Boletín semanal con la vida
y obra de Fernando González

Centésima decimoquinta entrega

Para leer a Fernando González

Alberto Restrepo González
(1997)

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~ 17 ~
Antropología

La muerte

(Continuación…)

El temor a la muerte

El temor ante el enigma de la muerte tiene múltiples fundamentos.

La apariencia de la aniquilación del yo, que sigue a la muerte:

La nada de la conciencia nos es inconcebible. Por eso no podemos aceptar el término morir, en el sentido de acabarse el yo. Y como las apariencias son todas de acabarse, de allí el terror. (msb)

La vivencia del conflicto entre los deseos de eternidad y eternización fisiológica espacio-temporal, generador de la rebeldía contra la experiencia de la muerte, que aparece como aniquilación total que nos niega en el futuro:

Yo no quiero que mi ser se eternice en ninguno de sus instantes vividos […]. ¿Y quiero morir? Tampoco… ¡Es la esperanza! Es el cumplimiento de un [Lucas de Ochoa] que siento que soy siempre y que confundo durante los presentes con el cumplimiento de sus deseos de entonces. De esto resulta que uno no quiere morir, porque lo que vemos de un muerto es un acabamiento total. […] Veo, pues, que acepto el tiempo, el vivir muriendo, porque ésa es mi representación, no es «yo», y porque sé que fue bueno venir a la representación. Nos negamos satisfactoriamente en el pasado, algo en el presente y nada en el futuro, y estamos satisfechos de lo de antes de nacer… ¿Será que esto nos capacita para nuevos paraísos? ¿Escuela? […] No da angustia el no haber sido hombre en el pasado infinito […]. Resulta, pues, que uno está satisfecho de no haber sido hombre y no está completamente satisfecho de serlo, pero no quiere, se resiste a dejar de ser hombre. (lvp)

La limitación pasional que, generada por imaginaciones de pasado, futuro y presente, hace padecer la vivencia de la muerte como negación de todo lo vivido y lo imaginado en tiempo y espacio:

Toda pasión procede de pasado y futuro, y de un presente imaginario que creamos, o sea, tiene su origen en la limitación o ignorancia. Uno forma y ve imágenes de muerte, futuro y pasado en cuanto imagina, e imagina por ser creatura (limitada). (lvp)

La limitación del juicio (actividad del existente humano que se manifiesta), incapaz de juzgar la realidad ultrafenoménica o esencial, en categoría de eternidad:

Ahora, a las cuatro y media, veo que no sé nada, sino que existo y que muero; que todo lo que vive, muere. ¿Cómo es la Intimidad? Un existente no puede imaginar sino existentes y cómos de ellos. La Intimidad no existe ni tiene cómos. Sólo sé que está en mí, manifestada, y que el sabor misterioso de la vivencia y lo dubitativo del juicio procede de allí. Toda afirmación o negación que no conlleve la sal angustiosa de la muerte y la sombra de la duda es pura vanidad. (lvp)

La incapacidad de captar vivamente la Intimidad, mientras se está captando vivamente el acabarse del sucederse consciente:

Como somos sucederse consciente, cuando va acabando ya, la Intimidad se entrevé apenas en el sucederse; pues si éste va acabando más y más, y ya… ya… ya va a terminar, no se entrevé la Intimidad… casi nada… menos… ¡nada! «Y Cristo dio una gran voz y expiró». (lvp)

La rebeldía del yo contra su aparente desaparecimiento en la Intimidad:

Y llegando al Espíritu, al cuerpo espiritual, se presenta la gran pregunta: ¿y cómo podré ser yo, si entro a la Intimidad? ¿Desaparezco? Entonces la vida no es para mí… ¿El nirvana o desaparecimiento? Y son los gritos de agonía del yo, que se afirma siempre, que no puede negarse, y que es la inimaginable tragedia de la agonía…: ¡morir totalmente!… y… «esto es imposible para el hombre, pero posible para Dios». (lvp)

La confusión, generada por la condición mortal del hombre, entre apariencia desaparecida y ausencia de realidad:

¿Y por qué tengo miedo de acabar, de la mortalidad? Porque precisamente soy eso, y una reacción no tiene en sí otra cosa que la afirmación suya, y si le dicen que termina, porque no era sino reacción, se desvanece de ausencia. ¿Y quién le dice que termina? Se lo dice a cada instante el sucederse, la experiencia. ¿Y a quién se lo dice? Al entendiendo… Y el entendiendo no soy yo. Es la Inteligencia en mí. (t i)

El miedo a vivir la experiencia de la terminación de un mundo sin haberlo consumido, ni haber realizado en él la propia individualidad:

Cuando un hombre muere, se acaba el mundo. ¿Entendéis? […] El mundo se acaba apenas muere cada hombre; por eso es el miedo a la muerte, el miedo de aquéllos que no cumplen su individualidad o punto de apoyo. ¡Miedo de morir sin haber consumido su mundo! (t ii)

La conciencia de no haber entendido, o ser nada:

… el que «teme» a la muerte es en cuanto está muerto o no ha entendido, y así lo dijo Él: «Dejad a los muertos que entierren a sus muertos». (t i)

El «miedo a la muerte» es en proporción a lo muertos que seamos, a nuestra nada. (t ii)

Continuará…

Fuente:

Restrepo González, Alberto. Para leer a Fernando González. Editorial Universidad Pontificia Bolivariana / Universidad de San Buenaventura, Medellín, 1997, pp. 1-645. Número total de páginas: 827.

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