Ideas nuevas pensadas
hace cien años

Fernando González escribió “El payaso interior” y publicó “Pensamientos de un viejo” en 1916. En estos libros está la semilla de su obra.

Por John Saldarriaga

A Fernando González no le gustaba la vejez. En uno de sus poemas, de los muchos que escribió, titulado “Vejez”, incluido en la revista Antioquia, dijo:

Triste equivale a viejo: / inútilmente pasan las horas; / metal sin eco, campana rota, / vaso con fisura / es el cuerpo viejo […]. Hay cansancio, y cansancio de viejo: / aquél, hasta cosquillas hace de gusto. / Y hay tristeza y hay mil cosas, / pero solo hay una vejez, / asquerosa, / lo único asqueroso y lo único infernal […].

Por eso, uno de los más reconocidos estudiosos de su obra, Ernesto Ochoa Moreno, cree que el título Pensamientos de un viejo encierra una paradoja. Además, porque alude a los pensamientos del joven González, publicados cuando él tenía 21 años y concebidos en plena adolescencia.

Y habría que decir que, más que en un sentido cronológico, la vejez que odiaba el escritor era la vejez espiritual. Y si una de las características intrínsecas de la juventud es la rebeldía, él lo fue hasta su muerte. Rebelde y vivencial, que no quería experimentar nada por cabeza ajena, por teorías de otro.

“A Fernando González lo viejo lo enfermaba, lo viejo le olía a malo —ratifica Ochoa Moreno—. Por eso yo tengo una hipótesis: creo que fue alguien más quien le dijo a González, al conocer el manuscrito de ese libro: ‘Esos son pensamientos de un viejo’. A él le causó gracia y lo dejó así, porque sabía que era muy acertado para la época y muy perturbador para el lector. Pero eso es algo que yo me imagino, que no he comprobado jamás, pero me saboreo pensándolo en soledad”.

Un nuevo libro de cien años

En 2016 se celebra uno de los cumpleaños más importantes de la literatura colombiana, doble por demás: la publicación de Pensamientos de un viejo, el primer libro del filósofo de la autenticidad —había escrito ya (sic) El derecho a no obedecer, su tesis de grado, pero este no sería publicado sino hasta 1919, con el título Una tesis—, y de haber creado otro, El payaso interior.

Éste lo dejó sin publicar y, al parecer, él mismo destruyó en parte. Sin embargo, después de esculcar en las libretas de carnicero en que escribía el pensador envigadeño, se encontró el tomo segundo y el fondo editorial Eafit lo editó entonces.

Ambos volúmenes siguen vigentes.

Sin embargo, decir esto es emitir una verdad hueca, si se considera una cosa sabida, una frase mil veces pronunciada y escuchada, que Fernando González no escribió tanto para sus coetáneos, es decir, para las personas de su tiempo, como para las del futuro.

Para el mismo Ernesto Ochoa Moreno, esta vigencia se debe a que en ambas obras está “el germen de la filosofía y de la doctrina, si se puede llamar así hablando de este autor, de su obra posterior. Considero que esto hace que sea necesario leerlas, especialmente Pensamientos de un viejo, para reencontrarse con Fernando González joven, que había sido expulsado del colegio de los jesuitas”, precisamente por esa rebeldía y por su decisión de no tragar entero, negando el primer principio que dice así:

Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido. Un ente no puede ser y no ser simultáneamente y en el mismo sentido.

“En esas dos obras —continúa explicando Ochoa Moreno— está el germen de su filosofía, de su espiritualidad, de sus viajes”.

Y cuenta que en años siguientes y varios antes de que publicara Viaje a pie, en 1929, escribió otro libro en esta misma senda: Viajes interiores, que dejó inconcluso.

Pensamientos de un viejo es semilla de varios libros posteriores de Fernando González porque alude a temas que desarrollaría en otros, como el remordimiento y la culpa (El remordimiento); orgullo, vanidad, autenticidad, identidad cultural (Los negroides); la vida, la muerte, la metafísica (Libro de los viajes o de las presencias)…

Para Gustavo Restrepo Villa, director de la Corporación Otraparte, “si omitimos su tesis de grado, es curioso ver que entre Pensamientos de un viejo y Viaje a pie transcurren 13 años, y es evidente el cambio de tono, pues el primer libro fue escrito por un adolescente y el segundo por un adulto de 33 años. Pero aun así es la voz de un mismo autor, de una ‘Personalidad’, como lo describió Mario Escobar Velásquez”.

La vigencia de estos nuevos libros viejos, lo mismo que los demás de este pensador auténtico, está, según el director de Otraparte, en que en ellos intenta responder “las inquietudes eternas de la filosofía (¿quiénes somos?), la pregunta por el ser mestizo latinoamericano, la brega espiritual…”.

Llama la atención que Fernando González dedica Pensamientos de un viejo a “una lectora lejana”, y luego les dice a sus amigos: “mi sombra os oculta mis pensamientos”.

Con estas palabras —sostiene Restrepo Villa—, les quiso dar a entender que “solamente cuando él no estuviera, su obra iba a ser comprendida por ellos”.

Desde este primer libro, desde la dedicatoria, queda claro que Fernando González escribía para los “lectores lejanos, como lo repitió varias veces en sus libros. Él siempre sintió que sus contemporáneos no lo comprendían y por eso sus libros están escritos en ese tono de ‘futuro’”.

En medio de estas consideraciones, hagamos un alto para leer a González:

Cuentan que el filósofo Van-Rum se hizo sepulturero. ¡Bella profesión para un filósofo…! Y cuentan también que era más hosco que Schopenhauer.

Cierto día alguien le oyó exclamar: ¡Estos muertos renacen!: yerbas, flores, mariposas… Allí hay un rosal. Viene una mujer con su amante, aspira el perfume de las rosas, y este se convierte en besos… y los niños devienen… Por el sueño vivimos todas las vidas que pudiéramos haber vivido en realidad.

Y siguiendo con su reflexión, esa de que los libros de nuestro autor están escritos en tono de futuro, Gustavo Restrepo Villa señala que una cosa es que un autor lo piense, y otra muy diferente es que se cumpla.

“La frescura de Pensamientos de un viejo después de 100 años de la primera edición demuestra que el maestro de Otraparte no estaba equivocado”.

Por su parte, Luis Fernando Múnera López, miembro correspondiente de la Academia Antioqueña de Historia, un estudioso de la obra de Fernando González, quien hizo la presentación de las reediciones (sic) de Pensamientos de un viejo y El payaso interior, realizadas por la alianza entre la Corporación Otraparte y el Fondo Editorial Eafit, dice que “Pensamientos de un viejo es un libro para leer en la intimidad. No es un libro para comentar en público a la usanza de las reseñas bibliográficas. Ni es para leerlo como quien sigue o escucha el monólogo de un pensador, sino para entablar con él una conversación dialéctica, un diálogo sereno, orientado por el hilo conductor del discurso. Y para gozar espiritualmente con la belleza que lo llena, pues Pensamientos es, además, un extenso poema en prosa”.

Del título del otro de los libros mencionados, su autor dice en una de sus páginas:

El payaso interior se llama este libro. Porque el espíritu es algo tan delicado que hasta la más sencilla sensación lo modifica. ¿Habéis visto esos muñecos que hacen cabriolas cuando se les tira de una cuerda? Pues idéntico es el espíritu. La sensación más sencilla lo modifica grandemente. ¡Sus cabriolas las llamo yo visiones espirituales!”.

Fuente:

El Colombiano, jueves 30 de junio de 2016, p.p.: 28 – 29.