Conferencia

El paso de la
ascética a la mística
en el padre Elías

Invitado: Sergio Adrián Palacio T.
—1.º de noviembre de 2023—

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Sergio Adrián Palacio Tamayo (1981) es psicólogo de la Universidad de San Buenaventura, especialista en Hermenéutica Literaria, magíster en Estudios Humanísticos y doctor en Humanidades de la Universidad Eafit, en donde además es miembro del Grupo de Investigación en Estudios en Filosofía, Hermenéutica y Narrativas. Se ha desempeñado como docente de literatura, psicología y filosofía en universidades de la ciudad de Medellín, y en 2018 dictó el curso «Introducción al pensamiento de Fernando González: ejercicios espirituales y cuidado de sí» en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor del capítulo «La escritura ensayística de Fernando González y la indagación del complejo de hijo de puta en “Los negroides”», incluido en el libro «Fernando González: política, ensayo y ficción» (Editorial Eafit, 2016). En 2018 publicó el artículo «“Una tesis” (1919) o el derecho a no obedecer de Fernando González: polémica entre la Iglesia y la universidad» en la revista española «Res Publica – Revista de Historia de las Ideas Políticas». Así mismo, en 2022 publicó dos capítulos de libros, también dedicados al autor envigadeño: «Vida buena y ascetismo en Fernando González» y «Primera formulación de la noción de individuo en Fernando González». En la conferencia presentará un estudio de la mística y la ascesis en «La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera» (1962), trabajo que pertenece a los avances de la edición de su tesis de doctorado «El curso de la vida interior: literatura y ascetismo en la obra de Fernando González» (Eafit, 2019).

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Desde 1929 anuncia Fernando González, como obra en preparación, El padre Elías. En Mi Simón Bolívar (1930) se precisa su figura como la encarnación de los más altos anhelos. Y en el Libro de los viajes o de las presencias (1959) se habla de nuevo del «bendito padre Elías», mientras se siente la angustia del tiempo que se va: «Tengo muchos mundos y ya estoy viejo. ¡Lástima!». Al fin aparece La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera, su despedida de estas coordenadas temporales.

En esta obra de madurez asume González su condición contradicha en el medio americano y se burla piadosamente de su soledad, superada en un orden superior de vivencias místicas. Uno solo son Fabricio el sacristán y el padre Elías: «… el uno, presencia pagana; el otro, presencia de la cruz. […] Vías al mismo lugar; las presencias conducen siempre al Cristo». En estos dos personajes se encuentra la reconciliación de los universos espirituales en que Fernando González vivió su aventura de fe y autenticidad. Es la síntesis de toda su experiencia espiritual, ya a punto de ser trasladado «del nudo andino a la patria de Los Padres». Esta obra es una obra de serenidad, de plenitud, de reconciliación total, de comunión; hecha con retazos del entero discurrir de su vida, de su pueblo, de las gentes con las que convivió por años.

La Tragicomedia es la expresión de los fenómenos humanos y sobrenaturales que llevan a la Redención, a la extinción del Yo por la unión con Dios. Al final de sus días, Fernando González es un hombre en la beatitud, pero incomprendido, rechazado, mirado recelosamente, alejado de los marcos sociales de difusión de cultura. Esa es su tragedia, esa es la tragedia del padre Elías, beato ya, al final de sus días. A pesar de este tinte trágico, el final es una plenitud de realizaciones, está envuelto en una atmósfera de paz de la que su figura y sus actitudes son reflejo vivo. El padre Elías «había trascendido o estaba para trascender el mundo pasional y mental».

Realmente la vida de Fernando González fue una tragicomedia. Mirado como la encarnación de odios, violencias e injusticias, cuando no fue más que un buscador de la libertad en el amor y la verdad; considerado como ateo, cuando sin el sentido de Dios no puede entenderse su obra y su lucha; juzgado como hedonista plácido y despectivo, cuando su vida fue una agonía sin cuartel para encontrar los principios, el principio primero de sus inquietudes; condenado como apátrida, cuando su voz no fue más que la denuncia de la mentira social que acoyunda y oprime el pueblo explotado y enfermo.

(Reseña basada en un ensayo del
sacerdote Alberto Restrepo González).

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«Y, para terminar, explicaré cómo hube estos manuscritos y personaje del drama: así como hay que atisbar en el silencio de las noches para ver las estrellas viajeras, yo me he dado a atisbar en soledad, y he recibido en casa la visita de misteriosos viajeros. No hay tal soledad; lo que así llaman es precisamente la compañía, y viceversa».

Fernando González

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Sergio Adrián Palacio Tamayo

Sergio Adrián Palacio Tamayo

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Introducción

Por Sergio Adrián Palacio Tamayo

La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera (1962) (en adelante Tragicomedia) fue el último libro publicado en vida de Fernando González. Se editó en 1962 en dos tomos y se divide en tres actos: el primero dedicado a Martín Heidegger, el segundo a Fernando Rojas de Montalbán y a Juan Pablo Sartre [*], y el tercero a Juan xxiii. González lo considera una trilogía agonística: 1.º El padre Elías Amando: corresponde a la creación de la novela, es decir, crear imaginaciones internas para vivenciar el viaje pasional, mental y espiritual que suscita la imagen de las manos de Martina la velera y la muerte de Palillo, primo del padre Elías; 2.º El padre Elías novelando: muestra el retiro del padre que, tras ser expulsado del sacerdocio por inmoral, se va a vivir a una finca, y estando allí decide regalar la finca a Martina para que se case con Jovino, lo que impide que Julio Buche pueda pretenderla; 3.º El padre Elías agonizando, muriendo y viviendo: muestra la vivencia de la agonía y muerte del padre Elías, que, tras ser arroyado por un automóvil conducido por Julio Buche, concluye su vida alcanzando el viaje místico.

La Tragicomedia es sin duda una experiencia madura, consciente y aplicada de la ascesis, pero en un grado profesional, si se permite esta palabra tan manida. Se está hablando de la continuidad de una ejercitación interior que supera las fronteras de lo mundano y se dispone a una entrega absoluta a la divinidad. Ya no se trata de vencer el mundo pasional y mental como antecedente del mundo espiritual, como se presenta en los éxitos ascéticos de Lucas de Ochoa, con su método emocional, la teoría de los viajes, el estudio de la Intimidad. Todos son frutos ascéticos que el padre Elías acoge para comprender el curso de la vida interior. Se trata de un estado maduro de la ascesis y no se limita a practicar la ejercitación, sino que es factible considerar que la Tragicomedia da a conocer cómo se da el paso de la ascesis a la mística, lo que exige la incorporación absoluta de los viajes en la interioridad. Esto significa entonces que la búsqueda es netamente espiritual, sin desconocer que, en todo momento, el padre Elías se devanea con lo mundano.

Pese a todo el potencial que tiene, la Tragicomedia es quizás la obra más desentendida. No existen estudios sobre este libro en particular. Su lectura es exigente. Tiene un carácter místico, cargado de un lenguaje que entrecruza conceptos teológicos cristianos con conceptos que González ha usado a lo largo de su obra. Es una especie de compendio de su pensamiento.

Con ese panorama en frente, vemos necesario en esta charla ofrecer un estudio de la Tragicomedia que aborde el paso de la ascesis a lo místico en el desdoblamiento padre Elías. Se revisará la ejercitación ascética que busca «matar» al yo, desalojar las coordenadas y ubicar a Elías en tres valores internos alcanzados tras el vaciamiento interior: la nada, la beatitud y la amencia. Los anteriores son tres elementos necesarios para vivenciar la Vida de Cristo. Recuérdese que todo místico requiere descender su experiencia a una tradición teológica que le otorgue piso a su manera propia de conocer a Dios. Por ello, cuando se dice Vida de Cristo se quiere decir que esa Vida es considerada por el padre Elías como el triunfo final del espíritu místico, el cual logra la consumación, con su lento crecimiento y costosa preparación, y requiere toda una vida dedicada a esa búsqueda. En ningún momento se expresa en la Tragicomedia una teología dogmática que valoriza la idea de un Dios externo. Se trata, a toda vista, de un Dios presente en la interioridad.

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* Fernando González españoliza el nombre de Jean Paul Sartre.

Fuente:

Comunicación personal.