Manos fuera de Envigado

Por Óscar Domínguez Giraldo

A los envigadeños se les daña el almuerzo de todo el semestre cuando oyen hablar de la tal “Oficina de Envigado”. Nada que ver con ella. También recuerdan que Pablo Escobar era forastero. Prefieren ser admirados por otras audacias:

No inventaron la luz, pero hacen las lámparas más bellas. No inventaron el caminado pero era famoso el calzado hecho en la Bota del Día. Lo mismo los zapatos de ciclismo y golf que fabricaba el negro Jacobo Jaramillo. No inventaron el amor, pero Envigado es la tierra del amor-cilla. Hay dos arcas famosas: la del bíblico Noé, donde había de todo, y El Arca de Noé (Zuleta), donde te venden desde una aguja hasta un elefante.

La candidatura del Brujo de Otraparte (www.otraparte.org), Fernando González, al Nobel de Literatura, en los años cincuenta, no fue fruto de una mojada acalorado. Surgió de una postulación hecha por intelectuales franceses encabezados por Sartre, epatés con su obra literario-filosófica. El filósofo está en la prehistoria del nadaismo. Gonzaloarango lo visitaba para recibir luz, más luz.

Simón González, hijo del Brujo, se dio el esotérico lujo de convocar el primer congreso mundial de Brujería. Luego se largó a gobernar en San Andrés donde decidió que gobernar es hacer sentir al gobernado que es él quien gobierna.

Uno nace o vive en Envigado y queda flechado para siempre. La ciudad se convertirá en su sombra, o huella digital alterna. Nos perseguirá para siempre.

Pregúntenle al Libertador Simón Bolívar si no le hablaban al oído dos ilustres lugareños: José Manuel Restrepo y José Félix de Restrepo, quien le da nombre a la concurrida Biblioteca. (En honor de don José Manuel, Humboldt bautizó dos especies de orquídeas: Restrepia guttulatta y Restrepia viridulia).

Como en Antioquia no tenían universidad, José Manuel Restrepo ensilló una bestia y se fue a Medellín a fundar la Universidad de Antioquia.

Los toderos paisas nacieron con Manuel Uribe Ángel que fue historiador, geógrafo, político, poeta y una autoridad con el bisturí.

Uno no es amigo del envigadeño que quiere sino del que puede. Pero después de que se ha creado una amistad, ésta jamás prescribirá.

Pocos municipios tan vitales y prolíficos. Es emblemática la pareja que se las ingenió para parir 33 petacones. Otras familias aprendieron de ésta.

La pintura latinoamericana es más por la vanguardista maestra Débora Arango, la solitaria de Casablanca, una especie de Fernando González con pincel. Era prohibida para todo católico.

Dios los hizo y Margarita Cueto y Juan Arvizu se juntaron. Donde mejor se oía ese dueto era en el extinguido bar La Yuca, diagonal a la tienda de Tatán, otro antiguo ícono envigadeño. Esas canciones las grabó en CD Luis Hernando Mesa, padre del actor Luis Mesa.

Cualquier envigadeño le calma esas ansias de tahúr que todos llevamos dentro: dados, tute, póker, fierro, dominó, zanahorio parqués. El maestro de ajedrez Jaime Osaba no niega un mate a nadie. A muchos envigadeños les hacen vale en Las Vegas o en Montecarlo, mecas del juego duro.

Un mesero del viejo café El Libertador y un croupier de cualquier casino de Montecarlo distinguen de entrada si un tahúr es de Envigado por la forma de tirar los dados, cañar jugando cartas, o apostar en cualquier mesa

Ser conversador es una profesión en Envigado. Nacen con chip para echar paja. Los mejores cachadores del mundo sacan el master en alguna de las heladerías de la plaza, Macarena, Jardines, la Puerta del Sol. Un envigadeño se hace visita a sí mismo. Los envigadeños no sólo se sientan en la palabra sino que se van a vivir con ella.

Es destino turístico obligado de los… pordioseros del Valle del Aburrá. Saben que allí mejoran el currículo y van a la fija.

Para encontrar un desempleado o un hueco, hay que importarlo del vecindario. El que no se ha enamorado, ni escuchado merenderos en su andén, no ha visto amanecer. Que le devuelvan la plata.

El llamado Mónaco colombiano, no sólo tiene fama de ser el municipio más platudo de la parroquia: ha sido pionero en implantar el subsidio al desempleo para los jefes de familia. Que no falte el subsidio educativo para los estudiantes de bachillerato.

El valor en el ciclismo lo inventó el sastre de Envigado, Roberto Cano Ramírez, quien se codeó con Hoyos, Mesa, Gil, Pintado y el Gallo de la Montaña, como dice la vieja canción.

Lástima que ya no se pueda encontrar uno en La Candelaria bogotana con Mario Rivero (Mario Castaño, por cédula). Al poeta envigadeño “lo recogió el silencio”. Sigue vivo y escribiendo su paisano el poeta Eduardo Escobar.

Datiadas por el Espíritu Santo, monjitas de clausura — y celular— del Monasterio de María Inmaculada, en el barrio Mesa, preparan los más exquisitos bizcochuelos. Enciman la receta que nadie ha podido clonar. Ese milagro ocurre todos los días.

Envigadeño tenía que ser el único equipo paisa clasificado al octogonal final del fútbol de Macondo.

Si los ángeles jugaran billar, lo harían en alguna de los tantos cafés construidos a lo largo y ancho de la parroquia.

La salida de misa más conocida del mundo, es la de los domingos, cuando las bellas salen de la Iglesia de Santa Gertrudis después de filtrear con Dios. Luego vendrá el encuentro con ávidos ojos masculinos deseosos de hacerse leer cualquier epístola.

El meridiano, el vespertino y el nocturno de la rumba paisa pasa por el célebre andén que tiene más historia que una mujer fatal.

Las palomas del parque de Envigado son el mejor logotipo de la paz. Pero no tienen inconveniente en extrovertirse fisiológicamente sobre cualquier parroquiano.

El diario El Colombiano no resistió su hechizo y se fue a tributar en su jurisdicción.

Cuando se encuentre en la calle con los actores Robinson Díaz o Juan Mesa, pregúnteles: “¿Parce, cuánto hace que nos vas a Envigado?”. Ellos le soltarán el rollo de su pueblo con ínfulas de ciudad.

Con el cuento de la modernidad, están acabando con la vieja arquitectura y con las casonas que tenían rebosantes palos de mango, naranja, limón, limas, ciruelas, brevas. Y espantos. Que no falten jardines con bifloras y rosas como arroz. Por todo lo anterior, manos fuera de Envigado.

Fuente:

El Nuevo Siglo, domingo 17 de mayo de 2009.