¿Y al fin qué pasó con
el “Simón Bolívar II”
de Fernando González?

Por Frank David Bedoya Muñoz

He amado mucho los caminos de Fernando González, aquella trayectoria que nos legó a partir de su escritura vital. Solo tuve un reparo a su obra: el misticismo. Y, atrevido, le mandé una carta con el reproche, pero hoy no quiero hablar de esto. Cuando me fui para Venezuela, en Caracas me solicitaron un artículo sobre Fernando González y su amor por Bolívar. Este artículo fue publicado, pero pasó inadvertido en Colombia.

Ahora lo he rescatado, lo he mejorado y lo vuelvo a compartir con los colombianos, a ver si ahora Bolívar, Fernando González y yo tenemos más suerte en esta patria atestada de godos.

Fernando González, el filósofo de Otraparte, produjo una gran obra literaria y filosófica. Entre sus obras más destacadas se encuentra su libro Mi Simón Bolívar, un libro singular, no parecido a los miles de libros que se han hecho sobre Bolívar, libro filosófico que es una muestra de su autenticidad. Con este libro Fernando González logró despertar —después de un siglo de la muerte del Libertador— el espíritu de Bolívar, aquél que había sido tergiversado y enterrado por la oligarquía colombiana.

Javier Henao Hidrón, su biógrafo, relata que dado el amor que ya profesaba nuestro filósofo por Bolívar, Alfonso, el hermano mayor de Fernando González, le sugiere en 1930 que escriba una biografía del Libertador:

—¿Por qué no escribes una biografía de Bolívar?

—El Libertador es muy interesante, pero yo no soy historiador.

—Escríbela para el centenario. Con esto ganarás dinero y podrás irte a estudiar a Europa.

—Yo pienso el asunto y te aviso a Manizales.

El 13 de marzo siguiente, Fernando le escribía:

—Bolívar, el hombre de la hamaca, nacerá en estos días. Ya me siento preñado, pero no se puede apurar hasta que el espíritu lo desee. Hay leyes espirituales como fisiológicas: las supremas leyes de la gestación.

Así que, en 1930, Fernando González publica Mi Simón Bolívar. Este libro no era un libro más de Bolívar; era, literalmente, que el filósofo de Otraparte en su libro tomaba posesión de Bolívar, de su espíritu:

Recorrió Lucas [alter ego de Fernando González, quien es el protagonista de la primera parte del libro] hacia el norte y hacia el mediodía, al levante y al poniente, en busca inútil de la belleza humana. Entonces fue al pasado y halló que en Santiago de León de Caracas había nacido, a la una de la mañana del veinticuatro de julio de mil setecientos ochenta y tres, un español criollo, heredero de toda la energía de los conquistadores, y que en su corta vida de cuarenta y siete años, cuatro meses y veinticuatro días había cumplido los siguientes principios en que se resume la actuación de la energía humana:

I.—Saber exactamente lo que se desea;

II.—Desearlo como el que se ahoga desea el aire;

III.—Sacrificarse a la realización del deseo.

Este hombre fue Simón Bolívar.

El libro es muy íntimo. Para los que no están familiarizados con la obra de Fernando González se les hace extraño encontrar que hasta la mitad del libro si acaso se mencione un par de veces a Bolívar, y todo sea el periplo intelectual y emocional de Lucas Ochoa. Los lectores que llegan a la mitad irán descubriendo a Bolívar, cómo éste se mete en el alma de Lucas, en el alma de Fernando González. Y encontramos un ensayo sobre Bolívar que quizá dice mucho más que diez biografías extensas. Observemos algunos pasajes de la obra:

Bolívar fue el que cumplió uno de los actos más trascendentales en la humanidad, lo cual se reconocerá cuando en los siglos se realicen los hechos. Se dirá entonces que el Libertador creó y dio carácter a uno de los capítulos más complicados y preñados de consecuencias en el desarrollo del hombre hacia su fin, que es la conciencia universal.

[…]

Únicamente en Simón Bolívar estaba personificada la fundación de una patria, la creación de una conciencia colectiva, la creación de un nuevo continente político.

[…]

Queda probado que Simón Bolívar dirigía las fuerzas sociales y percibía el futuro, el pasado y el presente de su tierra, por tener un alto grado de conciencia. Sólo así pueden explicarse su vida y su obra.

Fernando González presentaba su proyecto así:

Este primer volumen de Mi Simón Bolívar contendrá, además de la biografía de Lucas Ochoa, una segunda parte: Ensayo de la mensura de Bolívar, y un capítulo acerca de El hombre que se documenta. Esto último es preciso para conocer el proceso psicológico. En el segundo volumen estará la biografía del Libertador.

Un hecho muy curioso en la vida de Fernando González es que este segundo volumen anunciado como la biografía del Libertador nunca se realizará. Tan solo en sus archivos se encontrará un manuscrito titulado como “Mi Simón Bolívar – Segundo volumen”, pero que era totalmente distinto a lo que estaba previsto.

Observemos la explicación que dio Fernando González sobre el hecho de no haber realizado el segundo volumen de Mi Simón Bolívar. En su revista Antioquia dijo lo siguiente:

Algún lector preguntará por qué, entonces, no hemos terminado Mi Simón Bolívar. En este caso ha intervenido una maliciosa ley psicológica que pocos conocen. […] Muchos autores, apenas terminan su obra, mueren. […] ¿Está probado o no que la muerte depende del ánimo? Así pues, el dejar inconcluso a Mi Simón Bolívar ha sido por malicia. Le hemos puesto esa trampa a la muerte. “Aún no podemos morir”, repite toda nuestra conciencia. Vivimos en la conciencia de no poder morir.

Las palabras anteriores son contundentes. La gran pasión que sintió Fernando González durante toda su vida por el Libertador Simón Bolívar es la indicación más evidente para comprender que la explicación que acabamos de leer es la más honesta y desgarradora confesión; basta mirar en una de sus últimas obras, el Libro de los viajes o de las presencias, cuando nuestro filósofo ya está anciano viviendo sus últimos días, cómo vuelve a emerger la presencia de Simón Bolívar de igual forma conmovedora, donde la gran agitación íntima, que siempre se derivó del ser Bolívar, siguió en la más alta vitalidad. De tal manera que la respuesta: “El dejar inconcluso a Mi Simón Bolívar ha sido por malicia. Le hemos puesto esa trampa a la muerte,” era realmente literal.

¿De qué se trata el texto inédito Mi Simón Bolívar II? El texto comienza con una sentida cuestión que Lucas Ochoa le dirige a Fernando González:

Querido Fernando González:

Para mí los seres son universidades; los conozco y así me conozco a mí mismo. Simón Bolívar es universidad. Es el único sentido que pueden tener los seres. Por eso yo, teologucho, no puedo ser el biógrafo que buscas. Al biografiar a Bolívar yo trato de mí mismo.

Luego Lucas Ochoa brinda una explicación de por qué este segundo volumen no era lo que se esperaba:

Va pues el libro, segundo volumen (1), tal como me lo dictó mi espíritu, con los mismos terminachos, en la misma forma, diferente a como lo esperas tú y lo esperan mis admiradores. A mi qué me importan mis admiradores.

Lo que quiere Fernando González es irse a Venezuela, pero antes de hacerlo escribe este texto y dicta varias conferencias en Bogotá, Manizales y Medellín sobre Simón Bolívar. Finalmente, después de varios meses de ansiedad, en septiembre inicia su viaje a la tierra del Libertador.

Fernando González le pregunta a Lucas Ochoa: “Luquitas, querido Luquitas, ¿cuándo comienzas tu segundo volumen? Han pasado cuatro meses”.

Y Lucas responde:

Mi alma es ahora un enredo… ¿No dije que iría al Orinoco en una mula  mecida y patifina? Yo no quiero escribir El Libertador en mi casa, entre libros. […] ¿Quieres que escriba El Libertador aquí sentado, imaginando a Caracas, los valles de Aragua, San Mateo, Los Andes de Mérida, las llanuras del Orinoco, Apure y Casanare, los Andes colombianos, el Ecuador, Perú, Bolivia? Es verdad que soy un filósofo de los mulatos imaginativos, pero deseo abandonar el vicio solitario de la imaginación filosófica. […] ¿Quieres así que yo escriba mi segundo volumen, sin ir a Venezuela a saludar al General Juan Vicente Gómez? […] No, yo quiero parir de verdad en Venezuela.

La trampa a la muerte ya había iniciado, la biografía del Libertador se quedaría sin escribir. Cuando por fin se pudo ir para Venezuela, Fernando González se dedicaría a un estudio psicológico sobre esta nación y un polémico retrato sobre su compadre Juan Vicente Gómez.

Caracas, 18 de julio de 2012
Medellín, 18 de julio de 2016

Nota:

(1) El manuscrito original de este texto inédito se encuentra en el archivo de la Casa Museo Otraparte.

Fuente:

Comunicación personal.