eso era para asegurarse Sánchez Cerro (77), quien está mal con Argentina, Chile y Bolivia. Además Hoover no nos deja pelear: exportan de Colombia ocho millones de dólares al mes, de los cuales seis son yankis. ¿Cómo dejará que peleemos? Económicamente estamos pegados a Estados Unidos.

Apenas Perú, Argentina y Chile exportan juntos a Estados Unidos lo que Colombia y a Europa no exportamos ni un comino. A Marsella no entra ni un plátano colombiano.

Así, pues, Colombia está segura en sus fronteras. Sería lo mismo que atacar a Estados Unidos. A mí me gusta esta situación de Colombia. Por eso no me parece bueno ni que tenga finalidad eso de buscar mercados europeos. La cuestión es aprovecharse de Estados Unidos sin perder la dignidad. Me parece muy claro que Colombia, la más septentrional en Suramérica, sea la que primero llegará a gran potencia. Así pues yo no creo en guerras y si las hay no dura tres días porque Estados Unidos nos ayudará. Con el Perú no tienen sino contrariedades.

Aquí estoy bien; mejor del recto y más pobre que don Paila en su bóveda. Alejandro López dice que no le han ordenado pagarme el sueldo siquiera. Ese doctor Urdaneta es sordo; pueda ser que le peguen un balazo en el rabo los del Perú. Ese Alejandro López es muy amigo mío, pero no piensa sino en dividir la tierra, y en teorías. Resultó más filósofo que yo; casi me jode en tres días que me agarró en París a rellenarme de economías políticas. ¡Quedé en cinta de mulato! Pero él sostiene que es mestizo; no le gusta ser negro. Es mi candidato para ver si al fin me pagan, ¡pero que presidente!

Abrazos

Fernando

* * *

Marsella, octubre 8 de 1932

Querido doctor Restrepo:

No he vuelto a saber cómo siguen sus ojos. A mí ya me pasó el ataque al recto y la pasión por Berceo y Nietzche. Ahora me comienza uno místico-político, para no desmentir a ese genio antioqueño de quien me hablaba usted alguna vez y que sostenía que el colombiano terminaba en la iglesia o en la tienda, o mejor dicho trastienda de Pacho Díaz.

¿Se acuerda de Pacho Díaz, de Envigado, el hermano de Javier? Era, o es, un soltero de nacimiento, lúcido, carón, ventrudo, joven siempre y que tenía una elegancia muy sabrosa para servir un trago. ¡Qué tragos de transparente y oloroso anisado en esa esquina de la plaza de mi pueblo, en donde el sol alumbra como si Pacho le hubiera servido aguardiente! ¡Allí es donde se ven los domingos unas ruanas nuevas y bien llevadas que dejan ver cuellos blanquísimos de camisas hechas a mano por las envigadeñas!

¡Oh puto, hideputo, y qué católico que es ese aguardiente de Envigado!, como decía el escudero del caballero de los Espejos refiriéndose al rejo de Sanchica: «¡Oh puta, hideputa, y qué buen rejo que debe tener!».

Pero si usted no mejora de los ojos no podré escribirle más porque mis cartas no son para hacércelas leer. ¡Eso ni se demuestra!

No sé de la guerra amazónica sino lo que mi candidato López comunica semanalmente; ese genio de Vásquez Cobo no dice ni jota; apenas, que Olaya salvó al país. Es genio para conservar la chanfaina. A ratos tengo ganas de ir a hacerme matar por allá, en esos grandes y sucios ríos, pero me la aguanto. ¡Por fin aflojó Urdaneta! Y si no lo hace tan pronto, hasta lo demando. Ayer vi un peruano en la calle y sentí unas cosas tan raras que creí que yo era el general Marín.

Estoy feliz de empleado, sobre todo desde ayer. Nada hay tan reconfortante como esos cheques rayados que vienen de Londres. Son mejores que la Imitación de Cristo. El ideal socrático: que el Estado mantenga a los filósofos sucios en el Partenón. Pero la gente es generalmente muy ingrata con los filósofos.

Reciba mi cariño.

Fernando González

* * *

Octubre 11 de 1932

Doctor
Carlos E. Restrepo

Querido doctor:

Sin más novedad sino que usted se ha vuelto mal corresponsal; ya me debe tres con ésta y como Pilar me dice: «Papá Coté está muy ciego», no pondré hoy ni una sola cosa que no se puede leer en voz alta.

Aquí vino un mudo colombiano que va pa Italia en busca de unas tías ricas. Lo raro de la noticia está en eso de un mudo colombiano. Yo sabía que teníamos calvos, cojos, ciegos, sordos y a don Carlos Vásquez y Román. Pero ¡mudos! ¡Lo debían mandar al Congreso!

Pues se llama Chiapa y es graduado de agrónomo en Francia y de veterinario en Alemania. A mí me dio lástima y lo ayudé con palabras y con 50 francos. Me pidió carta pa usted y se la di. A mí me pareció hombre bueno y caso triste y por eso le di la carta, pero le escribo que no sé de él sino lo que le cuento aquí.

Ese mudo me parece el tipo ideal para Italia. Allá lo mando a que me reemplace Presso Il Dulce (78). Le escribiré al otro mudo Ou Le Re para ver si lo nombra cónsul en Génova. ¡A ese sí no lo cogen hablando mal!

Ya llegaron las cosas y anoche telegrafié a Margarita, a quien no escribo porque puede salir de un momento a otro. Mil y mil gracias por la vida agradable que le dieron en esa casa a mi familia. Ojalá pueda algún día agradecerles en otra forma que no sean las palabras. ¡Res non verba! (79)

Nosotros, usted y yo, somos los que vamos a hacer la guerra, junto con Robledo de Manizales y con los otros europeos, pues me escribe López que nosotros dizque pagaremos el empréstito de los patriotas; nos jodieron ¡no ve! ¡ya se me salió el envigadeño!

Ese Esteban Jaramillo (80) se pasa de imaginativo: ese modo del empréstito es hasta bello. Si hacen otra guerra, nos quiebra. Aquí me he convencido de que Europa no es superior a América. La higiene, los excusados, los baños, todas las comodidades son de América.

Muchos abrazos

F. González

PS: el libro irá dentro de quince días.

* * *

Noviembre 10 de 1932

Doctor Restrepo: ¡me tiró con el concepto sobre Mirócletes! Veo que no le gustó. En realidad, es libro amargo, pero es sincero. Yo creo que en literatura, en arte, no vale sino la perfecta inocencia, o sea, echar al aire su perfume o su hedor. Ese libro tiene apendicitis, pero es que Colombia es así, allá no hay gente de mérito excepto dos o tres, entre ellos el doctor Escobar. Vea sino eso tan feo de esa guerra de gritos y editoriales. Cuando uno ha sido ofendido, se pelea, pero no se chilla tanto. ¡Y qué vergüenza sería no pelear después de tanta alharaca! (no recuerdo si eso se escribe así, con h).

Sigo bien y ya no tengo veneno. Abrazos

F. (A la Vuelta)

P. S. Margarita amaneció hoy con ganas de regalar la argolla, y a mí me gustó la idea. Sobre todo si no se regala nos mochan.

Durante mi agonía, soñaba con «Las Palmas» y sus frías aguas. Esa es mi patria.

Urdaneta (81) me escribió que no me daba viáticos porque es muy cerca de París a Marsella. ¡Y no lo es pa ir Escandón! Le dieron $100. No hay más remedio sino que yo no tendré brazo sino cuando elijan a López (Alejandro) (82) o al barrigón de Cobo (83).

No tenga cuidado con OU LE RE. Ese es una bola que no es literariable siquiera.

Abrazos,

Fernando González

* * *

Roma, diciembre 12 de 1932

Señor don
Fernando González
Marsella

Su libro que acabo de recibir, y que ya había leído extraoficialmente porque el doctor Restrepo me lo había prestado, no aguanta más que un acuse de recibo muy agradecido eso sí, porque entre otras cosas, como dicen los españoles o más bien los italianos traducidos al español, a usted de le «debe dar una higa» lo que uno le pueda decir de él, en uno u en otro sentido. Y en uno u en otro sentido se le pueda hablar. Las terribles aristas suyas a mí, que soy boyacence con el sabor dulzarrón de la chirimoyas y con el alma un tanto resortada en lana, me hacen una terrible impresión, no siempre grata. En cambio las agudas observaciones que a cada paso se encuentran, me maravillan y me hacen lamentar que para llegar a ellas tenga que pasar por una que otra crudeza, en mi sentir un tanto inútil. Como le decía al doctor Restrepo, de su libro yo sacaría una antología de observaciones y reflexiones de extraordinario interés filosófico, psicológico y literario, esto suena un poco abultado pero es así. Entre las muchas cualidades de su libro no es la menor es forma viril con que presenta el castellano, tan prostituído por nuestros literatos tropicales, y por unos cuantos Ricardos León de la península. Es un placer raro saborear ese castellano rudo, montañero, castellanos que huele a sudor y a otras muchas cosas, después del castellano de pachulí con que nos desayunan todos los días tantos y tantos escritores.

Gustavo Santos

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Querido doctor Restrepo: ya comenzaba a levantarme y me dio hace 12 días un dolor terrible en el pulmón e hígado, yo creía que era el hígado. Como que fue una embolia en el pulmón que causó el absceso. Dicen que fue cosa grave —no me dejan levantar aún.

Muy contento he estado por la noticias de Vicente quien le escribió de Londres a Margarita. Por sus frases de decisión veo que es un hombre. Muy bueno eso de educación práctica. Yo creo que hoy cada colombiano debe aprender a hacer una cosa material, no pleitos, ni discursos, ni estadísticas, ni medicina. Por ejemplo, da hasta risa al ver esos jóvenes colombianos que fueron a Italia a estudiar derecho. Jorge mi hermano viene el tres de diciembre y va a estudiar pastelería. Después de pensar mucho encontré que hacer dulces y pasteles es cosa buena en Colombia.

Por ejemplo, doctor, las carnicerías aquí son como joyerías. ¡Eso es lo más bello! —Me dan ganas de ser carnicero en vez de cónsul -¿No le parece que es mejor volver a Colombia con una carnicería de estas, que con el alma innoble de un Laureano Gómez? ¡Qué tipo tan cochino ese! ¡Y pensar que es el jefe, el cacique, el ejemplar de nuestro pueblo!

Respecto de la guerra, nos llevó el diablo. Volveremos a Marín (84), a los retratos de tenientes y Marines (85) en cajetillas de cigarrillos. Yo todavía no creo en la pelea. El Perú no puede y a los yanquis no les conviene. ¡Eso es una barbaridad, si Colombia iba que se las peleaba para gran potencia!

Estoy contento porque veo que está mejor de los ojos.

Reciba todo el cariño de

Fernando

P. S. Esos tipos del gobierno no me pueden ver ni pintado, nada de viáticos ni sueldos. Son injustos, pues yo los quiero de verdad.

Fernando González

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Somio, diciembre 14 de 1932

Señor don Fernando González
Marsella

Muy señor mío, le diré la fórmula; en realidad lo siento como un buen conocido viejo, aunque sea usted joven. Y es usted tan joven que anda todavía metido en esos problemas de la salud y la muerte en los cuales sólo se piensa en la treintena, porque después se siente uno sano, fuerte y hasta inmortal.

Con amigos suyos, leí, me leyeron en Medellín su Viaje a pie y desde entonces me interesa todo lo que escribe. No comparto eso del Gómez, pero hago eso a un lado y le admiro sinceramente todo lo mucho extraordinario que tiene su pensamiento. Se ha soltado usted a pensar en libre y eso hace falta en América, donde siempre se piensa atendiendo a una actitud. Su nuevo libro Don Mirócletes (86), cuyo envío le agradezco, lo estoy leyendo; es usted un minero que sale de su Colombia cargado de esmeraldas y diamantes, pero no ha querido sacudirse del traje las inmundicias de la faena. No por eso se puede negar el valor de su pedrería espiritual. Y para que vea que no soy de esos que mandan elogios sin leer los libros, me refiero en concreto a su página sobre la estampa de Ponce de León: me parece magnífica; me ha emocionado, casi me ha hecho llorar. En fin, lástima que no hayamos coincidido en Medellín ni en París. Yo estoy ahora encerrado aquí en un pueblo de Asturias; pero usted es andarín y yo viajante; de suerte que quizá nos encontremos y ojalá sea muy pronto.

Mil parabienes le envía su amigo afectísimo

J. Vasconcelos

P. S. Un hombre muy culto del Ecuador, don José Velasco Ibarra (87), que está en Quito, me hablaba el año pasado en París de ciertas ideas estéticas suyas que creo están en el libro de Bolívar (88) que no conozco; pero a mi amigo, que es autoridad —cursos en la Sorbona etc -, le parecían algo singular y notable como pensamiento original en Nuestra América.

J. V.

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Marsella, diciembre 22 de 1932

Señor doctor
Don Carlos E. Restrepo
Roma

Muy querido doctor: estoy muy contento porque usted mejora de esos ojos que han visto tantas cosas, y sobre todo que vieron las palmeras de coco de «Túnez», en aquellas tardes en que la vieja gorda cuyo nombre no puedo recordar nos llevaba aguardiente científico.

Me estoy levantando y mis primeras palabras al cuarto oficina son para escribirle. Por la ventana veo los caballos que ensayan en el hipódromo de parque Borely y siento muy claramente que es mejor «Las Palmas» de Envigado, la tierra de don Martín Arango. Estos días me ha nacido la gana de retornar a… Envigado. Si nos demoramos, nos vamos a encontrar la patria amplia y buena, sencilla y entusiasta, pues los gobernantes quieren llevar inmigración; no vamos a encontrar nada, porque se están muriendo muchos. ¡Caramba, que a los treinta y siete años comienza a morírsele a uno mucha gente!

La ventaja de «Las Palmas» es la poca gente; esa es su ventaja sobre Europa; por eso allá no recogen cabos ni avisan que un joven o viejo buen mozo desea casarse con muchacha que tenga 300.000 francos y que sea afectuosa; esto último lo agregan como para que crean que es por la plata. Allá no hay tanta ramera, tantos delitos, tantos problemas, tantas miserias porque somos pocos.

Con la inmigración no hay sino gente apresurada detrás del goce y del pan. ¡Qué pobres son en Europa! No hay matrimonio, pues aquí no se puede procrear. Por ejemplo, yo comprendí a Malthus (89) el día en que entré a la Pensión Rolandini, aquella pensión en donde no se podía defecar. Ya ve pues cuán aliviado estoy, pero al cortarme el apéndice, me nació el deseo de ir a ser un don Martín Arango, bien barbudo y bien patriota.

Pero no veo a ninguno que sienta como principio evidente que somos felices porque somos pocos. ¡Una verdad tan bella y nadie la recoge! Voy a exponérsela con pedantería en esta mañana de invierno a orillas del Mediterráneo.

1º. ¿Quién, que tenga dos cuadras de tierra, regala una y sostiene que ahí está su bien? Si tiene miles y está solo, indudablemente que su bien está en regalar para tener la división del trabajo, el cambio, etc. De ello le resultan ventajas económicas. Por eso se hacen lotes de los grandes solares, etc. etc. Podría copiar a todo a don Luis Mejía álvarez (90) (?).

2º. Pero el país con 9 millones de habitantes en Ks 1.300.000, era un pueblo de robinsones. Pero en el día es apenas el número para evitar que tengamos que recurrir a las guerras europeas en busca de terrones en dónde fundar colonias; a la restricción de nacimientos; es el grado de saturación para vivir felices.

3º. Respecto a la raza, no veo que el europeo sea mejor que nosotros ni mucho menos. Somos sencillos y nobles.

Comprendo perfectamente que lo fregué con esta carta. Me he vuelto insoportable para escribir. Pero usted me perdonará. Es un problema éste de la inmigración que me tiene muy preocupado, pues necesito absolutamente que en «Las Palmas» no haya ninguna Madame Bavy que venga todas las mañanas a decirme que los niños hacen ruido, que dañaron esto y aquello. Esta carta es una reacción contra Madame Bavy, la dueña de la casa cuya biografía comencé ayer. En «Las Palmas» yo puedo salir en pelota y gritar y apenas contesta el eco en las cañadas en donde canta la mirla y el solitario. Caramba, doctor, esto de cambiar aquella tierra por esta de los Bavy es el extremo a que puede llevar la sugestión literaria. Porque nuestra admiración por esto es pura literatura. El negro Cano (91) tiene la culpa; el negro Cano que le vendió a León de Greiff los libros de Verlaine… (92) Ponerse uno a hacer versos a la Verlaine en vez de ir en mula y beber chocolate en las orillas de «El Buey», en la mañana cálida, mientras los arrieros gritan a sus mulas: ¡arre putas!

Pero en este momento me acordé de don Jesús López, de Enrique Mejía y de Carlos Vásquez y de esa barbaridad de libro que ya deben estar leyendo, y prefiero a los Bavy. ¡No podré volver a Envigado! ¡Ay! ¡Ay! ¡Don Mirócletes!

Reciba mi cariño y lea esta carta con el mismo ánimo con que oía al ingeniero aquel a quien le ablandó el cerebro una caída del tren… ¡Pepillo! ¡Pepillo!

Fernando PEPILLO 2º.

P. S. No sé por que me entristece la ida de Ou Le Re; quizá porque uno necesita que haya otros más carajos, para consolarme. Ou Le Re… era muy bueno en el fondo de sus carajada.

Vallenilla Lanz me escribe muy largo. Entre otras cosas dice: que en París me llamó por teléfono; que fue una fiesta para él, el libro y que el nuevo sobre Gómez será magnífico; que toda América lo espera y que no LO PUBLIQUE SIN HABLAR CON éL.

Esta carta me gustó porque parece que me tiene miedo y yo tengo algo de don Eliseo Arango (93) y del padre Fernando Arango, mis parientes y otro poco de Batato, Arbeláez, el que le encontró nulidades al proceso de Jesucristo. Pueda ser que paguen la edición, pues ahora recibo plata, venga de donde viniere: tanto más que yo no he de cambiar una coma a causa de los millones de mi compadre: con plata o sin ella será EL GRAN SOMBRERóN que coge la cuchara como un regatón y que es padrino de Simón González Restrepo, nieto de Carlosé: ¡francamente que esta combinación es mi mejor obra!

Le mando esos conceptos, porque yo sé que usted se interesa por las cosas de éste su indigno biógrafo.

Fernando González

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Marsella, enero 17 de 1933

Querido doctor Restrepo: por aquí no sucede nada malo, y como estamos así, sin males, tengo esperanzas de que sucedan cosas buenas; ¡Hace tanto tiempo que los días no traen nada agradable!

Traen cosas tristes, como la muerte de su hermana, doña Chepita.

Eso de tanto morir durante nuestra permanencia aquí es triste; no vamos a encontrar sino nuevos: jovencitos con gallo y calzones a punto de alargarse ¿Con quién iremos a conversar? Pues para conversar bueno, el interlocutor tiene que tener vida común con uno. Los conocidos nuevos son casi iguales a los zapatos nuevos, que no tienen ninguna relación con los pies. Pero lo que más me choca es los jovencitos de 17 a 25; son muy pretenciosos y todo lo miran de para abajo o con malicia.

También trajeron en estos días a Sepúlveda que vive allá; me pareció hasta un espía peruano. Es un hombre impertinente y muy vulgar. Ese hombre es mejor que sea peruano.

También trajo este mes la cuenta de los médicos Fs. 12.000. Me sacaron tripas, bolsillos y apéndice ¡Quedé sonso!

Hace días que no pienso sino en ser bueno; tengo más ganas de ellos que Gina, la cocinera, de casarse. Es una gana que me rasca como urticaria pero que no levanta. En fin, hace frío de 0 grados en Marsella y en nuestras almas.

Reciba el amor de

Fernando González

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Marsella, enero 19 de 1933

Querido doctor Restrepo: que Dios los tenga bien a todos y que lleve de su mano al generalito Vásquez Cobo, quien a estas horas debe estar gritando: ¡disparen!

Si se toma a Leticia queda de presidente por lo menos.

Hoy le hago esta consulta. Mis hermanos lograron conseguirme prestados $800, pero no dejan las juntas que me sean remitidos.

Me parece que usted manda parte de sus dólares a Colombia ¿Se podría que usted me diera aquí el equivalente a $800 y mis hermanos entregar éstos allá? Yo pondría un cable que dijera: entreguen a… $800 cuenta de Carlosé.

Aquí estamos bien, pero con mucho frío. Baja a 1 bajo cero la temperatura. Los niños están ahora haciendo mapas de Suramérica.

Lo abrazo a usted y a doña Isabel y a todos.

F. González

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Marsella, enero 26 de 1933

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Muy querido doctor Restrepo: estoy son una neurastenia que todo mundo me parece que es un peruano, y con frío, que todo el mundo me parece que es un sapo.

Cuando vino su carta, que tanto hemos agradecido, ya habíamos resuelto casi, casi, renunciarles a Olaya y a Arbeláez (94) el sordo, los cuales se van a poner muy tristes por supuesto.

Le avisaré oportunamente si cambiamos de parecer en lo de la renuncia y si necesitamos los dólares. Creo que no, porque en no poner a los niños en colegio hasta que se vea qué pasa en eso de la guerra, si estamos firmes.

Lo que es este consulado, se necesita más a Vásquez Cobo en Leticia que a mí en Marsella. En Europa no se necesitan sino tres o cuatro consulados: Londres, París, Barcelona y Génova.

Este último podría ser ad honorem. Los otros cónsules somos parásitos cuyas renuncias espera la historia.

No pasó por aquí El Rey, otro carajo que ya renunció y a quien nombrarán para Leticia.

Ayer vino un cura dizque chileno a que le visara el pasaporte.

Entró y dijo: hace 40 años que hago el bien en áfrica, educando negros. Quiero ir a Colombia para trabajar en grande por los indios. Eso quiere el Papa etc. etc.

Le dije: váyase al Perú. Se fue muy enojado.

Fijo que es un peruano. Todo el mundo es peruano. Hasta Arbeláez, el sordo.

Creo que dentro de tres meses le escribiré de Colombia.

Recuerdos a todos

Fernando

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Marsella, febrero 1º. de 1933

Querido doctor Restrepo: ese peruano de Sepúlveda no sé para dónde se fue. Aquí vino con dos mulatos, uno cónsul de México en Marsella y otro altoché militar a la legación en Roma.

Llegó, abril, vi un hombre de 38 años, engordando, color americano, pelo largo y alborotado, un mechón canoso, nariz impertinente… ¡Era el peruano! Habló horrores de Colombia, para hacer reír a los otros dos negritos y pidió datos de la guerra con interés de espía. Debe ser espía.

Me pidió un libro Don Mirócletes y le puse: para Cepúlveda. [sic] Cuando un tipo es pretencioso, lo mejor es dañarle la ortografía. Caicedo, por ejemplo. Eso es todo lo que sé de esa pelota de peruano. El hermano no pierde mucho si se le pierde. Vino a revalidar el pasaporte y tenía mucha plata.

Mis males resultó que eran un exceso de ganas de ser bueno. No me conformaba con vivir aquí mis 38, sin hacer algo. Se me quitó con un exceso de vino de mesa, tinto. Receta para la gana de ser bueno: a las 11 a.m. beberse tres vasos de vino de mesa, tinto, si no hay aguardiente envigadeño.

Mil gracias por el recorte sobre Leticia. También Eduardo Santos me envía todo lo que él comunica a Mr. Dumond, etc. Yo creo que no matan al barrigón Cobo. Colombia es literata y no guerrera, pues vea que el jefe de estado mayor de Cobo es el poeta mediocre y gran amigo y gran amancebado parisiense Víctor M. Londoño. El general Víctor M. Londoño. ¡Alias maestro Londoño!

Sólo en Colombia pueden nombrar a Vásquez Cobo general amazónico, a Víctor M. jefe de estado mayor y a mí cónsul en Génova.

Ahora, después del vino, me he convencido de que Olaya me debía nombrar general, pues yo creo que tengo dotes para eso de Leticia. Piense que después de la operación, uso corset

Yo nunca he creído en esa guerra; los guerreros buenos son aquellos negros de Venezuela y los indios paraguayos. Pero nosotros… nosotros somos literatos. Aquí todos están bien.

Alfonso inventó un permiso para enviarme algún dinero con las facturas de los libros. Así es que mil y mil gracias.

Reciba para doña Isabel y todos, todos nuestros recuerdos

Fernando

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Marsella, febrero 15 de 1933

Doctor don Carlos E. Restrepo: querido doctor. Hoy dice Le Journal de París, en una noticia del Perú que es falso lo de la guerra civil y que el país está en completa calma. Mala noticia esa de que los peruanos no estén fregados. No hay un solo colombiano que no se vaya a desanimar con esto.

¿Por qué todos deseamos que haya revolución en Perú? ¿No es inmoral eso? Todo el día he estado preocupado con este problema. Pienso que el principio fundamental es tratar a los demás como queremos que nos traten; no hacer a los otros lo que no queremos que nos hagan. Pero si un tipo va persiguiéndome para matarme o robarme, ¿cómo no me va a ser permitido desear que se caiga y se rompa un pie?

A causa de este problema tan difícil, resolví abandonar unos estudios que están haciendo acerca de la moral.

También la noticia que da Tulia de que Sepúlveda se está muriendo, me hizo dar remordimiento de todo lo que dije de él. ¡Pero si es o era muy pesado ese Cerrista!

Me alegró mucho lo que me cuenta de posible empleo en París. París es precisamente el lugar propio para que yo acabe mis estudios de moral.

Aquí en Marsella, como en gënes y como en todo puerto no hay sino comerciantes y ostras, osos, erizos, violetas. ¡Si viera las cosas que comen en el puerto viejo! Comen pulpos, caracoles.

Hoy leí que Clemenceau (95), cuando iba pa Egipto y pasó por aquí, comió ostras y se estaba envenenado. Yo comí diez antes de la operación y vomité cien. Es un animal que se multiplica en el vientre.

Alfonso logró enviarme algún dinero a cuenta del libro. No sé como habrá sido la venta ni que impresión causaría. En París han salido unos comentarios que pronto le enviaré.

Quizá el 28 saldremos pa’Suiza a llevar los niños y a Pilar a unos colegios que dizque son buenos.

Prepare viaje con doña Isabel y las muchachas, para la primavera. Nos damos una asomada por París y comemos ostras aquí.

Estamos bien, pero flacos y muy solos. Por aquí no consigue uno amigos.

Mil recuerdos pa’todos

Fernando

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16 de febrero

Acaban de llegar en el Petit Marseillaise (96) las noticias que le envío en recorte, para que vea como el mundo todo nos da la razón.

Esa noticia de la guerra nos cayó como bala en el corazón; siento cómo se ama la patria. Es como si hubieran atacado a Álvaro; quisiera estar allá, con nuestros hermanos que sufren. Lo mismo sienten Margarita y los nietos suyos. Heredaron toda la sangre noble que corre por sus venas. Me siento orgulloso de estos hijos y creo que todos serán un orgullo de noble expresidente. Pilar, Fernandito y todos, pero más Álvaro, están como movilizados. Álvaro está pegado del mapa del Amazonas.

¡Caramba! A estas horas ya hay muchos colombianos muertos. Pueda ser que su sangre fertilice nuestra tierra y ponga fin a las luchas políticas. Estamos excitados.

Lo acompaño a usted pues conozco su corazón de patriota y sé que usted no vive sino para Colombia.

Ahora nuestro deber es luchar, yo estoy resuelto a todo; a aceptar con alegría el llamamiento que no tardará y a desempañar mi parte en el gran deber. ¡Cómo embriaga la sangre que sube a la cabeza cuando ofenden a la patria. Primera vez que siento el patriotismo como una embriaguez. ¡Qué raro es el patriotismo!

Al diablo la moral y la filosofía. ¡Hoy no existe para mi sino el amor a la patria y ruego a Dios por el castigo de ese bizco Sánchez Cerro. Viva Colombia! Por encima de todo, de filosofía de moral y de afectos. Viva Colombia.

Un abrazo en el corazón

Fernando

PS: el recorte resolví enviárselo a Santos… no tiene nada sino para que él que dice que Colombia está con la justicia.

Se lo envío a Santos para que él vea que repartí unos folletos que me remitió.

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Marsella, marzo 4 de 1933

Querido doctor Restrepo: yo creo que son los riñones, el hígado y la circulación. Pero lo cierto fue que estuve cinco días con dolores de estómago y envenenándome poco a poco. Creí que iba a respirar por última vez. Ya pasa. Todo pasa. Me pasó también el ataque patriótico. Esa guerra no se parece, por lo menos ,a la de Jehol, rápida, ni a las campañas de César, Alejandro, Ciro, Napoleón, Bolívar, sino a la del Chaco (97). También es que con Vásquez Cobo de General no se entusiasma uno ni bebido y no hay toma de Leticia.

También conocía cuando venía yo para Venezuela al capitán Bonitto. No es ningún Montecuculi. ¡No ve! Hablo mal, estoy enfermo. En Bogotá en Cromos me insultaron de lo lindo por Mirócletes. Eso es do ut des, no me quejo.

¡Dizque el cambio al 116! ¿Cómo le parece? Una disminución del 11%, fuera de que el dólar cae. Respecto del franco ha caído mucho. Antes era 25,55 cada dólar. Y ahora es 25,25, son 66 francos menos en mi sueldo y como 800f. Por la baja del peso. Y como el peso seguirá bajando y el dólar también, con relación al franco, nos fregamos.

No ha habido combates, pero ya estamos casi en el papel moneda. Y yo que me reía del doctor Uribe del Valle porque ponía en los contratos que pagable en oro amonedado de tal ley etc.

El libro como que se vendió poco porque lo prohibieron de un modo muy feo. Parece que voy a perder plata en esa literatura.

Todos aquí bien y los niños algo desilusionados porque no hay triunfos colombianos.

Un abrazo para usted y Doña Isabel y todos de todos, de todos nosotros.

Fernando

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Marzo 13 de 1933

Querido doctor Restrepo: hoy vino un diario la buena nueva de que había revolución en el Perú. Pueda ser que no sea mentira.

Ya comenzó la primavera aquí también. Hace días que no llueve.

Anteayer fue luna llena, una luna más grande que la de Santa Helena.

Mis males, como los suyos van pasando. Pueda ser que nos llegue el elan juvenil para poder hacer tantas cosas bellas que se le ocurren a uno en abril en Europa.

Nosotros no pudimos vender el cheque-sueldo, pero acabo de leer en el periódico, que en París están comprándolos (los dólares) a F 25 y pico; antes de la crisis era a 25 con 50.

¡Que bueno que pudiera venir en primavera!

Y que bueno que todo se arregle para permanecer en Europa, pues aún no he terminado de perfeccionar mis ideas morales.

Hoy me llegó el exequatur.

Sabroso pa’[sic] doña Isabel que esté en esos ejercicios, pues yo tengo para mí que lo mejor es una buena conferencia.

Por aquí, en una iglesia, oímos el domingo la de un monseñor, muy buena, muy francesa ¡Qué bello y difícil y maduro es el francés bien hablado! Tiene como cien sonidos y muchos secretos y delgadeces y sonoridades etc.

Pilar está un poco enferma, pero ya pasa. Es dolor de oído y fiebre.

Juan Vicente es el más gordo y gritón.

Reciba el amor de todos para usted y doña Isabel

Fernando

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Marzo 20 de 1933

Querido doctor Restrepo: me alegró mucho su carta; a medida que se demora más en reaccionar este organismo mío, más falta me hace usted y sus paseos por la campiña dorada. Me gustó mucho lo que me cuenta de la consagración de los cardenales nuevos, sobre todo lo del sombrero ese grande y sin copa: toda Italia del sol y del cielo es un sombrero vistoso de cardenal. ¡Que bella, cuan florida, balilla, infantil…! ¡A bueno estar allá para que fuéramos a beber Est, Est.!

Se murió Antonio José Restrepo (98). Mis males continúan. Me duelen los riñones al amanecer, que creo que me matan. La circulación de mi sangre se dañó. Pero yo espero confiado en la primavera, pues hoy me olió bueno una muchacha en la Canebiére. Hay indicios de que en primavera un corazón valiente alentará bajo mis costillas. Por consiguiente creo que es época de venir. Nos juntaremos dos enfermos que tienen ansias de salud.

Yo creo que estaremos bien. Aquí hay champagne, él cual es muy estomacal, según concepto del médico de Luis XIV.

Pueda ser que los peruanos hagan una revolución bien grande, para que no me mochen, pues con el amor que me profesan en Bogotá, yo voy a seguir a OU LE RE si la guerra revienta.

Los niños van muy bien en el colegio, école parroissiale (99). Por lo menos es barata.

Cada día veo mejor el porvenir de Vicente. Nos escribió de su fábrica. Va a resultar un hombre. Nada como esas escuelas duras, las fábricas. Yo lamento mi niñez y juventud que no se desarrollaron en un medio de esos.

Me gustó mucho el retrato de Mussolini con Mac Donald: está más calvo que yo, más gordo que yo y está a dieta: le nació Hitler.

Reciba un abrazo de su yerno,

Fernando

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Marsella, marzo 29 de 1933

Querido doctor Restrepo: bellos días, tan bellos que a ratos, cuando bebo una mezcla de cloral y de bromuto, juraría que me va a nacer un clavel en la vara, quiero decir, que va a florecer mi corazón. ¡Qué bello, que lindo! ¡Qué puta, puta, qué católica que es la primavera!

Pues bien: me dio una convulsión en la misma pierna, con los mismos síntomas; me duele el hígado y el riñón; tengo la lengua muy sucia y hace quince días que no como. No mejoro sino un poco. Me estoy haciendo los mismos remedios que en Medellín. Espero a que se alivie un doctor del Hospital Saint Joseph, en donde hay una hermanita colombiana que nos quiere mucho, para irme a que me examine durante dos o tres días y a que abra esta cabeza dura, si fuere preciso.

Las convulsiones las atajo con cloral y bromuto. ¡Y si viera que embriaguez que me produce! Me parece al minuto de tomar eso que la vida es como una joven de piel sana, muy suave. Así es que la moral va muy bien; si me fuere preciso irme, me iré con mucho sentimiento, porque he gozado mucho; me han tratado muy bien en la tierra y los tengo a ustedes, a los hijos, padres… pero nada de neurastenias. La vida es muy bella; lo juraré, lo declaré a tiempo de irme.

Los esperamos. Creo que para entonces ya estaré bien. Sobre todo aquí me recetaron champagne, vino bueno, estomacal, que suena al destaparlo, que hace ojos celestiales. Casi es igual al cloral.

Gozaremos mucho si me alivio, pues iremos a París a oler, a gustar y algo de tocar. Mi primavera ya va pasando del oler al abrirse de las aletas de la nariz.

Cuando bebo el cloral y bromuto, yo soy casi primo hermano de los ángeles. Sobre todo me calman la angustia que precede a esas malditas convulsiones.

Yo hablo un francés bellísimo, casi me careo con usted; los niños mejor aún que yo. Fernandito no dice bocadillo sino gäteau. ¡Cómo habrá rezado doña Isabel! Me hace el favor de decirle que rece mucho por mí, pues con ese maldito don Mirócletes es mucho lo que me voy a enredar allá, si me muero antes de hacer penitencia.

Mil gracias por su buena carta que me levantó los ánimos.

Fernando

PS: apuren la venida

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Marsella, abril 13 de 1933

Querido doctor Restrepo: vamos bien. Y ¿cómo no, con ese retoñar de todo, árboles, deseos y etcétera, pues hasta las tablas de los muebles y las piedras están transformadas? A Gina le pregunté anoche (delante de Margarita se entiende) si sentía la primavera —Sí -¿Y qué siente? —Lo mismo que los otros; ¡yo no lo voy a negar!…

Por aquí, en Parc Borely, se encuentran en matojos y en kioskos parejas octogenarias que se besan y los niños no duermen ¡lástima que se pierden esos bríos! Y se besan.

Pues vino el doctor Aymés, vedette del sistema nervioso, enviado por hermana Dionisia, una dulzura Marinilla y por la madre Saint Joseph, la mujer en quien he visto un lejano trasunto de Dios, pero el más intenso y delicado que he visto. Doctor Aymés es de barba negra desde los pómulos y de bella frente pálida, mientras le contaba mis historias, miraba al gran mapa inverosímil de Colombia. Luego me golpeó en las coyunturas con un martillo sui generis; me rastrilló en la planta de los pies una aguja; me hizo hacer gestos iguales a los de la boca de la verdad, la de los ceniceros… me hizo abrir la boca teniendo los ojos cerrados. Me hizo juntar los índices rápidamente con los ojos cerrados; apretar con las dos manos. Buscaba pues parálisis derecha.

Me dio cuatro golpes en corona sobre la cabeza y -¿Duele? —No.

Me vestí y lo encontré escribiendo esto: «Radiografía carneaba; examen de sangre; examen de la orina —continuar el Kalmidor y una píldora azigol todas las noches».

Ya me radiografiaron y no sé el resultado; tampoco el del examen de sangre. En la orina no encontraron nada. El día que fui a la radiografía, me habló de hospitalizarme tres o cuatro días pa’punción lumbar.

No han vuelto las convulsiones, pero es el bromuro, creo.

Parece que medio hemisferio está mal; no tan malo, pues en la tierra son los dos hemisferios los jodidos. Si con medio hemisferio apenas, se me alegra el espíritu vital cuando veo flores o niños o muchachas… ¿Cómo fuera de suprema mi babosidad (como decía don Antonio González de los novillos) con dos hemisferios, o con tres como mi Pepe?; pero perdone, ¡que usted está comulgado! Ahí vamos, pues, poco a poco, alegres hacia destinos mejores. Estoy mejor, francamente. Pero creo que se trata de una parálisis derecha que progresa y que no me quitará el amor a todo lo que hay amable, excepción del Perú.

Las tardes son doradas; todo es muy bello con este maldito bromuro; pero ¡qué feas esas dos colombianas que vinieron de paso para Roma y que ustedes invitaron a almorzar! La gorda esa de Bogotá casi me da convulsiones. ¡A pereza volver a Colombia!

¡Bruta, bruta, y gorda y barrigona la bogotana, esa señora de Mejía! Mejor era no haber venido, pues ya en Colombia creo que no vamos a encontrar que ver y que oír y que tocar. Por mi parte, ya se me quitó la gana de volver, indicio de que la mocha está lista como le pasó al connotado Robledo, el Ministro ese que sabía francés y que iba a hacer ganas al café delle Rose. ¡Ese café! ¿Qué diría usted si me le apareciera por allá para ir a beber buen vino al café della Rose?

Allá conocí yo a una romana abundante, que fue mi último pecado in pectore. Casi me voy con ella pero me acordé que era la hora de comer en la dorada y bendita villa de la Via Goito. Era una romana de Trieste, pero parecía neoriana; yo me creía un Tiberio, y pensaba: «¡Le romperé el alma a esta venus abundante!»

El doctor Aymés a fuerza de preguntas dijo: «Yo no sé aún. Usted tiene un estado convulsivo. ¡Pero salga! Eso no lo mata ya; esté tranquilo. Vamos a ver».

Estado convulsivo: eso he sido desde niño. Todo lo que hago es convulsivo, hasta esta carta y lo de romperle al alma a la de Trieste.

Así pues, escríbame y récele a nuestro buen señor Jesucristo en este XIX centenario de su sacrificio para que yo pueda volver a Roma.

Escríbame que sus cartas me hacen efecto calmante.

A doña Isabel muchos recuerdos, lo mismo que a las cuñadas.

Siempre suyo,

Fernando

PS: si es verdad que usted no puede beber buen vino, dígamelo para no volver a Roma. Primavera romana sin est. est. no, no,… ¡virgen! ¡virgen!, como dicen las muchachas colombianas.

* * *

Marsella, mayo 4 de 1933

Querido doctor Restrepo: quedamos como después de recibir un golpe en la cabeza. Vimos tanto, nos movimos tanto, y comimos tantas cosas buenas en su casa, que hace dos días que no tenemos hambre: sueño no más. Jorge dice que nunca ha comido tanto y tan bueno como al lado de doña Isabel etá epatado. Jorge les regaló a los dos mayores bicicletas, y gozan mucho en el parque. Mis males comenzaron nuevamente al llegar, y estoy creyendo que sea el mal el que enerva. Plata, embajadas, cocineras como la suya, parises, lausanos, venecias, eso es mi remedio. ¡Qué cocinera esa de ustedes! Las otras son fetos como los ferrocarriles de Colombia. La cocinera de nosotros, Gina no es [sic] una apariencia, pero sirve más para al [ilegible] que para competir con esa cuoca, tan jodida de esa embajada en donde se pasan tres días gratis con cigarrillos, teatro, auto, etc. Tutto compresso! (100)

Ya ve cómo mataron a Sánchez. Allá leí que lo endiosaban los periódicos italianos. ¡Cuán pequeña veré a Leticia desde esas lejanías del apris vie!

La semana entrante voy a escribirle al padre Juantío, pues a cada viaje me parece más simpático ese gran jesuíta. Siento un gran cariño por él. En fin, todo lo que se ve en su casa, hasta el viejo guisante, es bueno.

A doña Isabel no le escribo porque ya me vicié a escribir fuerte y de pronto se me escapa un recular. Pero hágame el favor de decirle que con el producto de las facturas voy a iluminar la mesa para su venida y que le voy a ganar: voy a poner flores de amarrabollo.

En fin, para todos mil gracias.

Que usted recupere pronto los ojos de modo que pueda mirar estas bellezas de Francia.

Adiós,

Fernando

* * *

Marsella, mayo 12 de 1933

Querido doctor Restrepo: es el mar que me está matando. La misma noche en que llegamos amanecí con dolores y han venido en aumento. Nervioso como un diablo de caucho y perdiendo los cinco sentidos. Me dicen que el mar es imposible para algunos. ¿Qué me aconseja? ¿Renuncio y me voy con este familión a buscar vida en la Colombia en ruinas?

No sé por cuál camino coger. Pero lo cierto es que aquí me voy acabando; ya no queda sino un cabo: un médico me dice que apendicitis y todo es cosa de mar. Recuerdo que en Caracas me sentía morir y más en Macutoy, la Guaira. Recuerdo que en los vapores estoy como en un infierno. Pensar en pedir que me cambien es pensar difícil, pues por allá lo que querrían es que suelte la teta o que me muera.

Llegué gordo y sano, repleto de Roma y de París y de Venecia; con grandes esperanzas y proyectos, y ahora estoy que si me tocan un pie en la mesa cuando comemos, brinco… vino de bromural y ya siento la bobada de boñiquea.

Nuestra casa está hace tres días barrida por un ventarrón que infla faldas, calzones y nervios.

Con la baja del dólar nos arruinamos. Yo tenía dos cheques de Londres y perdí hasta el 15% y tuve que pagar 62 pesos por el primer trimestre de la cuota militar.

¿Cómo van usted y doña Isabel? ¿Cómo va esa bella y soberbia y dulce Roma de mis mejores instantes en Europa?

Jorge como que se va mañana para París. Me estristece el ver que la gente se va y que yo me quedo en este terrón, brincando como los diablos de caucho.

Mil abrazos,

Fernando

* * *

Marsella, mayo 23 de 1933

Querido doctor Restrepo: estamos muy alegres con la venida de ustedes, que ya se acerca; y no está ni malo este Bonneveine (101) con su mar azul y sus colinas secas, terrones sedientos. Hasta aliviado me siento ya desde hace tres días, con ganas de muchas cosas, que es el mejor síntoma; ¿no le parece que desde que tengamos ganas, estamos aliviados? Pero siempre tengo que irme pasado mañana al hospital, al cuarto del arzobispo, para que me saquen el tuétano. Avisé hace ocho días que el 24 o el 25 iría y tienen la cámara esa, blanca, como para hombre virgen que soy; le pusieron una palma y la hermanita de Marinilla se me va a dedicar. Y Nuestra Madre tiene unos ojos celestes. ¿No le da envidia? Decididamente, moriré en brazos de mujer santa y eso me quita el miedo. Presentado por una mujer como Nuestra Madre, no le tengo miedo a Dios; apenas me pregunte algo trabajoso, me haré el que no entiendo el idioma y que explique la santa, buena y ojos — mar — de — la — Costa — Azul . Así he resuelto hacer siempre que me preguntan algo difícil en las aduanas, etc.: no entiendo el idioma. A un hombre que no entiende el idioma, no le hacen nada en ninguna parte; es sagrado. De suerte que cuando llegue el juicio haga esa parada: hágase el extranjero.

La guerra de las babosas perdió ya todo interés. Aquí no publican noticias. Ese viaje de Alfonso López fue la última; ¡ajueldiablo los montañeros!

Tiene razón usted. No debemos irnos sino muertos. Por lo menos eso creo desde que estoy mejor.

Los esperamos con los brazos abiertos y el corazón ídem.

A doña Isabel, que hace días que no como tanto ni tan bueno. Les contaré que dice el galeno, pero no crea, no saben nada, las puras nadas, como decía un marico.

Dejé el bromuro y el cloral; era demasiado bueno para no hacer daño; apenas debo una cucharada cuando la pierna se inquieta. Lo que creo que pasa es yo tengo períodos y que ya pasó el deprimido; la prueba está en que tengo una gana que crece, crece, de escribir mis recuerdo de Roma. Apenas salga del hospital, me voy a poner a escribir y a corregir, y lo voy a hacer como si fuera el último; ¿No dicen que para que una confesión sea buena se debe hacer como si fuera la última? También estoy decidido a no darle importancia a la vida, o sea, a la muerte; muriendo vivimos y también naciendo.

Mil abrazos a toda Roma y a la campiña y a las amapolas, a todo, a toda Roma íntegra.

Fernando

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Marsella, mayo 25 de 1933

Querido doctor Restrepo: ahora me iré para mi cuarto arzobispal en el hospital San José. Me voy a pesar de que me siento bien desde hace tres días pues deseo saber qué diablos tengo en la cabeza; como no resulte igual al Mono Primavera: ¡que no tenía nada con ella!

El clima aquí está igual al de Medellín; todo está produciendo ya; hay rosas por mundos, amapolas, mariposas, arañas, etc. ¡Qué curioso esto de las estaciones! Apenas ahora se ven en Francia mujeres en cinta. Todo el mundo gesta y yo, aunque enfermo, siento que también me fregaron: muchas ganas de escribir, aunque unas ganas que no se determinan.

Hemos pensado mucho en Isabelita con eso del reumatismo y pleuresía. Lo mejor es que se venga para acá, que aquí vivimos entre el mar. Será una compañera magnífica. Asé es que arreglen para dejarla varios meses y después iremos a llevarla.

¿Cómo sigue el padre Juan? ¡Tan joven y sano que me pareció!

Yo creo que usted sentirá mucho alivio ahora con el calor. Por aquí en el parque Borely me encontré un café-bar situado bajo árboles parecidos al matarratón; y se cree uno en Cauca. Pero el pernaud es dulzón, parecido al aguardiente de coco. Por ahí cada tres días bebo uno y me parece que voy a volar.

Es, pues, un Cauca dulzón y no puedo echarle muchas cañas con él. Lo cierto es que todo lo bueno que encuentro aquí me hace acordar de usted.

La guerra esa se va a acabar sola. El suramericano no es sino apariencia, bulla, papel moneda. Respecto de política yo soy lo que sea el futuro presidente, pues aquí no me llevan sino acostado en un ataúd, como añito y a costas del Tesoro. Mi entrada al hospital va a marcar mi cambio de conducta: seré un funcionario perfecto, o sea, amigo del presidente electo. Por ahora estoy entre santista y lopista… y quizá restrepista; pues si el candidato liberal es López, puede ser que haya una coalición… y entonces; ¡a que me trepanen en París! ¡Ahí si la pegaba yo!

Abrazos a todos.

Fernando

PS: avíseme con tiempo si lo van a lanzar a usted. Para voltearme a restrepista. ¡Que no me cojan dudando!

* * *

Marsella, junio 2 de 1933

Querido doctor Restrepo: ayer salí de aquel Hospital en donde pasaron cinco de mis días, felices. ¡Qué silencio, qué manos, qué almas! Es suave el catolicismo para con los buenos siervos, como yo. ¡Brutos los españoles, echar a las hermanitas! Ellas parecen remansos en este BRUTO río que es la vida. Cuando me voltee, como Quevedo, voy a usar esas imágenes en un discurso. ¿No le parece que Quevedo y esos de Medellín reaccionan muy feo a la pobreza? ¡Caramba, es un regatón lo que le meten a uno por entre dos vértebras, y cuando llega al tuétano, hurgan para romper las meninges, y pum, salta el chorro de cristalina agua.

Luego arrancan el chuzo de un tirón y uno se tiene que quedar boca a bajo un día, otro de lado y otro de espaldas. Pero Sor Dionisia estaba a mi lado y conversábamos de su tío, el padre Toro, cura de Marinilla.

La noticia que puedo darle hasta hoy es que la radiografía es normal y que no hay tumores.

Apenas salido del hospital, en donde no usé ni gota de bromuro, me puse a leer El desarme de la usura por Alejandro López, I. C., mi candidato. Es interesante; es como oírlo; si lo lee, prepare una suprema babosidad, como la de los novillos de don Antonio, que digerían corozo grande.

En este folleto de 31 páginas aprendí que el hombre no sabe cómo suceden las cosas sino cuando ya sucedieron. No hay profetas de para adelante. Perdimos mucho con la disolución del colegio profético de Israel. Muerto Samuel, los adivinos son unas pelotas de viento; son como los muchachos, que apenas uno mueve una mano gritan: ¡muevan la mano!, apenas uno se para: ¡párense! y afirman que mandan a uno. Mi candidato es igual a un loco que hay en Marsella, que cree que manda a los tranvías: siempre en la plataforma, con el cuerpo sacado, la mirada para adelante y el gesto de quien va a dar la orden de disparar, y cuando ve que el carro se va a detener, le hace las señas para ello, con gesto terrible, igual al de ese vecino suyo de por allá. Lástima que estos tres locos pelotas gasten tanto nervio en tanta inocencia.

Lo mismo le pasó a Alfonso López, que la guerra ya estaba acabada y él dio la orden. Yo hice ese curso cuando mi segunda juventud y fue que me dio por dirigir las nubes y el precio del café, y perdí la armónica irrigación nerviosa de los Ochoas y dos mil pesos ganados de Juez de Manizales. Por eso hoy ya no profetizo, ni tampoco prometo, pues somos frágiles, putilis…

Pero lo de López es interesante; lo debieron nombrar para la Conferencia Económica de Londres; pero mandaron al otro López con 5.000 pesos. ¡No ve, doctor! El doctor Olaya lo ha hecho muy bien en lo que usted le organizó, en el Ministerio de Gobierno, en el equilibrio político; pero en lo otro, económico, fiscal, relaciones, nequam (102).

Anda revuelta la literatura colombiana; dan ganas de llorar; llueven pajas por el Magdalena; acaba de llegar otro folleto de… Yepes Yepedos. ¡Ese si que es! ¡Virgen! Se llama: Le conflic entre la Colombie et le Pérou, par J. M. Yepes, Senateur de la Colombie, professur a’la Academie International de la Haye, membre… (103), etc., etc. Lo mejor es el MEMBRE. López siquiera tiene enfermedad nerviosa, pero Yepes es sano, no pasa de güequera.

No ha dicho aún el doctor qué es lo que tengo; anda en París en un congreso. ¡Como no vaya y diga que lo que tengo es un folleto que viene de nalgas!

Esta carta es crónica, es el folleto mío que se lo voy a echar a usted, pues no tengo plata para editarlo. Vamos, pues, con el hospital y perdone.

Mi vecino de cuarto era el abate Peracca, enfermo del corazón por la gordura. Se paseaba en calzoncillos a medio muslo, redactando el testamento, y a las doce gritaba que si no le daban almuerzo se iría para el restaurante.

También había un paralítico que ya no se movía ni la cola y que gritaba al ver a su mujer: Maguí… Maguí (se llama María).

Cuando la hermana le daba el café con leche, exclamaba a cada sorbo: «O que cést bon! O que c’est bon» (104). Había otro paralítico también y que le dio por cagarse en la cama tres veces al día y nos dañaba el apetito porque salían con los envoltorios y perfumaban el corredor. Al abate Peracca lo cogieron las hermanas un día robando pan en la cocina, vestido con los calzoncillos esos y con una capita: QUEDA DICHO QUE PERACCA ES ITALIANO. Esta deducción no parece de López ni de Yepes, pues ellos deducen así: «Huele a pedo; luego hay un peído».

En fin, para que conozca el Hospital, por el próximo le enviaré el diagnóstico y un poema que hice allá, igual al poema del ordeño, por Lora, aquella gloria de las letras bogotanas.

Alejandro López me escribe que Víctor M. Londoño (105) no volverá a París, por el poco sueldo. ¿Qué opina, que tiro si no estuviera de por medio aquel maldito sordo de Urdaneta? En París publicaría yo un folleto cada tres días, con el título en francés como los de Primavera: La France, notre mére intelectuelle.

Lo malo es que no le mandado a Urdaneta sino un informa, sobre plátanos, que comienza así: «No crea señor Ministro, que aquí sepan que es un plátano, ¡un plátano de aquellos de a vara que hay en Chiriguaná! Lo que comen aquí a franco, son platanillos que traen de las Canarias, cogido verdes. Porque ahí está el problema: para exportar frutas hay que tener buques especiales, dotados de … etc, etc.» El informe éste era bueno, pero no me acusaron recibo.

Para terminar le contaré que estoy cuidando los matarratones, que son dos, para que bajo sus sombras, cuando usted venga, paramos nosotros también nuestros folletos; acuérdese que Buda nació bajo un matarratón.

Mil abrazos de quien tanto lo quiere y recuerdos a doña Isabel y a todos.

Fernando

PS: acaba de llegar otro folleto: Jorge Zalamea (106), a la juventud colombiana. ¡Decididamente la primavera es mala para la gente del trópico! Pero dan a luz hongos, paraguas de sapo. De que llamamos TIRA PEDO.

Perdóneme las palabras feas, tan arreas.

Fernando

* * *

Marsella, junio 9 de 1933

Mi querido doctor Restrepo: ¡Ahí si me gano! ¡Si ha sabido no me metro! Puede esta primavera haber hecho grávidas a diez marsellesas, preñeces pálidas, figuras de reproche; puede uno explicarse el folleto de Alejandro contra la Hipoteca, madrastra del género humano,; está bien el de Yepes, Fils naturel de la diplomatie (107), y hasta la Carta a la juventud colombiana. Pero que aquél Marulanda a quien le ofrecí un kumis en Génova, porque me pareció enfermo de todo, cadáver levantado… que ese Marulanda de «Colombia, primer país…» «Colombia, segundo país…» «Colombia, café sueve»; que este Marulanda, no el de Sonsón HAYA ECHADO TAMBIéN FOLLETO, sí es imperdonable, repugnante e inverosímil…

¿Quién sería? ¿Quién sería ese sucio?

Como se preguntaban las señoras de Medellín una vez en que María Peinetas apareció abultada…

Fue la primavera… no tuvo la culpa… subía la savia y un medio día…

¡échemelo! ¡Mándemelo! Que ese folleto lo tienen que poner al lado del ternero de tres patas, en el Museo de Medellín, en la biblioteca donde reposa el perispíritu de don Talao. ¡Usted siempre me gana! A mis tres folletos contestó con el morlaco: el de Marulanda. «¡A don Calorsé!», como exclamaba Marañas.

Este Marulanda no me envió el feto, pues es muy amigo de los Segas, uno de los sostenedores de ese viejo consulado de Génova, y vea como son las cosas: así como me estremecí cuando murió Sepúlveda, casi lloro cuando leí su carta y supe que Marulanda estaba Parido, casi lloro… de vergüenza por mi patria.

Acuérdese que cuando Nerón iba a subir al poder, o cuando iban a elegir a esa nada de Calígula, en fin, que siempre que se acerca una calamidad, paren las mulas, o bien votan los liberales o los conservadores. Pues bien: si no es pura charla suya, si es verdad eso de Marulanda, Alfonso López va a ser presidente y es preciso colocarlo ante el hecho cumplido de que Poncio Pilatos sea gobernador de Judea, o sea, Fernando González, en París, redactando informes y jovencito como de quince años…

Dejemos las cosas serias. Tengo muy buenas noticias acerca de mis exámenes. El del líquido resultó negativo entre cuatro antígenos. Hay, eso sí, 0,80 de albúmina, y lo normal son de 0,20 a 0,40. El doctor Aymés le envió eso a Margarita con una carta en que le dice que el resultado es relativamente satisfactorio y que yo debía ir donde el doctor Sédan a que me examinara el fondo del ojo. En la tarjeta para éste dice: «Crises comitiales trés rares» (108). Fui y dijo Sedán: « Pas de Syfilis; pas de tumeur; vous pouvez etre trés content» (109). Resulté con reflejos normales, pupilas iguales y astigmático. Anteojos para el cine y para ver a las muchachas de lejos; para de cerca dice el médico es mejor no ver. El doctor Aymés vendrá una vez que haya recibico el examen este. Estoy feliz, pues se me quitó el diagnóstico de tumores y sífilis que tanto me ha hecho sufrir.

Ahora quedaré en a CRISIS COMICIALES, que es muy elegante, que me emparienta con Marcos y con otros jodidos, como Páez.

¿No ve que si soy comical no me pueden contradecir en la casa?

Ya no se van a poder enojar conmigo OU LE RE y el SORDO URDANETA que los tengo apuntados para la próxima crisis; no me puedo quedar con lo de Italia y con el viejo Sega de cónsul y calumniándome, diciendo que yo tenía allá otra casa. Necesito una crisis comicial…

Los tres de la Conferencia de Londres están muy buenos para salir con una bien grande. Son tres quebrados que aborrecen la hipoteca, los bancos y que se tienen por jefes. A mí lo que me gustó de López fue el aire de nacionalismo, eso que dice que la economía política la inventaron los europeos para dominar el mundo colonial. Porque es verdad que los ingleses predican que es muy bello pagar, por que siempre les debían; ahora cambian. Me gustó mucho lo que dicen de los empréstitos; yo lo había dicho en Viaje a pie durante una crisis comicial. Me gustó mucho el folleto, porque de él resulta que fue el general Ospina el que se tiró en Colombia. También me gustan las cosas que están diciendo ahora del padrino de Simón, que no debe nada —como Venezuela es propiedad de él, se puede decir así: ¡cómo cambian las cosas! ¡Los liberales de Colombia alabando a Gómez! Lo que usted dice: López es sofista; bien agarrado, casi todo es apariencia. Sobre todo es como dicen aquí de los trenes que chocan y que se meten unos carros en otros: se telescopian.

Alejandro deduce y le queda el discurso como una longaniza. Vea la conclusión: que no se cobren las deudas. Uno de los chorizos tiene que estar equivocado. En fin, en la Conferencia siempre van a gozar mucho con ellos; pero no crea, allá no van a chistar; otra cosa debe ser pararse uno en Londres a hablar francés eso de empresismo o financismo.

Ya el calor está apuntando; pero aquí a la orilla del mar no hace mucho. Véngase pronto con Isabelita; ella, para quedarse; eso está convenido. Pilar entró al internado de Hermanas de la Presentación, en el campo, a hora y media de aquí. Es más bien casa de reposo.

Pueda ser que la gripa les pase pronto para que no demoren mucho el paseo.

Reciba el afecto de este corresponsal tan largo, para doña Isabel y las niñas, mil recuerdos de todos.

Fernando

PS: el paralítico que hacia de todo en la cama se murió, ¡Vea como todo pasa! Y como esta exclamación no envejece a pesar de que Eva la usó cuando Adán se le puso viejo y no le servía. El abate Peracca dizque está muy juicioso, según dice la hermana Dionisia.

Es lo que pasa con los galgos, que los primeros días de hambre chillan. Hoy se inaugura la Conferencia de Londres.

Pueda ser que Alejandro se resuelva y eche el folleto en francés. ¡Para haber mandado a Quevedo, Emilio!

* * *

Marsella, junio 21 de 1933

Querido doctor Restrepo: mil gracias por el folleto de Marulanda. Fue pues, verdad que él echó folleto, en Madrid.

Yo no debía nada que él estuviera de Ministro, y lo merece por guapo. ¿Observó usted que es como el Mono Primavera, a quien nadie ha ganado hasta hoy para mandar informes una vez que estuvo de cónsul ad honorem? Es igual, porque en su libreto no tiene de su propiedad sino los títulos. Los capítulos en La France, notre mére intellectuelle (110), por Primavera, eran así:

«Telegrama que desde el Retiro dirigió el tantos de marzo de 1915 el ilustre sabio retireño doctor Pachito Uribe, gloria de las letras patrias, honor de los esculapios, maestro… etc, etc.» Y el contenido del capítulo era: «Alfonso Mejía Rodríguez. Medellín. Lo saludo. Fau».

Ese fue el resultado de la guerra colombo-peruana: cien folletos compuestos de títulos. Colombia es el país más violento para los títulos. El telegrama de Alfonso López al del Perú ha llenado El Espectador y El Tiempo de comentarios peores que una epilepsia larvada. Pero la más grande de todas las folletas es la resolución de Minhacienda, que se continúe cobrando el impuesto de guerra. Francamente que si a mí me estuvieran pagando por trabajar, renunciaba; desgraciadamente que me pagan por bonito. Pero yo soy como Marañas, que una vez en que Jaramillo, el yerno de Pepe Sierra (111), le regaló cinco pesos, dijo: «No hay ni que culparlo». A Colombia, que paga los folletos de Marulanda y otros, no la culpo.

Acaba de llegar su carta del 19 de junio y casi me hace romper ésta, porque es verdad que si Marulanda se muere, me pesará. Todos los muertos eran buenos; ¡como ya no hacen competencia en los puestos al sol!

Sigo yendo al hospital, donde la hermana Dionisia. El abate Peracca se ha mejorado; está alto y delgado; estabamos Margarita y yo sentados en un sofá, en el corredor, cuando pasó y nos preguntó si no había ninguno; se entró a la despensa y se robó un pan. ¡Pobre abate! ¡Su tormento es la barriga!

El paralítico ha mejorado mucho y es hasta milagro, según dicen las hermanas, pues lo llevaron a morir y no le hacen remedios.

Ya mueve las manos y espanta las moscas; ya dice que no quiere desocuparse en la cama; le aparece, pues, la vergüenza, lo cual es señal de salud; no hay como un moribundo para no dársele nada; me acuerdo que cuando yo estaba muy malo, me dejaba manejar todos los órganos que me dotó la naturaleza. Cuando la mujer del paralítico entra, exclama: «O Maguí, tu est belle! Tu as change aujourd’hui Oui de robe» (112). Pero es descreído el tullido éste.

Me preguntó la Hermana que quería decir: «Je m’en fous de la vierge de Lourdes» (113). Así, le contestó cuando ella le dijo que lo llevaría a Lourdes.

El otro tullido de que le hablé, se murió. Así es que mis compañeros no quedamos sino dos, y yo soy el más joven. Los otros son una generación nueva de tullidos, pero que hacen lo mismo que los antiguos; sólo en literatura se innova; en parálisis no se ha inventado una nueva manera de desocuparse en la cama. Hasta me parece que los tullidos de ahora degeneran… ya no hay un abate Peracca; ya no hay un marido de Maguí…

Cambiaron a nuestra Madre. Ya no veremos sus ojos y su cuerpo de hormiguita obrera…

Me entregaron las fotografías craneanas con la lectura, que reza: «Crane superbe, Aucune lesión. L’unique anomalie est un enorme senus frontal droit» (114). Yo creo que la radiografía va a reemplazar a la fotografía. Aquí en Francia la última elegancia es tener un esqueleto bueno. Los fregué con esto: crane superbe.

La Conferencia de Londres (115) parece que no tuviera colombianos. Hablaron los Chinos, los de Cuba, Argentina, etc. y Alejandro no asomó la trompa. Estoy desilusionado. Debieron mandar a Turbay (116) que es libanés. Y no hubiera estado mal lo de López, pues todos han echado chorro de babas: que inflar los precios; que repartir el oro; que regular la producción. Ahora me he convencido más que nunca de que el Estado, o los Estados, no se pueden meter en la economía.

Precisamente que la crisis aparece en esa Conferencia como un efecto de la metida de los Estado en los fenómenos económicos. Tengo una gana loca de hablar en la Conferencia, pero en español… y por escrito.

Francia es el país de la avaricia; no le saca la plata a nadie; es hasta bello. El francés no es místico, no es poeta, no es sino un gran chimbero. ¡Qué pueblo tan curioso y tan grande! Sus cualidades para la vida real no las ha tenido ni las tendrá ninguno.

No es verdad que hayan hecho revoluciones idealistas; fue por la plata; el que toque al haber de este pueblo de obreros, tiene una revolución. No son cañeros, odian la guerra, pero si César los invade, se hacen matar. Tengo locura de volver a contemplar el galo que se suicida, en el Museo Nacional. Ahora es cuando entiendo algo de la belleza de ese mármol. Me apunto a Francia en la Conferencia de Londres y en todas, pues cuando se ven a gatas, aparece una virgen… ¡Una virgen en Francia!

Se me acabó la cuerda. Si Marulanda vuelve a echar de esas cosas, acuérdese de mí. A doña Isabel le pusimos telegrama el día de su cumpleaños y que rezamos un rosario por ella.

Reciba el afecto de

Fernando

PS: dizque me tiene que operar porque me dejaron la barriga abierta. Álvaro está muy sentido porque usted no le contesta una carta que le escribió.

* * *

Marsella, junio 28 de 1933

Querido doctor Restrepo: Álvaro está feliz con la tarjeta suya; pero no admite haberse equivocado. Es un joven que habla y habla de política todo el día. Me creerá usted que se le escapan de su boca de diez años los términos talón, oro, y otras. Me tiene anonadado. A ratos me tengo que esconder para que no me hable de política. Ya ve como todos tenemos nuestras tristezas. Su última teoría es que Colombia posee más oro que Francia, porque hay que contar el que en las minas. Se lo echo a Quevedo, al maestro Roosevelt (117) y a López Alejandro, y se lo echo a Benavides (118) para saber de guerra de Leticia.

Por aquí no sucede nada. Leí el folleto en inglés y entendí un poco. Es conmovedor verdaderamente, ese amor del hijo Fabio para con Alejandro.

A éste le he escrito dos cartas en que le digo Marx, etc. Y está muy agradecido y me contesta alabando mis libros. Estamos reducidos al trueque. Sólo que a fuerza de charlas perdí la creencia en mi cráneo. Me ha hecho mucho daño Europa, pues ya no creo ni en mí.

Le voy a contar algo de Marsella. Cuando llegamos del viaje, mi hermano Jorge estaba alborotado; todas le parecían maravillas.

Entonces pensé que mejor era dirigir esos impulsos, para que no le sucediera nada, pues es algo inocente. «Váyase, pues, detrás de esa que tanto le gusta» díjele, «que yo lo espero aquí en esta banca».

A los quince minutos llegó asustado. Que la mujer se entró a tal parte y luego de convertirse en venus, le dijo señalando a los pechos como cañones antiaéreos: «Je suis unique a Marseille. Fs. 200» (119).

Vea, pues, como si en Colombia existe el jefe único, aquí cerca a la canelvére (120) está, vive, deambula la MUJER úNICA. El secreto de aquél consiste en una sonrisa suficiente y el de ésta en sus armas, y el de Ghandi es un portillo que tiene en los dientes mamones de arriba. ¿Qué diablos tengo yo, así, único?

Aquí está el franco a 20 por cada dólar. Ya éste no es esterlino, como decía don Bernabé. Ya no hay nada esterlino.

Estamos muy contentos con la noticia de va a bregar por pagarnos de otro modo.

Decididamente no nos amañamos sino en Roma. Hace tres días que nos lamentamos. Aquí no hay estatuas griegas, nada, un puerto sucio con la MUJER úNICA.

Reciba mi cariño

Fernando González

* * *

Marsella, julio 14 de 1933

Querido doctor Restrepo: todos estamos bañándonos. El mar; aquí a dos pasos, una playa muy sucia, con miles de internacionales pobres que almuerzan y comen ahí. Barrigas y piernas deformes.

Pero el mar es bueno, con arena fina y se puede penetrar muy lejos sin encontrar honduras. Nosotros vamos, nos mojamos y volvemos a tomar el sol en el jardín.

Todos estamos contentos y enfermo únicamente yo, pero he resuelto no pensar en ello. Mañana salgo para ese semillero de Santos que es París, pues Alejandro López me invita insistentemente.

Estaré dos días y casi no gastaré, pues acabo de recibir una boleta de José Medina en que me ofrece su apartamento.

Parece que López renunció. Así me lo cuenta en su última carta; que renunció porque el sordo de Urdaneta lo regañó porque le cobró una platica a la MUJER úNICA, o sea, al jefe liberal. Eso en Bogotá como es una corrupción: ya dizque lo habían regañado por no favorecer con platas a Marulanda, el folletista, que es amigo de Urdaneta. No le han contestado aún su renuncia y me dice que vaya a París para contarme muchas cosas y decirme quién lo va a reemplazar.

Según averiguaciones, Alfonso López está buscando empréstitos en Londres. Se tiran en Colombia; se la van a tirar este año con la elección de Alfonso López. Yo me voy a París a hablar mal, a comentar, a oír los proyectos que tienen los colombianos y para ver si olvido un gran deseo que tengo de ser bueno y de ser útil a Colombia. No crea que es charla; mi enfermedad proviene de un anhelo de ser bueno y de la incapacidad absoluta para ello.

Nosotros, los destructores, lo que desearíamos destruir es a nosotros mismos. El deseo de ser bueno está en el espíritu de todo hombre, más aún en los criminales. Todos los hombres somos hijos de Dios en cuanto a la inteligencia; lo que nos distingue es el poder de efectuar la bondad.

¿Qué opina; que comencé por Alfonso López, y acabé en sermón?

¿Ha leído los periódicos de Colombia? ¿Cuáles son peores de La Defensa y El Tiempo? Se necesita uno que los dome, se necesita un padre, un gobierno fuerte que los meta a la cárcel. ¿Por qué no se mete usted y le da hasta la última gota a Colombia? He pensado mucho… y usted es el único que tiene nombre, prestigio y alma para remediar esto a que va Colombia. Claro está que eso sería sufrir y sacrificarse, pero el sacrificio es el precio de todo bien. Para mí tengo que los partidos políticos son fuerzas ciegas que necesitan conductores; en Colombia hay partidos y sólo usted como conductor. Las generaciones nuevas somos raquíticas, somos púberes con barbas canosas. No hay una voz, no hay nada; hay un pueblo ciego que va a la ruina. ¡Déjese crucificar usted! Ya ve, pues, como uno de los hijos que más lo quiere, le pide que se deja crucificar. Pero es que el cielo pertenece a los crucificados.

Si usted no se deja crucificar, en agosto comenzará los mismo que morirá en agosto: platicas para López, platicas para Marulanda.

Perdone estas carajadas; la familia me tiene que soportar, pues el médico dijo que no me contradijeran. Los esperamos con ansias. Saludes a todos.

Fernando

* * *

Marsella, julio 24 de 1933

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: aquí los estamos esperando. Hay aire fresco, hay mar, hay cafés sombreados; pero no crea que son buenos los cafés: el francés más bien es sucio, ignora las comodidades y si en el 7% de las casas hay inodoros, lo deben a los yanquis que vinieron a ayudarles en la guerra. Según me cuentan, en Marsella no había baños en las piezas de hoteles hasta que llegaron los americanos.

Pero hay luz y cariño; la alegría del corazón es la que hermosea la tierra.

¡Cuánta falta hacen los amigos, el idioma materno, las cosas de la casa! Cuando uno llega a vivir a un país de idioma diferente al que aprendió en la niñez y la juventud, la inteligencia y el corazón se resienten. De mí sé decirle que los árboles no han dejado de ser árboles y que agua y tierra no tienen ecos en mí sino llamados así: AGUA, TIERRA.

Usted verá a los conductores de tranvía con el cabo montado y tenido en las orejas. Comodidades no hay bien buenas sino en Norteamérica.

No fui a París por hacerme ver los intestinos. ¡Nada! Son iguales a Quevedo, un poco menos sacerdotales. Tocan y dicen que no hay nada, que vuelva uno a los ocho días para cobrarle otros cincuenta francos.

¿Qué diablos es lo que hay por aquí que pueda estimular a uno? Por ejemplo yo sé del mundo por las noticias que leo en la prensa colombiana. La de Europa parece que ignorara que la tierra es redonda y que hay algo más que Europa.

Más bien me ha hecho esta tierra. Cuando veo al Papa negociando con Hitler y dándole la misma oración que nos dio para que la recen al final de la misa, me parece que el Papa es como Herriot, así de gordo, así: igualito a Agustín Jaramillo (121). También era alcalde. Si Agustín no muere tan joven, había sido como Harriot.

Lástima que no fui a París, pero he leído el libro que está publicado en El Tiempo, por entregas, Luis López de Mesa. Ese es más enredado que Marulanda. ¡Quedarse uno soltero y misógino para eso, para escribir como si estuviera cortando leña, sudando, pujando! Aire, mar, cielo y una gana loca de ser feliz; eso van a encontrar aquí.

Ahora estoy leyendo un libro de Bergson (122). Dice que el espíritu se injerta en la materia, que la materia lo limita, le da forma, le hace posible expresarse. Pero todo eso en un estilo dulce, suave, y no convence. La existencia del espíritu es materia de experiencias individuales, creo yo, pero no se puede comprobar.

La siente el que llegue a esa altura. El libro de Bergson me ha entristecido, pues si toda la certeza que se puede adquirir acerca de la vida espiritual es eso, me quedo con el padre Marulanda.

Otra desilusión: viviendo aquí, entre esta gente tan egoísta, tan nacionalista, se llega al convencimiento de que la vida de los vecinos de Francia es muy dura. No toda la culpa es de Alemania. Que conducta tan puerca han tenido con Estados Unidos ¡No les pagan y los insultan! Por ellos ganaron la guerra y ahora los insultan y se alegran de sus fracasos. Cada vez creo más firmemente que no se debe llevar gente de esta a Colombia.

Hasta que los abracemos muy pronto,

Fernando

* * *

Marsella, agosto 30 de 1933

Querido doctor Restrepo: todos muy tristes por la ausencia de ustedes. Pasa todo, menos la esperanza de la eternidad.

Isabelita está aquí haciendo nuestra vida, muy robusta; ha tenido un orzuelo, pero ya curó.

Yo estoy echo un diablo con el libro sobre Italia. Hace 15 días que no duermo, ni como. Quiero publicarlo para enero, o diciembre, en España. Ahora con la fiebre de escribirlo, me parece bueno. Después será el disgusto.

Me hace mucha falta su compañía. Me he apegado a usted. La candela va muy bien; enciende al primer golpe. ¿La suya?

Reciba por hoy esta boleta.

El parto del libro me tiene nervioso. También que vamos a cambiar de casa, por que la vieja Bety es insoportable.

Abrazos,

Fernando

* * *

Septiembre 9 de 1933

Querido doctor Restrepo: continúa la falta que nos hacen. Lo ideal sería vivir en Roma todos, ricos, enamorados del arte y de la vida. Sólo que Dios quiere darnos el placer de desear.

La compañía de Isabelita es deliciosa; tiene un carácter el más fácil del mundo. Déjenosla, que la vida nuestra es mejor con ella. Ha aumentado un kilo.

Anteayer le comenzó un malestar en la cabeza y le dio un poquito de fiebre. Inmediatamente, a causa de la enfermedad pasada, llamamos al doctor Dombre y dijo que no tenía nada inquietante. Le recetó y la tenemos acostada y no la dejaremos levantar en siete días. No se preocupe, que todos los días le escribiré y si hay la más mínima inquietud por la pleuresía, le pondré telegrama.

Allá está en la cama charlando con Margarita. Anoche sudó mucho.

Tiene apenas hoy sólo dos décimos de fiebre, pero antes de sudar le subió a 38 y medio. Le cuento esto por que ya está aliviada.

No le duele el costado ni nada.

Todos estamos bien. Ya estoy negociando mi libro con libreros españoles. Voy a ver si logro hacer contratos con buenas casas.

Margarita y los niños muy bien. Nos dejaron la casa a 1.000 y pagando por meses. Así es que no hay cambio. López me dice que nos van a arreglar lo de la baja del cambio.

A doña Isabel mil abrazos y lo mismo a Tulia y al gran Vicente.

éste sí que me pareció un hombre de porvenir. Missis Taylor me dijo que hablaba en inglés sin acento alguno.

Un abrazo de su hijo

Fernando González

* * *

Marsella, septiembre 18 de 1933

Querido doctor:

Isabelita está un poco mejor. El médico dice que es pleuresía seca. La fiebre le ha disminuido un poco y está de muy buen semblante. Pero dice el médico que imposible pensar en viaje; era como matarla. La cosa no ha sido así de pensar en viaje.

El médico tiene interés en que parta, huyendo del invierno, pero dice que el asunto es largo. No se preocupen que Isabelita no nos es carga ninguna. La cuidamos con mucho amor, por ser ella y por ustedes. No se preocupen nada. Dice el médico que no podrá vivir en la ciudad, sino en el campo. Ahora le estamos poniendo inyecciones de un aceite y le han convenido mucho.

Por allí me dio Isabelita un cheque que usted manda, para que se lo cobre. No se preocupe por el dinero, que aquí no necesitamos sino el de esa pelota de Alejandro López, por quien voy a votar, ya que usted no quiso dejarse poner de presidente.

El libro está terminado desde ayer y ahora estoy discutiendo largo, largo con las casas editoriales. Pero es fijo que me engañan. Estoy de postura: esta semana comenzaré Mi compadre. Voy a aprovechar de la tregua que me han dado mis males.

Reciba para todos cuatro abrazos

Fernando

* * *

Marsella, septiembre 29 de 1933

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: hace días que no le escribo, porque fueron mellizos. Usted no lo va a creer, pero la alegría de verlos aquí la primavera, el verano y los remordimientos a causa de no ser bueno, me causaron mellizos. Ya uno está en prensa, en la Editorial Juventud, Barcelona. Están entusiasmados y dizque le van a hacer mucha propaganda. Esperan que venderán dos ediciones en España. Yo tengo el 10% y me dejan a Colombia y Venezuela para mí, vendiéndome ejemplares a peseta. ¿Cómo le parece? Por lo menos soy rico en ilusiones. Y sólo Dios no es ilusión.

El otro, el que está saliendo, es Mi compadre (123). Le pedí un retrato a Maracay y me lo envió. La vaina es que el amor que le tengo no me deja parir a mi gusto. Pero en ningún caso pecaré contra el Espíritu Santo, o sea, contra la sinceridad.

Seguimos felices con Isabelita. Tiene un carácter excelente. Ya está aliviada ya se levanta y da pasos. Y ahora que está así le contaré que un día estuvo asustado el médico, creyendo que se formaba pus en la pleura. Pero no hay ni rastro de nada. No puede, eso sí, ir a teatros, reuniones, etc. Tiene que vivir dos años al aire libre, fortificando las pleuras. Demos gracias a Dios que nos libró de todo en esta vez y a cuidarse.

Vicente estuvo contento. él si está aprendiendo mucho, sobre todo se está formando en un país frío. Le noté cierta indecisión, pero eso es la juventud que apenas rompe las envolturas.

Me acuerdo de la mía: eso es intranquilo, violento, más, mucho más que la revolución del sargento Batista (124). Hay que dejar a la tierra que arroje lava y rompa la costra en millones de lugares antes de que devenga tan suave, con praderas dulces, y hay que dejar al joven que busque apoyo a través de la noche de la pubertad.

¿Cómo le parece esta literatura? Definitivamente, puede que hasta sean cuatro, u ocho, como la mujer que parió en la Sebastiana.

Reciba el amor de su hijo

Fernando

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Marsella, octubre 27 de 1933

Querido doctor Restrepo: este mes salieron en el «Orazio» unos veinticinco sirios, libaneses y palestinos. He estado, pues, muy ocupado. Como casi ninguno tiene papeles en orden, tengo que ayudarles a reunirlos y se gasta tiempo. Ahora los palestinos tienen un argumento muy bueno y consiste en decir que uno de los suyos es ministro de Gobierno.

También se me va la oración de enseñarles a los niños a preparar los ejercicios de gramática, aritmética, geografía e historia, y como soy maestro malo, airado, gasto como tres kilos de energía nerviosa cada tarde.

Hace un frío aterrador. No vale media de lana ni penaud (125).

Comprende uno muy bien por qué le buscaron una muchacha al rey David para que lo calentara; y no fue sino para eso, pues ya David nian los sábado, como decía su pariente, don Lisandro, al otro difunto, don Zacarías.

Espero que de aquí al veinte le enviaré mi nuevo libro. A mí no me gusta porque me quedó muy mutilado; Margarita me le hizo quitar lo bueno y quedó como los dioses del Vaticano.

Mucha falta nos hace Pilar, pues era la bulla de la casa, la que tenía paradas mejores y la que me plantaba: era la única que no me tenía miedo durante mis iras y la única que no seguía la regla de no contradecirme.

A doña Isabel la hemos acompañado de corazón en su duelo por Mamá Julia.

En Francia les dio por cambiar ministerio cada hora. Parece que el franco está algo débil.

Alejandro López me cuenta que a Alfonso López (126) le entregó durante dos meses que estuvo aquí siete mil pesos, fuera de lo que le dieron en Bogotá, y que el ministro le telegrafió que no se podía arreglar lo de sueldos de ministros y cónsules, porque no hay dinero. Tengo una envidia loca por esos siete mil dólares que le dieron a mi candidato. Pero se los perdono, con tal de que me pase a París.

Reciba un abrazo para todos de

Fernando

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Copia. Fernando González

El Hermafrodita dormido (127)

Este libro, confirmador de una fuerte personalidad literaria, está principalmente formado por impresiones político-sociales y artísticas de Italia, en especial de Roma y Génova; claro está que decir impresiones de Italia apenas significa nada. ¡Son tan abundantes en la literatura y se parecen tanto unas a otras!…

Pero aseguramos que las de este autor impresionarán de verdad, tanto por lo auténticamente nuevas, como por el estilo original personalísimo, en que están expresadas; porque se trata, nada menos, que de un hombre con ideas propias, de un intuitivo formidable y de un escritor que sabe condensar lapidariamente el idioma en sus juicios, los cuales adquieren así el aire de lo definitivo, de los incontroversible.

Fernando González es individualista, naturalmente; de un individualismo espiritualista, místico. Cree que «todo régimen en que se pierde la vista que el fin es el individuo, es una maldad humana. Sólo el hombre es una promesa; la sociedad, no. Esta es una manifestación accidental del hombre». «La sociedad es una forma para que el hombre se perfeccione». Reconoce que el fascismo «ha organizado el trabajo en forma corporativa hasta donde no se puede imaginar», pero añade que «esto es precisamente el socialismo y lo único que puede producir el socialismo, lo único que de él puede esperarse: producción anónima, numerosa, máquinas. Pero ¿y el hombre? ¿por qué abandonar al hombre, que es el fin de la creación? ¿acaso fue creado el hombre para la obra? ¿no es por ventura, el hombre el rey de la creación? El hombre fue creado para ascender en conciencia, para desencarnarse a través de áspera brega». «El fin de la vida es llegar a la muerte con el cuerpo disminuido por la jornada y el alma como la luna llena que asoma».

Ya se comprenderá que de quien así piensa tiene que salir muy malparado el fascismo y toda forma de gobierno similar.

Este libro contiene su más acerba crítica y el estudio psicológico más certero de cuantos hasta ahora se han hecho de Mussilini. En cuanto a la parte artística, descuellan los escuetos y penetrantes análisis que hace, entre otros, de las magistrales esculturas griegas, el Hermafrodita dormido, como todo el libro, de hondas sugerencias y geniales atisbos.

Se trata en fin, de una obra extraña y desconcertante, en la que andan íntimamente mezclados el arte, la psicología, la filosofía y la metafísica; una obra interesantísima e inquietante, en la que Fernando González dice verdades enormes y alumbra inéditas bellezas, porque tiene el don poético de ahondar en las cosas.

* * *

Marsella, noviembre 16 de 1933

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor Restrepo: tuve diez días de enfermedad del vientre, con acideces y el sistema nervioso resentido. Ahora estoy mejor debido a régimen severo de sopas de legumbre y leche.

Lo que va de mal en peor es el dólar y el peso. Un dólar quince francos. Entre los tres primos hermanos, Roosvelt, Esteban y Quevedo, nos tienen en la ruina. Usted varía que el Gobierno nos está pagando al 113, en vez de arreglar, nos da garrote. Es una cosa triste que con el primer presidente liberal haya venido el papel moneda. ¡Cómo no vaya y resulte que era mejor Berrío!

Decididamente que sólo Dios sabe quien es mejor de Olaya y Berrío. Por eso, yo volveré a votar. ¡Voté por… don Marcos!

Es la única vez que lo hice. Por Olaya no voté a causa de que no estaba en la lista sino un Fernando González, zapatero y me dio pena. Ahora tengo toda mi esperanza en López, que va a hacer el gobierno de los cachacos de Bogotá. Esa casa que está en Génova y que tiene el mismo nombre del otro felipochin, Nariño, será Ministro de Relaciones.

Sin charlar, no se puede creer aún en Colombia. Suramérica no se puede tomar en serio. Si no fuera por Monroe (128), ya seríamos como [ilegible].

Todos aquí estamos bien y entregados a creer que vamos a ganar la lotería nacional de Francia, 5.00.000 de francos. ¡Eso sería hasta risueño! ¡eso pondría alas en los pies! ¡Eso sí es política! La pasada se la ganó un peluquero de Tanasión y si viera lo buen mozo que se ha puesto. Se ha puesto parecido a mi primo Pedro Estrada.

Perdone tanto pesimismo, pero es que recibiendo 3.200 francos para pagar 1.00 de casa, 700 de sirvienta, 250 de luz y gas, no puede ser uno amigo de la humanidad. «Mientras más conozco a los hombres más quiero a los perros!

El 20 saldrá mi libro y remitiré un ejemplar. En él digo todo lo que pienso de nuestra madre Colombia, tan bella, pero en donde no paren sino púberes con canas. Es decir, no son los púberes que paren, sino los paridos.

Todo lo anterior es por charlar, pues supongo que en ese su cuarto hará frío ahora y que estará cansado de leer cosas serias de ese Papa que es más serio que un puerco meando. ¡Aquel Papa tan serio! ¿Cómo le pareció eso de las elecciones en Alemania?

¡Saben mucho no faltó sino el voto de Springer, el cuñado de Carlosé! Pero como él se casó con una que no es de la raza pura, no pudo votar.

Abrazos a todos y reciba el cariño de

Fernando

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Marsella, diciembre 6 de 1933

Señor doctor
Carlos E. Restrepo
Roma

Muy querido doctor Restrepo: todo bien en esta su casa; únicamente hay los pequeños trastornos del invierno: catarro, melancolía y mala digestión. Yo voy hace días a régimen de hambre y pocos remedios, pero mejoro lentamente. Álvaro estuvo con parotiditis y ya va a la escuela; Ramiro está en cama con fiebre; parece que sea gripa. Los días son muy cortos. Después de almorzar comienza el anochecer. No podemos conformarnos con la tristeza del invierno.

El libro lo están vendiendo en España y yo no recibiré ejemplares hasta fines de esta semana. Quizá mañana.

Inmediatamente que lleguen, le despacho el primero. Es un librito que no tiene otro mérito que la sinceridad. Con el invierno me ha nacido un gran pudor: quisiera no haber publicado nunca nada. Pero me aguanto este pudor, pensando que con la primavera vendrá el impudor. Todo viene por cosechas, el bien y el mal, la virtud y el vicio. Por lo menos, a mí me sucede que tengo cosechas y admiro mucho al Duce (129), que no cambia, que cree siempre en sí mismo.

Diciembre 7. No llegó el libro hoy tampoco. Tengo que tener paciencia.

Noticia: se acuerda que le contaba de Rafael Requena, el secretario de Gómez, era un ladrón. Que Gómez es más santo que diablo… Pues ahora me escriben que Requena fue cogido en sus robos y que unos dicen que huyó a Venezuela y otros que está en la cárcel. ¡Ya ve! Gómez lo trataba como a un hijo. Eso son los enemigos de Gómez. En Suramérica los hombres grandes no han tenido con quien trabajar. Bolívar no los tuvo y usted no los tuvo. Por ejemplo, usted sacó a Colombia de las garras de esa tribu de Abadías, pero no tuvo con quien trabajar. Apenas usted se vino para Europa, el país volvió a manos de Esteban Jaramillo y de Alfonso López. Esos suramericanos son cabos, son púberes barbudos.

Gómez, en medio de su ignorancia, es genial y es quien adora a su patria con el amor hondo y callado del indio. Pero en Venezuela no hay con quien trabajar. Allá no hay sino Gómez y Vicente Lecuna (130), a quien Gómez acaba de llamar de nuevo al Banco de Venezuela.

Qué lástima que usted no conozca a Lecuna. Usted lo amaría. En fin ahí va ni paradoja: Suramérica se salvará porque da hombres como Camilo Torres, Bolívar y usted y Juan Vicente Gómez. No sé por qué estoy convencido de que la historia de Gómez está por hacer.

Se le conoce por los ladrones que lo han traicionado. Pero vea usted su temple es su conducta durante el conflicto colombo-peruano. Si Olaya me hubiera enviado a Venezuela, en vez del tipo que tiene allá, yo habría trabajado por la Gran Colombia, unión económica y espiritual, que es la única salvación de nuestra tierra que ahora exige el mundo para los mil setenta millones de asiáticos y cuatrocientos millones de europeos.

No mas lata por hoy. Muchos abrazos.

Fernando González

PS: Álvaro salió primero este mes. Ramiro 2º. Subió de 5º. a 2º. Quiere que usted le escriba felicitándolo.

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Marsella, enero 22 de 1934

Señor doctor don
Carlos E. Restrepo:

La amistas suya es lo único a que no renuncio y ya van dos cartas en que no me manda ni saludes. Tiene razón pero ya basta. Esta bobada del consulado tenía que acabar así, pues mi madre me parió cabezón; pudo parirme hasta buen mozo y amigo de la virtud, y airado, pero para cónsul no me parió nada, ni jota. No ha habido un Ochoa que sirva para eso. El maestro Bolívar, que era Ochoa, lo hizo mal en Londres, cuando lo mandó la Junta de Caracas. Así, pues, esta aventura estuvo divertida, menos en lo del maldito teléfono, pero fue que acababa de comer con López y la señora y me sentía borracho de carajadas.

Me he encerrado en un mutismo absoluto. No respondo a cables ni a nada. Es lo único que puede hacer un hombre airado y virtuoso.

A nadie le guardo rencor, ni siquiera a Carreño, ni siquiera al sordo Urdaneta, a nadie sino a mí mismo.

Me siento muy bien de particular. No volveré a ser cónsul ni en esta ni en la próxima encarnación.

De todos los empleos me quitan, lo cual comprueba que no sirvo. Me gusta la agricultura, que fue la profesión de mis ascendientes, menos un Ochoa que fue alcalde de Medellín.

Con la ida de Requena se me ha venido encima el cariño de Mi Compadre. Me dice Vallenilla Lanz que el viejo me llamará a su lado apenas sepa mis historias. él me puso cable en el que me manda abrazos por la obra.

La cosa está madura para convertirme en propietario en los Llanos, pero no quiero moverme, que si vienen LAS BUENAS que vengan solas.

Por ahora hemos pensado en irse Margarita con los niños y yo quedarme cinco meses para publicar el libro de MI COMPADRE e irme con él.

Casi con seguridad sé quién fue el que movió la pelotera, pero no lo diré hasta que tenga la prueba, aunque tampoco tiene interés saberlo, pues únicamente la virtud es interesante.

Así, pues, le enciendo una vela a Santa Rosa para que me sean perdonados todos mis consulados y para que dentro de dos años yo sea propietario de la finca que fue del difunto Páez, en los Llanos, y que allá, bajo un samán, podamos conversar usted y yo acerca de las ventajas de la virtud.

Para lo único que les puse cable a Bogotá fue para reclamarles de los viáticos, pues allí me tocaban en parte interesante. Les dije: «Minimun mil ochocientos: siete personas que pagan pasaje y que son de primera. Reconsideren asunto prescindiendo libro».

Le agradecí mucho el cable que usted puso.

Nada ha sucedido pues mi alma está virgen de todo rastro.

Mil abrazos para usted y doña Isabel y los hijos.

Fernando

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Marsella, febrero 22 de 1934

Querido doctor Restrepo: no le he escrito porque hace un mes que estoy preso escribiendo Mi Compadre, pues si no es por aquí, no se consigue la plata. No salgo a ninguna parte y trabajo como un benedictino. Mil gracias, recibí el telegrama; siempre son $400 de más. No ha venido el reemplazo. Apenas llegue saldré para Barcelona y de allí a Venezuela. A Colombia no. Por allá no humea.

Margarita muy enferma de un dedo. Pero ya va un poco bien. Vean si pueden leer lo que escribió por detrás.

Aquí nada: robos y Acción Francesa; ganas de Rey y todo podrido.

Ganó López. Eso va a ser bogotano. Con Vargas Nariño, Marulanda es de Madrid y otros así. ¡Pueda ser que no y que reparta plata a los amigos y me toque a mí! La plata es como el aire y la deseo como el que se ahoga al aire.

Reciba mi abrazo para todos.

Fernando

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Marzo 14 de 1934

Querido doctor Restrepo: ayer acabé mi libro sobre Mi compadre y Venezuela, que hace tres años preparo. Me encerré tres meses y ya ve cómo la única alegría es el trabajo: estoy sano y contento. Dentro de un mes lo verá. Allí digo todo lo que mi conciencia me dictó, sin reservas, sobre la Gran Colombia. Ahora me voy a dedicar a decir todo, a botar lastre, porque ya tengo 39 años y es preciso irse sin tener nada en el buche.

De El Hermafrodita se vendieron en España en los dos primeros meses mil ejemplares y me tocaron apenas setecientos francos.

En Colombia ha producido un poquito más de lo que gasté, pues Olaya se habló con los libreros y no quisieron venderlo, pues tienen negocios con el Gobierno para la venta de catecismos e historias patrias. Dando y dando en mi nuevo libro digo quiénes son esos bogotanos: los biografío.

Se están tirando en Colombia… ya se la tiraron… ya la tienen con diez buques comprados por aquí y manejados por gente de por aquí; ya publican la Revista del Banco de la República en inglés. ¡No tienen tabaco en la vejiga!

También se me ha dedicado el periódico de Santos. Yo voy a disparar de aquí, solo soy guerrillero. Vamos a ver si logro un uper-cut… Quedé muy satisfecho del libro. La [Editorial] Juventud me ruega que le venda la edición para España, pero no quiero. Les escribí que si me daban el 25% para América no la venderé. Gómez me telegrafió afanado por el libro. Creo que si no se me muere en estos dos meses, pos allá va a humear.

De aquí a mañana debe venir el nuevo cónsul. Se han demorado mucho en quitarme.

Hace hoy un día bellísimo. ¡La primavera!

Reciba un abrazo para usted y para todos.

Fernando

PS: le mando esas dos cartas de Carrasquilla y de Baldomero Sanín (131) como para que las lea y me haga el favor de devolvérmelas por carta recomendada.

Abrazos.

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Marsella, marzo 24 de 1934

Querido doctor: no hay sino el negocio de cada uno, o sea, luchar cada uno con sus pasiones que lo llevan y lo traen como un cagajón en el río Cauca. Así es que en el trabajo y la meditación he logrado olvidar las heridas; ya casi olvido a esos que me acusaron y que fueron los Santos; olvido que me hicieron ser grosero con usted, a quien adopté por padre, etc. De vez en vez por allá a orillas del Huveaune, mientras miro como retoñan los árboles, me retoña también el resentimiento, pero cada vez menos, cada vez menos. He concluido que Antioquia es lo que vale en Colombia; allá somos enemigos francos, o sea, ni enemigos somos. De allá es aquel noble OU LE RE, tan bueno como la arepa, tan gozón. Y de Bogotá, de Boyacá y Santander son los dulces traidores que amargaron la vida de Bolívar. Es muy general esto, pero es el ambiente y todo ambiente es general.

Como no hago sino pasearme y trabajar por adquirir la insensibilidad, por eso escribo esto: cada uno habla las cosas que se le derraman del corazón.

Ayer mandé el pasaporte de Margarita y los niños para ver si lo visan y pueden ir. Creo que sí, porque estoy seguro que el hombre, si vio el libro no les disgustó. ¿Qué más que eso de que tiene relaciones con Dios y que es de gran capacidad para todo y que ningún país de Europa tiene hoy quien se le enfrente? Creo que él suscribiría todas mis apreciaciones.

La acusación fue de otra parte; fue oculta, artera, cablegráfica, bajo secreto de confesión. La prueba es que aquí estoy. Si fuera de él, ya volaba, pues es rápido y manda.

Alfonso López parece que no me quiere mal, pero a mí no me gusta porque él tiene por usted sentimientos bajos; en sus manifiestos todo va contra los republicanos. Es aliado de Laureano Gómez y de los conservadores. A veces quiere elevarse a ideas de Gran Colombia, pero es como los pájaros, que cuando suben les da vértigo. Sólo el rey de los Gallinazos puede subir sobre el nevado del Ruiz. En general, todo hombre que odie personas, no vale nada; el odio lo manea. El General Gómez me decía en su idioma de montañés: «Yo no aborrezco a nadie sino a la vagamundería».

Cuando Alfonso López llega a Bogotá, hay la reunión de los maricas; lo más probable es que sea el reino de los invertidos de Bogotá. Otra cosa, y es que le gusta mucho conversar con los grupos y ocuparse del café, de tagua, de contratos… no tiene visión general. Yo creo que un presidente debe dar un ideal, señalar un camino a la niñez. Un guía.

Aquí en Francia ya están para dictador; ya hieden; llaman al rey como a la gatica Salomé al gato de Madame Rousseau… Pues ha de saber que la gatica entró en celo con la primavera, un celo que daba gusto, y llamaba al gato negro de la vecina con un temor y un ansia que eran la prueba de que la juventud, la primavera, son bellas aunque no se bañen.

También pusieron los canarios el 21 de marzo. Pedían el nido casi con palabras. Pusieron cuatro huevos, como almendras confitadas.

En este momento acaban de llamarme de París, Augusto Bréal a proponerme compra de los derechos del libro para traducirlo al francés. Bréal es un gran literato. Es la casa editora de La Nouvelle Revue Francaise. ¡Estoy feliz! Parece que comienza el triunfo. Quiera Dios que López sea bueno y que nuestras inducciones sean falsas.

Va una carta de Gahisto. Hágame el favor de devolvérmela. La de Carrasquilla (132) vino así, sin una hoja, la dejó allá el viejo Carrasquilla; ¡como está de ciego!…

Muchos abrazos. Con la noticia de París estoy más, casi curado de todos mis resentimientos.

Fernando

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Marzo 31 de 1934

Muy querido doctor Restrepo: por aquí no hay sino primavera; hasta el corazón retoña. Por allá debe estar eso que hasta fatigará, ya lo imagino. Una cosa muy curiosa que pasa es que tengo olas de nostalgia por Génova, por Florencia y Venecia y Nápoles, y sobre todo por ROMA, y nada, nada por Colombia. Esa patria no es muy amable; no es buena perceptiva esa de ir a leer El Diario, El Tiempo y El Colombiano. Encantador contemplar los paisajes, los cerros y las ceibas, pero por allá es más difícil ser bueno. Sobre todo tener buenos sentimientos.

Ahora estoy recibiendo periódicos de allá y he observado que me dañan los buenos sentimientos. Por allá es muy difícil la virtud. He observado que los jesuitas de por aquí tienen los ojos más cándidos que los de Miraflores. Ayer vi unos por la calle Paraíso y me parecieron con unos ojos más frescos y aterciopelados. Indudablemente que la virtud y el esfuerzo son más difíciles en Suramérica. ¿Por qué será?

Compraron unos buques para Colombia en Portugal y el cambio subió al 160; dizque los manejan unos ingleses; son para matar a los peruanos; Alejandro López fue con la señora y con los hijos de Olaya a recibir esas armas tan peligrosas, con las cuales no va a quedar ni un indio; hay muy pocos ya en el Putumayo y ahora los van a acabar los ingleses de la flota y los alemanes aviadores, por parte de Colombia, y los japoneses por parte del Perú. Porque éste es en Japón donde compra revólveres. Vamos a pelear por interpuestas personas. ¡Que gloria tan grande vencer al Perú o vencer a Colombia! Ayer fui a confesarme en la iglesita de calle Paraíso y mi gran pecado fue que me alegré el día en que cablegrafiaron que Velásquez Cobo había tomado a Tarapacá. No pasa un día sin que nos ejecutemos un acto digno de ir al confesionario. Siete veces siete cae hasta el más santo.

O si no, vea que este adjetivo sustantivado se me ha hecho repugnante: estoy haciendo ejercicios para ver que me quite el aborrecimiento que tengo por los Santos, y se me quita a ratos y vuelve: es como si don Eliseo Arango (133) viniera a soplarme insultos al oído. Qué duro es el parentesco con don Eliseo Arango; por ello vivió atormentado, como serpiente en celo, aquel pobre jesuita Fernando Arango, el que apostaba con el bobo de Nieto Caballero a que Murillo Toro (134) había sido ladrón o no se qué.

Lo que me salva son los hijos que me están resultando muy buenos; no se sabe cuál es mejor de la Poilar o los cuatro hombrecitos.

Lo que me ha entristecido es que Álvaro, con esta primavera se convirtió en hombre: lee y lee cuentos, comiendo y acostado.

Heredó la locura de leer.

Visaron el pasaporte de Margarita muy amablemente, y el cónsul me escribió y me llama Cher collegue (135). Ella dizque irá el diez o el quince. ¡Qué bueno ver a Pilar!

¡Qué figura tan interesante ese don Bosco! (136) Era un hombre magnético. Bueno para usted que asistió a su canonización. ¡E VIVA IL PAPA! ¡Cómo estaría de bello en su silla gestatoria, ahora en la primavera!

Aquí hay un escritor igual a don Eliseo Arango: es León Daudet (137).

¿Recibe usted L’Action Francaise? ¿Se la envío? Es muy curiosa y está triunfando, está imponiendo la moda de la epilepsia. Todos son modas, todo son estaciones. Ya la gatica Salomé está en cinta, muy juiciosa, muy púdica. Tuvo siete días de un impudor soberbio. Flores, vestidos de seda y escotados, ojos aterciopelados no son sino impudor primaveral. En agosto todos estaremos encinta, serios, púdicos, confesándonos.

Cómo no hay hechos que contarle, le cuento de la primavera.

Reciba abrazos de

Fernando González

* * *

Marsella, abril 3 de 1934

Querido doctor Restrepo: recibí su carta en que me cuenta del jubileo. Yo también estoy bregando por dedicarme; pero me llama Jerusalén; me parece que allá podré encontrar a Jesucristo. Siempre lo buscamos por alguna parte y dicen que está a la puerta de la casa. Estos días de pascua he ido a oír la misa a la iglesia de los armanios: para consagrar cubren el altar con una cortina que gira en un semicírculo metálico; allá queda escondido el sacerdote y los acólitos afuera cantando. Los vestidos son más vistosos; así debían ser los de Ciro y Darío. Luego, la comunión es así: se viene el sacerdote con el copón y se sienta en la baranda del presbiterio, en cojines, y con las uñas arranca pedacitos de un mendrugo y les mete los dedos índice y pulgar en las bocas y casi les restrega. Los ayudantes regañan a la gente que se apresura. Es más solemne y ordenado en el catolicismo romano. Uno de los sacerdotes le va echando mendrugos en el copón a medida que se acaba. SENTí QUE ERA CATóLICO HASTA EL TUéTANO. Recordé al Papa cuando entra tan solemne en su silla portátil, bendiciendo. Y sobre todo viene de Pedro y de Pablo.

Pedro tan cabeciduro y tan simpático tan parecido a don Joaquín Correa. ¿No conoció usted a don Joaquín Correa, de Envigado, dueño del Guáimaro y casado con una señora Mirtala? Tenía nariz deformada y unas barbas y bigotes blancos, ahumados. Yo le conocí en la niñez.

Y, ¿qué dice usted de San Pablo? ¿Quién ha hacho tal propaganda? ¿Cómo decir que lo igualan los propagandistas modernos? Era de impetuosidad juvenil, andarín y sobrio, de un orgullo muy hermoso, pues trabaja para pagar sus gastos. ¡Que cartas tan bellas! Lo más bello de Cristo fue haber escogido a San Pablo para propagar por el universo. Nadie ha vivido una vida más noble que San Pablo, más varonil. Cristo derramó sobre él, en aquel cruce de los caminos, toda la gracia, tanta que casi lo mata, casi lo enceguese, casi lo deja mudo. Y era tan juvenil, tan hombre, que sus instintos se levantaban contra el sacrificio que hizo de su vida toda: «Siento que el demonio me abofetea».

Al que no he podido entender es a San Juan. Sobre todo me lo oscureció mucho Ignacio Duque, aquel magistrado amigo suyo: en las mesas de café que pusieron en el atrio de la catedral de Medellín poco antes de venirnos a Europa, me hablaba de San Juan y me lo enredó.

Por aquí sigue la primavera y la Acción Francesa. Piden un rey a gritos, como la canaria que tenemos pide un monsieur, según expresión de Madame Blanche, la cocinera. Piden un rey porque Stavisky (138) se robó unos sueldos. Aquí los mueve el dinero.

Leyendo la vida de los luises, desde Luis XIII hasta el guillotinado (139), se ve muy claro que la guillotina fue por los gastos y robos que hubo durante el rey sol y cuando Luis XV, sobre todo. El escándalo del collar de la reina fue, mutatis mutandi, L’Affaire Stavisky (140).

Mejor era quedarnos por aquí. Aquí podríamos ser buenos.

Piense que el presidente del concejo de Medellín es Aquileo Calle.

Ya los presidentes son mis amigos, y como yo los conozco, yo los crié, estoy seguro que por Las Palmas no podremos ser buenos. ¡Ya ve Bolívar! Ya volvió a París y esta muy contento en su estatua. Tanta gana tenía de venir. «Vámonos doctor Reverand, que por aquí hay mucha canalla». En Colombia no se puede vivir ni después de muerto.

Pero ya, ya se acerca el viaje. Pronto veremos ese desastre del desembarque en Cartagena. Los reporteros que llegan y que dicen: «¿Qué opina doctor Restrepo, del artículo de XX sobre la crisis y sobre la reacción de los santanderes? ¿Qué opina de la crisis ministerial?» Y cuando vaya usted a pasear por las calles, bajo esas hermosas ceibas, se le acerca Jaramillo a contarle de un plan que tiene para resolver los problemas. ¿Y al año? Al año está uno olvidado de todo lo bello que vio y aclimatado en aquel ambiente. Definitivamente doctor, por allá no humea, no aparece la especie humana. «Son unos monos» decía Roosevelt.

Abrazos,

Fernando

* * *

Marsella, abril 6 de 1934

Querido doctor Restrepo: anteayer recibí carta de Efraim del valle Recuero, el nuevo cónsul; me dice que llega en el Virgilio, el 18, y me pide entre líneas que lo encuentre y que le ceda la quinta etc. Muy decente el hombre. Resolvimos recibirlo muy bien y ayudarle e instalarse. Se me acabó el dolor de la herida.

Voy a tratarlo como a un hijo. Margarita se irá de mañana en ocho días y yo lo recibiré; le tendré cobijas, comida, sirvienta, casa, cama, etc.

Y como usted es mi profesor ha de saber que ya me vengué y que ya me pesó. Pero ya está hecho. En ese libro Mi compadre, que saldrá el quince, me vengué suavemente… pero si me hubiera esperado dos días no lo habría hecho. Dijo alguien que no recuerdo que si el suicida hubiera esperado dos días no estaría muerto. Indudablemente que la civilización consiste en deliberar en ese espacio tan precioso que hay entre el acto y la reacción.

Es una propiedad del espíritu. En fin, el 24 de abril cumplo 39 —noticia que es para doña Isabel, para lo de la cuelga —y hasta ese día he resuelto que durará mi juventud, la primavera con sus reacciones fuertes, no deliberadas. De tal día en adelante, voy a entregarme de lleno a la virtud. Si mi ilustre Compadre me envía un cheque lo invito para que nos vamos para Jerusalén en busca de las huellas de Jesucristo. Entraremos a Atenas y a sus alrededores para oler y empaparnos en el ambiente socrático. Entraremos a Egipto, en donde nació, creció, y estudió Moisés; allá aprendió a ver a Dios detrás de los rastrojos, a sacar agua de las rocas y a dormir las culebras. ¡Que tartamudo tan interesante! No hay Hitler ni nadie que lo iguale para conducir a un pueblo a través de un desierto.

Esta invitación es muy seria, condicionada apenas por el envío de un cheque, cosa que debe ser, pues digo que mi Compadre es otro Moisés. Dentro de cuarenta días sabré si la condición se cumple; así es que contésteme si acepta o no. Pero haga todo lo posible para que sea sí, pues acuérdese que todo nació por allá por los rincones orientales del Mediterráneo. A Chipre iremos y nacerá la diosa del amor antes que volvamos a Medellín a leer El Colombiano con las noticias de las elecciones para el concejo.

¡No hay nada como la virtud! ¡Ni las muchachas! Estas son apenas una sombra en comparación de la virtud. La gatica Salomé está seria y asustada; la cogió la primavera y la arrastró. No hubo deliberación. Ahora está seria y asustada; no puede darse cuenta de lo que hizo. Los canarios resultaron dos hembras y pusieron… ocho huevos. También se los tiró la primavera.

Sólo nosotros, los virtuosos, permanecemos eternos, deliberando.

¿Lo cansan estas latas? Qué diablos, hay que charlar para olvidar todo. Ya lo veo allá, sentado en su amplio sillón, la tacita de café a un lado, leyendo, mientras las golondrinas ponen huevos y dejan caer pichones a la terraza. Usted es muy feliz allá; todos somos muy felices, pero no nos damos cuenta hasta que pasan los años.

No hay ninguna noticia. Todos muy bien. Reciba abrazos para todos.

Fernando González

* * *

Marsella, abril 13 de 1934

Querido doctor Restrepo:

Recibí ahora su carta del 11 y precisamente me cayó como una pedrada en ojo de boticario, pues ayer vi las golondrinas pechiblancas que revoloteaban en la buvette (141) del parte Borely y ayer estuve durante doce horas pensando en las bellezas del silencio virtuoso.

Porque ayer debía dar, y di, una conferencia a los intelectuales de Marsella acerca de la Gran Colombia, de la América intertropical.

No es vanidad si le digo que quedé muy contento; mi sistema nervioso vibraba y hable durante una hora y, como los caballos jóvenes, quedé derramándome. ¡Tenía una tupia de tres años!

Quedé feliz porque la gente me dijo que eso era nuevo, que esa era el futuro. Esa América de Bolívar. Había hombres de valor allá y no quedé mal. Estoy muy contento. A usted se lo digo, porque es como decírmelo a mí mismo, ya que el amigo nos es sino parte del alma invisible.

¿Para dónde me iré y qué haré? En manos de quien me hizo coloco este problema. Yo oiré su voz y le obedeceré. Según Salomón, quien tuvo relaciones muy íntimas, aunque interrumpidas a ratos, con el Señor, éste no abandona ni siquiera a las batatillas. Cuando uno se venga o comete delitos, lo abandona, para hacerlo volver; pero él siempre está listo. Yo puedo decir, como aquel prestamista de Medellín, de quien usted me contaba, que siempre me ha satisfecho.

Mañana saldrán Margot y los pichones y ellos le llevaran mi gran dolor por no ir a verlo a usted y también a doña Isabel y a los hermanos.

No olvido, ni un segundo podré olvidar a Roma, sus ruinas, sus mujeres, su Grecia, sus amapolas y ese automóvil de Rómulo. Pero, ¿a que no se imagina una cosa? Que para mí Roma es incompleta sin Robledo. Me ha dado por quererlo. Si en la próxima encarnación va y sucede que yo sea el presidente de Colombia, voy a mandar a Robledo para Roma, porque ésta sin él es como Roma sin la Venus de Cirene. ¿que es nuestro [ilegible] sin Alfonso Robledo? ¿que queda del café de las rosas? El gran error de Olaya fue quitar a Robledo, cuando ya tenía vestido adornado con hojas bordadas.

Reciba mi amor

Fernando González

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Marsella, abril 14 de 1934

Querido doctor Restrepo: dejaron el viaje para mañana domingo, a las siete y cinco. Llegarán a Roma el lunes a la misma hora. O sea 24 de viaje.

Hoy no le escribo sino para pedirle un favor muy urgente y es que usted, el padre Juan, tío y el sobrino, me hagan el favor de darme la bibliografía de los libros acerca de los jesuitas en el Paraguay y en los llanos de Colombia. Sobre todo en Paraguay.

En favor y en contra. Y de paso, si los padres tienen alguna obra completa acerca de los jesuitas en Paraguay, les agradecería mucho el envío y yo lo pagaría.

Se trata de un señor de aquí, muy interesante, que se quiere documentar. Al lado del nombre de la obra, si es posible, poner la casa editora, año y los datos bibliográficos posibles. Si se consigue allá algún libro de estos sería muy bueno, aunque fuera en latín, pues el tipo ese lo conoce.

Lo molesto, por que allá entre ustedes tres y con los muchos de jesuitas que hay en Roma, la cosa se puede hacer. Pero yo no estaré aquí sino unos días, y quiero ayudarle al señor este, pues se ha manejado muy bien y quiero lucirme.

Perdone el pereque. Yo sé que los jesuitas dominaron el Paraguay y fundaron allá algo parecido a los soviets; que de ellos viene el doctor Francia (142) y la originalidad de ese pueblo guerrero; que en los llanos de San Martín tenían grandes haciendas que fueron destruidas al expulsarlos y cuando la guerra de independencia.

¿Qué dice de esto el padre Juan y qué dice usted? Claro que el padre Juan es parte y usted sabrá como le saca los datos sin parti pris (143). O sea la alabanza y la crítica. El marqués este que se va a documentar es católico y fue que se entusiasmó con lo poco que dije en mi conferencia acerca del influjo de los jesuitas en Colombia.

Si yo tuviera estos datos en seis días, me lucía, pues es mi intención adornarme con tal bibliografía e ideas, como si yo la hubiera preparado. ¡No dejamos de ser niños!

Mil y mil abrazos

Fernando

* * *

Marsella, abril 27 de 1934

Señor
Don Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: le contaré que ya casi no somos compatriotas.

Ayer escribí solicitando la nacionalidad venezolana para mí.

Tengo una profunda tristeza y resolví cambiar ese accidente de la nacionalidad.

Ya tampoco me interesan los jesuitas. No existían sino en mi imaginación. Al marqués ese le dije que los jesuitas eran interesantes por la imaginación pervertida de sus discípulos.

También he roto con casi todos mis parientes colombianos, excepto mis padres. No eran interesantes.

Es cierto que el hombre hace mucho para su bolsillo cuando es sociable, pero sociable se nace, así como ojiazul. A este asunto de mi nacionalidad nueva le pondré todas la leyes de la sociabilidad, para ver si logro vivir en Caracas el resto de mis días. Si el General Gómez no se mueve en estos meses, es fijo que consigo condecoraciones, plata y nacionalidad, para efectos del pasaporte, pues desde hace ocho días tengo mucha vergüenza del pasaporte colombiano. ¿Cómo puede uno ser compatriota de Olaya y de los Santos? Claro que me nacionalizaré solo, pues Margarita y los hijos pueden hacer lo que les dicte la conciencia.

Lo que soy yo, no quiero ser colombiano ni un segundo, pues me parece que tengo un vestido cagado.

Esta carta es una despedida, el estrechar de manos de quien se va a tomar otra calle… y lo único que siento es tomar otra nacionalidad es el no ser ya compatriota de usted. Siento que esto nos va a alejar para siempre. Tenemos distintas ideas y sentimientos: para mi la patria es una imaginación, como los jesuitas, y para usted es como una madre.

Un abrazo de adiós pues,

Fernando González

* * *

Marsella, mayo 4 de 1934

Doctor don
Carlos E. Restrepo
Roma

Querido doctor: muchas gracias a usted y al padre Juan 11 por los datos bibliográficos acerca de los jesuitas.

Yo he estado alocado desde hace días, pero ya me siento un poco mejor. Es que he tenido tantos disgustos que hasta cansado me siento de la tierra, la cual, sin embargo, es agradable para el que sabe aguantar los golpes causados por la gravedad. Por eso, por la locura causada por los disgustos, fue mi boleta del día, pura imaginación. También es que Margarita está triste y me escribe a veces unas cartas que me enloquecen: no la puedo ver sufrir.

No le he mandado el libro porque dije a la editorial que no me enviara sino dos ejemplares, creyendo que el 1º. de mayo estaría en Barcelona. Mientras se lo despacho, el lunes próximo que Margarita se lo preste, aunque también temo que usted lo lea porque tiene cosas contra amigos suyos, que podrían disgustarle.

Es libro de combate y lo malo que tiene es eso. Eso no importa al lector.

Salgo mañana en un cargo español y hoy le escribo a Margarita que se venga pronto para Barcelona, pero que sea en vapor, pues me dicen que es desastroso el cambio de trenes en la frontera española: hay que esperar mucho, etc. De Génova salen muchos vapores españoles. Yo le doy la dirección de la compañía española y le digo que si alguien la acompañare hasta Génova, sería muy fácil. También le insinúo que yo podría comprar el pasaje en Barcelona y mandárselo y que en tal caso nos entenderemos por cartas y telegramas. Lo malo es que ella tiene mucho afán.

Yo estoy esperando a ver su de Venezuela me nombran algo en Europa. Pues le envié el libro a Gómez y le pido eso, al mismo tiempo que la nacionalidad venezolana ad honorem, o sea, sin perder la colombiana. Mi deseo sería poder trabajar con los venezolanos, cuyo carácter es más propio para el mío. Si no me resultare esto, iremos a probar fortuna a Caracas. Lo que es a Colombia no puedo ir sino en caso de completa derrota, en busca de la casa paterna, pues al fin y al cabo allí nací como cualquier otro y tengo tanto derecho como cualquier otro.

Puede ser imaginación, y así lo creo a ratos, pero mi repugnancia por los colombianos actuales es invencible; únicamente usted y mis padres están lejos de tan inhibición, pues son amores que están por encima de nacionalidades.

La ofensa que me hizo Olayita es de aquellas que a cada rato duele más y más. El y esos Santos no tienen perdón de Dios. En todo caso, mi boleta anterior fue un desahogo con el amigo en quien adoro y se explica con unos versos que hice a mi madre y que decían poco más o menos:

Se fue mi madre para la fría y fea Manizales

¿A quién pediré ya comida en platos limpios?

¿Ante quién gritaré? ¿A quién diré que odio?

La madre no reacciona… etc. etc.

Para todos mis recuerdos y mis agradecimientos por el recibimiento que han hecho a Margarita e Hijos.

Fernando

* * *

Barcelona, mayo 26 de 1934

Querido doctor Restrepo: por fin, hoy, decidí que no quedamos por aquí en un pueblecito costeño —Cadaqués, en el cabo de Creus, en la Costa Brava, cerca de la frontera con Francia— para esperar que pasen los meses de junio y julio e irnos con ustedes para la dulce Colombia, con quien anoche en sueños me reconcilié… ¡Qué deliciosas las riñas con la patria, con la mujer o con la amante! Se puede insultar a la patria y calificar groseramente sus pasaportes, únicamente por el placer de la reconciliación. Anoche le hice tres cantos en prosa regular a mi abuela Titila, a Envigado y a la tierra toda que se extiende desde los Quitos hasta la Mulera, en donde nació, creció y aprendió a firmar mi compadre Gómez.

Pues sí; nada iguala, nada puede igualar, a la tierra andina, sobre todo a ese feliz lote en donde se mecieron nuestras cunas al canto del coco. Barcelona no tiene nada comparable a la esquina de los Moras.

A usted me confieso: fue un gran amor diluso —como dicen los poetas en Roma —lo que me incitó a decir adjetivos contra esa bendita tierra de Las Palmas. Somos andaluces; no sabemos amar sino insultando… y por eso, para ofender a mis compatriotas, para describir a Colombia, guarida de las ideas y de los ideales todos, refugio agreste de la filosofía, paraíso de los aficionados a la belleza, fue que acumulé adjetivos a favor de la dictadura y de la ignorancia pétrea. ¿Qué puede cantar un joven libre, a quien lo deja la juventud y la libertad de la juventud, sino a la tiranía?

Ya no quiero sino Colombia. Ya me hígado se alivió y siento dulzura en mi alma. Así, pues, no deje de decirme en cuál vapor salen ustedes y de qué puerto y cuándo, para irme con usted.

No tenemos diferentes ideas ni sentimientos; lo que sucede es que yo soy infiel de nacimiento y que para sentir el amor tengo que odiar a ratos a la amada Patria. Pero ahora, en este comienzo de verano, tengo ansia de volara para Envigado; me parece que dos meses son como dos años.

De hoy a pasado mañana saldré para Marsella a encontrar a Margarita y los hijos para venirnos a buscar el rincón en donde esperemos y arreglemos el viaje.

El libro les aterró en Venezuela. No lo dejan vender, según parece. A Vallenilla le gustó. ¿Qué tal si hubiera contado todo lo que se me quedó en la barriga, eso de cómo me dieron diez mil bolívares, etc, etc.? Pero será en un segundo tomo, cuando esté preparado para una buena confesión. Este de ahora no es sino una confesión de sofista: no toda la verdad, contiene sólo la verdad, pero no toda; la verdad incompleta es mentira.

Margarita me escribe que allá ha sido muy feliz y que ustedes los han tratado más que como a hijos. Dios les ha de dar a ustedes una gloria muy grande por la gran constancia que tienen en la virtud, cosa de que yo carezco de nacimiento.

Reciba para usted, doña Isabel y los hijos todo el amor de

Fernando

* * *

Cordillera, junio 27 de 1934

Querido doctor Restrepo: salimos a las 12 y media de Boulogne- sur-Mer (144) y ahora, a las seis, de Dover (145).

El 29, en Santander, de donde saldrá esta carta. Vamos muy bien, nos tocó partir antes que ustedes.

Vamos con deseos de ver la familia y la tierra.

Europa fatiga mucho el sistema nervioso. A pesar de que podría quedarme algunos días más resolví partir. ¿Para qué más trabajos?

Allá saldremos muy pronto a encontrarlos.

Véngase en Vapor Alemán. Son 100 veces mejores que los otros. La 3ª. —clase turista- en que vamos, es mejor que la 1ª. del Orogio.

Los niños bien. Margarita idem.

Reciba para usted y doña Isabel mi cariño profundo y muchos recuerdos a los cuñados.

Hasta luego, pues

Fernando González

* * *

DE: CARLOS E. RESTREPO

A: FERNANDO GONZáLEZ

Bogotá 13

Doctor
Fernando González

Sigo bien. Muy bueno que venga. ¡Cuidado con los lanudos!

Recuerdos de todos.

Carlos E. Restrepo

* * *

Medellín, enero 31 de 1922

Señor doctor
Fernando González
Manizales

Muy agradecido amigo: está usted en extremo galante para conmigo en su carta del 24 de este mes; conceptos privados como ese y algunos otros que me llegan, compensan los público que casi unánimemente condenan mi conducta de «respetuosa neutralidad», y la sentencia condenatoria la dictan en los términos más enérgicos mis amigos de ayer, los mismos que dicen no esperar sino el 13 de febrero para volver a ser mis amigos de mañana. No sé si usted entiende estas cosas, es decir, el fondo y la lógica de estas cosas; yo le declaro que no las entiendo.

Lo cierto es que estoy muy tranquilo, con esa profunda tranquilidad que da ser leal para con la propia conciencia y que hace que uno vea alejarse la «Gloria y el prestigio» de que me habló el amigo Tulio Arbeláez (146), con la misma indiferencia con que ve apartarse la sombra que proyecta nuestro propio cuerpo.

La verdad es que experimento una enorme y deliciosa distensión de espíritu y que me siento como todo un «raro» al ver tanta rabia en los demás y tan poca en mí. Tres, cinco, diez escenas presencio cada día en que admiro los gestos, las actitudes, los destemples de mis prójimos, así como se admira, con dolor sonriente, un manicomio.

Acepte mis agradecimientos y mis votos sinceros por su aventura.

Amigo afectísimo

Carlos E. Restrepo

* * *

Medellín, mayo 30 de 1922

Queridos Fernando y Margarita:

Ayer recibimos las cartas de ustedes por las que hemos tenido gran gusto de saber que se han instalado admirablemente, que los han recibido y están lo mismo. A Dios gracias y a esos buenos amigos de Manizales.

Celebramos infinitamente que el gran cariño que me tienen esas gentes, y que jamás pagaré de modo completo, refluya en ustedes: ojalá se los den todo, aunque me quede sin nada.

Aquí hemos seguido bastante bien: Belica goza ahora de muy buena salud, está paseando y aun anoche se atrevió a ir conmigo a oír cantar coplas a la Paquita Escribano, «Tonadillera de promo cartel» como reza éste; gozó mucho y aun soportó en calma la «Tobillera», que es el himno a las mujeres que son bien, no precisamente de tobillo, sino de allí para arriba, hasta cierto punto, según lo advierte Marañas.

Por lo demás la vida ha seguido en casa «monótona y tranquila, pacífica y serena», cual la quería Gabriel y Galán: cada cual entregado a sus ocupaciones y gustos de siempre, presididos por «El Alma».

Tenemos que hacer una advertencia, especialmente para Margarita: como somos muchos contra uno, o una, no es preciso que nos escriba a todos; basta con una carta detallada para cualquiera, por su orden. Y esto porque al principio aguanta la letanía, pero a poco correr del tiempo ya no se escribirá para nadie, si la tarea le resulta muy cansona.

De modo expreso advierto que esta carta va en nombre de Belica y mío; ustedes saben que para ella escribir es empresa de romanos.

Todos los abrazamos con todo el corazón. Su padre,

Carlosé

* * *

Medellín, agosto 14 de 1922

Señores
Fernando González
y Margarita de ídem
Manizales

Muy queridos hijos: hace unos quince días recibí los dos buenos libros que me manda Fernando; la constitución de la Liga lo conocía y aún había escrito un artículo sobre el ídem (que palabreja tan socorrida) 21, que es un absurdo y una amenaza para las repúblicas de Suramérica; pero me gusta mucho conservar el texto en tan cómoda y elegante edición. Leeré Aticus tan pronto como acabe una tanda de libros que tengo sobre el escritorio. Mil gracias por todo.

En la casa todos vamos muy bien y viviendo la misma vida que ustedes, sin variar en horas y ni siquiera en minutos. Alrededor de la familia ha ocurrido la muerte de la prima Adelina Restrepo, con quien siempre fuimos muy bien en la casa solariega.

Nicanor (147) salió ayer de París y estará aquí dentro de un mes; así se calmarán los nervios de Margarita, que son pocos.

Ayer hubo una fiesta, que las hijas les «cronicarán»; ellas adornaron un carro o coche con unos paraguas, el mayor de ellos, mayúsculo; conmigo están bravas porque les dije que ese era el carro de las «Administración», de la administración Ospina.

Les envío un estrecho abrazo, con mis mejores votos por la ventura de ustedes y con una cordial bendición.

Su padre,

Carlosé

* * *

Medellín, septiembre 12 de 1922

Señores:
Doctor Fernando González,
y Margarita de González
Manizales

Muy queridos hijos:

Dios les pague el telegrama de felicitación de hoy por mis fifty fifty (148) y las hermosa cuelgas que me mandaron, con las cuales estoy muy orgulloso.

Aunque creo que el telegrama debió ser de pésame porque esto ya es mucha edad, a pesar de que, gracias a Dios, me siento con buenos bríos y excelente salud. Pero cuando uno llega a estas alturas, ya cualquier día «se muere de muerte natural», según valioso descubrimiento que la humanidad me debe.

En casa todos hemos seguido muy bien y doña Belica parece más fuerte y conforme que de costumbre. Nicanor vino bastante bien y aunque no deja de quejarse un poco, creo que el viaje le aprovechó bastante.

Pedimos a Dios que se conserve muy bien y en plena prosperidad.

Reciban los más cariñosos recuerdos de cada uno de los de la casa, y un abrazo muy estrecho de cariño y de gratitud de su padre,

Carlosé

* * *

Medellín, noviembre 7 de 1922

Manizales

Mi querido Fernando: la primera noticia que puedo darles, fuera de la buena salud de que gozamos, es que está conseguida la casa de campo para la temporada de diciembre: es la de don Alejandro Villa, cerca de La Margarita y que ustedes conocen bien. Naturalmente allí los esperamos y uno de los mayores halagos que tenemos es el contar con ustedes: mi mujer les tiene señalada la pieza que han de ocupar. Aquello va a ser de primera calidad.

Lo del busto me tiene hasta nervioso: fuera de un telegrama que puse a los iniciadores para que prescindieran de la idea, escribo hoy una carta al amigo Rivas, en que insisto quedarme con el pecado y sin género; esto es, que me honren con la idea pero que no me busteen en vida.

Rectifique: el Vargas Vila a quien escribí la carta que usted leyó es José Ignacio (149), que no es el bilioso; pero no José María (150), que sí lo es y el más nombrado. Este también, en uno de sus famosos panfletos, Némesis, me tributa un alto honor (por no decir merecido) y dice que los malos gobernantes de la Regeneración me excluye a mí por éstas y otras honoríficas razones.

Con todos los de la casa los abrazo y me repito su amigo y padre

Carlosé

* * *

Medellín, noviembre 28 de 1922

Manizales

Mi querido Fernando: tengo para contestar sus cartas de 14 y 21 de este mes; la respuesta a la primera fue demorada por la «Fiesta a la paz», en que no hubo correo: si uno resume las impresiones de esa fiesta, debe concluir que ella fue la apoteosis de nuestras guerras civiles y de los que las hicieron.

No le tengo mucho miedo al empréstito de los cien millones por la sola razón de que no habrá quien nos haga el mal de prestarlos.

Lo del busto me tiene muy apenado; no sé como impedir ese pensamiento mortificante y a la vez tan merecedor de mi gratitud.

El telégrafo no ha informado de los contratiempos que ha tenido el amigo Alfonso: traduce uno que se trata de una de esas pequeñeces que sólo pueden prosperar en las aldeas, si no de una venganza baja. Manifiéstele como lamento el caso.

El suyo con el Tribunal es parecido: pase que se salude a los obispos, que se les ofrezca la protección de que habla la ley; pero el poder Judicial no puede firmarles adhesión, como se hace con los jefes políticos. Con usted se ha seguido el procedimiento conservador, de tenderle la ruana a ver si la pisa. La ruana es el Corazón de Jesús, el clero o lo que se ofrezca.

Ya conocerá en incidente con Herrera; la defensa de Villegas Restrepo es concluyente y aplastante. Lo que el General no me perdona es que yo no me haya prestado a ser su instrumento ciego en el Gobierno; él cree que siempre está mandando reclutas.

En casa felices con la salida al campo: no hablan de otra cosa y de esperar a ustedes con los brazos abiertos: así los abrazo hoy.

Suyo,

C. E. Restrepo

* * *

Medellín, enero 30 de 1923

Señor doctor
Fernando González
Manizales

Mi querido Fernando: el correo de ayer nos trajo amable carta de usted, y vino con ella el eco de sus aflicciones por la separación de la mujer; aunque Margarita no se queja, porque es callada como una estatua, calculo que tampoco estará muy contenta; pero en el correr de los años aprende uno que estos dolores de ausencia son de los menos que la vida trae y que es preciso mirarlos como incidentes y no convertirlos en accidentes. Por fortuna ella ha estado bastante bien y siempre tiene el gran consuelo de la madre.

Ayer nos vinimos todos del campo y estamos en el natural desarreglo de la casa, y muy cansado el elemento femenino, que es el que paga el pato en estos casos; pero ya va quedando todo en orden, y como acostumbro a gozar con todo, gocé con la ida y ahora estoy contento con la venida.

En El Diario leí un artículo dedicado a mí, «La venganza del Bronce», por Hugo Corela. Hágame el favor de acercarse al amigo Rivas y decirle que sea órgano de mi gratitud y de admiración para con el autor de esa pieza, que me ha parecido verdaderamente admirable: a un estilo ágil y elegante, une aguda profundidad de pensamiento. Me sentiría verdaderamente orgulloso si fuera capaz de merecer los conceptos del artículo y si me pareciera al retrato que el autor traza de los héroes solitarios, a los que él levanta un gallardo busto intelectual. En todo caso, la sola dedicatoria es grande honor para mí.

Con los de casa los abraza cordialmente su padre,

Carlosé

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Medellín, febrero 13 de 1923

Señor doctor
Fernando González
Manizales

Muy querido Fernando: los dos últimos correos me han traído sendas y amables cartas de ustedes y el libro de Merekowzky (151), que es un gran libro: de lo mejor que he leído en su género. Las figuras de Leonardo, Mona Lisa y Alejandro VI, no se olvidan jamás.

Son muchos los escándalos que están dando las autoridades de esa tierra; como decía mi hermano Nicanor de los Agustinos de allá mismo: «están pasados de echar».

Euse Sanchez, que es mucha pluma y mucho corazón, me mandó el artículo sobre mi busto, que era de él; le escribo para darle mis agradecimientos.

El general Ospina le quedó bien definido: está resultando un buen detective.

Todos en casa hemos seguido muy bien, inclusive Margarita, sobre la cual hace el médico magníficos pronósticos, en los que debemos esperar con la ayuda de Dios. Como ella le escribe largamente no necesito darle detalles.

Inés llegó ayer de su paseo a Sopetrán, el que parece que le haya aprovechado.

En casa todos, desde mi mujer hasta Vicentico, lo recordamos y lo abrazamos, particularmente su muy adicto

Carlosé

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Medellín, febrero 20 de 1923

Manizales

Mi querido doctor Fernando: con su carta del 13 de los corrientes, he recibido las hojas de protesta de las autoridades administrativas de esa capital contra por el Tribunal Superior d ese Departamento, al ordenar el procedimiento de oficio en el affeire Rivas-Gutiérrez.

Tales protestas parten de un error jurídico de tamaño sobrenatural, y es que ellas prejuzgan los hechos para declarar que no dan campo a proceder de oficio y que son de la competencia exclusiva de la policía. Este es el método Reyes, quien declaró condenados a muerte a los Barrocolorado mucho antes de ser sentenciados.

Exprésele al amigo Rivas lo mucho que he sentido estos penoso incidentes, así por él como por el alarmante estado social que revela todo lo que está pasando en Manizales en los últimos tiempos.

Al mismo tiempo, dígale que la prensa es elemento educador de primera fuerza y que harían mucho bien los periodistas de esa ciudad si bajaran varios grados el tono de sus producciones; es que lo escrito en las columnas de los diarios pasa a la calle y plazas, y hasta a las piezas de las habitaciones privadas.

Colombia (152) salió ayer como diario; todavía hay mucho que corregir en su presentación, pero irá lejos si sabe aprovechar el entusiasmo inicial.

En casa hemos seguido sin novedad; Margarita suele tener sus dolores y fatigas, naturalmente inherente al estado en que se halla.

Todos lo saludan y yo lo abrazo cordialmente

Carlos E. Restrepo

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Medellín, febrero 27 de 1923

Señor doctor
Fernando González
Manizales

Mi querido Fernando: he tenido el gusto de recibir su amable carta de 20 de este mes y a ella paso a referirme.

Claro está que a Margarita tenemos que contemplarla lo más que nos sea posible para hacerle llevadera la penosa situación en que se halla; por fortuna, hay materia para animar porque la hija es fuerte de espíritu, aunque no sea más que por amor propio.

Recibí el soneto pero resultó muy edema, pero la composición tiene cola resonante, como lo quiere Valencia.

Lo que usted dice es muy verdad: ganadas las mujeres a una causa, esa causa está ganada y nada puede resistir a su graciosa terquedad. Hace mucho tiempo decía yo a unas damas de esta ciudad que Colombia se transformaría cuando ellas lo quisieran. Las señoras han sido en Colombia el mejor instrumento de intransigencia y superchería; ellas mismas pueden matar esos microbios y emancipar los tardos espíritus de los varones.

No le mando a Colombia porque me dice Margarita que usted tomó una suscripción; allí puede ver los disparates que pienso acerca de los disparates ajenos. Analice la personalidad de su jefe a la luz de las revelaciones que hago sobre historia antigua.

Manténgase muy sano, venga pronto y mande a su viejo padre

Carlos E. Restrepo

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Medellín, marzo 6 de 1923

Manizales

Mi querido Fernando: henos aquí convertidos a usted en un respetable padre de familia y a mí en un abuelo venerable; a usted voluntariamente y mí contra mi voluntad; y no es que me pese por el nieto sino por el abuelo, nombre que imprime carácter de senilidad irremediable.

Todo pasó le mejor imaginable: Margarita estuvo enferma de la nueve y media del martes (hace ocho días) hasta las ocho de la mañana del miércoles, hora en que nació el famoso chico. No sufrió sino lo natural, y el doctor Robledo dice que éste ha sido un caso clásico de maternidad bajo las leyes fisiológicas. Me alegro por el caso pasado, pero temo que presuponga muchas recaídas para el porvenir.

Luego han venido presentándose los fenómenos naturales, molestando un poco a Margarita los de la lactancia, pero ya se van normalizando, con la circunstancia feliz de mucha abundancia de leche, lo que hace presagiar una crianza completa y satisfactoria.

El chico, por su parte, corresponde a las mejores ilusiones que puede forjarse un padre acerca de su primer hijo: es, como se lo digo a Margarita, blanco, robusto, muy bien formado, de una fuerza superior a sus horas, llora con fuerza que acredita sus pulmones y duerme como un bienaventurado cuando llega el tiempo de dormir.

En cuanto a parecido, sabe usted que las mujeres tienen la manía de comparar, y este chico nos resulta con rasgos que fluctúan entre Napoleón y Jesucristo; nada, que cada día resulta diferente y no se parece sino a él mismo.

Por fortuna, está usted con el pié en el estribo y dentro de pocos días saciará la justificada sed de verlo y de gozar con los menores movimientos de la esperada criatura. Por mi parte, he cumplido el precepto evangélico de verme renovado en él: Laectificat juventutem mean (153).

Colombia va mejorando cada día, aunque requiriendo gastos de no reducida importancia; estamos resueltos a sostenerla hasta donde seamos capaces, teniendo presente que se malogra este esfuerzo nuestras ideas pasarán definitivamente a la humilde condición de fuego escondido entre cenizas, cuya lumbre puede no exteriorizarse sino dentro de muchos, muchos años.

Como usted dice, mis ideas no son de este tiempo y acaso tampoco sean de este mundo: para el público tengo la desventaja de escribir sin compromisos con nadie, y los hombres no admiten que salgan al escenario gentes que no estén catalogados por anticipación; imagino que leerme a mí, desde el punto de vista de los partidos, es como oír un sermón pronunciado por un marciano acerca de los fenómenos exclusivos del planeta Marte.

¿Debemos aspirar a que el hijo y el nieto salga así? Difícil es la respuesta; si tiene vocación de mártir, que salga; si aspira a vida cómoda, que se deje llevar por la corriente.

Le mando los periódicos por este correo, y lo abrazo en espíritu mientras tengo el gusto de hacerlo corporalmente.

Muy suyo,

Carlosé

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Ministerio de Gobierno
Sección 1
Telegrama

Bogotá, septiembre 13 de 1930

Fernando González, Margarita, hijos,
Medellín

Abrázolos hoy un poco más débil que ayer, por la mayor edad, pero con el amor de siempre.

Afectísimo,

Carlos E. Restrepo

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Por Hidroavión

Bogotá, septiembre de 1930

Señor don
Fernando González y Margarita
Medellín

Queridos hijos: les repito mis agradecimientos por los oportunos recuerdos que tuvieron para conmigo el día del cumpleaños, y este agradecimiento se extiende a los hijos, particularmente a Ramiro y Pilarica, que escribieron cartas cariñosas y bellas; dígales que el día menos pensado se aparece allá el papá Coté con yegua chiquita, monturas, etc.

Me escribe Alfonso de Manizales que ya empezó la impresión de Mi [Simón] Bolívar, espero que sea obra tan sensacional como Viaje a pie. Póngales mucho cuidado Fernando a sus juicios sobre Santander, a quien no puede conocerse completamente sino a través de su copiosa correspondencia; allí sí está el hombre en sus días de inapelable grandeza.

De salud estamos bien acá y de ánimo lo mejor que se puede.

Los abraza su padre,

Carlos E. Restrepo

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Septiembre 25 de 1930

Fernando González
Medellín

He empezado a saborear Mi Simón Bolívar y a admirar las mil barbaridades tan inteligentes que a usted se le ocurren. Auguro que el libro tendrá igual o mayor resonancia que Viaje a pie.

Abrazos para usted, Margarita y los chicos.

Afectísimo,

Carlos E. Restrepo

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Medellín, septiembre 26 de 1930

Telegrama
Señor Carlosé
Bogotá

¿Cómo no enorgullecerme el concepto del primer… lector?

Fernando González

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Bogotá, septiembre 29 de 1930

Señor doctor
Fernando González
Medellín

Mi querido Fernando:

Lo abrazo con efusión, lo mismo que a Margarita y los hijos, a quienes deseo que crezcan en edad, salud y sabiduría.

Muchas gracias por el pésame que me da en su carta del 24 de este mes, con motivo de la muerte del doctor Araújo. Merezco ese pésame por lo mucho que quise al ilustre amigo y porque se fue uno de los caracteres más íntegros y bien templados que he conocido.

Gracias también por su felicitación por motivo de mi cumpleaños, gracias tanto más sinceras cuanto que usted tiene la galantería de quitarme un año, y eso es mucho agradecer.

Yo sé que platicando con usted —el Lucas Ochoa que trata de sacar afuera el loco que hay en él —es imposible convencerlo, de modo que habré de respetar sus juicios sobre el mayor Santander.

Yo lo admiro a usted como psicólogo, pero tengo que mermar esa admiración hacia el historiador: si uno de los tantos patriotas nuestros se pusiera a escribir un libro se llamara «Mi Francisco de Paula Santander», de seguro que podría poner en relieve las cualidades de éste y convertir en cualidades los propios defectos, como acaso le ha ocurrido al pariente Ochoa.

Hasta razón tendrá usted en ser oposionista, porque eso es lo más lógico y más razonable; no dejaré yo mismo de acompañarlo en esa oposición porque recuerdo que yo fui oposionista durante la administración Reyes.

Pinta usted muy bien nuestro papel burocrático al decir que él consiste en el negocio aquel de «dando y dando». En este mes y medio de gobierno que llevo estoy aprendiendo que en Colombia las creencias religiosas y las ideas política son cosa de poca monta: lo esencial es ocupar un empleo público.

Abrázeme a Camilo Restrepo González, a Pedro Berrío, el italiano, y al padre Gómez, y reciba usted un abrazo de su suegro,

Carlos E. Restrepo

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Bogotá, octubre 9 de 1930

Señor doctor
Fernando González
Medellín

Mi querido Fernando: en una obra técnica sobre libros leí que todavía no existe ninguno sin algún error, y ahora pretende usted que en Manizales no le cambien el cónyuges por los cónyugues.

Como yo soy viejo en eso de publicaciones, le digo que sólo al principio me preocupaban mucho los errores de imprenta, pero luego observé que el escritor los nota todos y el lector no advierte ninguno. Fuera de que Mi Simón Bolívar así como Viaje a pie tienen pasajes en que se recomienda la posesión de sí mismo y la impasibilidad como virtudes dignas de un Lucas Ochoa, al cual debe importarle un ardite un error tipográfico que pasa desapercibido.

Al doctor Olaya Herrera le entregué un ejemplar en nombre de usted y después se lo vi sobre la mesa de trabajo y me dijo que lo estaba leyendo con deleite. De modo especial le manda unos agradecimientos muy expresivos.

Lo abraza su suegro y amigo afectísimo

Carlos E. Restrepo

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Telegrama

Octubre 15 de 1930

Doctor Fernando González
Medellín

Abrazos de familia a familia. Alfonso úrgeme para adquirir propiedad literaria de obras de usted, lo que creo conveniente. Estudié ley y llene requisitos pudiendo enviar poder Felur para diligencias aquí. Fue cierto ofrecimiento respecto a Brasil, según me dice Santos. Recomiéndele su recomendado.

Suyo,

Carlos E. Restrepo

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Por Hidroavión

Bogotá, octubre 20 de 1930

Señor doctor
Fernando González
Medellín

Querido Fernando: me refiero a su carta del 16 de los corrientes y empiezo por decirle que al hablarle a doctor Santos sobre la recomendación que atañe al doctor Carlos Uribe (154); me dijo que el doctor Uribe Echeverri le había hablado de tres o cuatro candidatos para el puesto, pero entiendo que todavía no se ha fijado ninguno de ellos; volveré a hablar con el doctor Santos.

Lo de la propiedad literaria de sus libros se resolvió fácilmente y yo también recuerdo que eso se puede hacer en los departamentos, pero no deje de estudiar su también le conviene darle un carácter al asunto.

Lo felicito por el ruidoso éxito de sus libros; yo pensé que usted no iba a emplear el producido en pagar deudas viejas sino en comprarse una mula y venirse de Caracas a Bogotá, pasando por Arauca y el páramo de Pisba; así, al menos, lo dijo Lucas Ochoa.

El error histórico que usted comete al hablar de Bolívar y Santander es que les adjudica un criterio absolutamente unilateral y preconcebido, a la manera de Bourget; para usted Bolívar es absolutamente bueno y Santander malo, siendo así que los hombres tienen cualidades y defectos y es más humano y más verídico estudiarlos tales como son: así me parecen más admirables porque se acercan más a nosotros, los simples mortales.

Me choca mucho la novedad de Margarita porque so puede llegar a ser más grave de lo que ella piensa; usted sabe que hace mas de diez años estamos bregando con ellas pero usted le conoce su cabeza, que es una pura roca. Dios quiera que el día menos pensado no nos dé un susto gordo.

Démele mis razones a los chicos, de los cuales parece que Álvaro nació para los libros y Ramiro para una finca; pero éste tiene buen talento y al fin abrirá los ojos y aprenderá mucho.

Mi mujer le agradece mucho sus simpáticos recuerdos y no deja de mantener vivos deseos de estar allá, entre otras cosas para parlar de mística con usted y enderezarlo. ¡Por fácil que es!

Ayer hice con Bélica y Ana, más dos de las Boteros, una excursión a Chiquinquirá. Para usted sé que sería un lugar de estudio interesante, con la virgen, los frailes y esa abigarrada población, donde no se ven más que tiples, que son los instrumentos con que los promeseros se acompañan en sus peregrinaciones desde lejos y lejos.

Con Bélica, Félix, Ana e hijos van muchos abrazos para usted, Margarita y los hijos.

Suyo adicto,

Carlos E. Restrepo

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Por Hidroavión

Bogotá, noviembre 13 de 1930

Señor doctor
Fernando González
Medellín

Mi querido Fernando: lo abrazo y le contesto a su carta del 10. Don Sigifredo Gómez tiene revuelto a todo el Departamento para que no le quiten de su puesto y a mí no me parece que es el mejor empleado que pueda encontrarse en el Departamento; hay muchas personas que pagan tan puntualmente como él a los señores jueces y que oigan más; sin embargo, hablaré con el doctor Pérez sobre esa notabilidad a ver qué resuelve, por tocarle a él el asunto.

Aquí seguimos todos sin novedad y siempre con los deseos constantes de verlos y abrazarlos.

Suyo adicto,

Carlos E. Restrepo

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Ministerio de Gobierno
Sección 1
Telegrama

Bogotá, febrero 2 de 1931

Doctor Fernando González
Medellín

Recibí carta del treinta. Arreglaré puntualmente lo del poder y enviárselo Caracas. Piense mucho el viaje; me parece arriesgado. Si no tiene seguridades previas. Use de mi cuarto libros como suyos. Abrazos a todos.

Carlos E. Restrepo

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Bogotá, febrero 27 de 1931

Señores doctores
Pedro Rafael Tinaco y Alfredo Tavieso Paúl
Caracas

Apreciados señores:

Por comisión de mi yerno, el doctor Fernando González de Medellín, envío a ustedes un poder que les confiere para asegurarle en esa república la propiedad de sus obras Viaje a pie y Mi Simón Bolívar.

Me tomo la libertad de encarecerles el despacho de este asunto y solicitarles recibo de esta carta y del poder.

Atento seguro servidor

Carlos E. Restrepo

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Ministerio de Gobierno
Sección 1
Telegrama

Bogotá, febrero 21 de 1931

Fernando González
Medellín

No sabe cómo estoy con la muerte de su colega, el gran Marcelino. Gracias efusivas por carta 19. Me harán justicia y la noticia la recibirán los nietos de usted y Margarita, a quien abrazo.

Carlos E. Restrepo

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Ministerio de Gobierno
Sección 1

Bogotá, febrero 27 de 1931

Fernando González
Medellín

Abrazos para todos. Me fue muy bien en Espinal. Recibí carta del 23, despachada como todas las que vienen de ese querido lugar. Gracias por la comparación con Bolívar, el solitario.

Carlos E. Restrepo

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Telegrama

Junio 20

Doctor Fernando González,
Margarita, hijos, Inés
Medellín

Para todos, abrazos de agradecimiento; para Álvaro y Ramiro vivas congratulaciones por el gran día de mañana.

Carlos E. Restrepo, BELICA, FAMILIA

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Ministerio de Gobierno
Sección 1

Bogotá, junio 25 de 1931

Doctor Fernando González
Medellín

Recibí carta veinte; creo su pensamiento va por buen camino desde que pueda sostenerme los primeros meses. Muy difícil lo de Alfonso; averiguo lo de viáticos para comunicárselo. Abrazos.

Carlos E. Restrepo

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Notas:

(1) Hace referencia a Pedro Nel Ospina (1858-1927). Candidato presidencial por el conservatismo, elegido presidente para el período 1922-1926. Fue fundador y primer rector de la Escuela de Minas, parlamentario bajo la Regeneración, ministro plenipotenciario en Washington bajo la presidencia de Carlos E. Restrepo, gobernador de Antioquia entre 1918 y 1920.
(2) Se alude a Aquilino Villegas (1880-1940). Abogado conservador, quien por aquella época adhirió a la candidatura presidencial del general Pedro Nel Ospina, y fue ministro de Obras Públicas durante su gobierno.
(3) Isabel Gaviria, esposa de Carlos E. Restrepo.
(4) Dear father: querido padre.
(5) Margarita Restrepo Gaviria, hija de Carlos E. Restrepo y esposa de Fernando González.
(6) General Benjamín Herrera (1850-1924). Candidato liberal a la presidencia de la República por el partido Liberal para el período 1922-1926.
(7) Alude a Manuel María Escobar. Diputado a la Asamblea Departamental de Antioquia y presidente de la misma en dos ocasiones. Apreciación equivocada de Fernando González, pues éste no fue nombrado gobernador.
(8) Hace alusión a Pedro Nel Ospina. Véase nota 1.
(9) El dinero de este empréstito estaría destinado a desarrollar el sistema ferroviario nacional y a concluir las obras públicas que eran, entonces, más urgentes.
(10) Rafael reyes (1849-1921). Presidente de Colombia entre 1904 y 1909.
(11) Francisco Antonio Cano (1865-1935). Pintor y escultor antioqueño, nacido en Yarumal, considerado uno de los iniciadores de la escultura nacional. Figura entre los miembros fundadores de la Sociedad de Mejoras Públicas en Medellín. Algunas de sus obras más importantes son: El Cristo del Perdón, óleo que se conserva en la Catedral Metropolitana de Medellín, la estatua de Rafael Núñez que se halla en el Capitolio Nacional, y el busto de Atanasio Girardot ubicado en la plazuela de la Veracruz.
(12) La nouvelle villégiature: la casa nueva de campo.
(13) Familia Gutiérrez. Familia colonizadora de Caldas y, junto con otras, fundadora de Manizales.
(14) Mario Arana. Jefe Liberal de Manizales, médico de profesión, ocupó cargos públicos de importancia.
(15) Fernando González se desempeñó como magistrado del Tribunal Superior de Manizales de desde 1921.
(16) Antique animal: animal antiguo.
(17) Alonso González: hermano de Fernando González.
(18) Pompilio Gutiérrez (1870-1940). Abogado y militar, gobernador de Antioquia en 1903, jefe conservador del departamento de Caldas y gobernador del mismo, se desempeñó también como representante a la Cámara por el mismo departamento.
(19) Clodomiro Ramírez (1869-1940). Abogado, hombre de notable vida pública: secretario de hacienda de Antioquia, gobernador del mismo departamento entre 1903 y 1904, y entre 1912 y 1913. Ministro de Gobierno durante la administración de Carlos E. Restrepo.
(20) Daniel Gutiérrez Arango. Médico, miembro de la junta directiva del Ferrocarril de Caldas. Hermano de Alejandro Gutiérrez, quién fue gobernador de Antioquia entre 1899 y 1900.
(21) El Diario. Periódico manizalita de la época.
(22) Un pleito de oficio es aquel donde la actividad judicial se pone en movimiento sin necesidad de la petición o la querella de un particular.
(23) Mulier taceat in Eclesia: que la mujer calle en la Iglesia.
(24) Alude a San Pablo, nacido en Tarso de Cilicia, Anatolia. Quien es su juventud se estableció en Jerusalén y durante mucho tiempo fue perseguidor del cristianismo. Se refiere que, en una ocasión, camino a Damasco, una manifestación de Cristo, provocó su conversión. (Hechos, 9:3-6).
(25) La Soledad, finca de la familia Restrepo.
(26) Sorites: argumento compuesto de una serie de proposiciones ligadas entre sí, de suerte que la conducta está conformada por el sujeto de la primera y el predicado de la última.
(27) Simón Araújo. Político de filiación liberal, secretario de hacienda, secretario general del Estado de Cundinamarca, ministro de Obras Públicas y fundador de los periódicos La Nueva Era y El Orden.
(28) Manuel José Sierra. Sacerdote que celebró el matrimonio entre Fernando González y Margarita Restrepo. Doctor en Filosofía y Teología de la Universidad Gregoriana de Roma, profesor en el Seminario de Medellín, rector de la Universidad de Antioquia en 1927. Fundador y primer rector de la Universidad Pontificia Bolivariana.
(29) Segundo hijo de Fernando González, nacido en 1925.
(30) Joaquín Emilio Gómez. S. J. (1878). Sacerdote célebre en la época por sus facultades oratorias, por su «verbo de fuego». Hijo de don Estanislao Gómez Barrientos y fundador de la revista Horizontes.
(31) Pilar, hija de Fernando González.
(32) Viaje a pie, Le Livre Libre, París, 1929.
(33) Se refiere al libro Mi Simón Bolívar, Cervantes, Manizales, 1930.
(34) Luis Eduardo Nieto Caballero (1888-1957). Escritor y político liberal. Formó parte del Partido Republicano, fue ministro plenipotenciario de Colombia desde 1941 hasta 1943 y presidente del mismo, además embajador de Colombia en México. Integró, durante algún tiempo, el equipo directivo del diario El Espectador. Autor de ¿Por qué soy liberal? (1931), Murillo, escritor (1916), Frente a los jesuitas (1927), Ideas Liberales (1922), entre otros.
(35) Álvaro, hijo de Fernando González.
(36) Ramiro, hijo de Fernando González.
(37) Emilio Jaramillo. Médico, político y escritor antioqueño, fundador, en asocio con don Eduardo Uribe Escobar, del periódico El Diario en 1930.
(38) Emilio Quevedo. Prestigioso médico cirujano, presidente del Directorio Liberal de Antioquia, concejal, representante a la Cámara y senador por el mismo departamento.
(39) Alfonso Castro (1878-1943). Médico, hombre público y escritor antioqueño. Director de los Anales de la Academia de Medicina de Medellín y la revista Clínica, autor de diversas monografías médicas, entre las que sobresalen: Antisepsia y asepsia (1903), Hoja espiritual (1906), Clínica y espíritu (1940), Abismos sociales (1912). En la esfera política fue representante al Congreso Nacional, senador de la República y diputado a la Asamblea de Antioquia.
(40) José Manuel Mora Vásquez (1896-1942). Abogado, educador y prosista. Magistrado del Tribunal Superior, secretario de educación del departamento de Antioquia, profesor en la Universidad de Antioquia, Bolivariana y en la Escuela de Minas.
(41) Aristides Briand (1862-1932). Político Francés, uno de los promotores de la Unión Pacífica Europea, célebre por sus facultades oratorias.
(42) Ignacio Duque. Reconocido abogado medellinense de la época, fiscal del Juzgado 1º. Superior de Medellín.
(43) Non possumus: no podemos.
(44) Enrique Olaya Herrera (1881-1937). Presidente de Colombia entre 1930 y 1934, fue ministro de Relaciones Exteriores bajo el gobierno de Carlos E. Restrepo, luego pasó a la diplomacia, desempañándose como ministro en Washington y delegado de Colombia ante la Conferencia Panamericana de La Habana.
(45) Alude a Juan Vicente Gómez (1859-1935). General venezolano que acompañó al también general Cipriano Castro en la Revolución de 1899 que les llevó al poder. En 1908, ante la ausencia del Presidente del país, Gómez lo derrocó, dirigiéndose en forma dictatorial a Venezuela hasta su muerte.
(46) Pensione Rolandine siamo matti, quasi matti: pensión Rolandine, estamos locos, casi locos…
(47) Righi. Montaña suiza.
(48) Cuoca a tutto fare: cocinera que hace de todo.
(49) Se refiere a Juan Vicente Gómez, sobre quien Fernando González escribió la obra Mi compadre. Véase nota 45
(50) Rufino Blanco Fombona (1874-1944). Poeta, novelista e historiador venezolano. Autor de El hombre de hierro (1907), Cuentos de poeta (1900), Más allá de los horizontes (1903). Crítico radical de la dictadura de Gómez.
(51) Cipriano Castro (1859-1924). Militar y político venezolano, presidente de ese país desde octubre de 1899 hasta noviembre de 1908. Se exilió en Colombia, desde marzo de 1890 hasta junio de 1892, al ser derrocado el presidente venezolano Andueza Palacio.
(52) Capitidiminuidos: expresión latina, utilizada en el derecho romano, para designar a las personas con capacidad jurídica disminuida o restringida.
(53) Sacramento Ceballos. Educador notable, de filiación conservadora. Ocupó la Subsecretaría de Educación Pública, la Dirección General de Educación de Antioquia, fue además secretario del Tribunal Superior de Antioquia y representante a la Cámara en varias ocasiones.
(54) José Antonio Páez (1790-1873). Militar, político y prócer de la independencia venezolana, y presidente de Venezuela en tres períodos. Una vez terminada la guerra independentista, entró a figurar en la política participando en la lucha ideológica que llevó a este país a la zozobra durante muchos años. Decidido partidario de la lucha separatista que pretendía hacer de Venezuela una república independiente, logra en 1830 la desmembración de la Gran Colombia y convoca en Valencia un Congreso constituyente, el primer Congreso venezolano, que lo nombra Presidente, después de haber elaborado una constitución. Dejó escrita una Autobiografía (1867-1869), en la cual justificó su actuación política.
(55) Giá sa leggere, e anche scrivere; é il primo della classe: ya sabe leer y también escribir; es el mejor de la clase.
(56) Duce: alude a Benito Mussolini (1883-1945). Estadista italiano, fundador en 1919 del Partido Fascista, siendo reconocido entonces como Duce. En 1922 organizó con sus partidarios, llamados Camisas Negras, su marcha sobre Roma; en octubre del mismo año tomó posesión del poder, formó un gobierno nacional adjudicándose varias carteras.
(57) Le sue idee lunghimiranti: sus ideas avanzadas.
(58) Hijo menor de Fernando González.
(59) Nom mi piace lavorare enchima de la cama: no me gusta trabajar en la cama.
(60) Gonzalo de Berceo (1195-1264?). Escritor y monje benedictino, considerado el primer poeta castellano de nombre conocido, perteneciente al Mester de Clerencia. Autor de obras de inspiración religiosa, especialmente de exaltación a la virgen María. Simón, hijo de Fernando González.
(61) Raggioniére, cavaliere, medaglia di Boyacá: contador, caballero, Cruz de Boyacá.
(62) Pedro José Berrío (1865-1950). Hijo del Pedro Justo Berrío, fue concejal, diputado, representante a la Cámara, senador y gobernador del Departamento de Antioquia en tres ocasiones (1911-1912, 1914.1917, 1927.1928).
(63) Olio di cocco: «é la prima volta qhe lei fa questo?»: Aceite de coco: ¿Es la primera vez que usted hace esto?
(64) Le Livre libre. Editor parisino de algunos de los libros de Fernando González.
(65) Don Benjamín Correa: compañero de viaje de Fernando González, relato de Viaje a pie.
(66) José María Eca de Queiroz (1845-1900). Diplomático y escritor naturalista portugués. Entre sus más célebres obras figuran El Crimen del padre Amaro (1875), El primo Basilio (1878) y Los Maias (1888).
(67) Priere de ne jeter dans les waters o jets tels que: tampons, Journaux etc. Laissez ce lieu comme vous desirez le trouver: se ruega no botar en los baños tampones, periódicos, etc. Deje este lugar como usted desearía encontrarlo.
(68) Vous n’etes pas gentil!: usted no es amable.
(69) Garcones: meseros
(70) Eduardo Santos Montejo (1888-1974). Presidente de la República entre 1938 y 1942. Uno de los dirigentes de la campaña política y electoral que culminó con la elección de Enrique Olaya Herrera como presidente de la República (1930-1934). Desempañó, además, la cartera de Relaciones Exteriores y la Gobernación de Santander. Gustavo Santos, director y fundador de la revista Cultura, jefe del Conservatorio Nacional de Música, alcalde mayor de Bogotá y embajador de Colombia en Ecuador y Argentina.
(71) Je suis obligée t’aimer: estoy obligada a amarte.
(72) Vargas Nariño, diplomático que ocupó el consulado de Génova, después de Fernando González.
(73) Audessus: estar encima, en la superficie.
(74) Affittasi: se arrienda.
(75) á louer: se arrienda.
(76) Herbert Clark Hoover (1874-1933). Presidente de Estados Unidos entre 1929 y 1933.
(77) Luis Miguel Sánchez Cerro (1894-1933). Político y militar peruano que derrocó al presidente Augusto Bernardino Leguía en 1930 y resultó elegido presidente de esta república en las elecciones de 1931.
(78) Presso il Duce: donde el Duce
(79) Res non verba: las obras no son palabras.
(80) Esteban Jaramillo (1874-1947). Abogado, hombre público. Gobernador de Antioquia, cónsul, ministro de Guerra, de Gobierno, de Obras Públicas, senador, representante a la Cámara. Fue ministro de Hacienda durante los tres últimos años de gobierno de Enrique Olaya Herrera.
(81) Roberto Urdaneta Arbeláez (1890-1972). Político, por esa época, canciller de la República. Se desempeñó como miembro del Tribunal de la Haya (1930-1934) y delegado en las Conferencias Panamericanas ante la organización de la Naciones Unidas, ONU en 1945, 1946 y 1949. En 1951 asumió interinamente la Presidencia de la República y en 1953 entrega el cargo a Laureano Gómez, quien fue derrocado por el general Gustavo Rojas Pinilla.
(82) Alejandro López (1876-1940). Ingeniero en el Ferrocarril de Antioquia, ejerció también su profesión en la empresa minera El Zancudo. Profesor en la Escuela Nacional de Minas, diputado a la Asamblea Departamental de Antioquia, consejero municipal, representante al Congreso y gerente de la Federación Nacional de Cafeteros. A él se debe la construcción del túnel de La Quiebra. Se radicó en Europa desde 1920. Autor de: Problemas colombianos (1927), Idearium liberal (1931), Estadística de Antioquia (1914), El trabajo, principios fundamentales (1928).
(83) Alfredo Vásquez Cobo. Político, parlamentario y militar conservador, de importante participación en la guerra de Colombia con el Perú (1932).
(84) Marín, general de significativa participación en la guerra de Colombia con el Perú (1932).
(85) Hace referencia a los seguidores del General Marín, no a los marines norteamericanos, como podría suponerse hoy.
(86) Don Mirócletes, Le Livre Libre, París, 1932.
(87) José María Velasco Ibarra (1893). Presidente de la República del Ecuador durante 1934, fue depuesto un año después y desterrado de su país, situación que lo llevó a exiliarse en Colombia. Elegido nuevamente presidente en 1952, cargo que ocupó hasta 1956.
(88) Alude a Mi Simón Bolívar. Véase nota 32.
(89) Thomas Robert Malthus (1766-1834). Economista inglés, uno de los más importantes teóricos de la población. Autor del Ensayo sobre el principio de la población (1798), en el que aconseja que dado el aumento constante de la población, deben limitarse los nacimientos para evitar el empobrecimiento progresivo de las clases bajas, producido por la escasez de medios de subsistencia.
(90) Luis Mejía álvarez (1846.1928). Fundador del Banco de la República de Medellín. Ocupó varios cargos públicos, fue presidente del Senado de la República, encargado de Ministerio del Tesoro, secretario de Hacienda durante el gobierno de don Recadero Villa (1873-|876).
(91) Antonio José —el negro —Cano (1874-1942). Librero, editor y poeta antioqueño, director de la revista de ideas republicanas Colombia. Fue además Presidente de la Junta Administradora del Instituto de Bellas Artes, colaborador de las revistas Vida Nueva, Alpha y Literatura y Arte. En su tertulia se inició el movimiento de los Los Panidas, del que hizo parte Fernando González.
(92) Paul Verlaine (1844-1896). Poeta francés de considerable influencia en la escuela simbolista y en la moderna lírica castellana. Entre sus obras figuran Poemas saturnianos (1866), Fiestas galantes (1869), La buena canción (1870), Romanzas sin palabras (1874).
(93) Eliseo Arango. Novelista antioqueño, autor de Los geocorisos.
(94) Se refiere a Roberto Urdaneta Arbeláez. Véase nota 81.
(95) Georges Clemenceau (1841-1929). Político francés, jefe de la izquierda radical y presidente del Concejo de Ministros. Su figura y su política fueron decisivas para la victoria aliada en la primera guerra mundial.
(96) Petit Marseillaise: pequeña marsellesa.
(97) Conflicto bélico que entre 1932 y 1935 enfrentó a Bolivia y a Paraguay por el dominio de la zona del Chaco boreal. Esta guerra terminó con la entrega de la mayor parte de la región en cuestión a Paraguay, mediante el armisticio de Buenos Aires (1935).
(98) Antonio José —Ñito— Restrepo (1855-1933). Escritor, parlamentario y jurista antioqueño. Fue diputado a la Asamblea, representante al Congreso, Procurador General del Estado de Antioquia y Procurador General de la Nación. Autor de Cancionero de Antioquia (1929), Poesías originales y traducciones poéticas (1899), Fuego graneado (1930), entre otros.
(99) école Parroissiale: escuela parroquial.
(100) Tutto compresso: Todo incluido.
(101) Bonneveine: Región marsellesa.
(102) Nequam: sin valor, que no sirve de nada.
(103) El conflicto entre Colombia y el Perú. Por J. M. Yepes, senador colombiano, profesor de la Academia Internacional de la Haya, miembro…
(104) O que c’est bon! O que c’est bon!: Es bueno! Es bueno
(105) Víctor Londoño. Secretario de la delegación de Colombia en París, Quito y Caracas. Encargado de negocios y ministro plenipotenciario en Venezuela y secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores.
(106) Jorge Zalamea (1905-1969). Escritor y diplomático liberal, nacido en Bogotá. Se desempañó como agregado comercial de la Legación de Colombia en Madrid (1932-1933), fue vicecónsul en Londres (1933-1935), secretario del Ministerio de Educación y encargado interinamente del mismo ministerio entre 1936 y 1937. Algunas de sus obras son: El sueño de las escalinatas (1964), El Gran Burundú burundá ha muerto (1951).
(107) Fils naturel de la diplomatie: hijo natural de la diplomacia.
(108) Crises comitiales trés rares: Crisis comiciales muy raras.
(109) Pas de Syfilis; pas de tumeur; vous pouvez etre trés content: no hay sífilis, no hay tumor, puede estar contento.
(110) La France, notre mére intellectuelle: Francia, nuestra madre intelectual.
(111) José María —Pepe —Sierra . Agricultor y hombre de negocios antioqueño, para algunos, la encarnación del espíritu paisa: emprendedor y buen negociante.
(112) O Maguí, tu est belle! Tu as change aujourd’hui Oui de robe: ¡Oh Maguí, eres bella! ¡Has cambiado hoy! Sí, de vestido.
(113) Je m’en fous de la vierge de Lourdes: me importa un pito la virgen de Lourdes.
(114) Crane superbe, Aucune lesión. L’unique anomalie est un enorme senus frontal droit: cráneo magnífico, ninguna lesión. La única anomalía es un enorme seno frontal derecho.
(115) Conferencia económica celebrada en la ciudad de Londres en 1933, que se dedicó al estudio de la situación económica mundial. Se abordaron especialmente cuestiones relativas a estabilización monetaria y a política aduaneras.
(116) Gabriel Turbay. Médico y político santandereano. Senador de la República, presidente del Senado, ministro de Gobierno bajo el gobierno de Alfonso López Pumarejo. Ocupó también cargos diplomáticos en Roma y Bruselas.
(117) Teodoro Roosevelt (1858-1919). Político norteamericano, presidente de los Estados Unidos desde 1901 hasta 1909.
(118) Oscar Benavides (1876-1945). Sucesor de Luis Sánchez Cerro en la presidencia de Perú, durante el período de 1933-1936.
(119) Je suis unique a Marseille. Fs. 200: soy única en Marsella, 200 francos.
(120) Canelvére: nombre de una avenida de la ciudad francesa de Marsella.
(121) Agustín Jaramillo (1892-1926). Abogado antioqueño, fiscal del Juzgado 1º. Superior de Antioquia y alcalde de Medellín entre 1918 y 1920.
(122) Enrique Bergson (1859-1941). Filósofo francés, de gran influencia en el pensamiento europeo contemporáneo, autor del Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia (1889), Materia y memoria (1897), La evolución creadora (1907).
(123) Mi compadre, Juventud, Barcelona, 1934.
(124) Fulgencio Batista (1901-1973). General y político cubano, presidente de la República de 1940 a 1944. En 1952 obtuvo el poder mediante un golpe de estado e implantó una dictadura que se derrumbó días antes de la entrada de Fidel Castro en La Habana.
(125) Pernaud: licor anizado, de tradicional consumo en el sur de Francia.
(126) Alfonso López Pumarejo (1886-1959). Político, banquero y director del Partido Liberal, presidente de Colombia entre 1934 y 1938 y de 1942 a 1945. Durabte su primer período presidencia comenzó a poner en práctica los mecanismos que tratarían de hacer realidad la República Liberal y de ejecutar la Revolución en Marcha, que él definió como: «El deber del hombre de Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos». Fue, además, presidente de la delegación de Colombia en la Asamblea de Naciones Unidas y embajador de Colombia en Londres.
(127) El Hermafrodita dormido, Juventud, Barcelona, 1933
(128) La doctrina de Monroe fue formulada por el político estadounidense James Monroe en 1823; en ella rechazaba toda inversión europea en América; de allí parte la célebre expresión América para los americanos.
(129) Alude a Benito Mussolini, véase nota 56.
(130) Vicente Lecuna (1870-1954). Historiador venezolano, autor de Papeles de Bolívar (1917), La Campaña de Carabobo (1921), Un crítico militar de Bolívar (1922).
(131) Baldomero Sanín Cano (1861-1957). Político, ensayista y crítico literario antioqueño, nacido en Rionegro. Fue subsecretario de Hacienda de la administración Reyes, y embajador en Inglaterra. Colaborador de la revista Hispania y redactor del diario La Nación de Buenos Aires. Ministro plenipotenciario en Argentina durante 1934, miembro correspondiente de la Academia de la Lengua. Autor de La civilización manual y otros ensayos (1925), Crítica y arte (1932), Indagaciones e imágenes (1926), Manual de historia de la literatura española (1925), Divagaciones filosóficas y apólogos literarios (1934), entre otros.
(132) Tomás Carrasquilla (1858-1940). Novelista, cuentista, periodista y académico, nacido en Santo Domingo (Antioquia). Colaborador de los periódicos El Montañés. El Espectador y de la revista Alpha. Entre sus obras figuran entre otras: Frutos de mi tierra (1896), La Marquesa de Yolombó (1928), Dimitas Arias (1935), Entrañas de niño (1914).
(133) Eliseo Arango González, ver nota 93.
(134) Manuel Murillo Toro (1815-1880). Político liberal, presidente de la República entre 1864 y 1866 y entre 1872 y 1874.
(135) Cher collegue: querido colega.
(136) San Juan Bosco (1815-1888). Sacerdote italiano, fundador de la Orden Saleciana (1851) y de la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora (1862), dedicadas a la formación de niños pobres.
(137) Alfonso Daudet (1840-1897). Escritor naturalista francés, autor de El Nabab (1877), Cartas desde mi molino (1869), Tartarín de Tarascón (1971).
(138) El affaire Stavisky. Escándalo financiero francés sucedido en 1933, conllevó a una de las más grandes crisis en la historia de la Tercera República francesa (1870-1940).
(139) Se refiere a Luis XVI.
(140) Mutatis, mutandi, l’affaire Stavisky: Cambiando lo que se deba cambiar, el affaire (la cuestión, el negocio) Stavisky.
(141) Buvette: cafetería.
(142) José Gaspar Rodríguez de Francia (1776-1840). Político paraguayo, dirigente de la revolución indepentista de 1811. En 1814 fue designado Dictador Supremo, cargo que ejerció hasta su muerte. En este personaje se inspiró el escritor Augusto Roa Bastos para escribir la obra Yo, el Supremo (1974).
(143) Parti pris: Perjuicio, resolución tomada de antemano.
(144) Boulongne.sur.Mer: ciudad del norte de Francia, puerto pesquero.
(145) Dover: ciudad y puerto de Gran Bretaña.
(146) Tulio Arbeláez. Escritor nacido en Rionegro (Antioquia), autor de Campañas del general Cesáreo Pulido (Bogotá, 1936), Episodios de la guerra de 1899 a 1903 (Bogotá, 1933).
(147) Hermano medio de Carlos E. Restrepo.
(148) Fifty fifty: cincuenta y cinco.
(149) José Ignacio Vargas Vila (1868). Poeta colombiano hermano de José María Vargas Vila, político liberal radical, autor de Jardín enfermo y Sueños de opio.
(150) José María Vargas Vila (1860-1933). Novelista y poeta colombiano, liberal radical. Entre sus obras más conocidas figuran Flor de fango (1895), Aura o las violetas (1885) y Rosas de la tarde (1900).
(151) Dimitri Segeevich Merezhkovky (1865-1941). Escritor simbolista ruso. Autor de Juliano, el apóstata (1895) y de varios ensayos, entre los cuales sobresale Tolstoi y Dostoievki (1901-1902).
(152) Colombia. Revista de ideas republicanas fundada por Carlos E. Restrepo y dirigida por Antonio José Cano. Su primera edición se hizo en mayo de 1916 y su publicación era semanal.
(153) Laectificat juventutem mean: alegra mi juventud.
(154) Carlos Uribe Echeverri (1888-1958). Abogado, diputado a la Asamblea y representante a la Cámara. Enviado diplomático de Colombia en España, Uruguay, Chile y Brasil, senador de la República y candidato a la presidencia por el liberalismo en 1941.

Fuente:

Correspondencia. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, octubre de 1995.

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Correspondencia (1922 - 1934)

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última revisión en abril 22 de 2013