“Esa inaudita
franqueza suya”

Desde París en 1933 y luego de su gestión en la Liga de las Naciones, el futuro presidente Eduardo Santos le escribió a Fernando González, entonces cónsul en Marsella, la siguiente carta. Un documento que ilustra sobre la ambivalencia que provocaba el escritor antioqueño.

Mi querido amigo:

Un millón de gracias por sus cartas tan cordiales, tan generosas y tan agradables. La parte más grata del triunfo obtenido en Ginebra es la manera como la aprecian compatriotas como Ud.

Mucho hemos conversado aquí de Ud. con Francis de Miomandre, que le tiene una grandísima admiración. Dígame si Ud. envió a Colombia el artículo que a Ud. le dedicó en una revista cuyo nombre se me escapa por el momento, pero que tengo aquí; si no lo ha hecho, lo mandaré yo inmediatamente a El Tiempo.

Comparto la viva admiración de Miomandre por su famoso Don Mirócletes que he leído con creciente interés y que tiene la calidad más grande que puede tener un libro, que es la de excluir toda indiferencia. Asusta la cantidad de gente que Ud. va a indignar, al lado de toda la gente a quien va a entusiasmar. Yo mismo, a lo largo de mi admiración y entusiasmo por Ud., a veces me frunzo porque a la verdad no está uno acostumbrado a esa inaudita franqueza suya. Con razón me decía Miomandre que es Ud. uno de los espíritus más libres que él ha conocido y yo, como buen liberal, a veces resulto bastante conservador. En cambio admiro su prosa sin reservas. Tiene Ud. a veces eso que los franceses llaman “trouvailles” y que son la única marca de fábrica de los escritores de gran raza.

¿Se aburre Ud. mucho en Marsella? A veces temo que sí, pero han de consolarlo el mar, el sol del mediodía y la amenidad de esa gente marsellesa que a ratos es tan divertida y pintoresca.

Nada nuevo se sabe del Perú. Nuestros asuntos siguen allá demorados, no me explico por qué. Yo creo que de un momento a otro llegará algún totazo que ojalá sea glorioso y eficaz para nosotros. Parece, eso sí, que el veredicto unánime de las naciones no ha hecho mucha impresión en los macheteros de Loreto y a los que rodean a Sánchez Cerro. A esa gente va a haber que tirarle con algo más eficaz que la opinión moral del mundo y los fallos de los tribunales internacionales.

Mil recuerdos para Margarita y los suyos y para Ud. un abrazo de su admirador y amigo.

Eduardo Santos

P.D. Le mando un boletín de noticias electorales que quizás no conoce; Ud. dirá.

Fuente:

Lecturas Dominicales de El Tiempo, febrero 12 de 1989, p. 9.